Philip Dick y La Guerra

Por Pablo Castro Hermosilla

Introducción

Aunque la guerra es un tema muy presente dentro de la ciencia ficción, curiosamente no se la ha estudiado ni analizado en forma debida. Resulta extraño, pues gran parte de las obras que consideramos clásicas dentro del género fueron escritas en medio de una escena mundial repleta de situaciones de conflicto bélico. La misma ciencia ficción más contemporánea comienza a fines de la Segunda Guerra Mundial y le toca convivir de sobremanera con la llamada Guerra Fría. Por otra parte, la gran cantidad de autores que popularizaron la ciencia ficción representan al país que más ha luchado por desarrollar una hegemonía militar en todos los frentes. Sin embargo hoy en día no sólo es EE.UU. el país que más invierte en tecnología militar. Lo es también Inglaterra y en general todas las potencias desarrolladas. El estudio de la guerra en las obras de ciencia ficción ha sido más bien de tipo referencial, pero nunca se ha tratado de descubrir si existe una relación inmanente entre la guerra y la ficción especulativa. Las obras de ciencia ficción de los últimos cincuenta años reflejan bien el mundo belicista de ayer y hoy, aunque sólo reflejan la existencia y el peligro de la guerra en contra del hombre y la sociedad. Salvo quizás Robert Heinlein, no existen otros autores que hayan intentado hablar de la guerra en sus obras que no sea sólo para rechazarla o criticarla.
La guerra no es tema fácil y casi siempre genera muchos anticuerpos. Pero esto no quiere decir que al hablar de la guerra en una obra se esté abogando por ella, aunque debo decir que no es tampoco una actitud equivocada o perniciosa. Sabemos todavía muy poco de la guerra y me parece interesante que existan autores que intenten explicarla o incluso justificarla, salvo que exponga argumentos sólidos y no simples discursos. Lo peor que se puede hacer es cerrar los ojos frente a la guerra y negarla sólo porque sí. Para entenderla y dominarla es necesario enfrentar todos sus aspectos, desde todos los ángulos posibles de análisis. Este artículo intenta explicar el significado de la guerra en uno de los autores más emblemáticos de la ciencia ficción de los últimos años. La elección de Philip K. Dick no es al azar: en él la guerra está presente de sobremanera, pero también entre sus estudiosos se ha desarrollado una imagen antibelicista del autor. ¿Es esta imagen coherente con lo descrito en sus obras? ¿Qué papel juega la guerra en Dick y porqué el autor desarrolló muchas de sus tramas en escenarios bélicos?

Dick y la guerra

En su introducción al primer tomo de los cuentos completos de Philip K. Dick, Steven Godersky habla sobre la fascinación y terror que despertaba la guerra en Dick, como uno de los puntales no reconocidos de su obra. Esta visión de Godersky es tremendamente certera y tal vez una de las más lúcidas respecto a la obra del escritor norteamericano. Curiosamente pocos han recogido el guante. En los últimos años la tendencia ha sido destacar a Dick sólo por su cuestionamiento permanente de la realidad, como si fuese lo único destacable en él. Se trata de otro cliché: Los cientos de artículos que hablan de esta característica de Dick sólo reflejan la obsesión del autor, pero no explican su motivación última de tal cuestionamiento. En ese sentido Godersky tampoco logra en su introducción develarnos el por qué de la fascinación por la guerra que sentía Dick. Explica sí en parte su temor. Dice: Tal vez Dick, que inició su carrera de escritor en Berkeley, California, absorbió la sensibilidad de una ciudad que había contraído un firme compromiso liberal. Tal vez Joe McCarthy y la guerra de Corea sensibilizaron la imaginación de un autor principiante. Conocemos muy poco sobre sus años juveniles durante la segunda guerra mundial, pero no es posible identificar un temprano y consistente recelo hacia la mentalidad militar, el temor causado por lo que había visto de la maquinaria bélica de ambos bandos… Esta apreciación es correcta, pero es necesario explicarla. En principio, digamos que el liberalismo de Dick no fue consecuencia de su estadía en Berkeley, si no de su propia personalidad. En varias oportunidades tuvo discusiones con compañeros de universidad que no le perdonaban ciertas actitudes de Dick consideradas como reaccionarias. Aquí vemos un primer signo de lo que sería más tarde la personalidad del escritor norteamericano: una constante confusión de tipo existencial, basada en el principio instintivo de que todo lo que existe alrededor es una farsa o mejor dicho una trampa ilusoria. De ahí que Dick sintiera una motivación casi instintiva en su búsqueda por cuestionar la realidad adyacente. Fue el producto de su propio carácter no conciliador con posiciones dogmáticas y preestablecidas, sean liberales o conservadoras. Por eso es que es inútil seguir calificando a Dick de liberal o anti-reaccionario. Su espíritu no calzaba con ninguna de esas apreciaciones. De ahí su crisis metafísica en sus años posteriores. Ciertamente, como dice Godersky, las guerras sensibilizaron a Dick. Pero como bien dice, el recelo del escritor fue más que nada contra la mentalidad militar y la maquinaria bélica. La guerra es otra cosa, por más que aquellos elementos estén demasiado relacionados. Hacemos aquí una división fundamental para entender la fascinación de la guerra para Dick. Guerra no es sólo servicio militar, armas, sistemas de combate, o uniformes. Esos pueden ser condimentos, pero no la guerra en sí misma.

