por Carlos Emilfork
Actualmente el cine tiene un grave problema, especialmente el de ciencia ficción, quienes juegan el papel de orientadores para un público cada vez más abierto a diversas propuestas se están ahogando en sus propios egos e ignorancia, entregando una visión cada vez mas cuestionable y carente de valor sobre lo que ven. ¿Qué tiene que ver esto con la última parte de Matrix?
Que el grado de complejidad de este filme al igual que su anterior requiere urgentemente un muy cuidadoso análisis, más propio de alguien que conoce el género con profundidad que de gente cuyo título profesional de periodista les autoriza ignorar lo que no les agrada.
Dicho esto a modo de introducción se puede entrar directamente al tema en cuestión. Tal como lo habían prometido los hermanos Wachowski en la campaña publicitaria, todo lo que comienza tiene que terminar y ese es el problema de la guerra entre humanos y máquinas: la lucha se ha tornado en una sola puerta que abre en dos sentidos: la vida o la muerte, pero estas puertas no son lo que parecen y es por eso que la conciencia de Neo despierta en una estación de metro a medio camino entre el mundo real y lo que va quedando de la Matriz, un momento especial para mostrarle el significado de las revoluciones, que forma parte del juego entre la Pitonisa y el Arquitecto.
El problema de todo radica en dos factores emparentados y a la vez complejos:
1.- El proceso evolutivo, que ha tomado un papel preponderante en las máquinas.
2.- El carácter mesiánico de Neo que vincula estos procesos con el nuevo testamento (otra vez), en pleno resurgimiento conforme al fortalecimiento de su némesis, el agente Smith.
De ahí que los hermanos Wachowski se las baten de manera brillante con la difícil tarea de establecer dos frentes de batalla que no son los mismos vistos en las partes anteriores: el mundo real y el mundo al que debe entrar Neo que no es ni de las máquinas ni la matriz sino el de Smith; Este último ha dejado su carácter material para adquirir el de una entidad (si se le puede llamar así), universal. Por una parte es el resultado de un mal conducido proceso evolutivo por las máquinas que a su vez degenera en algo que los directores han reiterado en todos sus trabajos (incluso Animatrix): un ser colectivo carente de individualidad, y por le otro representa el temido concepto de estar unido a las maquinas como seres artificiales con un mínimo grado de emoción orientado al odio (elemento que parecer ser introducido sólo para mantener el tema del bien contra el mal) lo que pone en peligro no sólo a los humanos sino a toda forma de inteligencia artificial.
El principio del filme es para Neo la continuación del proceso de transformación en un Mesías en donde contrariamente a lo imaginable su principal vínculo son las máquinas; esto aunque no sea del todo aceptable, establece que ambas razas deben ser salvadas de si mismas al haberse establecido un nuevo ciclo ecológico, el que en un principio se busca romper mediante el nacimiento de nuevos seres humanos apartados de la Matriz, esto en el estricto sentido de la palabra se comprueba que es imposible, al ser numéricamente inferiores.
Como todo conflicto hay un precio que pagar y la primera víctima del proceso, en un doble sentido como era de esperarse (la muerte de la actriz que la encarnaba) es la Pitonisa ya que si bien su rol trasciende al lugar que posee en el mundo de las máquinas, no puede evadirse de la decadencia y por ende oscuridad que las esta consumiendo paralelamente a su desarrollo emocional, ella y los demas personajes secundarios artificiales son quienes nos muestran el ocaso de una civilización, quedando claro que aun si Smith no hubiese tomado el curso que trazó el mismo Neo, poco después de ganar la guerra las maquinas habrían encontrado su propio fin.
Volviendo a Neo, su carácter mesiánico establece que la única forma de alcanzar su potencial pleno es mediante la liberación de todas sus ataduras y quienes han practicado algunas disciplinas espirituales, New Age e incluso marciales saben bien que el poder del cuerpo trasciende a los sentidos básicos como el de la vista, situación que muestra la primera parte al final y que los Wachowski restablecen dejando en claro que hasta el momento sólo se había visto una pequeña parte de lo que debía ocurrir y que el verdadero poder de Neo trasciende la existencia, pero requiere una chispa para encenderse y ese es el papel de Smith en un a pelea que visualmente es original en un principio pero que en algunos momentos se asemeja un poco a Dark City.
