Introducción – Concurso de Relatos Tau Zero

Reflexiones

Escribo este artículo a título personal, cosa que me gustaría dejar bien en claro para evitar cualquier problema a futuro con mis amigos de TauZero. Lamento cualquier controversia suscitada por algún artículo anterior, pero bueno, hace algunos meses que ya no soy parte de este e-zine, aunque mi retiro no afectó para nada mi presencia en el concurso de cuentos TauZero, y esa es la razón por la cual me siento en condiciones de escribir este artículo.
El concurso nació en función de la necesidad que existía dentro del comité editorial de TauZero para fomentar instancias que ayudaran tanto a la divulgación como a la promoción de nuestra querida ciencia ficción. En ese sentido es bueno agradecer tanto a Rodrigo Mudaca como a Sergio Alejandro Amira su disposición para encauzar, apoyar y trabajar en este concurso, más aún que ambos fueron también jurados, lo cual no es poco.
Por lo general los organizadores de los concursos literarios no hacen evaluaciones públicas de éstos, lo cual pienso es una carencia que fácilmente podría repararse. Ciertamente las evaluaciones existen a nivel interno y es también cierto que algunas de ellas no serían urgentes exponerlas en público, total, muchas de las conclusiones pertinentes sólo tienen alcance e interés para los mismos organizadores.
Yo discrepo un poco de esta realidad, aunque la entiendo. Sin embargo, creo que siempre es necesario realizar alguna que otra evaluación, pues de alguna forma el género siempre se está re-inventando o bien actualizando. No hablo de aspectos conceptuales, sino de quienes están al otro lado de la página leyendo y escribiendo ciencia ficción. Me refiero pues al público, a los seguidores y los fanáticos del género, un universo complejo que no siempre es fácil de medir y sopesar.
Precisamente los concursos literarios de ciencia ficción sirven en algo para testear no sólo a posibles escritores, sino también posibles tendencias. Aquí entro ya en dimensiones más conceptuales, que trataré a su debido tiempo. Como ya entenderán, este artículo no sólo se enmarca como una sucesión de conclusiones iniciales, sino como una reflexión general del oficio de escribir ficción para un concurso público.

Participantes

Hay dos cosas importantes que debe definir una persona que quiera escribir ciencia ficción: primero, estar dispuesto a jugarse a fondo por tal oficio. Segundo, asumir que este apuesta está llena de sacrificios, sinsabores, y que por lo general no sólo no reditúa dinero, si no que tampoco redención. Una vez asumida la intención de escribir hay que determinar si se tiene talento o no. Esto es difícil, porque no es fácil tener la claridad para discernir un posible talento literario. Pero lo que el conocimiento no da, lo entrega el instinto.
Uno se da cuenta rápidamente cuando el talento fluye de los dedos. El escritor talentoso puede escribir apresurado o muerto de sueño y siempre le saldrá algo que como mínimo llamará la atención. En el teatro un actor lo puede hacer mal, pero alguien que no es actor hace siempre el ridículo. En literatura es algo parecido, aunque quizás no tan taxativo.
Bueno, si se tiene talento, sólo se necesita dedicación, tiempo y algo de suerte. Si en cambio no se tiene talento, debe volverse a la primera pregunta. En ese punto es bueno entonces pensar si vale la pena dedicarse a escribir, ya sea en forma completa o parcial (aunque para mí esa diferenciación no existe).
Si no se tiene talento, pero están las ganas de seguir por el camino de la escritura, sólo queda trabajar, trabajar mucho, escribir, reescribir mucho, llenarse de paciencia, acumular convicción y amor por el género, y sobre todo tener claro que el proceso de escribir no parte con encender el computador, sino también con elucubrar ideas, desarrollar estructuras, investigar lo más posible, y configurar los elementos pertinentes. Tomar apuntes, crear carpetas de trabajo, intercambiar ideas y por cierto, leer una diversidad de obras del género.
Este proceso es largo e incluso gastador, pero se supone que nadie nos está obligando a escribir, y que por ende se trata de una decisión soberana. Si se quiere abandonar, la puerta está abierta. Todo depende de cuán lejos se quiera llegar.
Desarrollado en parte este camino se llega a la etapa de los concursos. Digamos las cosas por su nombre: por lo general casi nunca se gana. La utilidad de los concursos es que uno se auto obliga a escribir y en las instancias donde existen las menciones honrosas se puede acceder a ellas, más que al primer premio, lo cual es siempre bienvenido: primero, porque ganar una mención implica que el cuento tiene algún elemento que al jurado le pareció interesante o bien hecho. Segundo, porque sirve para tomar contacto con los organizadores, lo cual es bueno, si se está un poco aislado, sobre todo en un género donde lo más probable es que el vecino no sepa qué es ciencia ficción. Por otra parte, un cuento que tiene algo de interesante siempre se puede mejorar. Y eso ya es una buena motivación.
En fin. Existen interesantes opciones relacionas con el género, sobre todo en España, donde abundan varios concursos. Mi experiencia me dice que no hay que apuntar inmediatamente a los premios grandes, si no que es mejor participar en concursos de cuentos más pequeños. Hay además varias revistas y sitios online (como Tau) que acogen de buen agrado colaboraciones literarias. Por lo general los escritores incipientes no hacen eso, porque la ansiedad los mata antes, debido a la necesidad de ganar un concurso que pueda legitimar socialmente su opción. Esto es entendible, todos hemos pasado por lo mismo. Por eso, lo mejor es ir paso a paso, y así ganar experiencia.

