«La sombra de Poe» de Matthew Pearl

Una antigua creencia, ya transformada en mito, señala que la genialidad se presenta asociada de manera casi inevitable a la locura. Muchos destacados creadores, de las más diversas disciplinas, a su innegable talento suelen acompañar comportamientos excéntricos, que a veces están en el límite del desvarío.

La lista de famosos intelectuales que cruzaron la línea de la cordura es extensa. Sin mayor esfuerzo desfilan por el recuerdo gigantes de la talla del compositor Robert Schumann, la escultora Camille Claudel, los pintores Francisco de Goya y Vicent Van Gogh. y también escritores como Continue reading ««La sombra de Poe» de Matthew Pearl»

Poe

Uno de los personajes del comic Caballo negro se llama Poe. Es un pajarraco de cabeza negra y cuerpo gris, irascible, mala onda, de lengua filosa, que suele amargarle la vida al resto. Es una divertida y libre versión del cuervo del poema del escritor estadounidense, ese pájaro de mal agüero que, posado en la cabeza de una estatua, atormenta con su monótono estribillo de «nunca más». Poe -el escritor- era dado a esos momentos de romanticismo que rayan con la cursilería, y peores eran sus traductores al español. Conocí ese poema en una viejísima edición de sus obras completas que Continue reading «Poe»

Isabel 24

El sensor calórico se activó. Los tibios rayos solares de media mañana alcanzaban ya la ventana de Isabel, y las persianas se abrieron delicadamente. Bajo las sábanas, y para protegerse de la luz, la mujer se dio vuelta hacia la pared. Pero de un momento a otro, un zumbido en sus oídos comenzó a molestar su sueño. Un micro despertador alojado en su hipotálamo comenzó a emitir un continuo y agudo sonido, además de una leve vibración. El sistema era bastante sencillo, pues se desactivaba inmediatamente después que la persona portadora abriera los ojos. Salvo que esta vez, el alcohol de la noche anterior Continue reading «Isabel 24»

Cyber Chile

No nos podemos quejar. Como en la mejor época jamás anticipada, la fantasía de nicho propio ha tomado la batuta del mercado literario local y parece apretar el puño sin recato. Entre las descabelladas obras de conspiraciones, zombies, naves y leyendas que varios autores chilenos se han encargado de hacer proliferar con reconocido entusiasmo, una vertiente más silenciosa saltó dos escalones y tomó el protagonismo que merece: las ucronías, formato que eligió Jorge Baradit para la última locura empastada tras su ya famosa Ygdrasil. Continue reading «Cyber Chile»

Yo Robote, Cory Doctorow

Robbie el bote a remos tuvo su gran crisis de fe al despertar el arrecife coralino.

—Vete a la mierda —dijo el arrecife haciendo vibrar el casco de Robbie por medio del oleaje del abofeteador mar de coral—. En serio. Este es nuestro territorio, y no eres bienvenido.

Robbie guardó los remos y dejó que la corriente lo llevara de regreso al barco. Si bien es cierto que Robbie no había conocido jamás a un arrecife sentiente en toda su vida, no le sorprendió que el primero en despertar fuese el Arrecife Osprey. La última vez que el barco había anclando por esas latitudes una intensa actividad electromagnética se había suscitado. Continue reading «Yo Robote, Cory Doctorow»

47º 9´S 126º 43´O: La Saga de Cthulhu

Nunca me había dado el tiempo para leer a H.P. Lovecraft. Siempre lo había visto como algo críptico, muy de elites intelectuales, de literatura forzada, de esas que arman sus mundos propios que solo los entienden quienes las estudian como una religión. No la veía como literatura pensada para que cualquier mortal abriera un libro y pasara un gran momento (o uno malo, como quieran verlo). Continue reading «47º 9´S 126º 43´O: La Saga de Cthulhu»

Poliedro I, varios autores

poliedro IDiversos autores chilenos se reúnen en esta antología del género, donde, siguiendo la definición más clásica (pero menos conocida), muestran en sus relatos diferentes aristas de lo fantástico, entendiéndolo como “la ocurrencia de un imposible”, lo que incluye el género del terror, la ciencia ficción, etc. Ya la portada (diseñada por Jorge Baradit y dibujada por Soledad Véliz) nos muestra una mixtura antropoide en un confuso fondo de retorcidos alambres (de los cuales surge), que presagia lo que está por venir. Si bien la ilustración es interesante, los dibujos presentes al interior del libro (también de Soledad Véliz y Pablo Santander), son irregulares, destacando aquellos que presentan los relatos de Sergio Fritz Roa y el de la misma Soledad Véliz. Continue reading «Poliedro I, varios autores»

