Mundo Azul, Jack Vance

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Ha llegado el verano. Para aquell@s que comienzan a pensar en los libros que se van a llevar a las vacaciones, valga el comentario de Mundo Azul, de Jack Vance.

Los tópicos tratados en esta novela son clásicos en el género: una nave de refugiados llega a un planeta cubierto enteramente de agua. Si bien el motivo de la huida no se menciona, se intuye: las personas son en su mayoría delincuentes, criminales, estafadores, alcahuetes, embaucadores y un largo etcétera de oficios al margen de la ley. Con certeza, su actuar no fue tolerado dentro del marco legal del algún gobierno imperial y por ello se vieron obligados a huir (o morir, presumiblemente).

La narración se sitúa a doce generaciones a partir de los hechos anteriores. Para entonces, los doscientos refugiados han creado una sociedad de varios miles. Desarrollan su vida en la superficie del agua, en especies de islas de naturaleza herbácea que tienen sus raíces en lo profundo del océano. Estas hojas-islas forman archipiélagos en donde el transporte se realiza a través de embarcaciones ligeras y las comunicaciones a través de un alfabeto de señales semejante al morse. Los mensajes se codifican y transmiten usando banderolas (de día) y antorchas (de noche) desde altas torres que se levantan a lo largo del archiélago.

El mundo en general es completamente apacible, donde la violencia y los crímenes no existen. Una sociedad tranquila y desprovista de tecnología. Los días se suceden con agradable monotonía, siendo la única fuente de perturbación lo que ocurre en torno al “Rey Kragen”. A poco andar esto se convierte en el conflicto central (y único) de la novela. (El título original es precisamente King Kragen).

El Rey Kragen es un pez hipetrofiado que pertenece a la raza depredadora de ese mundo oceánico. En torno a este pez gigante existe una especie de culto quasi-religioso, propugnado por una de las castas de la sociedad, los Intercesores.

El conflicto se origina cuando Sklar Hast, perteneciente a la casta de los Embaucadores (casta encargada de codificar los mensajes en las torres de señales) comienza a cuestionar validez del culto al Rey Kragen, proponiendo la revolucionaria idea de eliminar ese animal que depreda los alimentos de la tribu. Estas ideas poco ortodoxas, que son adscritas por no pocos de los habitantes del archipiélago, le vale, por otro lado, la aversión y el odio de los Intercesores.

La adversión desemboca finalmente en la expulsión de los disidentes. Los Intercesores, liderados por Barquan Blasdel, decide llevar las cosas más allá, propugnando su eliminación. La “guerra” entre un bando y otro comienza.

La narración es lineal. La descripción y caracterización de personajes es bastante limitada. Esto hace que la lectura sea sencilla y liviana. No obstante esta sencillez, el texto, en mi opinión, posee su valor en la sutil crítica social que enmascara el tono cienciaficcionesco: la intolerancia religiosa hacia personas que no comparten las creencias y que es llevada a extremos violentos.

El culto al Rey Kragen tiene un equivalente directo en alguno de los cultos religiosos que posee nuestra sociedad. El comportamiento de Barquan Blasdel, principal Intercesor del culto, es un ejemplo del dogmatismo de los dirigentes religiosos, quienes se escudan en el carácter “sagrado” de su labor, para zanjar cualquier intento por debatir costumbres y creencias.

El mismo Rey Kragen, es un equivalente casi perfecto de cualquier deidad venerada: ajeno a las maquinaciones que se hacen en su nombre. Se le atribuyen pensamientos y se intenta racionalizar los motivos para sus acciones, muchas veces fuera de toda lógica, pues es simplemente un animal.

El protagonista, Sklar Hast, representa a la persona de perfil escéptico, que no acepta las creencias y costumbres que han seguido sus padres, abuelos y se rebela contra el orden “natural” de las cosas.

Forzando un poco el asunto, es posible encontrar otra analogía. La superioridad tecnológica de la sociedad que no posee tabúes religiosos que obtaculicen el avance científico, en contraste con el estancamiento de las culturas dictatoriales que controlan cada aspecto de la sociedad.

La historia sólo pretende entretener y contar una historia sencilla. No es necesario concentrarse excesivamente para entender la narración. Considerando lo anterior, Mundo Azul es una novela ideal para leer en la playa.

A propósito de lecturas playeras, recordé una novela que leí tendido al sol en la playa del Lago Llanquihue: En Cyron Vuelan, de Samuel R. Delany. Si se van de vacaciones, ambas novelas son perfectas pues entran en sintonía con el ambiente estival…

Datos bibliográficos.

Mundo Azul.
Título Original: The Blue World.
La primera edición se titulaba “King Kragen”, publicado en Fantastic Magazine.
Colección Mundos Imaginarios
(c)2000 Plaza y Janés Editores S.A.

La Séptima M, por Rodrigo Pinto

Mi tocayo ha reseñado La Séptima M en la Revista el Sábado. A continuación transcribo lo que ventiló en El Mercurio:

Aunque bien estructurada, toda la trama de la novela de Francisca Solar parece sacada del clásico sombrero de mago, con explicaciones rebuscadas y una fuerte carga de irrealidad.