El porqué de la guerra

No existe en el área de las ciencias sociales un fenómeno más controvertido y difícil que la guerra. Desde las obras de Tucídides hasta Toffler, la guerra ha despertado una fascinación sólo comparable a las religiones. La razón es muy simple: la guerra acompaña al hombre desde sus inicios y sigue siendo un elemento fundamental de su sociedad. Lo que llama la atención es que por más que las guerras sean sinónimo de muerte y destrucción (material y simbólico) el hombre sigue empeñado en librarlas. ¿Cuál es entonces la motivación última que generan las guerras? Se han esgrimido causas de todo tipo (desde la economía al psicoanálisis), y cada una puede resultar certera en su momento, pero aún así, no se ha logrado un consenso teórico para explicar este fenómeno. En un relato de Dick llamado La Calavera (1952), se muestra a una civilización cuyos dirigentes aprueban la guerra como una forma de selección social, donde sobreviven los mejores y más aptos.

Ahora bien, guerra (vista en forma tan despectiva) no es sinónimo de reclutas o militares, a pesar de que estos son preparados durante toda su vida para enfrentar con éxito una guerra. Esto sucede una vez en sus vidas o a veces nunca, por ende el militar no puede emularse con las guerras. Su existencia no siempre las ha desencadenado. En realidad los militares existen justamente para que las guerras sean desarrolladas de una forma profesional y ordenada, lo que por supuesto no ha sido siempre así. Las guerras se han hecho más destructivas, pero también más cortas si las comparamos con las campañas de la antigüedad o de siglos recientes.

Cuando Godersky nos habla del recelo de Dick a la mentalidad militar, ¿a qué se refiere exactamente? Si apelamos a lo obvio, se refiere a la visión convencional de que los militares son seres distintos a los civiles, inmersos en una cultura, formación y valores distintos a los nuestros y cuya vertiente más despreciable es su visión estrecha y chata de cómo deben hacerse las cosas, sobre todo cuando hay una guerra de por medio. Hablamos de la caricatura del militar, del ser disciplinado, solapado y aferrado a pensamientos incomprensibles e inaceptables para la sociedad civil. Sin embargo, esta caricatura es a veces bastante errónea. Flota sí en las mentes de muchos. En países como el nuestro se une a tristes episodios de tortura y desapariciones. Sin embargo, esa mala imagen viene incluso desde antes y responde a la necesidad de ciertos círculos culturales y sociales de desprecio del militar como el enemigo a vencer, sinónimo de reaccionario y conservador.

