ENTREVISTA AL GENERAL MORBIUS

Transcripción de la última entrevista realizada por Rafael Cavada en su programa Tesis y Antítesis de TVN:

Rafael Cavada.– Esta noche tenemos un invitado de lujo en nuestro programa. Es muy fácil olvidar que tras esa impenetrable armadura e inexpresiva máscara de hierro se oculta un hombre, un ser de carne y hueso. Es a ese hombre, a la esencia de este carismático y controvertido personaje a la que pretendemos llegar esta noche. Estimado público, tengo el enorme placer de recibir por vez primera en Chile, directamente desde Bielovia, al General Morbius

(El público se pone de pie y aplaude a rabiar durante largos cincos minutos mientras el General Morbius permanece en el centro del set, saludando.)

Cavada.– Pareciera, General Morbius, que la opinión pública ya no lo percibe como un ser humano, sino como algo más. Tal vez el übermensch profetizado por Nietzsche, casi un dios.

Morbius.– Pues créame, Sr. Navarro, que bajo esta amarilla piel metálica, existe un hombre que suda y sangra como cualquier ciudadano de Bielovia, o del mundo.

Cavada.– Tendrá que perdonarme si mi primera pregunta parece algo superficial, pero ¿por qué eligió el amarillo para el color de su armadura?

Morbius.– Es una buena pregunta, una que no me hacen muy a menudo. Como usted ha de saber el color ha jugado desde siempre un papel especial en las ceremonias políticas y religiosas. Remontándonos a las épocas antiguas de la China puramente ritualística, el ritual de vestimenta era codificado de acuerdo al color, por lo que cada categoría podía ser distinguida por la tonalidad del vestido de un oficial. Escogí el amarillo para mi armadura porque es el color de la sabiduría y la más alta comprensión intuitiva. Representa la perfección espiritual, la paz y el descanso. El amarillo dorado es el color del Sol, el color de la juventud, la alegría y el júbilo. En su vibración más positiva, el amarillo dorado es intensamente espiritual y favorece la compasión y la creatividad.

Cavada.– Sin embargo, el amarillo también puede resultar excesivamente estimulante para la psique y los nervios, y puede causar irritación mental hasta el punto de ser destructivo. El amarillo es también el color de la cobardía, los prejuicios y el ejercicio destructivo del poder.

Morbius.– El rojo puede representar al amor y la muerte al mismo tiempo. Cada cual elige el significado que le otorga a los colores.

Cavada.– Según entiendo nadie en toda Bielovia puede utilizar el color ‘amarillo imperial’ salvo usted, General Morbius. ¿No le parece que prohibir el uso de un color es una medida que raya en lo que podría considerarse una excentricidad?

Morbius.– Como de costumbre ustedes los periodistas exageran. Yo no he prohibido el amarillo en todos sus tonos, sino el amarillo imperial que es más bien dorado.

Cavada.– Pero se ha detenido a personas en su país por usar dicho color. Recientemente más de treinta practicantes de Falun Gong fueron arrestados en Calibán simplemente por llevar bufandas y camisetas de color amarillo en las cuales se reflejaban palabras como “Falun Gong” o “Verdad, Benevolencia, Tolerancia”.

Morbius.– Cualquiera que infrinja una ley debe someterse a las consecuencias.

Cavada.– Según trascendió, sin embargo, la policía también puso bajo arresto a los manifestantes que vestían bufandas de color azul.

Morbius.– No se les aprehendió por usar bufandas de color azul sino por alborotadores.

Cavada.– Bueno, pasando a otro tema no puedo escatimar la ocasión para preguntarle sobre sus orígenes, General. Son tantos los rumores y datos contradictorios sobre su vida que nos llegan desde el exterior que es muy difícil separar los hechos de las fabulaciones.

Morbius.– Es precisamente para limpiar mi imagen de esas falsedades que me he embarcado en esta gira alrededor del mundo.

Cavada.– General Morbius, se dice, por ejemplo, que hastiado de los mendigos, hizo acorralar a todos los mendicantes de Calibán, les ofreció un banquete y luego los quemó vivos.

Morbius.– (riéndo) Eso es una exageración. Tenemos un programa para la erradicación de vagabundos, pero créame que no es parte de nuestra política el quemarlos vivos. ¿Está familiarizado con el concepto de Lamed Vav?

Cavada.– No, pero supongo que usted nos instruirá a mí y a la audiencia al respecto, General.

Morbius.– Lamed Vav son dos letras del alfabeto Hebreo que numéricamente representan treinta y seis. La Leyenda dice que en este mundo, siempre existen treinta y seis hombres justos también llamados Tzadikim Nistarim, o los Hombres Justos Ocultos. Usualmente son pobres, desconocidos, enfermos, mendicantes… nadie sabe, ni siquiera ellos mismos, que son los elegidos. Es por ellos que Dios no destruye al mundo aunque el pecado sobrepase a la humanidad. Cuando uno de los Lamed Vav muere, otro es inmediatamente escogido para tomar su lugar y mientras ellos continúen sirviendo a la humanidad y a Dios de esta manera, el mundo prevalecerá, más si en algún momento Dios no encuentra alguien lo suficientemente digno y justo para reemplazar a un Lamed Vav agonizante, el mundo llegará a su fin inmediatamente.

Cavada.– ¿Se considera a usted mismo uno de estos Lamed Vav, un enral Morbiusuno de estos Lamed Vav?. General Morbius?

Morbius.– No, pero sí me considero un hombre justo.

Cavada.– ¿Y creé usted en Dios?

Morbius.– No de una manera convencional, por decirlo de alguna forma. Me temo que me llevaría horas explicarle en términos simples mi pensamiento teológico. Puedo eso sí declarar que concuerdo con Swedenborg cuando dice que el cielo tiene la forma de un hombre. Me encargaré personalmente que le sea enviada una copia de mi biografía, a punto de salir de imprenta. que justo.

