Lola Keipja despertó de su largo sueño y se sintió sola. Vagó por la tierra que Kenós les había heredado y se dio cuenta de que no era la misma, el cielo estaba más gris, el agua más turbia y el sol más apagado. Lola Keipja lloró durante tres noches seguidas un lamento olvidado. Lola Keipja sintió rabia y rogó de pie, con las manos al cielo para que Kenós hablara con su padre Timáukel y su madre Só’onh y vengaran la desaparición de los selk’nam. Só’onh, la madre cielo, sopló con fuerzas inusitadas que derribaron a Lola Keipja. Kenós bajó, otra vez, en una cuerda que no se cortó, tomó a Lola Keipja en sus brazos y la elevó junto a él. Kenós le habló en el oído y le dijo que el pájaro de hierro intruso caería en venganza de la tierra ocupada por el extranjero. Un avión cae en medio de una cancha de fútbol. 11 muertos hay a la fecha y Só’onh sigue soplando.