El Advenimiento de la Tormenta

Introducción: El muro del caos

Para quienes llegaron tarde, lo he dicho y lo seguiré diciendo: no me considero un admirador de Batman, las únicas revistas que tuve las vendí hace bastante tiempo (exceptuando Arkham Asylum).
Mas no puedo negar que me gustan los desafíos, me gusta la idea de probarme a mi mismo al momento de buscar nuevas ideas para explorar mundos de los cuales generalmente me mantengo aparte; sólo que en este caso he decidido ceñirme al slogan publicitario de la película Lluvia Negra: <<El país es de ellos, las reglas son de él.>>
En este momento las reglas son mías y espero que los fanáticos del Caballero Oscuro perdonen mi falta de compromiso al momento de explorar la gran galería de acontecimientos que han marcado la vida de este personaje.
Si lo vemos con cuidado, la gran mayoría de las historietas van imponiendo cambios a su personaje principal, pero en realidad de estos, casi todos terminan desapareciendo para volver a lo mismo, muchas veces tras un extenso período de tiempo. Todo pensado en redefinir un ser cuyo universo esta atado a la mente de una generación que no puede aceptar muchas veces que el encanto de la vida radica en la sorpresa que trae el enfrentar algo distinto.
Lo que me motiva a dar vida a una historia en la que el mundo de Bruce Wayne nunca vuelva a ser el mismo, algo que dentro del escaso dominio que tengo del personaje me haga sentir que lo imposible está en mis manos para moldearlo conforme a una necesidad de revitalizar todo lo visto y leído.
Sé que algunos se preguntarían si no me parecería ofensivo si un autor hiciera lo mismo con mis personajes favoritos, y a decir verdad exceptuando que uno de ellos esta muerto hace más de una década (lo cual me gusta), realmente me frustra que no se haya hecho, me desagrada leer nuevas historietas sintiendo que es la misma vieja estructura, con situaciones que al cabo de unos meses volverán a lo mismo.
Lo que, por cierto, hace de este proyecto algo mucho más difícil de lo que imaginan.
He de reconocer que todo partió de forma muy sencilla con un par de simples exigencias personales, que les servirán de guía: Una historia oscura, violenta con tintes macabros, un título cuyas características deje abierto una segura continuación y un final que ponga en duda el futuro del personaje. Un acontecimiento que fuerce un desafió aun mayor después de todo la vida es una eterna sucesión de cambios y llega la hora de ver como el justiciero los enfrenta más allá de sus límites. menor, mas por un extraño impulso tocó suavemente las letras en relieve. Inmediatamente sus ojos lo vieron: un hombre de avanzada edad cuyo rostro mantenía oculto sus más distintivos rasgos en un juego de sombras que se movía al compás de una vela que lo acompañaba. Por un momento tuvo la impresión de que se trataba del comisario Gordon o un pariente, mas sus vestimentas lo mostraban como un individuo del siglo pasado.
-Ludors esta preparándose para la apertura de la cúpula de los abismos. Detente viejo amigo o tu reino será arrasado cuando la tormenta llegue -dijo con una extraña voz el sujeto mientras un grupo de murciélagos llegaban desde atrás para afirmarse en sus vestimentas-. Sólo la luz podrá detener las tinieblas.
En ese momento un fuerte resplandor hizo desaparecer todo para devolver su atención a la biblioteca donde se encontraba, justo en el momento en que Alfred traía un poco de té.
-Alfred, ¿Sabes quien envío esta carta?
-Proviene del departamento de archivos, según sus especificaciones debía entregarse este día a usted -Dijo con el mismo tono servicial con que acostumbraba a tratar a Bruce.
-Supongo que cumple con todo el trámite pertinente que se exige para su entrega.
-No fue necesario, su origen es de más de dos décadas.
-Entonces ¿Como alguien pudo escribirme algo en una época que todavía era un infante? ¿Y quien lo hizo?
-Pensé que podía tratarse de su padre quien quiso decirle algo que le pudiera servir cuando fuera adulto, algo que debía escribirse en ese momento.
Con cuidado tomo la carta y el sobre para entregárselo a Alfred:
-Necesito que se le hagan todos los exámenes pertinentes para determinar posible origen y componentes.

Batman: Los signos de la tormenta.

<<Mucho puede ocurrir en un minuto>> Babylon 5, A Call to Arms J. Michael Straczynsky

«La oscuridad se acerca», decía la misteriosa carta que llegó a manos de Bruce aquella tranquila mañana de invierno. Por un momento quiso pensar que se trataba de otro desquiciado haciendo alguna falsa alarma sobre un incidente-
-Supongo que nos traerá alguna sorpresa.
-Espero que no -dijo Bruce sin poder ocultar su preocupación por lo ocurrido.

La cúpula de los abismos

Un rayo cercenó el firmamento sobre Gotham para dar inicio a la copiosa lluvia con que las tinieblas se abalanzaron sobre los más recónditos sitios existentes. En medio de esta danza de caos aparecieron de la nada, ojos brillantes como faroles mirando siempre hacia las nubes, mientras sus sencillas vestimentas oscuras apenas evitaban que el agua tocara sus carnes. Nada tenía mas importancia que la misión de brillar, nada era tan vital como sumirse en el silencio fundiéndose con el oscuro paisaje de medianoche. Dispersos por todo el lugar, inmóviles como estatuas, imbatibles e invisibles ante ojos humanos, uno de ellos vio al alado justiciero pasar por encima de los edificios y sonrío para luego hacer brillar sus ojos con más fuerzas…
Otro caminó hacia lo más alto de la iglesia más grande de la urbe, y como si la gravedad no lo afectara extendió sus brazos para abrazar la cruz dejando salir de su piel unas gotas de sangre con que tiñó el acero de un color rojo fuerte, tan fuerte que ni la lluvia podía removerlo.