Esta situación no debe de haber sido muy distinta en los Estados Unidos que se involucraron en la SGM, en Corea o en Vietnam. Dick fue testigo de esos conflictos y pudo percibir la mentalidad militar inserta en ellos. ¿Pero hablamos de la mentalidad militar del soldado común o del general que dirige la guerra a distancia y que calienta el asiento en el Pentágono y que va al Congreso a lidiar con los senadores para obtener mayores fondos militares? Vietnam, por ejemplo, fue una guerra librada en su mayoría por conscriptos, es decir, por hombres con una muy básica preparación militar. La gran mayoría de la tropa no estaba constituida por soldados profesionales, esto es, por hombres de armas que eligen la carrera militar, que aceptan y hacen suyos tradiciones, códigos y en especial, un modo de vida. Pero también los hace compartir con los suyos una cultura muy especial, en la cual son parte de un cuerpo o institución que tiene memoria viva como así también valores especiales. En realidad, cualquiera que pertenezca a una organización en particular absorberá características especiales, que los diferencian del resto de los mortales. Sin embargo hay una diferencia abismante entre, por ejemplo, los boy-scouts y los militares. Y ésta es dada porque los últimos son entrenados toda su vida para enfrentar la guerra. Siendo la guerra un fenómeno tan complejo, es obvio que los militares tendrán diferencias con los civiles, pero ¿qué pasa cuando los civiles se convierten en soldados de un día para otro, cuando son lanzados a una guerra sin estar preparados?

La SGM fue el conflicto en el cual millones de civiles tuvieron que ponerse el uniforme y salir a combatir. Se hicieron soldados en el campo de batalla, no en entrenamientos. La división SS Hitlerjugend, por ejemplo, estuvo compuesta por muchachos de no más de 19 años. Estos jóvenes fueron capaces de detener a las fuerzas anglo-canadienses en Caen por casi un mes. Su valor y entrega fueron extraordinarios. Y así en ambos bandos hasta el fin de la guerra. Los civiles demostraron en el campo de batalla que su espíritu de lucha era comparable al de un militar de carrera. Sin embargo, las batallas fueron dirigidas por hombres adiestrados para el combate, por profesionales. Entenderemos entonces que si bien la guerra es un fenómeno que afecta a todos los seres humanos, el militar está algo más familiarizado con sus características. Pero la diferencia fundamental entre el militar y el civil se construye precisamente cuando no hay guerra, o bien cuando parece no haberla.

La guerra que no fue

El advenimiento de la llamada Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS manejaría los hilos del mundo por casi 50 años. Las armas nucleares evitaban un enfrentamiento directo. Las guerras serían ahora limitadas en ciertas regiones del mundo, donde ambas potencias velaban por sus intereses, apoyando a uno u otro bando.
Dick fue un observador de este momento especial y extraño de la historia en la cual existía una guerra indirecta que desangraba a terceros y en la cual se luchaba por ideales que terminaban siendo tan contradictorios como ajenos. Sin duda que la Guerra Fría, como momento social y político influyó a Dick para tratar el tema de la guerra en sus primeras narraciones. El tema nuclear, por ejemplo, tan presente en la ciencia ficción de esos años, tuvo en Foster estás muerto (1955) una desgarrante llamada de atención sobre la inutilidad del esfuerzo militar para enfrentar una amenaza apocalíptica. En este cuento ya Dick cuestionaba la guerra convertida en negocio, donde los búnkers se venden como electrodomésticos y versiones mejoradas inundan el mercado, mientras un niño abrumado por el advenimiento de un apocalipsis nuclear deambula por las calles sucumbiendo emocionalmente.

La crítica de este notable relato se entiende a la luz de lo acontecido en EE.UU. durante la década del cincuenta, donde la propaganda política minimizaba los efectos de una guerra nuclear. Pero Dick va más allá: nos previene del peligro de vivir en una sociedad en la cual la guerra es sólo una parte de un sistema económico, tan brutal como injusto. Esto se puede desprender del Hombre Variable (1953), un relato largo donde la humanidad ha pasado por varias guerras nucleares pero se ha organizado para estar constantemente preparándose para una nueva guerra (esta vez de tipo interestelar.) Es el esfuerzo social y económico por la guerra que viene, la que define la estructura de la sociedad. Dick apostaba ya por un mundo sin paz o lo que es peor, por un mundo donde la paz no existe como ideal o propósito. La crítica entonces no es la guerra en particular como fenómeno ineludible, sino a la sociedad que se organiza para una guerra que no tiene por qué necesariamente venir. ¿Es la guerra entonces una consecuencia directa de una preparación para realizarla? En el Hombre Variable, los dirigentes de esa sociedad no libran una guerra hasta el momento en que las computadoras le entregan resultados estadísticos que aseguran el triunfo, en una relación de variables que está constantemente cambiando. Vemos en ese relato una gran lucha política por decidir el momento para una guerra. Pero esta decisión es compleja. La razón es la permanente confusión a decidir si las estadísticas son objetivas o dependen de las acciones de los hombres que preparan la guerra: un verdadero círculo cerrado. Pero si lo analizamos no es muy distinto a lo que sucede hoy.