Rodrigo Pinto

Tras una cuidadosa operación de marketing que comenzó en la Feria del Libro de Frankfurt, pasó por España y culminó en Santiago, llegó a las librerías La séptima M, de Francisca Solar, periodista de 23 años. La estrategia de venta subraya que escribió un «fanfiction» titulado El ocaso de los elfos, inspirado en la serie de Harry Potter. Continue reading «La Séptima M, por Rodrigo Pinto»

Alastair Reynolds


Creo que vale la pena conocer un poco de la obra de Alastair Reynolds. Este escritor galés, al parecer no muy traducido al español, se está posicionando como uno de los máximos exponentes de la “ciencia ficción donde la ciencia está bien”. Si bien no todas sus novelas y cuentos están ubicados en un mismo universo, sus obras clave hasta el momento son consistentes y permiten ir explorando la riqueza de un futuro humano lamentablemente muy, pero muy posible. Los dejo con partes de un artículo que ayuda a entender la riqueza, y oscura potencia, de la obra de este autor.

Extractos de un artículo ubicado en: http://www.espejosdelarueda.org/

EL UNIVERSO DE REVELATION SPACE

Nos encontramos ante una de las space opera de mayor calidad y mas ambiciosa de los últimos tiempos, imprescindible para todo buen lector de ciencia ficción. De momento parece que la saga se cierra con cuatro novelas, tres de ellas más directamente relacionadas (Espacio Revelación, Redemption Ark, y Absolution Gap) y Ciudad Abismo que posee una relación mas indirecta. Aun así y a pesar de la conveniencia de leer en orden las más directamente relacionadas para una mejor comprensión, cada novela mantiene una importante auto referencia que permite leerlas independientemente sin excesivos problemas.

La trama general que une los hilos de las subtramas desarrolladas en cada una de las novelas transcurren a lo largo de varias décadas, pero básicamente es un relato de la humanidad y cómo en su expansión se encuentra abocada a una situación que puede conllevar a su exterminio al enfrentarse al legado de una milenaria raza de oscuras intenciones con respecto a cualquier otra vida inteligente ajena a ella misma.

Lo primero que hemos de comentar al lector es que no se espere algo «tradicional», por un lado porque el autor tiene una peculiar y muy creativa manera de narrar, bastante atractiva y que logra que uno desee no despegarse de la silla hasta que no termine de leer los acontecimientos y, en segundo lugar, por el futuro de la expansión de la humanidad que Reynolds nos describe. No esperes encontrarte con una civilización con un alto desarrollo tecnológico que la ha elevado moralmente como raza, ni tampoco con una tecnología clara, limpia y neutra. Aquí la colonización del espacio por parte de la humanidad se ha realizado, como no podía ser menos, en medio de graves guerras y conflictos y muy pronto lo heterogéneo se ha impuesto, dando lugar a una variada y compleja gama de subculturas humanas realmente extrañas, que a pesar de ello (como la vida misma) con sus problemas y conflictos son capaces de mantener comunicación y… negocios. Y por supuesto, el desarrollo tecnológico no ha sido limpio ni neutral ni ha supuesto una elevación moral de la humanidad, esta sigue con las mismas lacras de siempre, ambición, poder, guerra, fanatismo religioso, búsqueda desaforada del placer, también como no, aspectos positivos, aunque quedan empantanados por la ambientación oscura, gótica que parece más propia de una pesadilla pseudo tecnológica.

La humanidad, en su diáspora en el vigésimo sexto siglo, por toda la galaxia se ha encontrado con muchas menos civilizaciones alienígenas de las que cabría esperar en un lugar tan rico y apropiado para la vida. Eso sí, ha encontrado varios restos arqueológicos muy inquietantes de civilizaciones extrañamente extinguidas. Las leyes de la relatividad siguen inviolables, eso quiere decir que los viajes espaciales pueden tardar muchos años entre lugares distantes lo que ha provocado esa heterogeneidad de evolución de las diferentes culturas humanas, solo la hibernación hace posible esos viajes, aunque uno puede tardar 50 años en llegar a su destino y cuando llegara allí, la situación de ese planeta o sistema podría no ser como él esperase… De hecho, así vemos que sucede en Yellowstone, uno de los planetas con mayor desarrollo tecnológico, que ha sucumbido a una extraña plaga que afecta a la tecnología provocando extrañas mutaciones.

Así pues la humanidad se ha fracturado en su diáspora, ayudada por los inevitables problemas de comunicación causados por los límites que la relatividad produce en los viajes espaciales. Tenemos por ejemplo a los demarquistas que han intentado mantener el espíritu de la humanidad, explorando en complejos experimentos políticos y sociales toda la herencia cultural que a veces han producido estallidos de gran creatividad y otras veces han llevado a auténticas catástrofes. Tienden a jugar mucho con ingeniería genética para salvaguardar (los privilegiados) una inmortalidad casi real, que de hecho puede prolongarse mas allá del cuerpo (protegido por nanomaquinas regenerativas) ya que guardan copias de si mismos en discos duros de avanzados ordenadores a la espera de nuevos cuerpos si son necesarios, aunque dependen, y mucho de los avances tecnológicos de los Ultras, una facción de la humanidad que vaga por el espacio en naves que alcanzan una velocidad similar a la de la luz y cuyos cuerpos han transformado casi en un híbrido humano-maquina, convirtiéndose en una cultura casi alienígena.