Un grito tan profundo como aterrador rompió la calma encendiendo luces donde antes solo había oscuridad, dando fin a la tormenta para que un hombre saliera de su oficina a encender un cigarrillo a la espera de cierto visitante.
Esta vez las circunstancias eran distintas, una pesadilla removía su interior debilitando sus pasos y torturando sus pensamientos que desesperadamente luchaban por mantener clara su misión
«¡Todo debe terminar!» era el grito de un hijo maldiciendo el lecho materno para traer el calvario a su padre en un rojo festín, donde una lagrima escapó cuando sintió al gigantesco murciélago posar sus humanas alas en el borde del techo.
-No puedes ocultar tu preocupación.
-Algo muy extraño esta ocurriendo y eso lo sabes bien -dijo sacando una carta de su bolsillo para entregársela. El sólo toque de sus dedos con la distintiva textura del papel fue suficiente para confirmar lo que era una simple e infundada sospecha-. Desde que llegó a mis manos he visto lo más terrible que pueda concebir penetrar en mi interior como un infierno que se escapó del periodo de descanso.
-La cúpula de los abismos…
-Lo pensé… Es un viejo y casi olvidado cuento para asustar a los niños. Cuando Dios creó la luz, exilió a las tinieblas a un abismo en alguna olvidada parte de la Tierra a la espera que el hombre fuera digno de sobrellevar la más terrible de las tribulaciones, el mal interior que lo apartó del cielo. La leyenda dice que hace siglos un grupo encontró el abismo y construyó un domo a la espera que el ser más despiadado existente reclamara el derecho de iniciar la prueba. Si el mal del ser humano no es subyugado a tiempo entonces la cúpula será destruida, trayendo algo peor que el mismo infierno, el verdadero rostro del hombre perdido ante el creador… -Gordon dio unos pasos alejándose, consciente que en cualquier segundo su visitante se marcharía, mas no le importaba, la noche era un buen testigo para ese momento-. Esta historia ha pasado de generación en generación por las mas antiguas familias de Gotham, esta es la primera vez que siento el poder del mito, como si algo en mi interior dijera que es mucho mas que eso.
-Ludors -Dijo el ser con un tono de voz apenas perceptible.
-¿¿¿Que??? -preguntó tan sorprendido como asustado volviéndose hacia el hombre, como si este lo hubiera sacado de un profundo trance.
Tratando de recuperar la calma lo miró y le dijo -fue una denominación que recibían los cultores de una extraña y desaparecida secta apocalíptica.
Cazadores de la oscuridad, Ángeles de tinieblas, un mito urbano que subsiste en el bajo mundo de mucho antes de tu nacimiento. Se dice que rondan como fantasmas iluminando los sitios donde la maldad llega a su punto más terrible. Aquellos donde la muerte es una salida rápida, ellos cambian el destino para evitar la entrada del poder de los abismos. Quienes dicen haberlos visto dicen que se trata de seres de carne y hueso con una habilidad que supera lo imaginable, los «clavos» con que se mantienen cerradas las puertas del Hades.
-Tres piezas un puzzle.
-Para una imagen que cada vez es más…
En ese momento se dio cuenta que se había quedado solo.
-…terrorífica -terminó de decir.
Sus alas se extendieron por encima de las torres, mientras que el suave sonido de su disparador se fundía con el de sus extensos saltos, mientras sus sentidos buscaban en la turbulencia del frío. Un cazador buscando unas cuantas presas que esa noche habían decidido aguardar en la madriguera. ÊUn inusual calma que lo consumía todo hasta que la intencional caída de una piedra de la cima de un construcción que se erguía encima de un abismo de cemento a un metro de su posición, capturó su atención. Derecho, firme mirando hacia el horizonte como si esperara la llegada del sol, con un pie bien afirmado y el otro en el aire, lo miró con sus resplandecientes ojos con una tranquilidad tan inusual que no parecía ser un humano, aun cuando su aspecto demostraba todo lo contrario.
Los ojos de ambos se encontraron y el murciélago sintió la misma voz de la carta:
-Busca la luz antes que sea demasiado tarde -mas los labios del individuo nunca se movieron, aquellas pupilas se alejaron de él como si su misión hubiera concluido y las puso por un instante en la torre de la gigantesca iglesia que se imponía por encima del resto de los edificios del sector; para luego con un suave movimiento dejarse caer.
Instintivamente el justiciero disparó su cable suspensor y saltó para sostenerlo, pero había desaparecido por lo que debió frenar rápidamente la caída para quedar rozando la superficie del pavimento. Apretó un botón para que la cuerda de acero volviera a su dispositivo, cuando lo vio a un par de cuadras, observándolo con una mirada que inexplicablemente le dio cierta paz, como si le estuviera agradeciendo por intentar salvarlo de una muerte que nunca ocurrió.
– Las señales están en todas partes -dijo a una periodista del canal 38 el ministro Rufus Lorne mientras señalaba la cruz manchada con sangre-. El fin se acerca y todos tenemos que ser responsables por los pecados que hemos cometidos contra nuestros hermanos y nuestro creador.