El concurso en sí.

El concurso TauZero estuvo enmarcado dentro de la modalidad llamada «relato corto», que responde sólo a una configuración personal para hablar de aquellos cuentos que están muy por debajo de parámetros como la nouvelle, novellette, y otros que han popularizado los norteamericanos. Doce páginas es creo yo un cuento corto. Además el concurso Púlsares que realiza el fanzine Fobos estaba dirigido a cuentos de 20 páginas, una modalidad que está por encima del relato breve y por ende se hacía necesario cubrir otros espacios.
Pero además existían otras razones: en principio la idea de que un cuento corto implicaría un ejercicio de creación más contenido, en el cual los autores pudieran configurar todo el potencial de una idea en un espacio limitado. A veces por la necesidad de cumplir con los parámetros solicitados, los participantes alargan de forma innecesaria una historia, por ende el relato breve daba más posibilidades a los autores de trabajar mejor una historia en particular. Bueno, eso era lo que el jurado pensaba.
A estas alturas es difícil poder afirmar si la elección de ese espacio de hojas fue acertado o por el contrario un error. Vistos los resultados, es un tanto complejo acceder a una conclusión satisfactoria, pero bueno, sean 12 o 20 páginas, un buen escritor sabrá usar los espacios a su favor. En ese sentido es claro que muchos de los que participaron todavía no dominan técnicas de escritura, como tampoco ingenio para construir tramas, estructuras, o desarrollo de una idea. Otros, los menos, tienen ya una cierta experiencia, y unos pocos demostraron capacidad suficiente para elucubrar de forma certera una historia.
Pero también hay otras cosas que no pueden quedar atrás y que es necesario decir para conocimiento general: cuando se participa en un concurso se deben cumplir con todas las indicaciones expuestas en las bases. No es concebible que haya personas que manden sus cuentos en formatos distintos, a veces ilegibles, o sencillamente desordenados. Se me dirá que el aspecto formal es lo de menos y que lo que realmente importa es el fondo, pero no es así. Si se pide un formato en particular es por alguna razón y no se entiende que uno deba leer un cuento en un formato que no cumple con las bases. Legitimarlo sería despreciar a quienes sí lo cumplieron. Es un asunto de política de trabajo que lamentablemente se debe cumplir, pues escribir será un arte, pero también un oficio y una profesión, y en ese aspecto se debe ser profesional cuando se participa en instancias de este tipo.
Ahora bien, se recibieron en total más de 95 relatos, lo cual es una buena cifra para un primer concurso. Ayudó por cierto el hecho que pudiera enviarse por correo electrónico. Nunca es tarde para agradecer a todos quienes participaron, cosa que puede sonar a demagogia, pero la verdad es que para el jurado fue muy excitante la participación de tantas personas, algunas con un currículum más que notorio. En ese sentido se aplicó un criterio objetivo y si revisan la lista de ganadores verán que los datos de los participantes no pesaron en el veredicto final.
Decía que es importante creer en las bases y sobre todo respetarlas. En todos los concursos se exige cumplimiento de las disposiciones y los que no lo hacen se van al tarro de la basura. Por ello insisto en que quienes participen en instancias de este tipo cumplan con todo lo que se pide. Si son 12 páginas el máximo, que sean 12. Si se pide letra verdana, que sea verdana. No hay nada más fastidioso que ser jurado y lidiar con un relato que no cumple con estos sencillos reglamentos.
La mayoría de los participantes cumplieron bien y se agradece. Sin embargo, un punto que llamó fuertemente la atención estuvo referido al hecho de que la gran mayoría de los relatos que participaron no se enmarcaban dentro de lo que entendemos por ciencia ficción. Y sí, la mayoría de los cuentos no eran ciencia ficción, si no que cualquier otra cosa, llámase fantasía, terror, existencialismo, etc. No quiero dar cifras, pero al decir gran mayoría, me refiero a un gran, pero gran número de relatos que no tenía nada que ver con el género.