Extractos de un artículo ubicado en: http://www.espejosdelarueda.org/

OLYMPOS

Olympos
Hace un tiempo comenté en TauZero Ilión de Dan Simmons con prólogo de nuestro invitado de honor Miquel Barceló. No pude esperar a leer la continuación y encargué Olympos por Amazon. El libro tienen 891 páginas en hoja de biblia con una letra quie debe ser Times New Roman 10. Sí, cantidad no significa calidad (ahí está el Bonzai de Alejandro Zambra como ejemplo, ¿no?) pero créanme que en este caso sí que lo es.

Hoy llegué al capítulo 78, a la página 750 donde las palabras del Demogorgo son:

WORDS ARE QUICK AND WORDS ARE VAIN, THE SINGLE SURE AND FINAL ANSWER MUST BE PAIN.

No seguí leyendo. No quiero que se termine el libro…

A propósito de la brevedad de las novelas chilenas, Olympos debe equiparar en páginas a los cuatro últimos libros de Hernán Rivera Letelier, el ídolo máximo de la Séptima M.

Caja Negra

CAJA NEGRA, de Alvaro Bisama. Es un libro a la antigua, es decir, no es un producto que busca quedar bien con moros y cristianos y «abarcar un amplio segmento de consumidores». Es un libro valiente que apunta en una dirección (la del autor y no la de la editorial o la de los lectores). Es una obra moderna en el sentido en que es el espectador quien tiene que poner a jugar su cerebro y adentrarse en el bosque semántico del autor…y no al revés (ese «al revés» que en realidad se llama producto de marketing).
El libro es desquiciado y psicótico, es un manjar para lectores que gustan de los «Xtreme sports» y no de la mermelada fome de la narrativa actual (esos libros o películas que se tratan de …¡oh, maravilla!…de lo que pasa en el sutil juego de palabras que salen de un tracklist, propiedad de un joven angustiado, lánguido y afeminado…o cosas así.)
Es un «Power Book». Bizarro, creativo, snowboarder.

Acá hay un LINK

Caja Negra se degusta como buen sushi de órganos humanos traficados en el persa Bío-Bío, delicatessen para la decadencia de un Chile secreto, arribista y perverso que ya no quiere pantallas de plasma, sino sexo con fetos y canapés de cerebro.

Bisama le tiene un libro de recetas tóxicas para una mente sicoide con síndrome de abstinencia, todo lo que el Chile de hoy necesita. Comida nueva bio alterada, socio alterada, histórico alterada. Mirando hacia atrás con binoculares estrobo quebrados, deformados. Chile es tan fome que hay que reinventarlo. En eso estamos. portada Caja negra

La imagen de portada, que ha sacado aplausos, es de la enkeli.

Los Pilares del Imperio

La literatura de ciencia ficción en Chile fue sacudida, a fines del tercer trimestre de 2005, por Ygdrasil, la ópera prima de Jorge Baradit. Considerando lo pequeño de la oferta de género fantástico en Chile, resulta curioso y tal vez injusto que la obra de ciencia ficción comentada en estas líneas, aparecida casi al mismo tiempo que Ygdrasil, haya pasado casi sin levantar una mota de polvo en la prensa.

Los Pilares del Imperio, la obra de Miguel Lagos Infante, nos presenta un argumento que promete situar a nuestro país en el centro de una revolución a escala planetaria. Vamos viendo: un científico chileno, Ismael Grau, descubre un material plástico que posee casi 100 veces la conductividad eléctrica del cobre y, comparado con éste, es muchísimo más barato de producir. Las implicancias de tan prodigioso material prometen revolucionar el mercado, según lo narrado en la historia. Continue reading «Los Pilares del Imperio»

Ilión: el asedio

Supuestamente en este número de TauZero debía continuar con mi nota sobre el Punto Omega, específicamente con el segundo apartado que llevaría por título Las enseñanzas de San Teilhard, pero ocurre que para ello se me hace imprescindible disponer de mi ejemplar de El ascenso de Endimión que ingenuamente presté hace ya medio año. De acuerdo a Jorge Tellier los libros prestados no se devuelven. De lo contrario no existirían muchas bibliotecas. “Hay dos tipos de tonto”, le escuché decir alguna vez al viejo cascarrabias de Daslav Merovic, “el que presta un libro y el que lo devuelve”. De todas formas no pierdo las esperanzas y que esto sirva de presión para que el malicioso rufián que capturó cual Helena de Troya el último tomo de la tetralogía de Dan Simmons salga de su fortificada ciudadela y me restituya mi libro. Sólo entonces podré continuar con mi nota sobre el Punto Omega, saldando así mi débito con rmundaca, único a quien el Gran Espíritu de TAU habla en sueños.