Cavada.– (al público) No olvidemos que el General Morbius dentro de sus múltiples actividades encuentra el tiempo suficiente para escribir. ¿Y cual será el título de su biografía, General?

Morbius.– El camino del Héroe.

Cavada.– Y ese héroe es usted, por supuesto.

Morbius.– El título más bien alude al héroe arquetípico, a lo que aparece para entrar n la definición que los antiguos griegos denominaban ándres epiphaneis, ‘los especialmente visibles’.

Cavada.– Y usted es muy visible, sin lugar a dudas. Está demostrado que el color amarillo es el que primero se ve desde la distancia. Pero volviendo al tema de las fábulas tejidas en torno suyo y su gobierno. Se dice que en cierta oportunidad, una comitiva turca llegó con fez para rendirle homenaje y usted, queriendo demostrar su preferencia los visitantes descubiertos, ordenó que les clavaran el fez a la cabeza.

Morbius.– Otra exageración. No se trataba de una comitiva, sino de un diplomático turco, sólo uno.

Cavada.– Pero ordenó usted que le clavaran el fez a la cabeza.

Morbius.– Por supuesto, pero eso no le causó la muerte como algunos aseguran.

Cavada.– Hubo un gran revuelo internacional a causa de este incidente.

Morbius.– Sí, y el gobierno turco terminó pidiéndome disculpas por el desacierto de su embajador.

Cavada.– Todo un desacierto, sin lugar a dudas. Según se dice, general Morbius, usted hizo colocar un cáliz de oro junto a una fuente en la Plaza de Armas de Calibán, la cual nadie ha osado robar desde entonces.

Morbius.– Es cierto, ese cáliz ha estado por generaciones en mi familia, es mi objeto más preciado.

Cavada.– Y , sin embargo, lo ha dejado en la calle donde cualquiera podría llevárselo.

Morbius.– Tan seguro estoy del amor que me profesa mi pueblo, que sí eso llegase a ocurrir dejaría Bielovia para siempre.

Cavada.– Una oferta tentadora, sin lugar a dudas. Podríamos decir, General, que usted ha cautivado la imaginación del público con su grotesco sentido del humor. En su célebre conferencia dirigida a los estudiantes de la Universidad de Salamanca bao el título Teoría y Práctica del Terror dice: “para producir el máximo efecto hay que identificar e intensificar aquellos temores básicos que ya existen en el sujeto. Es un error dar por sentado que el temor a la muerte es el más poderoso. Se me ocurren algunos todavía más intensos.” ¿Le podría comentar a nuestros televidentes y al público en el estudio cuales con esos otros temores?

Morbius.– El temor a no ser capaz de proteger a los seres queridos. El temor a la desaprobación. El temor a tocar algo repugnante. El temor a ser atemorizado. El ideal de la práctica del terror es provocar un miedo de proporciones angustiosas, manteniéndolo durante un lapso prolongado de tiempo.

Cavada.– (repugnado) La verdad, estimados televidentes, es que Podríamos estar horas compartiendo los detalles de la Teoría y Práctica del Terror, pero como el tiempo televisivo es escaso, vamos a cambiar radicalmente de tema. ¿Podría contarnos sobre su vida personal, General Morbius?

Morbius.– Nací el dos de mayo de 1948. Mi padre estaba estacionado en Isla Nércida con su regimiento de caballería. Nuestra familia procede de Bresleau, donde tiene una hacienda. Mi padre era el comandante Lothar von Morbius. Mi madre fue Kunigunde Neudorff, tuve una hermana, Gertrud…

Cavada.– He leído sus expedientes, General. Lo que quiero es que me hable de esos años. ¿Qué recuerda? ¿Algún lugar, algún pasatiempo…?

Morbius.– (molesto ante la interrupción) Mi padre me dijo que yo era diferente de los hijos de los campesinos que trabajaban la tierra. Ellos eran eslovacos, orientales, inferiores a los teutones.

Cavada.– Usted le da mucha importancia al linaje…

Morbius.– ¡Por supuesto! La sangre vuelve sobre sí misma, reposa en sus propias fuentes. La sangre tira, recréase en el vértigo de su aroma cálido, hondo. Envuelve en atmósfera abismal de Vida y de Muerte. Únicamente ahí el genio común reencuentra el cauce que lo confirma.

Cavada.– ¿Qué puede contarnos sobre su familia, General?

Morbius.– Mi familia, de ascendencia teutona, estuvo entre las primeras que se establecieron en Bielovia y teníamos derecho a ser orgullosos ya que por nuestras venas fluía la sangre de valientes que lucharon como leones por el mando, había sangre de las tribus ugras en nuestras venas, que descendieron de Islandia con el espíritu combativo que Thor y Wotan les concedieron y que sus guerreros berserker exhibieron celosamente por las costas europeas.

Cavada.– ¿Se sentía usted diferente, General Morbius?

Morbius.– No (el general mueve la cabeza). Me sentía lo que siempre he sentido: yo mismo. Nunca he tenido necesidad de poner en duda tal cosa.

Cavada.– ¿Cuál fue su primera pasión?

Morbius.– La de cualquier muchacho de mi edad. Cazar en el bosque. Con mi escopeta, maté cinco de los patos domésticos de mi abuela. Y arranqué una pluma a cada uno como trofeo. Cuando se las regalé a mi madre, me reprendió. Sin embargo, mi abuela lo comprendió y me recompensó

Cavada.– ¿No creía estar actuando mal?

Morbius.– No, sólo me atribuía las presas.

Cavada.– ¿No veía nada malo en matar?

Morbius.– No. ¿Usted sí?

Cavada.– Lo que yo opine es irrelevante. Pasando a otro tema, a diferencia de los demás miembros del alto mando de Bielovia durante el gobierno del General Setebos, usted era el único que no se aislaba de la prensa y la ciudadanía. De carácter extravertido y optimista, siempre mantuvo una relación franca con el mundo civil. La primera vez que lo entrevisté, recuerdo que me dijo se consideraba un funcionario público, contestaba las llamadas telefónicas usted mismo y recibía en su despacho a quien quisiera verle. Puedo dar fe de ello.