-De nuevo el viejo discurso del telepredicador… -En ese momento Wayne guardo silencio al ver que se trataba de la misma iglesia que le habían mostrado la noche anterior. Tratando de restarle importancia a esto se sirvió Êuna tasa de té.
-Por cierto justamente el señor Lorne solicitó tiempo para hablar con usted esta tarde -dijo Alfred, lo que hizo que Wayne escupiera el te que estaba bebiendo de la impresión.
-¿Que tiene que ver un ministro de fe con un empresario?
-Bastante si consideramos que ambos han abogado por años por el apoyo a los más desposeídos, si bien recuerdo Lorne fue el que casó a sus padres.
-No tengo memoria de haber oído eso.
-Se apartó totalmente de la vida pública cuando contrajo matrimonio, para dirigir una pequeña congregación en tanto cumplía labores familiares. Resurgió hace unos años cuando sus hijos entraron en la universidad, retomando una serie de actividades de beneficio público.
-No has perdido el tiempo en mantener los contactos.
-No cuando se trata de un buen hombre que trajo mucha alegría a sus padres. Aunque no lo recuerde, el señor Lorne ha sido siempre un lejano amigo de la familia. Un hombre cuyo juicio no debería subestimar.
-Supongo, entonces, que no tengo forma de escapar de la reunión.
-No lo aconsejaría -dijo sonriéndole Alfred- notará, en su momento, que Lorne no es fácilmente impresionable, ni mucho menos la señorita Langford que lo espera en el vestíbulo, supongo que estará muy interesada en saber como van los planes…
-Me conoces mejor que nadie, Alfred, ambos sabemos que he hecho cosas muy anormales en mi vida, pero un compromiso es la peor de todas – dijo sonriéndole con cariño.
-Usted sabe muy bien que no se puede huir de todo en la vida, mucho menos del llamado del corazón y el tiempo de paz que le esta ofreciendo.
-Espero que así sea -dijo abandonado la sala para dirigirse al lugar donde lo esperaba Eve Langford, aquella joven empresaria cuya imponente presencia aun lo sorprendía con cada visita.
Llegó a la puerta del vestíbulo y antes de entrar, por un momento sus pensamientos se dirigieron a Rachel, no podía negar que la extrañaba y mucho, el primer amor dicen que nunca se olvida y tratándose de ella era imposible. El tiempo los había apartado de una forma que jamás imaginó, pero ambos sabían que también los unió con una profundidad que nada podría romper, un vínculo de ternura y lealtad que trascendía a la calidez de su presencia física para arrojarse en lo mas profundo del corazón, por eso contaba con su rol como madrina en lo que esperaba que fuera una nueva etapa en su existencia.
La puerta se abrió y aquel bello rostro levemente cubierto por algunos cabellos claros apareció de improviso para entregarle la sonrisa más fortalecedora que había conocido, aquella luz brillante con que las tinieblas de la más temible noche desaparecerían ante el candor que le entregaba.
-Te estaba esperando -le dijo ella mientras retrocedía para mostrarle a cierto individuo de avanzada edad.
En ese momento Bruce captó que Alfred estaba justo a su espalda, casi podía apostar que una sonrisa revelaba su rostro para brindarle, la respuesta a la única pregunta que no debía formular: ¿Podía haber tanta coincidencia?
-Te presento a mi padre, el reverendo, Rufus Lorne Langford -dijo ella con gran alegría.
Bruce caminó suavemente al interior de la sala estrechando la mano del caballero, mientras trataba de contener la impresión que le estaba causando este encuentro:
-Un placer -dijo esbozando una falsa sonrisa que no pasó desapercibida para Eve.
-No necesita ocultar su sorpresa señor Wayne, después de todo nadie más que yo fui el primero en manifestar gran impresión cuando mi hija me habló de la maravillosa experiencia que le estaba dando con esta relación.
-Supongo, que le resté el encantó al formalismo de solicitar la mano de su hija.
-Créeme Bruce, ¿puedo tratarlo de Bruce?
-Por favor -dijo al mismo tiempo que también hacia un ademán para que se sentaran.
-Confío en mi pequeña Eve, especialmente en su buen juicio, lo que hace esto una grata sorpresa. Bruce giró su rostro a la izquierda sintiendo a Alfred a unos pasos de su presencia al lado del sillón.
-Supongo que lo supiste desde el principio.
-Como le dije, el señor Lorne es un viejo y lejano amigo de la familia que no debe ser subestimado -respondió Alfred con el mismo tono tranquilo y servicial.
-No culpes a Alfred de mi distancia con tu familia, a veces el tiempo y el lejano camino son las mejores de las herramientas para sanar aquellas viejas heridas que nos pone la vida. Y lo mejor de todo es que esto nos brinda de la gente adecuada para hacer el mejor de los senderos-.le dijo mirando a Alfred.
Bruce miró los ojos de aquel hombre y por un momento le pareció captar el rostro humilde de su padre, aquella expresión de un individuo que es capaz de darlo todo por sus hijos, lo que inevitablemente le hizo sentir mas cómodo.
-De todas formas, fui yo quien nunca quiso en entrar en mayores detalles con Eve sobre la vida de sus padres, ambos conocemos esas marcas, y no me gusta tocarlas, especialmente cuando se trata de alguien con tanta alegría -dijo acercándose a la joven para acariciar su mano y luego soltarla para acercarse en un gesto servicial al Lorne -pero si le complace reverendo, le solicito la mano de su bella hija.