Herencia de Edgar Unger

HerenciaAunque resulta un conocido tópico aquel que dice que no podemos juzgar un libro por su portada, debo comenzar esta reseña diciendo que ésta le hace un flaco favor a la novela (característica que se repite en la gran mayoría de las autoediciones de libros de ciencia ficción chilenos), primero, por la mala combinación de colores escogidos (negro y amarillo) en conjunto con la tipografía utilizada; que se ve anticuada y demasiado rígida por el serif. El color negro, además tiene demasiado peso ante una tipografía tan delgada, por lo cual los elementos de la portada quedan flotando, sobre todo el dibujo de Maytte Reyes, que en un estilo naif (por no decir derechamente infantil) se contradice con el tono de ciencia ficción hard que predomina en toda la novela, restándole mucha seriedad y profesionalismo a la propuesta. Para finalizar, ninguno de los elementos de portada tienen relación entre sí. Continue reading «Herencia de Edgar Unger»

La Ficción es Ciencia

Hace rato que la ciencia ficción viene haciendo ruido en las letras chilenas. El Púgil de Mike Wilson, es el último ejemplo: la historia de un boxeador argentino que oye hablar a su refrigerador, mientras una nube negra cubre Buenos Aires. Una novela post-apocalíptica que bebe más de películas como Donnie Darko y la música de Joy Division que de la ciencia ficción dura, y cuyo extracto puedes leer acá.

Por Antonio Díaz Oliva (*)

Mike Wilson

PEGA FUERTE

“Los dos intentaban rehacerse a sí mismos y rehacer el universo entero. Y por eso la ciencia ficción constituía una tan gran ayuda para ellos”.Kurt Vonnegut, Matadero Cinco (1969).

Art cae de rodillas y se pone a llorar en medio del cuadrilátero. Su carrera como boxeador se acaba. Al otro día, en su casa, mientras lee cómo los periódicos se ríen de su papelón en el ring, el refrigerador le habla.

El artefacto le da algunas pistas e indicaciones y Art le hace caso. Termina deambulando por un Buenos Aires retro, topándose con personajes que van desde un clon de Orson Welles y un tintorero japonés que podría encajar en el mundo de Tarantino, hasta un grupo de nerds que juega rol dentro de una ballena varada.

Eso y otras cosas bizarras hay en El Púgil (08), la novela del argentino-estadounidense y residente en Chile, Mike Wilson Reginato (34). “Una historia del fin del mundo en el fin del mundo”, como se afirma en la portada, y que vendría a ser prima-hermana de Caja Negra (06)de Álvaro Bisama. O como dice el mismo Mike: “…que funcionan como prótesis”.

Como sea, ambos libros son de un tipo de ciencia ficción donde lo raro suple el fetichismo tecnológico, una corriente que ha cobrado fuerza acá desde Ygdrasil (05), la novela de Jorge Baradit que se convirtió en el punto de partida para que mucha gente se interesara y se atreviera con libros como el de Mike Wilson.

Aunque –hay que advertirlo- salir de El Púgil cuesta bastante. Pero ingresar no, porque está tan plagado de referentes pop que es imposible no agarrase de algo como puerta de entrada. Sin ir más lejos, el epígrafe de la novela es un trozo de “Transmission” de Joy Division. La mejor señal de la dirección y estética del libro.

Dentro de los links que hay en El Púgil, una constante es Donnie Darko (01). Tanto la película de Richard Nelly como la novela de Wilson, comparten cierta estética oscura y transmiten una sensación onírica en que no se sabe si uno está soñando o despierto.

«El Púgil tiene el mismo efecto que Donnie Darko: lo puedes tomar como una película de ciencia ficción o una sicológica. Me gusta harto la angustia metafísica del personaje Donnie, quien tiene esquizofrenia y por eso nunca sabemos qué elementos son realidad y cuáles no. En El Púgil pasa algo similar con Art, el protagonista, un veterano de las Malvinas que tiene su trauma sicológico, lo que le da cierta ambigüedad al asunto”, dice el autor.

Y también hay citas a Inteligencia Artificial (01) que se repiten bastante…

“Sí, para mí es una película que no se le dio la atención que merecía. Una de esas criaturas raras dentro del cine porque era una cinta de Kubrick pero de Spielberg igualmente. Y al final se convirtió en un ejercicio de comparar quién es mejor: Kubrick o Spielberg,y no se fijaron bien en la historia. Pero lo que me interesa de la película es el concepto de artificialidad, que es algo presente en mi novela”.