Morbius.– Efectivamente. Siempre me he considerado un servidor del pueblo de Bielovia.

Cavada.– Durante el gobierno del General Setebos, usted reconocía un interés meramente académico en la política, pese a ser uno de los militares con mayor capacidad de evaluación y diagnóstico en estas materias. Especialista en relaciones político-militares, en políticas de defensa y en el vínculo entre las Fuerzas Armadas y la sociedad, estuvo al mando de todas las operaciones de alta complejidad política en las que intervino el Ejército de Bielovia.

Morbius.– (incómodo) Es cierto.

Cavada.– Aprovechó admirablemente la oportunidad de relacionarse con políticos y líderes civiles al ocupar la destinación de Director de Movilización Nacional, que dependía directamente del Ministerio de Defensa. Hasta ahí todo luce perfecto. Pero como la mayoría de los militares de su generación, usted oculta ciertos datos sombríos que bien valdría la pena recordar a la opinión pública.

Morbius.– Adelante, no tengo nada que esconder. Mi vida es un libro abierto.

Cavada.– ¿No es verdad que usted ha sido el único bieloviano en ocupar el cargo de subdirector de la Escuela de las Penínsulas con base en Isla Neptuno, la misma que tuvo la siniestra fama de hacer entrenamiento antinsurgente a fuerzas especiales de todo el planeta expandiendo su ideología de aniquilación del ‘enemigo interno’, las técnicas de interrogatorio y tortura y el uso de armamento antisubversivo?

Morbius.– (asintiendo con la cabeza) Es cierto, pero no de la forma en que usted expone los hechos.

Cavada.– Aún más significativo puede ser que usted fuera el oficial en activo más cercano al General Setebos y quien lo acompañó a su regreso a Bielovia tras ser liberado por el gobierno Francés. No por nada ocupó cargos de gran responsabilidad política durante el mandato de Setebos. Perteneció el Comité Asesor del General desde sus inicios y luego pasó a la Subsecretaría General de la Presidencia. También se rumorea que durante su adolescencia fue discípulo del más notorio nigromante de Bielovia, el Dr. Fo-Lan, muerto en extrañas circunstancias.

Morbius.– Todo eso es de conocimiento público.

Cavada.– Sí, pero el público tiene muy mala memoria, General. ¿Qué podría contarnos sobre su relación con el Dr. Fo-Lan?

Morbius.– Como usted ha observado fui su discípulo desde muy temprano en mi vida, pero no fui el único, sino el más aventajado. Fo-Lan más que un mentor fue como un segundo padre para mí.

Cavada.– ¿Cómo se conocieron?

Morbius.– Sería largo explicar cómo llegué a la presencia del Maestro. El viejo adagio lo explica muy bien: “Cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece…” Y así sucedió. Un año entero pasé a la espera de ser aceptado. Mientras convivía con el grupo que le rodeaba. Casi todos gente sin pensamiento pero lanzados decididamente al combate. La Orden era secreta y se decía provenir de la lejana India; más bien del Tibet. La antiquísima Orden himaláyica guardaba aún esta sabiduría prediluviana y la usaba en sus combates cósmicos. La orden era de guerreros y no de santos, magos activos, que disciplinaban a sus huestes para tomar asalto la eternidad.

Cavada.– Poco antes de la vuelta a la democracia en Bielovia, usted desapareció por completo durante cinco años. ¿Dónde estuvo todo este tiempo?

Morbius.– En los Himalayas. Pasé meses peinando las aldeas del Tibet en busca de alguien que tuviera información sobre el ‘Templo de las Montañas’ que tantas veces había mencionado mi maestro. Pasé más tiempo aún traduciendo antiguos pergaminos y tabletas hasta que encontré lo que buscaba. Un mapa que hacía alusión a la orden de sabios que habiéndose atrevido a experimentar con las ciencias prohibidas, dejaron su orden originaria. La orden de mi maestro.

Cavada.– Un hombre normal podría haber deambulado toda una vida por esas blancas cumbres sin encontrar lo que buscaba…

Morbius.– Pero yo no soy un hombre normal y cuando mis provisiones se terminaron no desistí y presa del hambre continué escalando, siempre hacia arriba. Intenté poner la mente en blanco, luché contra el vendaval de ideas y recuerdos que se agolpaban en mi memoria y cuando al fin mi mente se quedó quieta, escuché un ruido, un silbido agudo, un como chasquear de la lengua y supe que había alguien ahí. Sin ver a nadie, descubrí que estaba ante la presencia del Abominable Hombre de las Nieves…

Cavada.– ¿El Yeti?

Morbius.– Llámelo como quiera. El caso es que comprendí lo que esta criatura me decía aún sin escuchar sus palabras. “Has llegado, al fin, has llegado hasta aquí… Muchos vienen, pero yo no les veo. Tampoco ellos me ven, aunque a veces descubran mis pisadas en la nieve. Son los exploradores, los que van a todas partes y escalan cumbres sin ir en verdad a ninguna parte, sin escalar nada… Pero el caso tuyo es distinto; deberás luchar conmigo toda una noche; yo soy el Ángel de Jacob… Sólo yo puedo abrirte el paso.” Luché con todas mis fuerzas contra el blanco Ángel, tal y cómo Jacob lo hiciera antes que yo. Y tal como Jacob, fui vencido por el Ángel y caí casi muerto. En esas condiciones fui hallado por los monjes del templo.

Cavada.– La orden secreta a la que pertenecía Fo-Lan.

