Revisando las marcas Antes de comenzar, y como he dicho antes, no me considero un seguidor del personaje de Bob Kane, ni mucho menos de los productos de la editorial donde se publica su más grande obra. Por el contrario, exceptuando el trabajo de Neil Gaiman, me he mantenido tan lejos de DC Comics como me es posible ante una desquiciada fidelidad a la incuestionablemente dictatorial Marvel Comics y su liga de sobre explotados personajes.
Y aunque no sea adepto del caballero de la noche, si lo soy de los filmes sobre seres oscuros y atormentados, aquellas historias donde el personaje busca desahogar un tormento que a veces parece superar sus fuerzas teniéndolo en el borde de la locura (o del suicidio), haciendo de él algo cercano a un villano.Ê Es la misma maldita historia que vimos hace unas semanas en Anakin Skywalker entregándose al lado oscuro en una mal encaminada búsqueda de justicia en una vida que ya carece de sentido al perderse lo que más se ama.
De estas piezas surge el mito de Batman, más que un murciélago, un ave fénix que ha caído en varias ocasiones para levantarse con más fuerzas nunca cambiando tanto su aspecto como la forma de contar historias
Recordemos como hace unas décadas Adam West era la encarnación del justiciero mas egocéntrico e infantil de la pantalla chica, vestido de forma chillona con frases pomposas y villanos estrafalarios, la falta de respeto al personaje hizo que cayera por su propio peso creando una imagen negativa cuya presencia aun se siente en nuestros días. Hasta que el todointeligente Frank Miller removió los cimentos del cómic para establecer el camino del cual un no muy conocido Tim Burton le devolvió el respeto al primogénito de Bob Kane para que luego fuera sepultado en la oligofrenia de Joel Schumacher quien hizo lo imposible por rescatar la vieja serie de TV.
En medio de esto hace unos años surgió el rumor de un proyecto titulado Batman The Dark Knight, donde gracias al Espantapájaros Bruce Wayne reaparecía con una actitud más oscura. Al parecer esto finalmente fue la base del guión de David S. Goyer. Para los que no lo conocen es una de las más grandes interrogantes de los últimos años, ya que es el responsable de la trilogía del mas famoso cazador de vampiros de Marvel Comics: Blade, pero que por desgracia en su tercera parte, que dirigió, cambio todo lo hecho hasta entonces hundiendo la saga con una serie de errores imperdonables (sin perjuicio que el filme tuviera sus puntos buenos). De ahí que las gracias deben ser dadas a Christopher Nolan, quien no solo dirigió sino también debió mantener a raya las buenas ideas de Goyer, evitando otro desastre que trajera de vuelta el siempre odiable fantasma de Schumacher.
El tema del oscuro vengador no tiene nada de nuevo, por el contrario se ha convertido en una escuela para romper el molde del héroe perfecto y bondadoso, la imagen unidimensional y fantasiosa con que se mantuvo por décadas en el cine y la televisión, siempre preocupados que los productos fueran aptos para todo público. Sin embargo, ante un mundo cada vez mas sobrecargado de violencia física y especialmente psicológica, se hizo necesario trabajar con con personajes mas realistas, a fin que estos pudieran captar la atención de una generación mas consciente del sufrimiento que porta ante un futuro que trajo mas amarguras y desesperanzas que las tan profetizadas alegrías de los cultores del New Age.
El mítico y bondadoso héroe de antaño ya no tiene sentido ante los abrumadores desafíos que supone vivir en el siglo XXI, de ahí que de la raíz del bien se fueran dando pasos hacia la oscuridad para crear una escalera donde nuevos personajes han reclamado su respectivo escalón en un intento por entender y difundir el verdadero precio que se paga en la lucha contra el mal.
Ya en 1990, Sam Raimi intentó hacer su aporte en este tema con Darkman, un superhéroe surgido de las sombras de las grandes editoriales de historietas, que relataba la profunda transición de un pacifico y romántico científico a un individuo desfigurado y violento que busca vengarse de quienes destruyeron su vida.
