Diácono escribió que están los hombres que luchan en las batallas y los que escriben sobre esas batallas. Argumenta que quizá los segundos sean aún más poderosos que los primeros porque, de ignorar los hechos, desvanecerían en las tinieblas sin ningún esfuerzo las hazañas más inverosímiles.
No se qué me impulsa a escribir en medio de estos tiempos de tanta oscuridad. Quizá lo mismo que mueve al héroe a empuñar la espada y acometer lo imposible: vencer la terrible angustia de perecer en la memoria de los hombres.
No he participado en ninguna batalla memorable, no he descubierto nada que alivie el cáncer que corroe a nuestra gente, no poseo ningún secreto que detenga nuestro lento, obvio y doloroso camino hacia el acantilado del olvido. Sólo tengo esta historia pobre sobre el origen de uno de los muchos males que roen el costado de nuestra cultura, historia menor y llena de profunda tristeza que fijo en papel para que no se pierda entre tanta tormenta, como quién salva una baratija de un naufragio definitivo.
¿Quién no ha despertado de madrugada sobresaltado con los horribles chillidos de los vampiros? Apareándose violentamente en las azoteas sin ningún pudor; inundando las cornisas con su mierda amarillenta, escasa pero hedionda como boca de muerto; mordisqueando los cables eléctricos con furia, destrozando las cajas y transformadores de los postes de alta tensión entre gruñidos y blasfemias ¿Quién no los ha visto aullar de placer cuando consiguen llegar hasta el cobre y sufrir las descargas como si de leche y miel se tratara? Yo mismo he visto a uno de ellos, gris como la ceniza, enjuto y seco como un cadáver, trepar por el costado de un edificio y abrazarse a una caja reguladora como un calamar cubriendo a su víctima, como una hiena hurgando entre los intestinos de un antílope. Oí el chasquido de la electricidad liberada de sus amarras, vi la musculatura del vampiro contraerse en espasmos de placer mientras le mordía las venas de cobre al edificio y le extraía la vida mientras las luces se apagaban y se encendían los gritos y bramidos de los afectados. Sentí la hediondez del pelo quemado y la piel humeante, vi algo parecido al semen derramándose por sus muslos. Escuché con horror un murmullo casi humano imitando grotescamente una oración de acción de gracias. Su piel estaba cubierta de cicatrices de distintas profundidades y tamaños, todas con la forma de la santa cruz.
A todos nos hace reír que se hagan llamar los verdaderos cristianos. Ellos, remedos de ser humano, los verdaderos cristianos. Sin embargo, en su reducido léxico sólo hay palabras de desprecio hacia nosotros, los hombres. Deberíamos burlarnos de las inocentes acusaciones que exponen en su pobre y repetitivo discurso, pero todos callamos, masticando en silencio la vergüenza de saber que están en lo correcto. La simpleza de sus pocas pero firmes certidumbres son sólo comparables con la vastedad de nuestras múltiples y dolorosas incertidumbres.
Los vecinos organizan grupos armados que patrullan las noches en busca de vampiros. Los exterminan como a ratas, pero su número no parece retroceder. Ya no se quiénes son los verdaderos monstruos.
No se tiene registro de un vampiro atacando a un ser humano, pero estoy en condiciones de asegurar que no siempre las cosas ocurrieron de esa manera.
Lo que testificaré a continuación no puede ser corroborado. Sólo Dios sancionará su veracidad el día que abra mi tumba y me llame a responder por mis dichos. Hoy, sólo la pistola que reposa junto a las hojas que escribo sabe que mi rostro no refleja engaño, sino cansancio.
Mi corazón no busca reconocimiento, sólo huir a través de la pluma de todo aquello que veo a través de mi ventana, en estos días en que todo es ocaso para las cosas que alguna vez nos hicieron felices.
Cuando los cristianos de ultramar hicieron su entrada en Jerusalem, el año santo de 1099, se desató una de las masacres rituales más sanguinarias de la historia humana. Fueron cuatro días en que los santos varones de occidente caían agotados y en éxtasis de tanto asesinar frenéticamente a hombres, mujeres y niños acorralados en una ciudad amurallada y sin salidas. En cada esquina se les podía ver enfundados en sus malolientes armaduras llorando y gritando bañados en la sangre de sus víctimas. Vengando el asesinato del hijo del hombre con acero romano, chapoteando de rodillas en los ríos de sangre que corrían desde la iglesia del Santo Sepulcro como bañados en la sangre del Cristo, que parecía llover sobre ellos como lágrimas rojas de espanto y horror. Sólo el oro, el botín espurio, parecía dar algo de sentido a tanto sin sentido.