Morbius.– Así es. Las semanas se convirtieron en meses, y los meses en años mientras yo absorbía todo el conocimiento de aquellos iluminados que durante siglos combinaron casi instintivamente la ciencia y la tecnología, creando aparatos que no eran más que locos sueños para la humanidad exterior. Y tras cinco años de estudios llegó el día en que los monjes me llamaron ‘Maestro’. Y supe que el mundo estaba a mis pies. Pero aún me sentía vulnerable. El Abominable Hombre de las Nieves, el Ángel me había derrotado. Decidí crearme una segunda piel que me aislara y protegiera del mundo. Yo mismo forjé mi armadura, y la máscara que ocultaría mi rostro de los mortales para siempre.

Cavada.– Entonces regresó a Bielovia y mediante la fuerza derrocó al presidente electo.

Morbius.– No sabe cuanto me impactó ver a mi amada Bielovia sumida en el caos, el pueblo pedía, exigía un nuevo liderazgo.

Cavada.– Y usted no hizo más que escuchar y obedecer la voz del pueblo, como ha dicho en reiteradas ocasiones.

Morbius.– (molesto) ¿Lo pone en duda, acaso?

Cavada.– Por supuesto que no. Es sólo que me parece contradictorio tomando en cuenta que usted mismo ha declarado en reiteradas ocasiones que no se considera un político.

Morbius.– No soy un político sino un hombre de armas. Además debe coincidir conmigo, estimado Navarro, que hay cosas de la política que realmente tienen poco interés. Pero hay momentos en que la política es el hombre en sociedad, y ese es un componente esencial. Hobbes no llamaba Leviatán al Estado sino a la sociedad. Lo político y lo metafísico están muy ligados, no se pueden separar. Tengo la impresión que parece haber un destino en que los pueblos y los hombres son movidos por el bien o el mal comunes. El rey Felipe lo sabía cuando doblegó su voluntad ante los elementos y su Invencible Armada fue destruida por la voluntad de Dios. En resumidas cuentas, no descreo de la política, sino de los políticos.

Cavada.– Pero sin embargo en su juventud y mientras se instruía en los arcanos saberes del Dr. Fo-Lan, usted fundó el partido de ultraderecha denominado Recuperación Imperial.

Morbius.– Para mí la derecha y la izquierda me dan lo mismo ya que soy ambidiestro. Esas distinciones son tan obsoletas como los clubes franceses que se oponían contra la voluntad de Luis XVI.

Cavada.– Pero a la hora de sentarse a la mesa de la Asamblea Legislativa, ¿de que lado hubiese estado usted?, ¿los bernardos o los jacobinos?

Morbius.– Los bernardos, si lugar a dudas.

Cavada.– A la derecha entonces.

Morbius.– Lo simplifica todo usted, no es una cosa de que lado de la mesa hubiese ocupado yo en tiempos de Robespierre. Soy pro-monarquía y la monarquía no es ni de derecha ni de izquierda. Simplemente es.

Cavada.– Me gustaría que se extendiese sobre este punto.

Morbius.– El modelo de gobierno de las monarquías y sistemas similares contiene un valioso mensaje para todas las formas políticas y poseen algunas excelentes cualidades

Cavada.– ¿Cómo cuales?

Morbius.– Son capaces de reducir la naturaleza parasitaria y las dimensiones de la burocracia administrativa, por ejemplo. Son capaces de tomar, en caso necesario, decisiones rápidas. Pero por sobretodo y principalmente, satisfacen esa ancestral exigencia humana de una jerarquía paternal tribal o feudal en la que cada persona conoce el lugar que le corresponde. Es útil conocer el lugar al que uno pertenece aún cuando ese lugar sea sólo temporal. Resulta mortificante verse atado a un lugar en contra de la propia voluntad. Por eso procuro enseñar la lección de la tiranía del mejor modo posible: con el ejemplo.

(la gente estalla espontáneamente en aplausos)

Cavada.– Al parecer cuenta con la aprobación de la audiencia, General Morbius. Debo concederle que usted es un hombre que practica lo que predica y eso es algo que el público parece valorar hoy por hoy.

Morbius.– El pueblo estágente estión cansado de parasitismos burocráticos y líderes débiles. Bielovia es un ejemplo para el mundo. Ciudadanos de Chile, ya que conocen mi mensaje, espero que se muestren extremadamente cuidadosos respecto a los poderes que delegan en cualquier gobierno de aquí en adelante. Una mal democracia puede ser más tiránica que la más cruel monarquía.

Cavada.– Entonces no descree totalmente en la democracia…

Morbius.– Claro que no. De hecho defino mi gobierno como una democracia neoliberal de partido único.

Cavada.– Y ese partido es, por supuesto, Recuperación Imperial. Cualquiera que haya estudiado historia y geopolítica sabe que Bielovia fue parte del gran imperio teutón. ¿Pretende acaso, General Morbius, restaurar aquel antiguo imperio? Por que no me explico sino a qué alude el nombre de su partido sino a una amenaza expansionista.

Morbius.– No hay nada que temer. Como dijo uno de mis ancestros, “Los días de guerra han terminado. La sangre es demasiado preciosa en esta época de paz deshonrosa; y el esplendor de las grandes razas es como un cuento.”

Cavada.– (dirigiéndose al público) El General Morbius tampoco cree en que la Tierra sea plana, como bien demostró durante su célebre duelo de ajedrez en Puerto Peregrino.

Morbius.– Puerto Peregrino es una ciudad pletórica de ilusos y delirantes como Eugenio Martel y su Cofradía de la Tierra Plana. Le propuse saldar nuestra discrepancia geométrica con una partida de ajedrez, cuyas leyes si bien no se parecen mucho a las de la vida, al menos la simulan. Si Martel me vencía, yo estaba dispuesto a proclamar ante la Cofradía que la Tierra era plana y mi ideario, “un evangelio de sofismas” como el mismo sentenció burlescamente. Caissa de Peregrino.ea plana. ea plana. ue uenta que usted mismo ha declarado en reiteradas ocaciones que no

Cavada.– Y si usted ganaba, Martel y los suyos estaban obligados a reconocer la redondez del planeta como una verdad primordial.