Este asunto del esfuerzo de la guerra, que podríamos analogar como “carrera armamentista” es decidor al ver que gran parte de la obra de Dick se escribió bajo ese particular estado de cosas. La Guerra Fría comenzó como una carrera entre dos bloques para ver quién podía obtener un poder militar capaz de intimidar y presionar al otro. En una importante novela llamada Tiempo desarticulado (1959), Dick alude al problema del complejo militar-industrial en Estados unidos. El término “complejo militar-industrial” fue acuñado por un discurso de Eisenhawer, y creció como una especie de teoría para explicar la necesidad de las guerra en nuestra época más actual. Esta teoría es atractiva e interesante y diría que en gran medida, certera. Sin embargo no explica aún muchas facetas de la guerra, pero alude a un problema más inquietante: la posibilidad de que las guerras sean el resultado no de causas sociales ni causas inciertas, sino de un plan hecho con anterioridad, es decir, la teoría de la conspiración, de la cual Dick también alude en varios libros. Esto explica el interés de Dick por la guerra moderna y futura: por un lado, la denuncia de un sistema que planea guerras para fines oscuros; y por otro lado, como metáfora de un mundo controlado desde el principio de los tiempos.
Hay ahí una crítica ya no a la guerra en sí misma, sino a la guerra como un instrumento. Para Dick una guerra de ese tipo sólo trae beneficios para unos pocos, en medio del sufrimiento de muchos. Y por otra parte, una guerra como instrumento avanzado de control trae consecuencias para los sobrevivientes de tal guerra. Si esta guerra es instrumento de control o si bien es efectuada por sofisticados robots que han sido programados para librar tal guerra, ¿quién garantiza que esos sistemas no continúen funcionando después?

La Post-guerra

Los relatos de Dick que se sitúan en escenarios de post-guerra tiene un común denominador: muestran cómo sistemas automáticos de defensa han despersonalizado la guerra, librándola bajo consideraciones que nada tiene que ver con, por ejemplo. Un auténtico y legítimo derecho a defensa. En El Gran C (1953). Dick nos muestra a una supercomputadora que ha sobrevivido a una guerra nuclear, guerra que por lo demás no tiene sentido al colocar como fin último la aniquilación total. En medio de ese escenario, la supercomputadora sólo lucha por su existencia, alimentándose de los sobrevivientes, quienes se mueven por la Tierra como los antiguos pueblos aborígenes. El mensaje es claro: en un mundo que crea máquinas para librar guerras sin sentido, la sociedad es finalmente aniquilada. En principio no es sólo la guerra el problema en sí: son las motivaciones y los objetivos que convierten la guerra en un ejercicio autodestructivo y sin sentido. En otro relato titulado El Cañón (1952), un grupo de humanos vuelven a la Tierra y se encuentran con toda la civilización acabada. Un cañón automático abre fuego contra lo que ve y la única forma de destruirlo es acercarse por tierra y anularlo. Los humanos lo hacen, pero al emprender vuelo unos sistemas reconstructores arman otro cañón. La moraleja parece obvia: las máquinas terminan por rebelarse contra quienes las construyeron. Pero en realidad Dick nos está diciendo que estas máquinas de guerra no se detendrán cuando termine la guerra. Vemos aquí un ejemplo de la deshumanización de los conflictos, entendiendo la deshumanización no como actos de crueldad o destrucción, sino corno el reemplazo del hombre en la conducción y control de la guerra por sistemas que luchan de forma automática, sin consideraciones morales o sociales. En otras palabras, una guerra sin objetivo y en la cual no existen motivos moralmente justificados para la lucha.