El hombre sonrío mirando el rostro de Alfred, quien contemplaba todo como si fuera su hijo quien estaba realizando tal acción:
-Me habías dicho que era un buen hombre, pero me da gusto sorprenderme con la presencia de un caballero, Alfred -le dijo para luego volver su vista a Bruce-. Y yo te la concedo, para que seas como un hijo para mí, confiando en que eres lo mejor para mi hija.
-Entonces la celebración debe comenzar -dijo Alfred sacando una botella de champagne.
Esa noche las tinieblas volvieron con más fuerza, dejando fluir entre la bruma un grupo de ángeles de vestimentas sombrías, quienes ocultos en las mentes de los habitantes de Gotham, que caminaban tranquilamente a pocas horas del atardecer, cazaban dolor.
Cada uno con una misión, cada uno sumergido en su propia ensoñación, volaba a través del silencio trastocando los pensamientos de aquellos que la violencia consumía su corazón amenazando con enviarlos a manos del demonio para divertir a la muerte con nuevas vidas para su colección. Asesinos, psicópatas, drogadictos o simples ladrones de poca monta, cada uno con su propia historia, una leyenda no escrita aun, tranquilizados por la voz de un ángel oscuro, mientras un hombre murciélago buscaba sus presas en medio del baile de las tinieblas.
«No tenemos porque ser enemigos».
Pensó una de las criaturas cuando lo vio pasar, mas sus ojos al desviarse se encontraron con una navaja que cercenó su cabeza liberándolo de su invisibilidad para que el grito de una mujer que pasaba en ese lugar diera cuenta de su presencia.
No era el primero de la noche, ni tampoco el último. Al día siguiente un periódico entregaría la descripción de los cinco individuos muertos de forma brutalmente sangrienta, por un arma corto punzante cuyas características no eran claras, ni siquiera para cierto empresario que leía las noticias en lo profundo de su cueva.
-Esto parece la misma vieja historia -le dijo a Alfred, mientras le servia una taza de te-. Cada vez que mi vida parece tomar un buen cauce algo viene para alejarme de ello.
-Si no es esto será otra cosa, el destino sabe como recordarnos el precio de estar vivos -le dijo el caballero-. Por cierto supongo que leyó el análisis de la carta.
-Data de más de cien años atrás y no hay ningún componente extraño con cierta propiedad alucinógena.
Supongo que es lo mismo que recibió Gordon.
-Mismo mensaje, letra y composición.
-Lo que no nos deja más alternativa que seguir buscando más datos de la Cúpula del abismo.
-Supongo también que ya tiene pistas de los últimos asesinatos.
No necesitaba Bruce mirar los ojos de su fiel mayordomo para sentir como estos revelaban su rol como una pieza perdida de su conciencia. Si bien el diario estaba a su alcance para recordárselo, su mente aun rondaba por aquellos rincones oscuros en donde una carta, un hombre aterrorizado y un extraño ser, danzaban al compás de un conjunto de advertencias que no lograba entender de todo.
-Quizás estén más relacionados con la carta de lo que imagina -le dijo Alfred como si hubiera podido leerle la mente a Bruce-. Tres cuerpos con iguales características en la forma de morir…
-…lo que hace suponer a las autoridades que se trata de otro asesino en serie con una particular predilección por las cabezas, alguien que estaba rondando por esas calles a esa misma hora…
-El mismo sector que recorría, si me permite decírselo, con escaso tiempo de diferencia respecto a su registro de movimientos.
Esto dejo inmóvil por unos instantes a Bruce, había olvidado nunca subestimar el intelecto de Alfred, especialmente tras tantos años apoyándolo, parecía que lentamente los roles se estaban intercambiando. Pensó un segundo en Eve y en su interior dedujo que el compromiso podía estar alejándolo de su misión, pero por primera vez en muchos años no le importaba, se sentía bien y por alguna razón la profunda confianza que ella le tenía no era motivo de preocupación en lo que hacia en ese instante.
-No existe información acerca de estos individuos, exceptuando por uno quien es un comerciante con antecedentes de robo a mano armada; los otros, al parecer, eran vagabundos que nunca estuvieron en alguna clase de registro. La base de datos de la policía no registra un patrón común en tipos de sangre u otro componente biológico, mientras el arma usada si bien fue de tipo corto punzante, al parecer sería distinta para cada individuo.
-Lo que implica que pudo ser más de un atacante…
-…O pudo ser el mismo usando otro instrumento para no mezclar las marcas-. Dijo Bruce girando su silla en dirección a Alfred, para levantarse de su asiento y dirigirse a los interruptores para bajar aun mas la intensidad de la luz.
-Antes que lo olvide: por tercera vez esta semana, el señor Reynolds, ha solicitado reunirse con usted para finalizar las negociaciones.
-Reynolds… toda una molestia, si le doy lo que quiere posiblemente intente obtener mas, como todo empresario que ha llegado muy lejos en el mundo de los negocios.
Al oír esto Alfred no pudo evitar carraspear como una evidente critica.
Bruce apagó las luces y caminó junto a su mayordomo hacia un pequeño ascensor. De haberse encontrado sólo hubiera tomado las escaleras, pero era muy peligroso, especialmente cuando él servía de guía a Alfred quien aun no se acostumbraba a la total oscuridad de la caverna.
-En el mundo de los negocios, todos somos depredadores -dijo con cierto tono que no ocultaba cierta excusa en sus palabras-. Todos queremos siempre algo mas, solo que algunos toman la carroña en vez de pelear por la mejor carne.
El elevador llegó hasta una pequeña recámara donde esperaba un closet con algunas vestimentas y otro ascensor.