Morbius.– Como en efecto lo hicieron, al resultar yo el vencedor.

Cavada.– Sólo porque su contrincante tuvo el infortunio de recibir una bala cuyo destinatario realmente era usted.

Morbius.– No olvidaré la cara de asombro de Martel tras recibir el balazo, como si no entendiese que lo habían matado.

Cavada.– Lo que no entiendo es cómo sus enemigos pretendían asesinarle con una simple bala, cuando sabido por todos es que su armadura es capaz de resistir un cañonazo como usted mismo se encargó de demostrar por televisión parándose frente a un tanque.

Morbius.– (molesto) ¿Qué está insinuando, Navarro?

Cavada.– Sólo me pregunto si acaso no es posible que ante una eventual derrota, usted haya preparado un falso atentado de la Liga de la Virtud en su contra que tuviese como objetivo eliminar a Martel.

Morbius.– (levantándose abruptamente del sillón) ¡Cómo se atreve!

(A continuación posa su mano enguantada sobre la cabeza de Cavada emitiendo una mortífera descarga de 6.000 kilovatios. El cadáver chamuscado cae al suelo mientras el público es obligado a permanecer en sus asientos por la guardia personal de Morbius).

Morbius.– (dirigiéndose a la cámara) Si bien es cierto me he visto forzado a exterminar obligadamente a quienes no entienden las certezas incuestionables que cimientan mi obra, nunca me he valido de artimañas cobardes. Como pueden ver, estimados televidentes, el General Morbius no elude a sus enemigos. Pueblo de Chile, buenas noches.

¿Ya no hay shock del futuro?

Oh My Fracking God!El 25 de abril de 2007 el mundo recibió la noticia de la Super Tierra, un planeta de composición similar al nuestro, de entre 3 y 5 veces la masa terrestre. La noticia fue divulgada en todos los medios de comunicación en forma pródiga. Al final del día, toda persona medianamente informada conocía la existencia de este nuevo exoplaneta.

Y listo. eso fue todo.

Reflexionando con el Team, quisimos tratar de tomarle el real peso a la noticia. Y sacamos algunas conclusiones.

Es curioso constatar, en primer lugar, que una noticia que décadas atrás hubiera espantado a más conservador, actualmente sea recibida casi con un simple encogimiento de hombros. Algo similar ocurrió con los cambios que la Iglesia católica introdujo en el Dogma al eliminar Cielo, Infierno, Purgatorio y Limbo (el último de ellos hace pocas semanas). Lo mismo con todo el asunto de la clonación. producimos animales en serie y comemos alimentos trangénicos. Se ha descubierto agua en la luna y marte y el turismo espacial hace rato que comenzó. Tenemos comunicación instantánea hacia cualquier lugar del planeta. Y todas estas cosas que leíamos en nuestras novelitas hard, pulp y *punk son aceptadas con la mayor de las naturalidades. ¿Apatía? ¿resignación frente a lo inevitable? ¿O simplemente el acostumbramiento a los cambios de paradigmas a los que nos somete la sociedad actual cada día?

Alvin Tofler señalaba en su libro de 1970, El Shock del Futuro, que las personas son intrínsecamente renuente a los cambios. Las personas no quieren cambios en sus vidas, y la construyen de la forma en que se minimice la incertidumbre. Pero para bien o para mal, actualmente el cambio en las condiciones del medio es lo normal. Y nosotros, como la especie animal con la mayor capacidad de adaptabilidad, nos hemos adaptado. Prueba de ello entonces sería, en mi opinión, el que cambios fundamentales a los dogmas, el anuncio de descubrimientos asombrosos y la puesta en el mercado de productos increíbles sean aceptados con el mismo sentimiento: naturalidad completamente desprovista de asombro.

En los 90’s la humanidad descubrió el primer exoplaneta. Fue un importante paso en el proceso iniciado por Copérnico, quien nos quitó el lugar preferente en la Creación del Universo. Al constatar, sin posiblidad de cuestionamientos, que existen planetas orbitando estrellas ajenas, nuestra fe en la Ecuación de Drake se incrementó en varios órdenes de magnitud 🙂

A la fecha se han descubierto un par de centenas de planetas, y la novedad de estos eventos hace rato dejó de ser noticia. ¿Y qué hizo entonces que la Super Tierra fuese distinta? Simple: es el primer planeta que reproduce aproximadamente las condiciones climáticas de nuestro planeta. Y si esas condiciones dieron origen a una plétora de formas vivientes en la Tierra, entonces no es absurdo pensar que allá también. Esa posibilidad es la que implícitamente es noticia. Por otro lado, dada la cercanía de aquel planeta, 25 mil años luz, hay que comenzar a pensar que los planetas tipo-Tierra (o clase M para los ñoños) son más comunes de lo que se había supuesto.

De ahora en adelante, con el refinamiento de la técnica de detección y el lanzamiento de interferómetros espaciales, más pronto que tarde se obtendrán fotografías del planeta. Incluso es posible que con el adecuado nivel de resolución se pueda determinar si hay trazas de civilización!!.

En la eventualidad que ello ocurra, será la constatación definitiva que la Humanidad no está sola en el universo. Lo que ignoro es si aquella certeza tendrá un impacto muy profundo en nuestras vidas. Tal vez las personas unicamente se limiten a comentar el descubrimiento en la oficina como quien comenta lo lluvioso de la jornada. Cambios fundamentales en la manera de conducir nuestras vidas, nuestras creencias, nuestra escala valórica, dudo que suceda.

Lo que sí ocurrirá, con absoluta certeza, serán Retcon’s en masa por parte de muchas religiones y sectas para ajustarse a las nuevas condiciones del universo. Pero dudo que aquello sea un cambio traumático. Después de todo, ya no tenemos cielo ni infierno y la civilización tal y como la conocemos no ha cambiado.