Y ya que mencioné a Helena de Troya, supongo que podría aprovechar de hacer un breve comentario de Ilión, una de mis últimas lecturas a la fecha. ¿Qué puedo decir de un libro de Simmons que ya no se haya dicho? Nada supongo. ¿Cuál puede ser mi aporte? El característico sello autorreferente y digresivo que suele endilgarme el Sr. Director de este e-zine para quien yo soy un sujeto que goza del conflicto. Y como eso aparentemente es cierto según atestiguan mis más cercanos, ¿cómo no iba a disfrutar Ilión que se apropia de uno de los conflictos más célebres de la historia de la humanidad? Pero antes de perderme en las rizomáticas callejuelas de mi propia verbosidad presumida y jactanciosa, concentrémonos en el libro en sí.

Desde ya la portada nos dice todo cuanto debemos saber del libro:

Es de Dan Simmons.
Tiene a unos tipos en armadura combatiendo que parecen salidos de la película Troya.
Es la Iliada de Homero en clave de ciencia ficción. Y la Iliada, por supuesto, versa sobre la Guerra de Troya.

Todos estos son antecedentes más que tentadores para adquirir el libro, pero si nos queda alguna duda, basta leer la contratapa. Asistimos al desarrollo del asedio de Troya guiados de la mano de erudito Thomas Hockenberry. Se trata de un personaje misteriosamente revivido y presente en este Marte del futuro, cuyo Monte Olimpo se ha convertido en la morada de los posthumanos, quienes, con nombres como Zeus, Palas Atenea, Ares y otros ya conocidos, se comportan como los dioses de la saga homérica. Hockenberry tienen como misión constatar si lo que ocurre ante las murallas de Troya se ajusta precisamente a lo narrado por Homero y, desde el distanciamiento del estudioso, nos proporciona, además, una sugerente lectura comentada de la Ilíada. Una novela absorbente, fruto de la maestría de un escritor con múltiples registros y de inusitado talento. Una obra única, maravillosa e irrepetible.

Debo mencionar aquí otra obra de Simmons, se trata de Los vampiros de la mente una novela de 1214 páginas leí de un tirón allá por el verano del 2001. Escrita en 1989, su título original es Carrion Comfort y recomiendo encarecidamente su lectura. Es cierto que el título en español es pueril y nos remite a lo peor del cine clase-B, pero no permitan que eso los ahuyente de la lectura de este verdadera joya del horror que no cuenta con páginas de más ni de menos. Si menciono esta antigua novela de Simmons (que tuve la fortuna de encontrar a un precio ridículo) es porque me hubiese sentido muy defraudado de llegar a la mitad y no poder seguir la lectura, y lo que es peor, esperar a que llegara la segunda parte si es que imprimían la segunda parte. De lo contrario, obligado a comprar la versión en inglés por Amazon y comenzar a leer desde el principio ya que no es lo mismo. Me ocurrió con los Cantos de Hyperion. Tuve la suerte de encontrar Hyperion y la Caída de Hyperion al mismo tiempo. Luego pude adquirir Endimión pero El ascenso de Endimión no llegó nunca y pese a que mi hermana lo tenía en inglés me negué a leer una versión (aunque fuese la original) donde al Alcaudón le llamaban the Shriek. Pasó el tiempo y por fin y gracias a mi hermanita que viajó a España, pude tener mi copia de El ascenso de Endimión en spanish, la misma que está capturada en la fortaleza de López junto al Parque Forestal.

Lamentablemente lo que no me pasó con Vampiros de la mente, sí ocurrió con Ilión ya que lo que leí de esta obra, titulada por Ediciones B como Ilión: el asedio, es la mitad del primer libro de Simmons que comprende esta trama (el segundo es Olimpo). Miquel Barceló explica en el prologo que la extensión de la traducción (de Rafael Marín) los ha obligado a publicar Ilión en dos volúmenes al igual que se ha hecho en Italia (y posiblemente en Francia). Esa dilatada extensión y las bajas tiradas de la ciencia ficción en algunos países europeos como España explican esa mala costumbre en la que hemos incurrido la mayoría de los editores europeos de ciencia ficción en concreto, al menos en los últimos años. Debo reconocer que no me gusta tener que hacerlo, pero la realidad, y sus presiones, es la que acaba decidiendo.

Dados los antecedentes anteriores me sorprende que Ediciones B haya publicado e Los vampiros de la mente de Simmons en un tomo que dobla en páginas a Ilión y que seguro habría sido la forma que debió haber tomado la novela de haberse salido Barceló con la suya. Ahora no me queda más que esperar que llegue a nuestras librerías la segunda parte de Ilión titulada La rebelión. Pero no esperaré de brazos cruzados, no señor, sino que me sentaré a escribir una reseña en mi ordenador como dicen por allá en España. ¿Qué ya lo estoy haciendo? Ah, sí. Bueno, entonces hablemos del libro.