Luego de la furia y la tormenta, vino el recuento y el cálculo. Una cosa era el botín y otra las reliquias santas recuperadas de manos infieles y apartadas de la codicia europea por manos piadosas. Una de ellas, el arca de la alianza, fue escondida en el subterráneo de una mezquita sin importancia y puesta bajo el cuidado de un grupo escogido de caballeros. Bajo voto de silencio, cada noble hijo de Europa se comprometió de por vida a proteger el sagrado recipiente en largas vigilias desprovistas de comodidades. Se organizaron en secreto con losrecipiente en largas vigilias desprovistas de comodidades. Se organizaron en secreto con los ojos húmedos por la emoción, dios no pasaría por alto semejante sacrificio, de ese no les cabía duda alguna. La disciplina autoimpuesta fue violenta, permanecían días completos estoicamente de pie junto al objeto de su veneración. Al comienzo la dureza de los votos produjo enfermedades e incluso muertes, pero así como comenzaron se detuvieron al cabo de unos pocos días, demasiado pocos. Pronto notaron que un extraño vigor les permitía estar de pie más tiempo de lo normal velando junto al arca. Con las semanas descubrieron que los encargados de la custodia necesitaban menos alimentos y agua mientras duraban sus turnos y un secreto convencimiento se fue anidando en la silenciosa alegría de sus corazones.
Los turnos se fueron alargando hasta durar semanas. Nadie hacía comentarios, pero se miraban con secretas sonrisas cuando abandonaban frescos y radiantes sus lugares después de varios días sin dormir, durante los cuales sólo se alimentaban de su oración, su fervor y del espíritu santo que parecía emanar gloriosamente desde el arca. Al cabo de unos años ya no fue necesario ayunar, se les había vuelto imposible ingerir alimentos y comenzaron a necesitar del arca y sus bendiciones como de la vida misma. Sencillamente no podían estar sin el amor de dios, habían cambiado y pasaban temporadas completas sin salir de los laberintos bajo la ciudad santa, gritando y orando intoxicados de amor al señor e incapaces de contaminarse con comida de infieles o brebajes de mercenario. Arriba casi los habían olvidado. Nadie los buscó cuando las cimitarras volvieron a reclamar venganza y cuello cristiano.
Arriba la medialuna brillaría por cientos de años más, abajo supuraba la verdadera ciudad de dios.
Muchos años pasaron sobre tierra santa más no parecieron tocar los portentos que ocurrían bajo ella.
Las cuencas secas, los ojos hundidos, la piel reseca y los ojos desorbitados por el éxtasis. El entendimiento calcinado tras años de mirar a dios directamente al rostro.
Se apiñaban en torno al objeto de su devoción, lloraban y se mordían unos a otros entre aleluyas y penitencias atroces. Colgaban de los techos y gruñían. Celebraban misa diariamente. Tenían su paraíso en
la Tierra y no les cabía duda que el reino había llegado, que habían resucitado desde la carne para disfrutar la gracia del señor para siempre.
Pero sabemos que la felicidad es como el canto de un ave en medio de la noche, que nos distrae por un momento del frío y la oscuridad.
Un día el arca desapareció.
Hay quienes dicen que otros la necesitaban para fines inciertos. Alguna vez escuché que su destrucción era necesaria para evitar la segunda venida, otros escribieron sobre su uso en el desarrollo de armas capaces de destruir países completos. Nada se de esos comercios, sólo soy un hombre cansado registrando una fábula innecesaria acerca de la pérdida del alma.
Después del desgarro y el pánico ante la pérdida de su razón para existir, vino el hambre que no se sacia con dátiles y la sed que no se apaga con agua. La desesperación los arrastró fuera de sus hogares y vagaron durante décadas mordiendo el polvo como corderos abandonados por su pastor, padeciendo el hambre atroz que enloquece pero no mata.