Y bueno, aun cuando a nivel doméstico lo que impere es la apatía, siempre existirá en los lugares adecuados el nivel suficiente de curiosidad, de afán exploratorio. La sed de conocimiento que la Humanidad ha tenido como distintivo fundamental se hará presente. Se desarrollará tecnología para alcanzar esos planetas, en pocas generaciones podríamos estar enviando nuestra primera expedición. Podríamos especular sobre el tipo de aquella: una simple sonda con un disco de oro, astronautas criogenizados, androides antropomorfos, naves generacionales o incluso embriones humanos que se gestarían artificialmente un par de décadas antes del arribo al planeta. Para lograr alguno de estos objetivos, la cantidad de I+D lateral necesario sería comparable a lo sucedido durante la 1era carrera espacial.

Para terminar, una frase de nuestro santo Patrono Isaac Newton:

«[…] me comparo a un niño jugando a la orilla del mar, recogiendo aquí y allá una piedra más o me nos lisa, o una concha de rara belleza, mientras el gran océano de la verdad permanece completamente invisible a sus ojos.[…]»

Polución Lumínica en Antofagasta

Tomado de Marcapasos

No sé si las grúas iluminadas instaladas en la costa de Antofagasta violan la Norma de Emisión para la Regulacion de la Contaminación Lumínica. La Oficina de Protección de la Calidad del Cielo determinará esto. De ser así, la ciudad deberá pagar una multa y nuestro alcalde tendrá que explicar por qué decidió faltar a la ley y comprometer nuestros ya magros recursos al hacerlo.

Más allá de aquello me preocupa oír del líder de la capital astronómica del mundo que Paranal no ha dado nada a la ciudad o a él. Discrepo, pero incluso si nuestro alcalde tuviera razón ¿sería ello una razón para despreciar el problema de la CL (contaminación lumínica) generada por nuestra ciudad? Los cielos de la II Región son los más claros del planeta. Cada haz luminoso enviado hacia ellos los ensucia un poco. Hacerlo es como arrojar petróleo a las aguas más limpias del globo, o como poner un vertedero de basura en la Antártica, o como talar cada día un par de árboles de los bosques del Amazonas. Cada una de esas reservas naturales custodia un patrimonio planetario. ¿Quién debe cuidarlas sino quienes viven en torno a ellas? En el país más rico del mundo no gozan de cielos más limpios que los que tenemos a escasos kilómetros de nuestra casa, y por lo tanto nadie en la Tierra está más cerca de la puerta de entrada al Universo que quienes habitamos en esta región. Podemos mantener abierta esa puerta o cerrarla, pero si la cerramos lo haremos no sólo para la gente de nuestra zona sino para el planeta completo. ¿Queremos esta negra fama mundial?

grua con polucion luminica

Nuestro alcalde sugiere que preocuparse de la CL significa un retorno a recursos del pasado. Con ironía se pregunta si acaso debería iluminar los monumentos con chonchones. Nada de eso. Preocuparse de la CL significa un paso al futuro. Abordar el problema de la iluminación urbana desechando luminarias ineficientes que desperdician la mitad de la energía que consumen; utilizar distanciamientos apropiados para no sobreiluminar espacios; apagar o atenuar luminarias en horas en que nadie transita para usarlas; estudiar los ángulos de iluminación de monumentos para lograr un equilibrio entre estética y una CL controlada; todo esto es un problema complejo, dificil, que teniendo un efecto directo en nuestra calidad de vida pide que nuestras autoridades se informen y se asesoren de equipos técnicos de alto nivel. Otras maneras son fáciles y cortoplacistas; vestidas de modernidad en realidad encierran métodos anticuados y soluciones mal diseñadas. ¿Le importa esto a la señora Juanita en su casa? Seguro. La siguiente vez que atravesemos una situación de racionamiento energético o que nos suban la cuenta de la electricidad debiéramos preguntarnos si habiendo usado la energía de manera más eficiente ello se podría haber evitado.

Aún creo que Antofagasta está a la altura del desafío que su situación de privilegio a nivel mundial le plantea. Esperemos que nuestras autoridades así lo prueben.

(Carta enviada a El Mercurio de Antofagasta el 24 de abril de 2007)

Chilean Blood 14/88

Después de la restauración del poder por adolescentes neo patriotas el 11 de Septiembre del 2010, se reescribieron los eventos y se reestructuró la historia. Un mes más tarde se creó el Departamento de Nuevos Medios y se entregó este video como material de estudio necesario para la rápida asimilación del nuevo himno patrio.

Escrito y compuesto por Odel Sieg

Inserto

A raíz de los múltiples correos recibidos, los insultos, las amenazas y el veneno vertido en párrafos llenos de patriotismo chauvinista, decidí cerrar esta ventana. El próximo viernes 20 de abril postearé la última entrada con todo lo que se acerca de los últimos acontecimientos.
No creo conveniente seguir exponiéndome. Llevo un tiempo meditando ésto y hace dos días finalmente me decidí. Un correo tratándome de antipatriota, gusano corrosivo, mentiroso izquierdista y malagradecido cerdo comunista me hizo recapacitar. Tocar la historia es tocar el patrimonio de algunos, es tocar la estructura que sostiene sus granjerías y sus privilegios. No debemos dejarnos avasallar, pero tampoco debemos sacrificarnos. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Quiero darle las gracias a todos los que colaboraron, a los que trabajaron más, a quienes dieron su tiempo y sus sueños para que este otro sueño creciera. Quien maneja el pasado, maneja el futuro y parece que le tocamos los intereses a alguien con helicóptero en el estacionamiento. La revolución tiene su precio. Ahora tengo personas a quienes debo cuidar. Nunca pensé que este juego podría llegar a incomodar a personas de esa envergadura. También escribo ésto a modo de protección. Soy alguien con algún pequeño grado de notoriedad pública y quizá un aviso de este tipo haga que dejen de molestarnos. Disculpen por haberlos involucrado, ojalá nada pase a mayores. De verdad lo siento. Estoy hablando más en serio que nunca. De verdad disculpen.