El esfuerzo, el sacrificio son claves en todo filme que pretende tener carácter épico pero tratándose de ciencia ficción estas tiene mayor valor por cuanto su fin educativo establece la necesidad de adquirir un mayor realismo emocional que los demás géneros el que a su vez marca la pauta en el siempre importante aspecto sociológico de estos filmes y que en este caso se ve a través de la lucha de la fe ante una realidad caótica. Si en Recargado Morpheus era el guerrero espiritual, la antorcha se la pasa a su aprendiz, Niobe, quien a través del conflicto busca encontrar una fe en el buen sentido de la palabra, un rol que se expande a través de “El Chico” que Neo había rescatado en Animatrix, este pone en acción toda la fe en el aspecto netamente humano, es decir la utilización del potencial humano para lograr lo que aparenta ser imposible sin depender de ninguna fuerza divina, (por algo NEO le decía al muchacho que él mismo había hecho el trabajo de escapar de la realidad de la Matriz), pero si bien esta idea en apariencia se contrapone con la espiritualidad “popular” donde la fe se basa en un Dios o un Mesías, quien quiera que haya leído la Biblia puede comprobar que este precepto no es más que una forma de despertar al ser superior en cada individuo.
Lo que tanto satanistas y cientólogos ven como alcanzar el poder de un Dios, no implica precisamente apartarse de él dada la terrible realidad circundante de Neo si no que implica el avance de un escalón en el proceso evolutivo humano, sin perder su contacto con Dios dado que es lo único que lo puede mantener firme para seguir con vida y no caer en el mismo error de las máquinas, que al creerse autosuficientes desencadenaron su propia decadencia o destrucción (en el caso humano). Esto confirma de paso lo que dice el arquitecto al final.
Lo más duro de todo esto es que si se piensa con cuidado, quizás tanto Neo como Smith más que seres universales son una representación de las “víctimas ideales” propias de sus respectivas naturalezas ya que poseen tanto las mismas virtudes como defectos de las especies que representan, de ahí que para Neo, su viaje al corazón de las máquinas, más que nada es un triste desencadenamiento de sus ataduras mundanas (aunque duela admitirlo Trinity debía morir), algo que Smith niega como si no existiese.
Al final el resultado positivo de la batalla tan sólo es una cuestión de lógica científica pero a su vez esta se encuentra ligada a la ya mencionada visión del nuevo testamento, de ahí que lo interesante sea el planteamiento simbólico que resolverá todo y que a su vez ha de tener consecuencias no menos interesantes.
Dada la complejidad de Revoluciones, que es igual o superior a Recargado, la primera parte queda como una mera introducción al tema cuya superficialidad resulta abismante ante estos filmes, pero su vez se agradece el regreso a un canon de ciencia ficción pura y dura donde más allá de los buenos efectos especiales hay una trama de peso que ofrece múltiples lecturas. Quizás este debería ser el legado de los hermanos Wachowski quienes son un digno muro ante al infantilismo épico- comercial que ha traído George Lucas con su cada vez mas inconsistentes trilogías espaciales.
No menos loable ha de ser si se considera la no escasa cantidad de filmes y series de televisión que abusan de sus vínculos con la Biblia y temas religiosos y que en realidad entregan una visión tanto o más compleja de lo esperable tan sólo para ocultar la falta de un verdadero estudio de estos temas. Establecer esta clase de paralelismo no resulta sencillo, mucho menos en una historia futurista como esta (comparando con el falso cine apocalíptico) donde los cánones históricos por razones obvias son menos ajustables, un conocimiento de base en estos temas demuestra cuan bien lograron su objetivo los hermanos Wachowski ofreciendo una nueva y original lectura a un tema que en el subgénero Cyberpunk se limita a un factor social sin mayor relevancia, aunque eso es otro tema…
© 2004, Carlos Emilfork
Sobre el autor: Periodista nacido un día trece de 1977. Ha escrito un puñado de novelas, más de 100 poemas y algunos cuentos entre ellos Trilogía de los malditos cuya primera parte: De las Cenizas de Sigalión participó en el segundo concurso de narrativa de su universidad. Si bien se he mantenido en el género de anticipación centrándose en personajes de complejos problemas psicológicos, ocasionalmente ha escrito algunos dramas, algo de horror y recientemente alguna que otra cosa romántica. Sus mayores influencias son Frank Herbert, J. Michael Strazynsky y Bruce Springsteen.