Aún así, Dick se da el tiempo de ofrecer otras variaciones: la posibilidad de que las máquinas se liberen de la programación humana y reconstruyan el mundo, tal como sucede en Los Defensores (1953). Aquí las máquinas mantienen una guerra ilusoria, mientras se dedican a limpiar y diseñar un mundo mejor. Es una visión insólita por la confianza que pone Dick en los sistemas autónomos. Pero estos sistemas están en el fondo luchando contra la propia sociedad humana que sigue estructurándose en función de una guerra que creen que aún continúa. Sean máquinas o humanos. Dick critica la conformación de una sociedad basada en dichos preceptos. Como dice Godersky: La victoria a cualquier precio en pro de la Democracia, la Libertad y la Bandera devienen aforismos carentes de sustancia cuando el precio de la victoria es la sumisión totalitaria a una burocracia militar despiadada: Phil temía que ése fuera el futuro que nos aguardara.

Podríamos decirlo de otra forma: la lucha por la Democracia y la Libertad es sospechosa cuando, nuevamente, se transforman en instrumentos de control. Pero creo que Dick iba más allá de lo que señala Godersky en cuanto a sus temores. No era sólo la posibilidad de una burocracia militar despiadada, sino la posibilidad de un sistema social y económico que libra guerras sin sentido, porque responden al interés de unos pocos, que en Dick me parecen son los intereses de los grandes conglomerados capitalistas o en otras palabras, a los intereses generados por la fuerza del dinero y la usura. Dick no fue un defensor de los sistemas de tipo marxista, sino que defendió un sistema donde la libertad económica garantizara la existencia de pequeños artesanos y empresarios en pos de la creación de productos para garantizar el bien común. Y en ese plano la existencia de una poderosa industria de defensa sólo crearía problemas y escenarios para alentar la existencia de conflictos y guerras.

La guerra del mañana

Si el esfuerzo de la guerra y la guerra misma carecían de sentido en los años en que Dick escribía sus obras, era imposible vislumbrar para el futuro un cambio sustancial a este estado de cosas. Los grandes poderes manejarían los hilos para destruir el esfuerzo del hombre en una guerra permanente sin victoria y sin derrota, sin gloria, sólo olvido. Veterano de guerra (1955) muestra el desprecio de los civiles por el soldado valiente que vive en un mundo que ya no valora a quienes dan su vida en el combate, a la posibilidad de los héroes. La guerra del mañana sería sólo una actividad de tipo empresarial, una especie de emulación falsa y vacía de las guerras pasadas, manejadas por burócratas o entes autoritarios. Esta es una visión común en otros escritores de ciencia ficción. La diferencia en Dick, es que en sus relatos, como el recién nombrado, podemos encontrar pequeños ejemplos en los cuales el autor admira, respeta y valora a los verdaderos combatientes, el verdadero sentido del combate, que no son otros que aquellos que por valentía o decisión dan su vida o parte de ella. Una anécdota fundamental de sus años en Berkeley, contada en el libro de Capanna, muestra a varios amigo de Dick denostándolo por tener un póster donde se mostraba a civiles alemanes luchando contra un tanque soviético. En otra ocasión se le ve abandonando un cine donde muestran a un japonés devorado por las llamas, mientras el público aplaude. Dick no detestaba precisamente la guerra. Lo que detestaba era la estupidez, el odio, la entropía, la maldad que emergía de los hombres cuando libraban la guerra de una forma carente de sentido y de necesidad. No podemos dejar de lado la relación entre hombres y máquinas, tan presente en toda la obra de Dick. Si relatos como El Cañón o Los Defensores muestran el papel de las máquinas en escenarios futuristas, otros cuentos exponen bajo esa ambientación la clásica pregunta dickiana sobre qué significa ser humano. La Segunda Variedad (1953), cuento que dio pie a la película Screamers, muestra cómo sofisticados sistemas de armas pueden copiar la identidad humana con el fin de derrotar la capacidad combativa de los hombres (en ese sentido, Terminator es también por esencia un fume típicamente dickiano). En La Segunda Variedad las máquinas son capaces de evolucionar y de decidir por sí mismas a sus enemigos, en este caso los humanos. Pero en este caso, y a diferencia de cualquier película, Dick comprende que si la guerra tiene su propia lógica no puede ser distinta también para las máquinas. Estas se vuelven humanas precisamente cuando al final del relato el protagonista advierte que están ya luchando entre sí. Dick reconoce en este cuento la permanencia de la guerra en este mundo, pero fundamentalmente la existencia de la guerra como una actividad humana, en la cual hombres y máquinas son sólo instrumentos. ¿Pero qué fascinaba entonces a Dick?