En verdad habrían terminado arrojándose a algún acantilado de no ser por un increíble descubrimiento. Uno de ellos encontró que dentro de cada ser humano se escondía un poco de esa gracia que manaba a raudales desde el arca. Se miraron unos a otros con los enjutos rostros llenos de consternación, no muy seguros de qué hacer con esta nueva revelación. Hubo discusiones agrias y violentas descalificaciones que se extendieron por semanas hasta que, consultando febrilmente las escrituras, dieron con el pasaje que justificaría esta nueva manera de alimentarse. Lloraron y elevaron plegarias desgarradoras al altísimo, del cual somos indignos de pronunciar su nombre. Se tatuaron con clavos la frase “tomad y comed, porque éste es mi cuerpo” y esa misma noche salieron a comulgar con la carne de dios hecha cuerpo. Se volvieron pescadores de hombres. Masticadores de aura, escribían los niños en las paredes.
Durante aquellos años de oscuridad el poder oculto de los vampiros creció sin contrapeso. Extendieron sus uñas podridas hacia las instituciones humanas y hundieron sus lenguas correosas en el alma de los que ansiaban poder. Primero aconsejaron a un minúsculo burgués atormentado por conseguir un cargo apropiado, pronto eran príncipes los que llegaban hasta las sombras para confesar en susurros sus deseos. Mataron, engañaron y amenazaron desde la oscuridad, sedujeron el corazón del que lloraba desgracia, prolongaron la vida del que no tenía más tiempo. Pronto nadie pudo resistir la tentación de unirse a sus cofradías bajo la promesa de vida eterna, lujuria y poder sin límites. Eran pocos los escogidos, los más poderosos, la red dorada que entregaba impunidad a cambio de guerras, matanzas y cárceles atestadas como mataderos. La sangre bañaba los campos de batalla regados de espadas, cañones y fusiles; la noche escondía las sombras que se arrastraban entre los cadáveres libando el vino del combate entre aullidos de placer y borrachera divina, llanto y hambre, oración y víscera. La fiesta de los mil corderos, le llamaban.
La red los protegió, bestias y humanos se confundieron en un pacto de poder donde ambos se elevaban como ácaros monstruosos alimentando la rueda de un sistema aún más monstruoso, un sacrificio del tamaño del mundo, secreto pero a la vista de todo el orbe, perfecto.
La forma en que los vampiros ejecutaban sus liturgias variaba regularmente y muchas veces un asesinato, una revuelta social o un suicidio colectivo escondían la mano de la “verdadera cristiandad”, como les gustaba llamarse.
Despreciaban a los hombres.
Cuando la impunidad de la red cubrió los ojos del último ser humano, comenzaron a raptar mujeres y a criar rebaños de niños en sus sótanos donde domingo a domingo eran consagrados, convertidos en la carne y sangre de Cristo, descuartizados y entregados a la muchedumbre.
Habrían continuado para siempre de esa manera, pero un nuevo Mar Rojo se interpuso. El hombre, el infiel, el devorador de inmundicia había conseguido invocar a un nuevo demonio que animaría sus artilugios mecánicos y sus esclavos electrónicos, un demonio lleno de vitalidad que significaría la perdición de los auténticos apóstoles de la santa cruz. La primera vez que un vampiro tocó la electricidad se desató la tragedia. Los cables tendidos por el hombre, como red innumerable aprisionando sus ciudades, parecían plenos de una fuerza agresiva y nueva, pletórica de algo muy similar a la gracia tan escasa que obtenían con tanto esfuerzo desde los corazones de los infieles. Desgraciadamente para ellos ese líquido eléctrico, que hacía vibrar de placer cada molécula de sus cuerpos, enturbió sus mentes y los perdió para siempre del camino recto de la salvación. Consiguieron mantener sus redes de influencia durante algunos cientos de años más, pero el destino estaba escrito por una mano más fuerte y poco a poco se fueron encorvando, poco a poco extraviaron la dignidad, poco a poco la niebla les cubrió el entendimiento y en sólo unas cuantas generaciones los vampiros perdieron su compostura y emergieron de la oscuridad hacia la oscuridad convertidos en parásitos resecos, fantasmas impudorosos que se arrastraban por el concreto hurgando entre la el concreto hurgando entre la hojalata, buscando con la baba urgente el punto en que las venas de la ciudad pudieran ser atacadas por su cuerpo tembloroso de abstinencia. El frenesí, el hambre, los ojos desorbitados; los dientes largos limados con rudeza, las aglomeraciones de vampiros aferrados al punto donde un cable emergía desde las construcciones eran espectáculos grotescos insoportables. Cualquiera que haya visto esos verdaderos tumores de carne removiéndose como racimos de garrapatas, apareándose con o sin sus consentimientos mientras la electricidad los quema, no puede sacarlos de sus sueños en días. El olor a pelo chamuscado, la sangre y el semen lubricando la orgía humeante son una pesadilla que todos quisiéramos olvidar. Pero los chillidos, sobre todo los chillidos.