Sé que en este punto muchos alzarán su voz. Después de todo ¿qué es ciencia ficción? Claro, existen muchas definiciones, muchas elucubraciones intelectuales, pero algo es seguro: la gran mayoría de éstas dejan en claro las diferencias entre la CF con la fantasía, el terror u otro tipo de géneros. A menos que elementos de estos géneros estén dentro de una historia de ciencia ficción la cosa puede funcionar, pero no si estos elementos son el punto central de la obra.
Quizás en las bases se debió dejar en claro qué entendía el jurado por ciencia ficción, pero me parece algo redundante e inútil. Cualquier definición que hubiésemos habría moldeado el género y no era la idea. Además creo que el problema con los cuentos recibidos no fue debido a una marcada diferencia conceptual. Creo que la personas que enviaron cuentos de terror, fantasía o de otro tipo piensan que el carácter casi exclusivo o excéntrico de esas obras las hacías parte de la ciencia ficción. Esto ha pasado muchas veces. Sin embargo es necesario señalar que la ciencia ficción por más excéntrica o rara que pueda ser, tiene su carácter y su estructura conceptual bien entendida.
Un cuento de duendes, de fantasmas, de hadas, etc., no es CF, a menos, como dije, que estos elementos estén presentes como parte de la historia y no como elementos conceptuales en sí. Siempre se ha dicho que la ciencia ficción no es sólo la proyección fantástica de una idea científica o tecnológica, sino más bien la construcción de un mundo donde los avatares de la ciencia y la tecnología tengan tal presencia, que si esos elementos desaparecen el mundo en cuestión también. Stanley Schmidt, editor de Analog Science Fiction Magazine lo señalaba al plantear lo que ocurriría con la historia de Frankenstein si se le quitara toda la ciencia presente en ella. Claro, la historia no funcionaría tal cual como está escrita.
Insisto que no se trata de comparar distintos criterios de cómo ver o escribir la CF. El género a mi juicio está bien delineado, incluso dentro de su evolución histórica y todos los sub-géneros que han aparecido en dicha evolución, como los mundos paralelos, ucronías, etc. El tema en cuestión es que la CF debe tener su identidad y no ser un nombre más para referirse a un inmenso estilo o universo narrativo no-realista.
¿Será que en Hispanoamérica la ciencia ficción no es más que un estilo que puede también llamarse fantasía o postmodernismo mágico? La verdad que no lo sé. Sí tengo la impresión que el fenómeno de la fantasía anglosajona ha terminado por disolver la identidad que tenía la CF en los 50′ o 60′. Tal vez el science-fantasy sentó las bases para esta realidad. Science fantasy, se supone, es un sub-género de la CF en la cual se unen los mundos fantásticos con mundos propios de la CF. En realidad no lo sé. Pero siento que la ciencia ficción, tal como yo la entiendo, se está escribiendo y leyendo poco.
En ese sentido el concurso TauZero dejó en claro que se trataba de un concurso de ciencia ficción, no de fantasía, ni terror u otra cosa. Si todos los cuentos presentados no hubiesen aplicado este criterio entonces seríamos nosotros los llamados a auto-evaluarnos. Pero la presencia de varios escritores con obras claramente de ciencia ficción nos lleva a pensar que el género subsiste y que su presencia es clara y definida, que existen lectores y escritores que saben de qué hablamos cuando hablamos de ciencia ficción. En ese sentido, creo que el jurado debe sentirse satisfecho. Lo ideal, por supuesto, es que existan premios para todos los géneros. Pero es importante que los participantes entiendan que la CF no es un término amplio donde cabe cualquier tipo de narración fantástica.
En fin, la discusión puede quedar abierta. Felicitaciones a los ganadores y gracias a quienes participaron. A esto últimos no me queda más que decirles que escribir ciencia ficción es el oficio más difícil dentro de la literatura, porque hay que pelear con dos frentes: contra uno mismo, para escribir mejor, y contra el mundo en general que casi siempre no tiene idea lo que es ciencia ficción.

Pablo Castro Hermosilla

Agosto 2004