A mi juicio, la influencia de la guerra en el hombre y su relación indivisible con el pasado y con el futuro. Por ejemplo, desde el punto de vista estético las armas tienen un perfil futurista y su diseño está amarrado a tecnologías del mañana. Pero también subyace siempre en el inconsciente de la gente la posibilidad del estallido futuro de una guerra, como pasa con los terremotos o huracanes, pues siempre nos han acompañado. La guerra también, y no es raro que Dick eligiera escenarios o situaciones de guerra para retratar de forma más certera e ilustrativa cómo sería el futuro de nuestra sociedad. Dime qué guerra y te diré qué sociedad eres. A diferencia de otros escritores, Dick no muestra la guerra como un hecho meramente simbólico, sino que por el contrario se preocupa de mostrar con inusitado interés el diseño y funcionamiento de naves, soldados, armas, adelantándose a muchos escritores en la actualidad, cuando hablan de M-16 o Kalashnikovs. En La Calavera, Dick llama SLEM a un fusil especial, y no por simple creatividad, sino para caracterizar de forma más certera el futuro. Pero por cierto que hay también una fascinación cultural por éstos detalles, por darle a los elementos de la guerra una sustancia más reveladora y por ende más cercana. A primera vista parece contradictorio, pero a mi juicio no es más que una genuina preocupación por Dick para darle a la guerra en su totalidad un lugar de primera importancia, para observaría y entenderla a cabalidad en todo su funcionamiento y no despreciarla porque sí. Pero también una certera visión de cómo la guerra en sus detalles estéticos y de funcionamiento seria abordada por una cultura popular cada vez más amplia y adherida a todo.

El complejo militar-industrial, que hoy identificamos como la industria de defensa se ha diversificado de tal forma que no existe ciencia o tecnología que no pueda ser usada o aplicada en ese campo. Su fin es diseñar y construir sistemas de defensa para los servicios armados dependiendo de las nuevas tácticas de combate que ellos desarrollan. Si lo analizamos, es tema muy relacionado con la ciencia ficción. Hoy en día esta relación surge casi de forma natural. Los videos juegos y su relación con los sistemas de armas es el ejemplo más patente de esto último.

Sin embargo, la idea de la guerra que vendrá no es tratada por Dick como un ejercicio de especulación social o científica. También hay un interés en la idea de que una guerra siempre está por venir, de que es un fenómeno social ineludible e inquietante, que está presente en el inconsciente colectivo de las personas. En un excelente relato llamado Desayuno en el crepúsculo (1954) Dick sintetiza mucho de esto y de lo que ya hemos expuesto con anterioridad. El relato trata de una familia típica norteamericana que se prepara para enfrentar un nuevo día. Súbitamente su casa es transportada siete años en el futuro. Una patrulla militar entra violentamente en el hogar y el resultado es un diálogo tenso y dramático entre dos mundos completamente diferentes: los soldados están en plena guerra y su mundo se haya organizado de forma fría y proletariada para aguantar ataques de los soviéticos. La familia descubre que está en el futuro y el lector puede observar de forma impactante los contrates de ambas realidades. Mientras los soldados muestran los efectos terribles de la guerra, tanto en indumentaria como en su lenguaje, la familia parece una flor a punto de marchitarse. Al final la familia logra retornar al pasado, pero en sus espaldas cargan con el estigma de saber que la guerra estallará pronto.

Hasta ahí, Dick juega brillantemente con los detalles y con el desmoronamiento de la realidad. Pero no se queda ahí: cuando la familia vuelve se encuentra con los vecinos que de forma instintiva sienten que estas personas han visto algo terrible que llegará muy pronto. Es un efecto psicológico extraordinario, donde Dick nos muestra a una sociedad norteamericana temerosa aún en su poderío. Pareciera que Dick hubiese adivinado el advenimiento de la guerra de Vietnam, que destruiría toda esa paz e inocencia que se muestra en los integrantes de la familia cuando comienza el cuento.