Pasarían muchos mas años para que el ya mencionado David Goyer comenzara a destruir la maldición Marvel (mito en el que ninguna adaptación de alguna historieta de esta editorial tenia éxito en la pantalla grande) con la exitosa Blade, en donde Wesley Snipes es el cazador de vampiros que da nombre al filme y que busca venganza por la solitaria y violenta vida en que se encuentra atrapado.
No obstante el más cercano intento de imitar la esencia de Batman se pudo haber encontrado en Daredevil, El hombre sin miedo. El también vengador nocturno de Marvel, cuyo trauma por la muerte de sus padres y sentidos amplificados producto de su ceguera lo llevan a una guerra tanto contra el crimen como su existencia atrapada en el dolor y obsesión de justicia. Y aunque Mark Steven Johnson logró tomar algunos de los elementos importantes de la historieta, el exceso de estos en perjuicio de una mayor exploración de la mente del alter ego del héroe, Matt Murdoch terminó convirtiendo a la película en un producto de rápida digestión carente de todo el trasfondo que ha ofrecido algunas de las mejores sagas de la historieta.
La última detención, antes del arribo del Hombre Murciélago vendría de una nueva y más reflexiva versión de El Castigador. El más violento y humano de los personajes de la casa de las ideas era revivido en una subestimada versión que retomaba el tema de la venganza en su estado mas puro y brutal, en manos de un individuo al que le era arrebatado la mejor etapa de su vida de forma rápida y despiadada, obligándolo usar los mismos métodos con que lo intentaron destruir en sus enemigos.
Un punto aparte (y casi olvidado)pero no menos notable es Hulk, filme que si bien no tuvo todo el éxito de público que se esperaba, sorprendió a los cinéfilos que no querían aceptar que el mundo de los cómics puede entregar una visión adulta sobre algunos temas controversiales. Concretamente Ang Lee, el cerebro tras El Tigre y el Dragón, valiéndose de actores de la talla de Nick Nolte (quien aceptó un rol netamente por que el guión se alejaba del típico filme comercial) y Sam Elliot, sumado a los recientemente consolidados Eric Banna y Jennifer Connely, para explorar la torturada mente del Dr. Bruce Banner, cuyo padre destruyó su vida al hacerlo parte de sus experimento transfiriéndole mucho mas que una alteración genética.
En este sentido, Hulk se aparta de los otros personajes al tener como principal enemigo el mismo individuo que se transforma en la criatura, haciendo de la película la odisea de un individuo en busca de quien es en realidad. Tiempos oscuros para hombres oscuros
Lo bueno de esta oleada de filmes basados en historietas es que todos han apuntado en una dirección como clave para el éxito: el realismo con que se debe tratar al personaje. Y en este sentido los amantes de Marvel debemos aceptar que Christopher Nolan dio un gigantesco paso adelante yendo mucho más lejos de lo imaginable.
La era de Tim Burton, fue coronada con violencia y una notable imaginería al momento de tratar los villanos como los entes que definen el rol del héroe. Mas este renacimiento, como ya se ha mencionado en incontables ocasiones, surge del elemento que define todo este torturado universo: miedo. Emoción que moldea el instinto de supervivencia del ser humano, hace eco en la mente de un pequeño Bruce Wayne en un accidente en el patio de su casa, desencadenando una serie de acontecimientos que destruirán su mundo, para obligarlo a reconstruir toda su existencia en torno a una nueva concepción de supervivencia: un ser que le permita sobrellevar esos traumas transmitiéndolos a sus enemigos.
Si bien Burton había establecido que Wayne estaba motivado por una sed de venganza, para sorpresa de quienes lo detestamos, Schumacher, dentro de su locura, al contar el origen de la baticueva, en Batman Eternamente, colocó una las principales semillas con que se reestructuraría el mito (irónicamente Joel metía elementos oscuros en una película donde un tonto sonreía porque la mujer que le gusta esta enamorado de su verdadera identidad).