Tal y como dice Miquel Barceló los lectores que conocen a Simmons, recuerdan (diré con suma satisfacción) el carácter absorbente y dinámico de sus novelas, escritas con las mejores y atrayentes técnicas de los best-selleres más al uso, pero dotadas de una profundidad reflexiva y emotiva mucho mayor. Ilión no es una excepción a la regla (cómo si lo fue para mí por lo menos la lectura de El bisturí de Darwin que dejé botada a las 50 páginas) y no cabe la menor duda que Simmons es un autor en cabal domino de sus herramientas narrativas como suelen serlo los norteamericanos. Claro que esto a veces significa caer en ciertas fórmulas o gratuidades innecesarias y de escribir algo que puede terminar siendo muy predecible, pero eso sí que nunca aburrido, no señores. Nadie quiere leer libros aburridos, ¿no?

Sobre las virtudes de Dan Simmons como escritor ya me extendí lo suficiente en mi nota sobre el Punto Omega, pero ya que no pretendo que el lector de esto tenga que perder tiempo buscando y leyendo aquel artículo recurro al copy and paste: De acuerdo, Simmons es un autor exitoso tanto en ventas como en críticas y gracias a ello es que tipos como yo hemos podido leerlo. Pero finalmente no voy a recomendar su lectura por estas razones, sino por su eclecticismo; su falta de pudor a la hora de meter en la coctelera todo lo que se le vino en mente; por amalgamar con maestría géneros y subgéneros como la space-opera, el cyberpunk y la novela negra; por beber de las fuentes mitológicas y religiosas; por llevar las ideas a sus últimas consecuencias; por ser extremadamente original a la vez que sumamente conservador; por crear personajes entrañables; mundos espectaculares; sociedades increíbles…

Y en Ilión: el asedio, Simmons vuelve a meter elementos de diversa índole a la coctelera brindándonos un trago refrescante y adictivo porque seamos honestos, ¿quién sino Simmons puede poner a dos robots a discutir sobre las virtudes literarias de Marcel Proust y William Shakespeare y hacerlo de forma amena y creíble? ¿Y qué tiene eso que ver con el asedio a Ilión y los humanos de la Tierra del futuro llevando una existencia propia de los Eloi de Wells? Puesto así aparentemente nada, y avanzada la lectura del libro tampoco, pero pronto las piezas van encajando hasta que todo tiene sentido, al menos hasta donde el mutilado libro permite.

Siempre he tenido una particular cercanía con la mitología griega. Mi bisabuelo, Panayotis Amirás Stamnás, era griego y en casa de mis abuelos paternos había varios objetos griegos, principalmente esos jarrones negros con estilizadas figuras blancas. Creo que mi interés por la mitología griega se despertó con películas como Furia de titanes y las criaturas del maestro Ray Harryhousen. De ahí derivé a la lectura de dos libros que fueron clave: Los mitos de los dioses griegos y Los mitos de los héroes griegos de las chilenas María Luisa Vial Cox y Gabriela Andrade Berisso, una excelente forma de introducirse al cuerpo mitológico de la antigua Grecia pensada especialmente para el lector adolescente (cosa que yo era en aquella época). Luego leí Los mitos griegos de Robert Graves (célebre autor de Yo Claudio quien es citado por Simmons en los agradecimientos de Ilión), La Iliada y La Odisea, por supuesto, En el palacio de Cnossos de Nikos Kazantzakis, Los reyes de Cortazar, etc. ¿A qué quiero llegar con toso esto? A que si Dan Simmons hubiese tenido en mente el perfil de un “lector ideal” para su obra habría sido alguien similar a mí (aunque de seguro más simpático).

Debido al pequeño background que acabo de proporcionarles entenderán con cuanto entusiasmo y placer leí Ilión en el lapso de dos días y lo ansioso que estoy por seguir la lectura. Sobretodo al localizar numerosos puntos de coincidencia entre la obra de Simmons y la que debería ser mi primera novela en ser publicada, escrita entre el 2001 y el 2003 y revisada y corregida desde entonces. Por suerte la inscribí en el registro de propiedad intelectual durante el 2004 por lo que nadie podrá acusarme (como de seguro querría hacerlo para su propia diversión rmundaca) de “plagiar” el Ilión de Simmons, que juro solemnemente no haber leído sino hasta el presente mes de julio, 2006.