Jorge Baradit

Momia

Es la doncella cubierta de sal
Dicen que desea ojos nuevos
De los amantes de la noche
Ladrona de todo aquel negado por la suerte
Endurecida por la mustia cautela
Sofocada por los deseos
Ella quiere
Ella los quiere
Ella los va a tener siempre

¿Donde están los monstruos de Einstein?

bomba1
Revisando mis libros, encontré un par de títulos que por algún azar del destino nunca leí. No me gusta tener libros sin leer en mis estantes, para eso está la sección pendientes en mi velador. Uno de los libros era «Los Monstruos de Einstein», de Martin Amis.
Y empecé a leer.
El libro abre con un ensayo sobre la guerra atómica. Y ahí quedé, pensando.

Amis habla de su mundo real, mediados de los ochenta, con un pesimismo que no escuchaba desde hace tiempo. Para él, la guerra atómica total era inminente y real, las bombas atómicas eran monstruos liberados por el hombre, que rigen sus vidas y destinos.

Me di cuenta de una cosa: hacía mucho tiempo que no pensaba sobre la guerra nuclear. Me acuerdo que cuando más joven sí era un tema recurrente de mis aventuras y delirios. Visiones apocalípticas, que incluían posibles rutas de sobrevivencia ante un ataque nuclear a Chile. Sabía, no se de donde, que para Chile estaban destinados tres misiles nucleares, uno para Santiago, otro para Concepción y otro para Calama. Eso me daba “tranquilidad” y posibilidades para un futuro de guerrillero contra las hordas bárbaras del norte que buscarían alimento en las menos irradiadas zonas del sur. No sería una barrida total como en los países del hemisferio norte.
Me gustaba ver películas post-apocalípticas, mientras más serie B mejor, como la encantadoramente pésima «En el Año 2889» , que pese a su nombre muestra un escenario muy parecido a los sesenta. Ahora veo películas de futuros optimistas y,en lo posible, lejanos.
Insisto, me sorprendió el que ya no pensara en la guerra nuclear constantemente. ¿Qué pasó? La caída de la URSS fue un momento propagandístico para uno de los dos lados de la guerra fría, pero las bombas atómicas siguen igual disponibles.

¿Bajó la posibilidad de que las bombas sean usadas? Creo que no.
¿Por qué en general ya no sentimos como una amenaza real la guerra atómica total? No se.
¿Seré yo que me estoy volviendo viejo, o el mundo está más Light? Ambas.

La verdad es que estoy tan desinformado que no podría decir si hay más o menos bombas nucleares en el mundo que antes.

Energía nuclear, sí. Bombas nucleares, no.
Voy a volver a preocuparme del tema.

Ácido sulfúrico

Acido SulfuricoLa idea de la muerte como espectáculo televisivo ha sido ocasionalmente abordada por la literatura y el cine. El caso modélico, pero no el único, es The Running Man, película protagonizada por Arnold Schwarzenegger y basada en un libro de Stephen King. Arnold, justo policía en una sociedad totalitaria, es condenado a muerte, sentencia que debe cumplirse en un sádico juego televisado directamente. Buena parte de aquellos ejercicios prospectivos se realizaron antes de que el reality show se alzara como el género rey de la teleaudiencia, de modo que la propuesta de Amélie Nothomb en Ácido sulfúrico tiene su cuota de novedad: unir la banalidad del mal -en la justa expresión de Hanna Arendt- a la banalidad televisiva, cada una en sus cotas más altas, es una receta nueva y, a primera vista, no apta para paladares demasiado melindrosos.

La apuesta, sin embargo, parece excesiva. El programa televisivo que Nothomb inventa, un reality show llamado Concentración, imita de manera sumamente realista las condiciones de vida en los campos de exterminio de la Alemania nazi, apaleos, hambruna y asesinato masivo incluidos, pero la autora no se atreve a llevar su fábula hasta las últimas consecuencias y, con esa restricción -comprensible, al fin y al cabo-, las críticas a la sociedad del espectáculo pierden mucha fuerza, la caricatura termina por imponerse y el lugar común reclama sus nunca bien ponderados derechos. Cabe preguntarse si Nothomb quiso entrar, desde la ficción, al debate sobre la sociedad del espectáculo que planteó Guy Debord en la filosofía; o sobre la omnipresencia del Estado, conversación más antigua donde podrían encontrarse Pannonique, la protagonista de Ácido sulfúrico, y el panóptico de Jeremias Bentham, la prisión donde no hay rincón libre para la mirada del vigilante. Ese esquema pasó a ser útil también en las fábricas, en los reality shows, desde luego, y en ámbitos menos perceptibles y más amenazantes como las redes de vigilancia en el cyberespacio. Por ahí quizá están los hilos más interesantes -e inquietantes- de la novela, en las continuidades que propone entre las maneras de mirar y de ser mirado, de vigilar y de ser vigilado, y no en la obvia caricatura de la hipocresía infinita ligada a las elecciones que permite el control remoto.

Título: Ácido sulfúrico
Autora: Amélie Nothomb
Editorial Anagrama, Barcelona, 2007. 167 páginas.

comentario publicado originalmente en Revista El Sábado, 14-04-2007.