En este sentido la odisea psicológica de Christopher Nolan, une dos elementos de dos directores distintos (uno colocado por error), el miedo y la justicia.
Bruce Wayne esta obsesionado por estas dos cosas, cuyo superficial entendimiento hace que sus acciones instintivas colisionen directamente con los ideales de sus padres. Esto lo obliga a renunciar a todo en un viaje que lo llevara a los dominios de la Liga de Sombras, un violento y secreto grupo de justicieros del legendario Ra’s Al Ghul, cuyo interlocutor Henri Ducard (un sorprendente Liam Neeson), le demuestra que la esencia de todo lo que busca se encuentra en su interior. El verdadero poder del miedo que lo corroe haciéndolo sentirse culpable de la muerte de sus padres, alimenta su sed de justicia que es al mismo tiempo el motor de su voluntad, con la que ha logrado llegar vivo a los dominios de Al Ghul.
El problema de este camino es el mismo que plantean casi todos los filmes anteriores sobre el tema y del cual no esta ajeno el de Nolan: la construcción de un monstruo como única salida visible ante la obsesión de hacer la justicia una manifestación aceptable de la venganza. Es en el fondo el cuestionamiento moral del destructivo camino que lleva la vieja regla el «ojo por ojo», en manos de esta clase de héroes pareciera haber desaparecido, cuando en realidad tan solo ha cambiado su nicho al interior de cada uno de ellos, quienes son conscientes que su poder yace en como alimentan esa voluntad para combatir las sombras del mundo en el mismo caos que los creo y que se mantiene vivo evolucionando junto a ellos.
En otras palabras, el mismo Nolan hace una pequeña jugarreta con el tema, estableciendo toda la odisea de Wayne como un circulo vicioso, donde sus ideales si se miran con cuidado pueden ser los mas moralmente aceptables para luchar contra el crimen, pero en realidad no precisan de ser los adecuados ante los planteados por otros individuos que buscan lo mismo (no doy mas detalles por no contar el filme).
Lo notable del filme es que no esta nada dejado al azar, cada personaje, cumple una función, incluyendo la extremadamente criticada participación Katie Holmes, quien para sus detractores, mantiene las fuertes ataduras de Wayne con el legado moral de sus padres bajo unas perspectiva mas intima de la que le muestra Alfred.
Mientras el Espantapájaros, sin ser un villano de la monstruosidad y elegancia de los provenientes de la filmografía de Tim Burton, su sutil presencia es suficiente para entregar algunas de las mejores escenas donde se reafirma este proceso de reestructuración del personaje en pos de esta oscura visión.
Todo esto junto al infaltable y necesaria intervención del «cambio», es decir situaciones aun mas drásticas que obligan a adoptar medidas mas drásticas que permiten comprobar el nivel de evolución de los personajes. Si bien esto puede ser de alguna forma es esperable, su presencia supone un horizonte de posibilidades que están limitadas tan solo por el sentido que de el director y guionista al proceso que sigue Bruce Wayne y que en el caso de Batman Inicia es autoconcluyente, pero tratándose de un imaginativo director, «el cielo es el limite».
Si se mira con cuidado y mucho detalle, Batman Inicia es un filme predecible, mas hecho con un maravilloso cuidado donde tanto actores como equipo de producción (sin olvidar una notable banda sonora años luz superior a las melosas piezas de Danny Elfman), realizan una exploración psicológica de un personaje llevándolo a algo mucho mas grande que una pieza de fantasía, un ente arraigado en la sociedad actual, cuya manifestación se puede trasladar de forma sutil y constructiva a la vida de los espectadores; un trabajo que rememora la maestría de tipos como Welles, Mallick, Kubrick y muchos otros, quienes enseñaron que el cine puede ser una importante herramienta para transmitir valores, algo que a través de la oscuridad puede ofrecer mucha mas luz de lo imaginable.
© 2005, Juan Carlos Sánchez.