Ahora los matan como se aplasta un ácaro de la cabeza de un niño. Todos olvidaron su extraordinario poder y la red se disolvió como la telaraña con el rocío de la mañana. Ahora barren sus cuerpos destrozados antes del amanecer junto con la basura de la jornada. Son la peor especie y ofenden la vista de la creación ¿Habremos cambiado también sin darnos cuenta.
¿Quiénes son ahora los vampiros? No son nadie. Como las hormigas. Nos deshacemos de ellos como de las aves, como de los caballos, como de nuestros hijos.
Nada queda.
No me malentiendan, no hay moraleja en mi relato, no hay bien ni mal librando una batalla por reivindicar algún portento. Ahora que el futuro es una sombra del tamaño de la vida planeando espesa sobre mi alma, escribo desprovisto de intención, escribo desnudo de sentido. Todo se lo traga el tiempo y cuando se haya ido el último de nosotros, finalmente el mundo se habrá librado del gran cuestionador, del gran productor de palabras que intentan enjaular el tiempo, la memoria y el significado, entonces todo volverá a ser vacío silencioso, perfecto y salvaje por toda la eternidad, como siempre debió haber sido.
¿Quiénes son los vampiros? No son nada, como la mano que escribe estas líneas, como los ojos que recorren la tinta que forma figuras sobre el papel.
© 2004, Jorge Baradit.
Sobre el autor: Jorge Baradit es un diseñador gráfico que sólo se dedicó a escribir historias porque no aguantaba las imágenes que tenía que cargar en la cabeza. Nacido en Valparaíso, gemelo, gallo y león por haber nacido a las 10:45 de la mañana un mes antes de la llegada del hombre a
la Luna, el año de Woodstock; atrasado para París, adelantado para Salvador, pero cerquita igual. O sea, llegó atrasado a todas las fiestas que inauguraron el período más esquizoide del siglo XX. Cyberpunk por consecuencia, vive intoxicado de rayos catódicos, ondas electromagnéticas, comida intervenida genéticamente, aire contaminado, ideas tóxicas y sexo inseguro. Sobresaturado de información, cruza la ciudad en una moto, medio mareado por las luces, leds y líneas de alta tensión como un bit atrasado esquivando apenas las neuronas grasosas del tendido urbano. Fue rebelde pero ahora está demasiado cómodo debajo de su plumón de pluma de ganso. Lo único que quiere es deshacerse de los escarabajos que le llenan la caja craneana.
HOLA COLEGA EN TU PRIMER PÁRRAFO ME DAS UNA DESCRIPCION DIRECTA DE LOS HÉROES DE LAS BATALLAS, EN UN LENGUAJE PUNTUAL Y PRECISO, AL DEFINIR LOS HEROES, Y LOS QUE NARRAN LAS HAZAÑAS HERÓICAS.
PERO SE NECESITAN MUTUAMENTE, YA QUE SI NO EXISTIERAN LOS HOMBRES QUE REGISTRAN LAS HAZAÑAS, ESTAS SE OLVIDARIAN COLEGA.
COLEGA NO DIGAS ESO, YA QUE EL HECHO DE ESTAR AQUI YA ERES TODO UN HÉROE DE LA LITERATURA, POR RELATAR ESTAS CRONICAS Y HACER LA DIFERENCIA
No he participado en ninguna batalla memorable, no he descubierto nada que alivie el cáncer que corroe a nuestra gente, no poseo ningún secreto que detenga nuestro lento, obvio y doloroso camino hacia el acantilado del olvido.