La narración ha sido articulada por Simmons en torno a tres ejes: la guerra de Troya escenificada en el planeta Marte por un lado, con los posthumanos dioses olímpicos y sus observadores escólicos; la existencia disipada y epicúrea de los escasos e ignorantes humanos que habitan la Tierra; y la expedición a Marte emprendida por los moravecs (organismos autónomos, sentientes y biomecánicos) que han evolucionado por su cuenta y han construido una civilización en los planetas exteriores del Sistema Solar. Al principio del libro cada uno de estos ejes narrativos parece correr por su cuenta, inconexos y como si de tres novelas distintas se tratase (como es el caso de Fin de las noticias del mundo de Anthony Burgess que es una biografía de Freud, una novela de ciencia ficción apocalíptica y un espectáculo musical sobre la visita en 1917 de Trotsky a Nueva York). Esto al principio me descolocó un poco mientras intentaba imaginar como se las arreglaría Simmons para hilar juntas sus tres madejas. Debo confesar que en comparación a la guerra de Troya marciana o los preparativos y desventuras de la expedición de los moravecs (alternadas por las discusiones acerca de Proust y Shakespeare sostenidas entre Orphu de Io y Mahnmut) los capítulos dedicados a los bucólicos humanos en la Tierra me parecían bastante flojos y exasperantes y Simmons debe haber estado conciente de eso por que incluye el ataque de un Alosaurio para sacudir la pereza. ¿Qué necesidad había de incluir dinosaurios en Ilión? Pues ninguna fuera que nuestra hamburguesa extra-queso con pepinillos, lechuga y tomate tenga también tocino. De cualquier forma la trama de los humanos en la Tierra mejora sustancialmente cuando parten en busca de la judía errante y terminan hallando a Odiseo en persona.

Varios elementos presentes en los Cantos de Hyperion se reiteran en Ilión, incluso algunos conceptos. Si bien los humanos no utilizan los teleyectores poseen nódulos-fax que cumplen la misma función aunque mediante un mecanismo diferente. También se menciona a los ARnistas “artistas del ARN, independientes de la recombinación, rebeldes sociales y bromistas graciosos con tanques regen-piratas y secuenciadotes”(sic) que en el universo de Hyperion son los responsables, entre otras cosas, de las patas de chivo del poeta Silenus y de las deformaciones inhumanas de los pandilleros en Lusus. La aparición de los ARnistas en Ilión es empleada por Simmons para justificar la presencia de criaturas prehistóricas como la macrauchenia y los phrorushracos. En cierto momento Odiseo pregunta que hay de comer, y como el menú consiste en la misma insípida comida de siempre decide llevar a los recién llegados a cazar Aves Terroríficas (o macrauchenia). ¿Qué necesidad había de esto fuera de crear una instancia para que Odiseo se luzca combatiendo avestruces prehistóricas? Como en el caso del Alosaurio que se come a Daeman, ninguna, y es en estos detalles que notamos las “técnicas de best-seller” a las que alude Barceló y que son nuestro placer culpable, algo que sabe muy bien Simmons.

De más está decir que Shakespeare y Proust cumplen una función similar a la de Keats en Hyperion (el Bardo incluso aparece en persona, aunque sea en un sueño), creando un puente entre la “baja” y la “alta” cultura que hace tiempo fue derribado de cualquier forma. Y tenemos nuevamente la presencia de un personaje sabio, viejo, astuto y manipulador como es el rol que cumple Silenus en la segunda parte de la tetralogía. Savi es la judía errante con algo de Silenus y una pizca de Sol Weintraub. En fin, la enumeración podría continuar pero con eso basta.

Si usted, estimado lector, no ha leído aún a Dan Simmons, pues le recomiendo que lo haga inmediatamente. No se defraudará.

©2006, Sergio Alejandro Amira.

Años luz: un faro que rompe las brumas del olvido

“No hay futuro vivo con un pasado muerto”
Carlos Fuentes, escritor Mexicano en “Geografía de la Novela”

Es un hito en la historia de la CF (ciencia ficción) chilena. Por primera vez, después de siglos de olvido, aparece en medio de las espesas brumas de nuestra amnesia un potente faro que nos devela el camino recorrido. Se trata de un libro que de pronto nos abrió los ojos ante la evidencia: la CF chilena no es una invención reciente sino que tiene una larga tradición que vale la pena conocer. Vimos entonces Continue reading «Años luz: un faro que rompe las brumas del olvido»

Bilis negra: La alegría del Alcalde

Hoy es sábado. Anoche me reuní con algunos amigos y al llegar de regreso a mi casa encendí la televisión. Luego de unos minutos, comenzó una nueva serie de animación para niños en el maravilloso horario de las 11:30 de la noche, horario imbécil para transmitir una producción infantil o la decisión genial de un Canal 13 que sabe algo que nosotros no. En fin, me encontré nuevamente frente a la maldita sensación de siempre: condescendencia. “Es buena…para ser chilena”. Esa sensación que se arrastra desde que tienes memoria. La maldición de un país nuevo y pequeño que tiene que ponerse al día con cada puto género y de las maneras más desastrosas e indignas posibles: nuestro primer misil, el RAYO, con carcasa de cholguán; nuestro primer (y único) piloto de fórmula uno, Eliseo Salazar, pasando vergüenzas cada domingo; nuestro primer satélite, el FASAT ALFA, chingado como cuete vieja; nuestra primera película de terror, ANGEL NEGRO (y la larga lista de primicias cinéfilas buscando desesperadamente agotar los géneros buscando generar alguna expectativa, hasta el puto día en que estemos estrenando “la primera película chilena de enanos pornogóticos en la Luna”); ni hablar de nuestro primer artista de Hollywood, Cristián de la Fuente. Desde siempre tengo esa sensación asquerosa saliendo desde lo más profundo de mi formación judeocristiana, que me dice “se compasivo, en Chile es difícil hacer cosas”, luchando sangrientamente contra mi Pepe Grillo sado-gore que me insulta y me cachetea diciéndome “Maldito blandengue, se objetivo… ¡la huevá ES MALA y punto!