-Aun recuerdo la primera vez que lo vi, su semblante orgulloso propio de alguien que ha surgido desde el charco y que tiene el conocimiento y el derecho a aplastar a quienes no le agradan.
-Si bien recuerdo señor, y perdone que lo diga, el señor Reynolds debe gran parte de su fama a su particular forma de equilibrar los negocios con el fortalecimiento de los sectores mas desposeídos. Sus políticas empresariales han levantado numerosos sectores de la ciudad tras la más reciente crisis económica.
-Detesto que lo digas, pero Detestaría más que no tuvieras la razón – le dijo dándole un suave y cariñoso golpe en el hombro-. Posiblemente mi percepción siga siendo errada, por lo que va siendo hora de comprobarlo.
-¿Le avisó al señor Reynolds que lo irá a ver?
-Preferiría mantener la sorpresa, si realmente sigue interesado en este proyecto no se rehusará a recibirme, tras tantos intentos.
Cuidadosamente acarició una pequeña pieza de plata con la forma de la mitad de un corazón. Sus bordes estaban afilados, como si alguna vez hubiera sido una parte de uno verdadero para convertirse en ello luego de ser violentamente destrozado. Una cruel ironía que algo tan bello pudiera representar algo tan horrible, pensó guardándolo en el bolsillo superior de su camisa.
Ê»Ya esta aquí, justo a tiempo»
Se dirigió a la puerta para abrirla en el momento exacto en que Bruce se disponía a tocar el timbre.
-Supongo que es cierto lo que me han dicho de cuan difícil es sorprenderlo -dijo Bruce al verlo.
-Se llama experiencia -dijo con frialdad Scott-. Pero nunca esta demás un poco de compañía -expresó invitándolo a pasar.
De vestimentas sencillas y perfectas para la lluvia que sacudían el exterior, Bruce entró con extremo cuidado, como si se encontrará en un terreno peligroso, algo que era inevitable sentirlo.
-Me sigue llamando la atención su preferencia por los apartamentos a grandes alturas y no muy espaciosos. ¿Es indiscreción si le pregunto si ha vivido alguna vez en una casa?
-Lo sea o no, la interrogante ya está formulada y si le sirve de consuelo, señor Wayne, en un par de ocasiones. Ambos sabemos muy bien cuan confortables son estos lugares cuando la vida se torna algunas veces muy solitaria.
-Scott… -dijo con un tono menos formal-, no estoy aquí para discutir asuntos sobre una posible guerra que ya no entiendo. Admito que no me agradas, pero también admito que puedo estar equivocado en la forma de como te percibo. En honor a eso y a una meticulosa revisión de tu propuesta, he decidido concederte lo que me solicitaste en las condiciones que has planteado.
-Ya que hablamos con sinceridad, Bruce, lo considero un individuo extraño, pero si le tiro una piedra la gente más cercana a mí me enterrará con ellas.
-¿En realidad? -dijo con cruel ironía Bruce sonriendo.
-Agradezca que estoy de buen humor, y que ante un hecho como esto el protocolo exige champaña para los dos. Siéntase como en su casa mientras la voy a buscar.
Reynolds fue a la cocina a buscar el trago, mientras Bruce se quedó en la sala de estar sin ocultar la gran curiosidad que le causaba este individuo, especialmente cuando se percató que jamás le había visto alguna foto en sus oficinas u hogar. Todos los lugares eran lo mismo, una decoración sencilla acompañada de un cuadro de algún pintor famoso e incomprendido en su época y la de algún nuevo talento. Según la «leyenda» Reynolds gustaba comprar pinturas recientes de individuos casi desconocidos para luego regalarlas al primero que le gustara, siempre acompañándolas de la tarjeta del artista, como si él fuera su promotor.
Aunque no le gustará era incuestionable que el perfil de filántropo encajaba mejor con él. Quizás por el gran interés de Wayne en tratar de mantenerse lo mas alejado posible de la vida publica, pese a sus obras de caridad, mientras que Reynolds no lo evitaba, por el contrario, con notable inteligencia en pocos años había dado a conocer al mundo su pequeño gran imperio, maniobrando su vida de la forma lo suficientemente rápida y eficaz para que la opinión pública no sólo no indagara en sus asuntos más personales, sino le asegurará su espacio vital en tanto siguiera ofreciendo proyectos y productos que mejorarán la vida de los habitantes de Gotham.
Ambos tenían mucho más en común de lo que deseaba y ya era hora de ir bajando las armas. Pensó mientras sintió a sus espaldas el sonido de las copas al ser puestas sobre una mesa.
-Un nuevo sol debe brillar, mi amigo de tinieblas-. Murmuró Reynolds con un tono que nuevamente causó sorpresa a Wayne, un individuo como él no dejaba nada al azar, y esto no era la excepción.
-Sigo pensando que es un hombre extraño, pero inteligente, nada más peligroso que eso -dijo Bruce tomando la copa para hacer un brindis.
Reynolds levantó la copa imitándolo
-Siempre hay algo nuevo listo para cambiar nuestros mundos… y ésta propuesta no es la excepción, gracias -dijo chocando el cristal para luego beber.
Se disponía echar un pequeño y humorístico comentario, cuando los ojos de Bruce la vieron, la misma textura y color, colocada al lado de un macetero en el fondo de la sala, como si fuera un saludo de navidad, la misma extraña carta que recibieran él y Gordon.
Al ver su mirada, Scott notó inmediatamente la preocupación de su visitante y el origen de esta, y sin perder la calma le dijo:
-La recibí hace unos días, el mensaje era extraño pero no deja tener cierto encanto lo antigua que es y lo bien conservada que está.