POR EL HECHO DE ESCRIBIR ESTA HISTORIA COLEGA, YA ESTÁS HACIENDO UN REGISTRO LOABLE, POR RESCATAR UNA REALIDAD, Y HACERLA NOTAR, YA QUE PERFECTAMENTE PUEDE PASAR DESAPERCIBIDA SI NO HAY UN CRONISTA QUE LA ANOTE, ARCHIVE Y RELATA, Y CONTINÚAS LA LINEALIDAD LITERARIA DE TU ESTILO AL DIFERENCIAR LOS HÉROES DE LAS HAZAÑAS, QUE SE NECESITAN MUTUAMENTE.
FUERTE LA DESCRIPCIÓN DE LOS MURCIÉLAGOS-VAMPIROS, ACERCÁNDOTE A LA LITERATURA DEL TERROR; POR LA NUTRIDA DESCRIPCIÓN QUE DAS AL LECTOR, EN UN LENGUAJE DIRECTO, FUERTE, IMPACTANTE, Y VIOLENTO.
LUEGO EN SECUENCIA LITERARIA, PARECES FINALIZAR UNA HISTORIA Y EN LIGADO Y CONTINUACIÓN DE ESTILOS; EMPIEZAS OTRA,POR LA DIRECTA Y CRUDA DESCRIPCIÓN DE LOS VAMPIROS
LA ESCENA DEL ELECTROCUTAMIENTO DEL VAMPIRO, LE DA UN CARISMA DIRECTO DE TERROR A TU RELATO COLEGA, DONDE YA HAY 2 HISTORIAS EN UNA, POR MANEJO DE CONTINUIDAD DE ESTILOS LITERARIOS, ERES UN EXIMIO MAESTRO DE LA PLUMA COLEGA, ME HAS DEJADO ASOMBRADO
LA FORMA DE LA SANTA CRUZ, ES LA MUERTE EN EL CINE DE LOS VAMPIROS, VUELCO DIRECTO DE TU OBRA COLEGA, AL INTERCALAR UN ELEMENTO PROPIO DE LA LITERATURA GÓTICA.
EL HOMBRE A VECES ES DETESTABLE COLEGA, Y TIENES RAZÓN PORQUE NO MERECEMOS QUE NOS LLAMENOS CRISTIANOS, YA QUE SIN DARCOS CUANTE Y A VECES A SABIENDAS, TENEMOS BAJEZAS HUMANAS; Y LAS ENCUBRIMOS COMO TU DICES CON INCERTIDUMBRES.
ES QUE EL MURCIÉLAGO-VAMPIRO SIGUE SU NATURALEZA ANIMAL, COLEGA, Y EL HOMBRE EN POS DE LUCRARSE BUSCA SU EXTERMINIO, YA QUE LA EXPRESIÓN DE LA NATURALEZA ANIMAL DEL MURCIÉLAGO, LE REPRESENTA UNA MOLESTIA.
A MI ENTENDER, UN VAMPIRO NO ATACARÍA A UN SER HUMANO POR ENVERGADURA, ESTO YA QUEDARÍA PARA EL PLANO DE LA FICCIÓN, COLEGA, TE CITO A LAS PELÍCULAS: «MURCIÉLAGOS 1 Y 2»
COLEGA NO SEAS TAN DURO CONTIGO MISMO, TU ARTE ES MAGISTRAL Y NO TIENE NADA DE ENGAÑO, TODO LO CONTRARIO EXIMIA MAESTRÍA EN TU PLUMA
LA DESCRIPCIÓN DEL OCASO ES POÉTICA, COLEGA, Y DEMUESTRAS UNA VEZ MÁS LA EXIMIA MAESTRÍA DE TU ARTE, EN SOLO UN PÁRRAFO, ES QUE NUNCA VAS A DEJAR DE ASOMBRARME
LA HISTORIA CLARO QUE TIENE REGISTROS DE MATANZAS INHUMANAS COLEGA, EN ESO ESTOY DE ACUERDO CONTIGO, YA SEA POR LA CONQUISTA DE IMPERIOS O POR LA BÚSQUEDA DESENFRENADA DE ORO, TE CITO COMO EJEMPLO HISTÓRICO A HERNÁN CORTES Y SU CODICIA INSACIABLE.
EL ARCA DE LA ALIANZA Y SU REGISTRO HISTÓRICO, SÍ COLEGA, ES REAL TODO LO QUE ME RELATAS, LAS PENURIAS QUE PASARON SUS VIGILANTES, Y EL PODER DE SU FE Y DEVOCIÓN EN EL ENCARGO DE SU MISIÓN.