¿Cómo solucionar este punto? ¿Piensa globalmente, pero reseña localmente?

Además de todo esto, debo decir que esta reseña está profundamente desviada y debo advertir que será más subjetiva aún de lo que cualquier otra lectura es de forma natural. Y la razón ya es inalcanzable para quienes no hayan sido uno de los cien y pico que estuvimos ese jueves de abril ahí, en la presentación oficial del cómic y frente a los autores, Fitomanga y Mario Markus.

Marcos Borcoski (Fitomanga), es un antiguo prócer del cómic chileno y quizá el primero en rescatar un género que hoy está tan enquistado en el inconsciente de los nuevos chilenos como el Playstation, Internet o los tracklist de cinco mil canciones: el manga. Desgraciadamente, al menos en términos técnicos, no parece haber otro dato trascendente que ese en su lista de virtudes. Su presentación fue titubeante, nerviosa e irrelevante para el análisis.

Distinto fue el caso de Mario Markus (ilustre visita, venida directamente desde el Instituto Max Planck, Alemania). Un verdadero tótem académico tan entusiasmado con su hijo editorial (todos encontramos bello a nuestro propio hijo) que fue incapaz de no contarnos toda la historia…si TODA, en detalle y sin contemplaciones. Aquí me detengo para explicar por qué soy incapaz de ser medianamente imparcial. Me resultó tan desagradable la actitud de Mario Markus durante su presentación, que todavía tengo un gustito raro guardado en algún lugar de mi memoria. El primer tercio fue muy didáctico y entretenido, era escuchar de primera fuente noticias acerca de la teleportación sin que el tipo estuviera vestido con traje de “la federación” y una fake “faser” colgando del cinto. Pero luego se hizo insufrible, vinieron las preguntas y afloró el “profesor” incapaz de ser amable con la audiencia que había venido a apoyarlo, incluso grosero al calificar de poco inteligente alguna pregunta y de sin importancia a otra. Lo peor vino cuando zanjó violentamente y sin posibilidad de respuesta, la incógnita más interesante de su tesis: “qué ocurre con el alma en una teleportación”. El sencillamente se negó a cualquier diálogo al respecto diciendo que de las muchas hipótesis posibles él había elegido una y punto, y que no tenía sentido discutir más porque el tema era indiscutible. Se acabó, uno de mis amigos se paró y se fue, yo me crucé de piernas y me puse a mirar las moscas. Un representante de la editorial J.C. Sáez, miraba para todos lados buscando el momento justo para darle un corte a esta larga “audiencia” que don Mario nos estaba regalando.

Pasado el mal rato regreso a mi hogar y me dispongo a leer el volumen en cuestión.

Acá quiero separar texto y dibujos en dos puntos de vista diferentes para enfrentar el análisis y esa es justamente la primera mala noticia. Es absolutamente separable el relato de las ilustraciones en si, esto en virtud de su casi absoluta disociación. Se nota demasiado que faltó un intermediario entre el cuentista y el dibujante, y el resultado final fue: dibujos con texto, mucho texto en vez de una integración entre el dibujo y lo que se quiere contar. El principio básico de cualquier traslación de la literatura a la imagen es que debes dejar de lado las frases, las voces en off y los párrafos para contar la historia básicamente con imágenes y diálogos. No es el caso de BILIS NEGRA, donde los flashbacks relatados, la voz del narrador y un fárrago de textos explicativos dan la sensación de estar leyendo un cuento ilustrado con imágenes de apoyo, retrocediendo décadas en el desarrollo de la relación entre imagen y texto.

Con respecto a la historia en sí, el primer problema es la extensión. Da la impresión que se está queriendo contar demasiado en un espacio reducido, eso también obliga al autor a agregar más textos explicativos que aclaran pero no comprometen con la historia. Aspectos que se repiten a lo largo de todo el relato; como la locura de uno de los protagonistas, por ejemplo; necesitan ser desarrollados, no sólo dichos. Eso redunda en un constante ejercicio de indolencia frente a momentos que deberían ser dramáticos y conmovedores. Es la sensación de un drama contado “por encima” y a la rápida. Nuevamente siento que no hubo mucha cabeza en el traslado de la historia a este formato en particular.

También hay problemas con los arcos argumentales. La historia alcanza su primer clímax en un momento que se percibe claramente inapropiado y culmina cuando la mano siente que restan aún hay bastantes hojas para llegar al final, creando la sensación de que debería ocurrir algo de importancia todavía, cuando sólo resta un largo epílogo que, si se piensa, son páginas que podrían haber sido utilizadas para desarrollar mejor el primer tercio, demasiado concentrado y abrupto. Hay una notoria falta de oficio para crear esa tensión que deriva en lo inevitable, ese momento en los relatos en que se comienza a acumular la tensión que desemboca en los clímax, como explosiones tan esperadas que se vuelven por ello más destructivas. En otras palabras, la historia está llena de eyaculaciones precoces antes siquiera de sacarse los pantalones.
El tema de la teleportación es interesante, pero notoriamente mal desarrollado. Su interés por la deforestación del Amazonas es enternecedor, su defensa de la medicina aborígen es rescatable; en cambio, sus cuestionamientos éticos frente al problema planteado por él mismo, son pobres, fríos e irrelevantes.