-Supongo que es de algún pariente lejano.
-Eso espero, aun tratamos de determinar su procedencia, más como dije, tiene su encanto y no me resisto a él.
Era la misma carta, probablemente el mismo perturbador mensaje, lo suficientemente macabro para que Gordon mostrará por primera vez en años un profundo miedo al mencionárselo. O Reynolds lo estaba engañando con respecto al tiempo de recepción o a juzgar por su mirada efectivamente esa distintiva nota no tuvo ningún efecto sobre él.
«La Cúpula del abismo» -Reclamó su mente-. «Algo esta ocultando».
-¿Tan evidente es? -dijo Scott como si le hubiera leído sus pensamientos.
– ¿Qué?
– Que estoy ocultando algo respecto a esa carta que le preocupa… sé muy bien leer las miradas. Pero bueno en honor a tu descubrimiento: data de dos siglos y la tinta es griega producida de una extraña y desaparecida clase de octópodo, que según dicen los zoólogos, es sólo un mito, podía absorber las emociones de quien la usase. En otras palabras se usaba para enviar dos mensajes, el principal solo era revelado a quien tocara cierta palabra, de ahí que el papel fuera también especial.
– ¿Y que fue lo que le reveló?
– Me recordó un antiguo sueño que tuve cuando niño, pero el resto es un secreto que se descubrirá en nuestro próximo encuentro -dijo con una sonrisa.
Las tinieblas cubrían toda la ciudad, pero no como otras noches, esta vez se abalanzaban como depredadores alimentando la inseguridad de los habitantes, llenando de una extraña fortaleza a las criaturas que en el caos y el sadismo hallaban cierto consuelo cuando el sol les fue prohibido. Hoy no era una noche cualquiera, nuevos cazadores, nuevas lágrimas para una vieja historia donde los incautos se encontraban a merced de su instintiva y desquiciada sed de encontrar el valor en el lugar más errado de todos: la calle.
Una filosa navaja resplandeció ante la agonizante luz de un viejo farol, mientras la lluvia la bautizaba para la danza negra, organizada por un imponente individuo cuyo semblante mostraba una absoluta ausencia de miedo, como si no hubiera fuerza en el universo capaz de frenar sus movimientos.
Entonces el arma cortó, y un ensordecedor grito trajo un relámpago para distraer a los cada vez más aterrorizados habitantes de los alrededores que sabían que los monstruos regresaron, más humanos, más inteligentes, llenos de la sabiduría para subyugar el bosque de cemento donde un caballero oscuro luchaba contra el tiempo para encontrar sus huellas.
Otro grito más, nueva sangre derramada para purificar las aceras de una nefasta inocencia que ensordecía el oscuro corazón del incansable asesino. Contenido en una inusual batalla de realidades internas, cada corte era un momento placentero de desahogo donde el trueno de mil historias pasadas se fundía en el acero con que se terminaba un mundo de carne y hueso. Con sumo cuidado, saco su guante de su mano derecha y enterró sus dedos en su victima, sintiendo, devorando su aliento y palpitar, negándole la ilusión de un descanso de luz a través de una marca oscura donde sus mas nefastos sueños eran compartidos para asegurarle un paseo más largo por el Hades.
Ser de maldiciones, como una sanguijuela de dos metros, tomaba la vida inocente para que sus emociones se fundieran en el más abominable de los deseos, un espíritu de destrucción controlable solo por las reglas de un juego en el que a muy pocos le era dad la oportunidad de ganar algo más que otro día para seguir existiendo.
Allí en las sombras más tenebrosas, Scott lo contemplaba. Ayax el último de los Norvales había regresado de su largo exilio en las tierras prohibidas para reclamar el camino al infierno, y para eso no había nada mejor que desafiar a quienes mejor lo conocían, los angelicales y débiles Ludors, así como cierto empresario que hábilmente pudo detener sus pasos en una inolvidable masacre.
Fue en ese momento cuando el caballero oscuro llegó a presentarse, en lo que podía ser para Scott, un vano, pero no menos interesante, intento de enfrentar al ser más diabólico que jamás había conocido.
«Tonto» -pensó el espectador del sangriento incidente-. «No puedes usar los puños contra aquel que forjó su vida en el filo del acero». En ese momento un rápido movimiento de Ayax casi corta la capa del murciélago humano, dándole tiempo suficiente a este para golpearlo, sin que tuviera algún efecto en su dura piel.
Le hubiera gustado encontrar alguna sorpresa en aquel enfrentamiento, pero si cerraba sus ojos para buscar en el pasado, aun podía sentir el olor de la sangre de los grandes justicieros que intentaron matar a Ayax. Y aunque aquel individuo disfrazado de una criatura de la noche, mostraba un fuerte espíritu, su nobleza era su propio sendero a la derrota.
-No puedes pertenecer a la noche si no juegas con sus reglas -murmuró Reynolds viendo como el caballero luchaba frenéticamente con sus puños sin causar daño en un vano intento de aprovechar cada intencional descuido del asesino. Hasta que en una maniobra que bordeaba la desesperación sacó de su bolsillo un inoculador de tranquilizantes con lo que aparentaba ser una dosis que bordeaba lo letal.
Aprovechando este momento en que ambos seres estaban lo suficientemente alejados, con extrema rapidez Scott enterró una pequeña cuchilla en el corazón de la agonizante victima de Ayax brindándole su tan ansiada huida al más allá.