Además de las referencias cinematográficas, la música es un elemento importante en la novela. De Joy Division a Radiohead.

“Me interesa Joy Division porque El Púgil es una novela apocalíptica, y para mí Joy Division siempre ha sido música apocalíptica. Tiene un ritmo holocaustico y sentía que encajaba bastante bien, como el protagonista deambulaba con la ciudad y va ingresando a un infierno urbano”.

¿Desde dónde crees que se sitúa esta nueva corriente de ciencia ficción chilena?

“Hace poco alguien me preguntó cómo era escribir ciencia ficción desde acá, el tercer mundo. Y alguien habló de un “nuevo realismo mágico” para describirlo. Pero no sé, el realismo mágico salía de Latinoamérica servido en bandeja para que lo entendiera el lector internacional. Lo que se escribe dentro de esta literatura frik viene con furia, más violencia y no es lo que se espera que provenga desde acá”.

Además choca con la típica imagen que la gente tiene…

“Muchos piensan, cuando le hablas de ciencia ficción, en Star Wars o Star Trek; o sea algo en el espacio y con mucha tecnología. Y esa noción es bastante distinta a lo que se escribe en estos momentos. Como pasa con Ygdrasil, por ejemplo”.

En la solapa del libro Edmundo Paz Soldán dice: “la mejor ciencia ficción en castellano se está hoy escribiendo en Chile”. ¿Te parece que este tipo de literatura viene a ser un relevo en el género?

“Lo aparecido ahora no es ciencia ficción tradicional, es un pastiche. Y eso tiene que ver con la generación mediática y con la cultura pop. Es muy distinto a lo que se escribía en la escuela de la ciencia ficción hard, porque ahora uno se basa en experiencias como el cine -que aunque no sea de acá y provenga de Japón- es parte con lo que uno se crió. O la música, películas clase b, TV basura, ese tipo de cosas.

Al final lo que cualquier tradición narrativa necesita, es que aparezcan tumores que desvíen e irrumpan en el futuro que se supone que iba a tener esa tradición”.

Y los tumores ya están aquí.

A continuación, nuestros cinco autores recomendados para ingresar a la ciencia ficción:

1.- PHILIP K. DICK

Conocido por escribir el libro en que se basó la película Blade Runner (1982), también fue el gestor de novelas notables como El Hombre en el Castillo (1962), donde se narra una realidad alternativa en que parte de Estados Unidos es controlado por los nazis desde la Segunda Guerra Mundial.

Tiene varios cuentos notables, los cuales escribió frenéticamente mientras consumía una gran cantidad de anfetaminas. Murió casi con lo puesto, y su reconocimiento fuera de los circuitos de la ciencia ficción fue posterior. Por latitudes latinoamericanas, escritores como Ricardo Piglia, Bolaño y Fresán son algunos de sus fans devotos.

En Biblioteca de Santiago se encuentran los Cuentos completos volumen 1 y 3 además de la novela Ubik.

En Bibliometro se encuentran las novelas Lotería Solar (1955), El Hombre en el Castillo (1962), Valis (1981) y la compilación de cuentos El Padre-Cosa.

2.- J.G. BALLARD

Famoso gracias a Crash (1973) -el libro preferido de Ian Curtis-, donde cuenta la historia de un grupo de personas que se excitan con los choques en auto, y que tuvo una adaptación al cine a manos de David Cronenberg.

Ballard es autor de una serie de novelas y cuentos en que más que experimentar sobre el espacio exterior, se enfoca en los conflictos sicológicos del hombre de clase media inmerso en una sociedad de consumo. Hace poco publicó una autobiografía donde anuncia su inminente muerte por culpa de un cáncer a la próstata.

Parece que la copia de Crash (1973) de la Biblioteca de Santiago ha sido todo un éxito. La están restaurando y estaría disponible nuevamente en un mes.

3.- WILLIAM GIBSON

Gibson es el padre del término cyberpunkque fue tan famoso en los ochentas y noventa. Su obra más reconocida, e inicio de su primera trilogía, es Neuromante (1984), donde tempranamente se anuncian términos como ciberespacio o realidad virtual. Y donde los manejos o robos de información y los hackers, hacen las primeras apariciones en la literatura. Un autor al cual Matrix le debe más de lo que los hermanos Wachowski se atreverían a reconocer.