TU DESCRIPCIÓN ES MUY NUTRIDA Y RICA COLEGA, EN LA CONTINUIDAD LITERARIA DEL DESARROLLO DE TU OBRA, YA QUE VAS CAMBIANDO LA TEMÁTICA EN LO QUE ES EL LIGAR ESTILOS LITERARIOS; YA QUE CON LA HITORIA DEL ARCA, ALUDES A UNA LITERATURA TOTALMENTE CRISTIANA, VALE DECIR TIENES VARIS RELATOS EN UNO SOLO EXTENDIDO, PERO COLEGA, ME ASOMBRA COMO LOS LIGAS EN LO QUE ES EL DESARROLLO DEL ESTILO Y VARIACIÓN LITERARIA.
HASTA QUE Un día el arca desapareció; SOLO CON ESA FRASE LE DAS UN VUELCO INESPERADO A TODA LA NARRACIÓN CRISTIANA
Y ANTE TAL FENÓMENO, CLARO QUE HAY ESPECULACIONES PERO CUANDO ALUDES A LA PÉRDIDA DEL ALMA, ES TODA UNA INTERPRETACIÓN EN UNA SOLA FRASE, ESTOY ASOMBRADO COLEGA COMO EN UNA LÍNEA VUELCAS TODA LA TRAMA QUE HAS DESARROLLADO EXTENSIVAMENTE
Y COMO CONSECUENCIA, ESTÁ LA FALTA DE FE, YA QUE EL ARCA ERA LA FE CRISTIANA QUE MANTENÍA A LOS HOMBRES Y A TODAS SUS ESPERANZAS
LA MORALEJA DE LA HISTORIA, LA FE HUMANA INTERIOR EN CADA UNO DE LOS HOMBRES, ESTOY ASOMBRADO COLEGA, POR LA GRAN ENTREGA DE SABIDURÍA QUE ME HACES EN ESTA OBRA; DIRECTAMENTE CRISTIANA.
ME RETOMAS LA IDEA DE LA HISTORIA DE LOS VAMPIROS, PERO CON OTRO ENFOQUE, LOS VAMPIROS YA ERAN SALVADORES, DESDE UN PUNTO DE VISTA CRISTIANO, PERO ANTES ERAN DETESTADOS Y EXTERMINADOS POR LOS HOMBRES.
AHORA ME HABLAS DEL PODER CRISTIANO QUE SOSTENÍA HISTÓRICAMENTE, QUE PODÍAN SALVAR SU ALMA, LOS QUE PAGABAN ESTE DERECHO.
SÍ, ME REAFIRMAS LA IDEA DE LA SALVACIÓN DEL ALMA, POR MEDIO DE UN SACRIFICIO DEL TAMAÑO DEL MUNDO
ME CITAS EL ELEMENTO DEL NUEVO DEMONIO, QUE REPRESENTA LA PERDICIÓN DE LOS AUTÉNTICOS apóstoles de la santa cruz.
POSTERIORMENTE ME HABLAS DEL LA ENTREGA DE LA HUMANIDAD ENTERA, AL MUNDO DEL PECADO, EN CONSECUENCIA DE TODO LO NARRADO ANTERIOMENTE; Y QUE LA HUMANIDAD NECESITA CON URGENCIA LA SALVACIÓN DE ESA CONDICIÓN QUE LA ESTÁ DESTRUYENDO
LOS VAMPIROS A MI ENTENDER COLEGA, REPRESENTABAN EL PECADO DE LA HUMANIDAD Y POR CONSIGUIENTE, NUNCA VA A PODER SER EXTIRPADO, CREEMOS QUE LOS ELIMINAMOS PERO SIEMPRE VAN A ESTAR PRESENTE, DE UNA FORMA METAFÓRICA Y SIMBÓLICA.
NO COLEGA NO DIGAS QUE TU OBRA NO TIENE MORALEJA NI QUE ESCRIBES SIN SENTIDO, NO POR FAVOR, ERES UN EXIMIO MAESTRO DE LA PLUMA, VARÍAS LOS ESTILOS Y UTILIZAS LENGUAJE DESCRIPTIVO Y POÉTICO SEGUN LA TEMÁTICA LITERARIA QUE ESTÁS TRATANDO, NUNCA DEJAS DE SORPRENDERME