El asesino instintivamente se volvió para mirarlo, mientras su cuerpo luchaba contra los componentes de la droga impidiendo que esta generara efecto alguno. Por un instante, los ojos del hombre murciélago se posaron sobre él, mas no lograron realmente percibir algo que no fuera una calle donde un hombre había muerto por un arma salida de la nada.
«Maldito Ayax, debí matarte cuando tuve la oportunidad»-pensó Scott al verlo mostrar una macabra sonrisa al justiciero cuando su intento de frenarlo falló. Si conocía bien la historia lo peor que podía esperar estaba cobrando su turno. El juego había terminado, la prueba de fuego tenia que realizarse y el asesino era el primer juez. Si darse tiempo para descansar de la batalla tanto interna como externa, tomó la cabeza del caballero oscuro y mirándolo fijamente a los ojos comenzó a compartir el abismo de su interior. Un ser, la herencia de una raza perdida en un mundo consumido por la tecnología, sumergida en el corazón de un individuo cuyo camino fue forjado en torno al abismo, un sitio maldito por el creador donde el más profundo dolor del alma alimentaba una fuerza para vivir a través del caos.
No era simple maldad lo que movía aquel violento ente, no era un deseo de justicia contra una especie que fue el renuevo de una raza maldita, ni mucho menos un buscador de las puertas de lo prohibido. Sino un individuo luchando por sobrevivir de la única forma que conocía, destruyendo aquello que no pertenecía a sus dominios, reestableciendo la frontera entre dos mundos opuestos, vulnerada en una interminable lucha por reencontrar el paraíso perdido. En ese momento la criatura volvió a sonreír y el infierno fue sacado del interior de Bruce en la forma de cada uno de los individuos muertos a lo largo de su vida, amigos y en muchos casos villanos que en un descuido habían encontrado la salida de este mundo. Mas en la mente de Bruce, los descuidos no existían, el triunfo ante ese mal que se veía como un rayo de luz ante la opresora influencia de sus valores familiares, era el placer de ver sufrir y morir aquellos que se pusieron en su camino en su búsqueda por una paz que sabía que nunca le iba a ser dada.
«Amigo de la oscuridad, vuelve a casa»
No tenía sentido combatir con los puños a meras aberraciones de un ciudad enferma en una mentira que llamaban maldad; ellos no conocían lo que era el verdadero caos, como el profundo dolor mueve la telaraña del tiempo para tejer el camino al infierno, un sitio que sólo los valientes eran capaces de visitar.
Sus padres, su pasado, todo tenia sentido ahora, el cielo lo había atado para que no mirará su tormento con los ojos de un valiente, para no dejar salir la voluntad de cambiar el mundo entorno a una justicia pura y duradera.
El ser retrocedió lentamente dejando caer de rodillas al enmascarado individuo.
-Es hora de volver a vivir, como el individuo que siempre debiste ser, único e inven…
-Es suficiente Ayax -dijo Scott fuertemente, saliendo del refugio mental.
-La prueba apenas comienza -respondió el asesino con un tono de voz que denotaba inmutabilidad a su osada actitud.
-Lograste lo que querías.
-Insuficiente e indigno es aun este engendro del poder que intenta dominar.
-El poder de tu sangre no se medirá hasta que su propia mente asuma lo que le mostraste -dijo Scott en un tono amenazante mientras se acercaba con cuidado listo para sacar un arma para enfrentar al ser-. Hasta entonces no le pidas más.
Ayax miró fijamente los ojos de Scott, aun cuando la oscuridad era en aquel entonces absoluta, podía captar cada detalle en sus pupilas y mucho más adentro.
-El tiempo se acaba, si sabes rezar, hazlo para que no te alcance antes que tus sueños se hagan realidad -dijo abandonando el lugar.
Scott Reynolds caminó lentamente a un extremadamente débil hombre murciélago y lo tomó de las orejas de su máscara. No necesitaba verlo para sentir su interior, su voz silenciosa cruzó un sitio más profundo de lo que podría haber imaginado Bruce.
Y sorpresivamente de la nada apareció al lado de Scott, un sencillo humano, muy semejante al que intentó salvar de lo que creía tratarse una muerte segura. Con su corazón vio su bello rostro y como en un par de pasos se acercó lo suficiente para que una de sus manos a escasa distancia de su cabeza retirara aquello que lo torturaba.
-Un amigo me dijo una vez, si este mundo tiene algo de esperanza, vendrá de quienes pueden transitar el día y la noche como si fueran el mismo paraíso.
-No entiendo -murmuró Bruce.
-En su debido tiempo lo tendrás que hacer, pero este es el comienzo que te ofrezco en compensación por el oscuro espectáculo de mi amigo -dijo alejándose junto con la criatura.
-¡Espera! -exclamó el caballero mientras luchaba por ponerse de pie. Scott se detuvo mientras su compañero se desvanecía y sin volverse dijo:
-Nuestro próximo encuentro será más tranquilo. No me busques, yo te hallaré.
Nuevos pasos por un nuevo terreno, un sendero hecho de piedras cuya edad aparentaban ser de un viejo pero no olvidado imperio. Todo parecía ser oscuridad, mas al final se encontraba una bella puerta de madera por cuyos bordes pasaba lo que podía ser el sol de la tarde, cuyos escasos rayos de sol le mostraban el camino de aquel sitio que por alguna razón le traía cierta calma.
No había alcanzado la entrada cuando esta fue abierta surgiendo una figura, un viejo conocido.
-Ducard -murmuró con cierta sorpresa.
-Ra’s Al Ghul, la última vez que nos vimos.