Spin, Robert Charles Wilson (Hugo 2006)

Spin
Esta historia comienza con el tremendamente provocativo anuncio de que estamos en el año 4.000.000.000 d.C. Y que además, el protagonista se haya en un hotel en Padang mirando hacia el Océano Indico (No, ninguna referencia al tsunami que destruyo la ciudad en el 2004).
Pero pronto nos trasladamos a la época actual, donde se nos relata como una noche cualquiera las estrellas desaparecen. Esto desde la perspectiva de tres niños, casi adolescentes, que observan, atónitos, el fenómeno.
Pronto nos enteraremos de que se trata de una especie de membrana (llamada spin) que cubre la Tierra, colocada por una misteriosa inteligencia alienigena, y que hace que el tiempo se haga mas lento en su interior. Un día en la Tierra equivale a millones de años allá afuera.
La idea de que la humanidad entera sea proyectada violentamente hacia un futuro inconcebible abre sin duda infinitas posibilidades para un autor osado e imaginativo.
No, no es el camino elegido por Robert Charles Wilson. Porque a pesar de esta presentación intensamente provocadora, la acción rápidamente se sumerge en la historia de estos tres niños, luego jóvenes y adultos. Vemos como desarrollan sus vidas, que, como todas las de los demás seres humanos, desde entonces quedara marcada por el espectacular fenómeno celeste.
Los tres personajes son: Un científico obsesionado por entender la naturaleza del spin; su hermana, que, arrastrada por la confusión y la desesperanza, termina asociándose a sectas religiosas de carácter apocalíptico; y el médico que es el mejor amigo del científico y quien esta eterna y platónicamente enamorado de la hermana. Es a través de los ojos de este último protagonista que se nos expone la acción, pues la obra esta escrita en primera persona.
¿Cual es la apuesta de Wilson?
La ciencia ficción dura, aquella basada en avances tecnológicos o científicos, suele ser criticada por su escaso o deficiente desarrollo de personajes. De hecho, la “nueva ola” de los 60′ y el “movimiento feminista” de principios de los 70′, se caracterizaron por enfocarse en esta insuficiencia.
Hay esencialmente dos opciones para enfrentar este problema.
Una es ubicar a los protagonistas en un posición proactiva, desde donde puedan modificar la realidad a la que están sometidos. Y esta es sin duda la típica novela de hard science fiction, donde los personajes son audaces guerreros, astutos políticos, o simples personas que por azar llegan a tener el destino del mundo en sus manos.
La otra es asumir la realidad como algo que los protagonistas no tienen ninguna posibilidad de modificar. La novela se transforma en una crónica de como estos fenómenos influyen en el vivir y el convivir de los personajes, o de la sociedad como un todo.
Wilson intenta una tercera opción, desafiante y arriesgada.
El autor define una realidad tan apabullante, que casi por definición, es imposible de ser enfrentada, ni siquiera entendida cabalmente por los protagonistas. Sin embargo, Wilson igualmente coloca a los personajes en posiciones desde donde quizás podrían hacer algo, solo para terminar exponiendo aun mas su impotencia fundamental y la futilidad de sus esfuerzos.
Así, la acción se vuelve un poco lenta y pesada.
Entonces, Wilson recurre a dos estrategias. Ambas con resultados ambivalentes.
Primero genera tramas secundarias, para mantener la atención del autor y la idea de que algo esta pasando mientras damos vuelta las páginas. Por un lado aparecen conspiraciones gubernamentales, persecuciones y disparos. Por otro lado, una secta religiosa apocalíptica que se interpone persistentemente en el romance de turno.
Si, el autor es muy hábil en esto, pero al final queda la sensación de estar presenciando una tanda publicitaria que interrumpe el desarrollo de la historia que realmente importa.
Segundo, Wilson arroja por aquí y por allá algunas ideas realmente evocadoras y provocativas. Por ejemplo, la aparición de una civilización marciana de cien mil anos de antiguedad, descendiente de humanos que fueron a colonizar el planeta rojo. En la Tierra unos pocos años han pasado, en Marte, imperios han nacido y han muerto. Si, queremos saber mas de eso. Pero Wilson no nos da mas.
La novela esta llena de pequeños conceptos como este, frases clave, de las cuales uno diria, si, aquí hay una buena historia en estado embrionario. Pero el autor no desarrolla nada de eso.

Cuando uno repasa las páginas de Spin no puede dejar de rememorar Extraño en Tierra Extraña de Heinlein, y en verdad uno parece estar leyendo una novela mas propia de los anos sesenta que del tercer milenio. La presencia de un visitante marciano, su asociación a movimientos religiosos, y el hecho de que este termine asesinado son coincidencias un poco demasiado evidentes.
Asimismo, no falta el mensaje ideológico que el autor no se molesta en disfrazar mucho, también una característica mas propia de novelas de ciencia ficción de hace cuarenta años atrás. En este caso intentando convencernos de ideas muy maltusianas sobre el agotamiento de los recursos planetarios.
En definitiva, desde mi humilde opinión, una novela cuyos mayores méritos son el excelente estilo narrativo que logra mantener la atención del lector a lo largo de sus 450 páginas, y un racimo de conceptos e imágenes realmente cautivantes pero que quedan tan solo en eso. También destaca la solidez y plausibilidad con que presenta ciertos avances científicos y tecnólogicos.
Por otro lado, el enfoque que el autor eligió, el de aburrirnos con las historias comunes y corrientes cuando el mundo esta cambiando de una forma tan total y definitiva, y el que se niegue a conducirnos por temáticas mas interesantes hace que uno termine bastante frustrado con la novela.
Robert Charles Wilson gano el Hugo 2006 a mejor novela por este trabajo. Pienso que se lo merecía, sin duda por su trayectoria en el campo de la ciencia ficción, mas no por esta obra en particular.

Robert Charles Wilson publicó su primera novela, A Hidden Place, en 1986. Desde entonces han aparecido otras 11 novelas y poco mas de una docena de cuentos de este autor nacido en Estados Unidos pero que vive en Canadá desde pequeño.
No siendo una producción particularmente prolífica, Robert Charles Wilson ha sido capaz de irse ganando poco a poco el reconocimiento del público de la ciencia ficción. Es así como finalmente en el ano 2006 se le otorga el premio Hugo a mejor novela por su trabajo “SPIN”. Este es en verdad el único premio de los tres mas importantes del género (Hugo, Nebula, Locus) que Wilson ha logrado ganar, aunque había sido nominado en dos ocasiones para un Hugo y en una para un Nebula. Asimismo, en tres ocasiones anteriores había sido distinguido con el Philip K. Dick Award.