Ojalá hicieran una película, estoy seguro que andaría bien si la tomara un buen guionista y Mario Markus se hiciera a un lado para dejarle libre la pista a profesionales.

Acerca del cómic como expresión del dibujo, lo presentado es realmente penoso. Fitomanga es un pésimo dibujante. Lleva 10 años dibujando igual, sin ninguna evolución detectable. La figura humana presenta problemas serios, la perspectiva ni siquiera es un tema para él, el trabajo de plumilla es irregular y recurre al achurado cuando todo dibujante sabe que si no manejas bien ese recurso, debes abstenerte de utilizarlo. Fitomanga habla mucho acerca del Manga, pero la verdad es que su expresión gráfica está más cerca de esa modalidad neutra que utilizan los ilustradores chilenos que trabajan para la Zig-Zag, haciendo viñetas sobre la Guerra del Pacífico o folletos pedagógicos para el Estado. Una especie de estilo setentero francés recalentado. Lo único de manga es el eteeeeeerno diseño de personaje de su protagonista, un rostro que hemos visto mil veces en sus cómics y en series como Captain Tsubasa o Saint Seya, omnipresente como el rostro de Heidi. Es triste ver como, cuando se sale de ese personaje y se ve obligado a inventar otros, la irregularidad se hace presa de su pluma. Es así como tenemos 20 rostros diferentes para el segundo protagonista, Mathias, más gordo, más flaco, más redondito, o con más pómulos. Se nota que no hizo ningún modelsheet (láminas con el detalle de las proporciones y variedad de expresiones para cada personaje) porque la irregularidad es tremenda. Fito, ¡por dios, una regla de oro en el dibujo, y que el manga respeta, dice que hay un ojo de distancia entre los ojos! Aparte de todo, también decir que ningún cómic profesional del planeta es dibujado, entintado y coloreado por la misma persona. Es decir, mal dibujado, mal entintado y mal coloreado, en realidad.
Fitomanga habló mucho en la presentación acerca del aporte del manga al cómic, sin embargo casi nada de esos aportes aparece en su obra. El manga se caracteriza, entre otras cosas, por haber destruido el régimen de viñetas, haciendo del fondo de página un territorio liberado que se interpenetra con mucha soltura plástica. Imágenes del alto de una página completa conviven con viñetas apenas esbozadas, el cielo negro de una viñeta se transforma en el color de fondo donde se recorta otra viñeta blanca, etc. Nada de ello ocurre acá, donde las viñetas son bloques duros y consecutivos apenas tímidamente subvertidos, ocasionalmente, por algún pequeño desborde. Es como cine dirigido por Carlos Pinto, dónde hay dos cámaras y un eterno plano-contraplano de dos personas hablando. Le dicen “falta de recursos”.

Don Mario Markus, que es un viejito que sabrá mucho de física pero de cómic está claro que no sabe nada, de modo que hay que exculparlo de toda responsabilidad, no sabe tampoco que en Chile existe gente como Martín Cáceres o Juan Vásquez, que habrían hecho maravillas con su historia. Pero cuando se para delante de la audiencia y lanza un ingenuo “un amigo me contó que tenía otro amigo que podía dibujar mi historia”, te queda claro que no hubo ninguna búsqueda, ni concurso, ni casting, ni nada, para decidir quién iba a afrontar el desafío. Iba a ser “el amigo de un amigo”. Punto en contra para los amigos de JC Sáez Editor.

Cuando me lo entregaron para reseñarlo, lo recibí con esperanzas, pero cuando vi las primeras tres páginas me asaltó ese fantasma que tanto me persigue. “Está bien para ser chileno”, me decía el cura de pueblo que todo chileno acarrea en su interior, ese alcalde que premia los poemas de un escolar en la plaza y lo aplaude como si se tratara del nuevo Rimbaud. Desgraciadamente estamos tan cerca del resto del mundo que ese espíritu ya no es viable nunca más. El criterio es uno y punto: ¿eres tan bueno como Katsuya Terada, Fitomanga? ¿como Yoshiyuki Sadamoto? ¿como Masakazu Katsura?…¿al menos como la Vicky y la Pepi del gran grupo chileno ACUARELA?… la verdad es que ni cerca.

¿Que hay de bueno en BILIS NEGRA? La historia que contó Mario Markus ese día en el auditorio del Goethe y que ojalá algún día sea tomada por personas expertas que sepan sacarle el provecho que se merece.

¿Qué hay de bueno en este lanzamiento editorial? Sólo el hecho que se haya realizado. Sólo el enorme hecho que JC Sáez Editor se haya atrevido. Mejor ojo la próxima vez.

Jorge Baradit
©2006