-Estas muerto.
Ducard sonrío agachando un poco la cabeza en un ademán de profunda comodidad.
-Si lo estoy este no es el infierno que me desearías. Y si no entonces no te di todas las lecciones para saciar tu sed de justicia.
-Debo estar soñando -dijo Bruce sorprendido.
-Quizás nunca estuviste despierto, mi querido Bruce. Quizás tu cruzada por la ciudad maldita fue sólo un parpadeo en el verdadero estigma d e l a v i d a . Siguió avanzando hacia la puerta hasta quedar a unos pasos de su mentor.
-¿Por qué no pueden ser más directos?
-Porque nada en el universo lo es, todo tiene precio, una lucha que dar, una prueba para demostrar el valor que tiene lo que busca. Y tu Bruce por décadas has evadido muchas cosas incluyendo el verdadero rostro de la muerte -Ducard retrocedió haciendo un ademán para invitar a su rebelde alumno a acompañarlo-. Tengo algo que mostrarte que te gustará.
Ambos abandonaron el sitio para seguir por el sendero de piedra que los condujo a lo que aparentaba ser un callejón romano. Todo se sentía tranquilo hasta que otras personas aparecieron, todos vestidos a la antigua usanza del gran imperio.
-¿Querías respuestas?, ¿Te servirá de algo ese caballero? -le dijo mostrándole una perfecta copia de él mismo vestido acorde a la época.
-Debo estar soñando -dijo Bruce tratando de entender.
-Lo estás, pero lo que ves es más real que cualquier experiencia que tengas.
-Parece que estoy en otro mundo.
-Lo estás, siempre lo has estado sólo que nunca lo quisiste aceptar. Combatiste al mal en muchas formas pero siempre fuiste testigo de su renacer sin preguntarte porque, tan sólo aceptaste el rostro de un nuevo enemigo sin considerar que podía ser algún individuo que dejaste abandonado en el camino, alguien que mataste.
-No tiene sentido.
-Si lo tiene, la voluntad lo es todo te dije alguna vez y mi mayor error fue creer en el poder de la muerte como la fuerza natural para hacer justicia, cuando el tormento es lo único que puede devolver el infierno a quienes lo han llevado a los inocentes.
-Entonces ¿que hice mal?
-Tuviste piedad. Un ser de tinieblas no juega con la luz. Puedes perdonar la vida a muchos seres pero si no posees la fortaleza para manipular sus más profundos tormentos, si estas atado al bien entonces nunca los subyugaras.
-El fuego no se apaga con el fuego -dijo Bruce.
-¿Crees realmente en la maldad de ellos?
Lo que quiero decir con todo esto, es que la muerte no existe, tan sólo la felicidad y el dolor, el bien y el mal. Son las marcas con que se definen nuestra existencia. Pero el bien que tu traes es impropio del mal que representas. Dices que el fuego no se apaga con fuego, entonces ¿porque lo usas?
-Que tiene que ver todo esto con lo que me sucedió.
-El tiempo ha llegado todo lo que hemos temido por siglos esta por cobrar vida y sólo unos pocos podrán lidiar con algo que ni tu más profunda pesadilla puede alcanzar.
-La Cúpula del abismo -dijo Bruce-. ¿Y el gigante?
-Ayax, su voluntad es más fuerte que todo lo concebible. Libera tu instinto y subyuga su poder para reclamar el trono del abismo, quizás así haya esperanza. Mira bien Bruce -dijo Ducard guiándolo a un montículo desde el cual se podía ver toda la ciudad-. Roma fue un sueño hecho realidad, su destrucción en nuestras manos fue un triunfo, pero de nada servirá si los cimentos que forjaron las siguientes civilizaciones son arrasados. Al igual que tú, Ayax quiere venganza, y su poder le dará más en tanto no entiendas el camino a las tinieblas que tanto has evadido-. Ducard miró los ojos de quien fuera su mejor alumno y sonriendo le dijo:
-En lo que podía ser el fin sabía que esta lección iba a ser dada en un siguiente encuentro. Destruiste mi imperio, sacrificaste el verdadero camino de justicia al no tomar ninguno de los caminos de las tinieblas, pero hay forma que evites tu destino.
-¿De que servía matar si tarde o temprano los iba a reencontrar?
-No todos lo saben, quítales el camino los ojos del universo y para cuando vuelvan a ver si no encuentran algo mejor el fuego con que nos consumieron se habrá apagado.
-No tiene sentido.
-Lo tendrá cuando veas aquello a lo que debes enfrentar. Hasta entonces recuerda bien: la voluntad lo es todo.
En ese momento Bruce despertó encontrándose en una cama especial, propia de las que se usan en los hospitales. Su cuerpo estaba Êlleno de cables y elementos para controlar su funcionamiento.
A su derecha estaba Alfred sentado quien despertó al oir su movimiento. Mientras a su izquierda Eve sonreía con unos ojos que no ocultaban un profundo cansancio.
– Nos diste un gran susto -dijo la joven.
-¿Qué ocurrió?
-Su última aventura se salió de control, cuando lo encontramos su cuerpo presentaba serias heridas. Estuvo en un coma profundo por unos cuantos días.
-¿Días?
-¿Habría preferido semanas? -preguntó Alfred que no ocultaba cierta ironía.
-Supongo que debería sentirme bien por no encontrarme en un peor estado, más es evidente que las circunstancias me están conduciendo a algo completamente distinto a lo vivido antes, algo que se acerca con rapidez…

© 2005, Juan Carlos Sánchez.