En biblioteca de Santiago se encuentra su novela Conde Cero (1986) perteneciente a la trilogía del Sprawl.

4.- HUGO CORREA

Mientras en Chile el realismo seguía siendo la corriente literaria, Hugo Correase dedicaba a escribir sobre invasiones de extraterrestres en el campo o apariciones de Satanás en obras como Los Ojos del Diablo (1972) o su clásico Los Altísimos (1959). Tan bien le fue que terminó colaborando en revistas norteamericanas con el apoyo de Ray Bradbury.

Acaba de morir, días después del deceso de otra pluma grande de la ciencia ficción: Arthur C. Clarke (2001: Odisea en el espacio). A la espera de rediciones de su trabajo, las librerías de viejos son la mejor opción para encontrar algo de su autoría.

5.- JORGE BARADIT

Su novela Ygdrasil (05) fue la primera bomba de ciencia ficción chilena en detonar, el adelanto de una serie de explosiones que se sentían venir en las letras locales.

Robándole más estética a los videos de Nine Inch Nails y a la animación japonesa que a la ciencia ficción de tomo y lomo, Baradit ya es un referente local e hispano dentro del género. Junto con otros escritores maneja el blog Ucroníadonde en cápsulas narrativas fantasean sobre pasados y futuros alternativos referentes a la historia chilena.

“Ygdrasil” está disponible en Bibliometro y Biblioteca de Santiago.

(*)Publicado originalmente en http://www.zona.cl/memorystick/

Conversando con Miguel Vargas

Miguel VargasLos amigos de Puerto de Escape nos hacen llegar una conversación, que adjuntamos a continuación, en donde dialogan con el escritor Miguel Vargas, autor que publicó el año pasado su novela «En todos los burdeles del Mundo«.

Veamos que nos cuentan…

Miguel Vargas (Santiago de Chile, 1971), recientemente publicado por Puerto de Escape, única editorial chilena, dedicada en exclusiva a la difusión de la literatura fantástica, en general, y la Ciencia Ficción, en particular, accedió a ser entrevistado para nuestro medio.

Vargas creció, eso sí, en Valparaíso, en medio de la magnífica biblioteca de su padre. Quizás por ello, Wilde, Shakespeare y Cervantes han sido los autores que más lo influyeron para decidirse a escribir. Luego, estudió economía en la Universidad de Chile y en la Universidad de Reading, además de Literatura Creativa en la Universidad de Oxford. Y actualmente es académico en la Universidad Diego Portales. Hoy se encuentra abocado en traducir los falsos poemas medievales de Chatterton y una novela de espadas y brujerías ambientada en el mundo griego clásico. Ya en la contratapa de su primer libro, se puede leer, sobre dichos intereses: “Esta hilarante, culta, sórdida e infinita novela-espejo del género fantástico nos permitirá a Miguel Vargas, quien cultiva la escasísima parodia literaria, que le emparienta con celebradas plumas universales como Rabelais, Swift o Calvino, al mismo tiempo que le deja huérfano en las actuales letras chilenas”.

P: ¿Cómo llegaste a publicar “En todos los burdeles del mundo”? ¿Cuál fue tu proceso de creación?

R: Todo comenzó con una idea que me obsesionó, una sensación, un concepto que quería simbolizar -en este punto no quisiera ser demasiado explícito para no prejuiciar a quienes no han leído aún el libro y desearan hacerlo-, luego de mucho pensar sobre esto, un conjunto de imágenes, palabras y sonidos vino a mi mente. Palabras e imágenes que provenían de mis lecturas previas, de mis reflexiones, de mi historia y circunstancias, las que han trazado un camino ineludible, el humus del intelecto, como decía Tolkien. Entonces mi intención fue plasmar aquél concepto en términos estéticos, no sólo que se reflejara en la historia sino en la estructura, en las palabras, en los sonidos. Esto último fue un esfuerzo agotador. El ejercicio consistió, básicamente, en repetir las palabras en voz alta, una y otra vez, hasta desproveerlas de su significado y obtener por este medio la esencia de su sonoridad, de su musicalidad, y era esta sonoridad la que debía ligarse al concepto que deseaba representar. Mediante este mecanismo escogí las palabras que utilicé, al menos, en las secciones que consideré más importantes. Algo similar realicé en el diseño de los capítulos, con la extensión de las oraciones, la puntuación; sintaxis, gramática, fonemas, en fin, todo forma parte del complot.
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