Si la ciencia ficción de esos años era en gran parte sobre el futuro, hay que decir que Dick veía tal futuro como un escenario permanente de guerras, en todos los niveles.

La verdadera guerra

En palabras de Godersky, para Dick la única contienda aceptable era contra el mal, que reconocía como “las fuerzas de la disolución”. Este es un punto interesarle si tomamos en cuenta la visión metafísica de Dick presente de forma explícita en obras como Valis (1981) o la Invasión Divina (1981) Esta lucha no se libraría con el poder de las armas en un ambiente externo, sino en un plano interno del ser humano, en una búsqueda incesante por encontrar una verdad o un mundo que no estuviera dominado por fuerzas oscuras. Aunque no creo que Dick haya logrado desarrollar una cosmogonía coherente en función de estos preceptos, sí creo que de forma instintiva pudo llegar a un punto en el cual tuvo claro que el mundo real funciona más bien como una trampa que intenta disolver o destruir al ser humano. Vemos acá una reedición de la lucha entre el bien y el mal, que siempre estuvo en su obra. Basta recordar su cuento El Ahorcado (1953) o Estabilidad (1947). Donde el mal espera su oportunidad para penetrar en este mundo. Me parece sin embargo que en sus relatos posteriores ya Dick tenía claro que estas fuerzas de) mal se habían infiltrado en este mundo hacía muchos años.
La idea de un combate entre el bien y el mal es importante en Dick porque rescata la idea de que la lucha es necesaria e importante, por la sencilla razón de que es eterna. En ese sentido las palabras de Godersky me parecen certeras y explican en gran medida la fisonomía de la obra y de la vida de Dick en sus últimos años. Sin embargo no creo que Dick haya sido un antimilitarista, tal cual como este concepto se popularizó en la década de los sesenta. Un antimilitarista no sólo está en contra de la guerra, sino también en contra de los mismos militares, que por lo demás son seres humanos. Curiosamente, la palabra militar tiene más relación con creencias y mitos de la antigüedad: Militar viene de milicia, que a su vez viene de mile, el soldado, y corresponde a un grado de la religión esotérica de Mithra.

Pero Dick, insistimos, no cayó en posiciones rígidas como el antimilitarismo, sino que escribió y analizó el fenómeno de la guerra desde una perspectiva más profunda, como los efectos de la guerra en la alteración de las relaciones humanas y en la exigencia que hace de las personas para ir hasta las últimas consecuencias. En otros relatos podemos ver el interés de Dick en los efectos psicológicos profundos que acarrea la guerra, como en ese hermoso relato llamado El Constructor (1954), en la cual un veterano de guerra se siente incapaz de seguir relacionándose con la sociedad humana y decide construir un barco en su casa.

Una pregunta queda sin respuesta en Dick: la razón última de por qué el hombre sigue librando guerras, si éstas dejan una amarga estela de horrores y tragedias. ¿Son las guerras el producto de una sociedad cruel e imperfecta? ¿Es imposible vivir sin ellas? ¿Son los horrores que vemos por televisión la consecuencia directa de una sociedad que se ha edificado sin sentido? ¿O bien esos horrores son parte de un plan misterioso y diabólico programado desde el comienzo de los tiempos para destruir al hombre? “Puede que la guerra no te interese, pero tú le interesas a la guerra”, decía Trotsky. ¿Qué habrá querido decir? ¿Que la guerra tiene conciencia de sí misma y establece los designios del hombre? Es un tema no resuelto. Pero aún así Dick fue un escritor visionario sobre la influencia de la guerra en nuestro mundo y sorprende la cantidad de relatos y obras que se sitúan o se relacionan con este particular fenómeno. Creo que a medida que pasen los años encontraremos más aspectos de la guerra en nuestra sociedad que ya estaban descritos en el mundo dickiano. Otra razón para seguir disfrutando de sus notables obras.

por Pablo Castro Hermosilla

El último hijo de Kryptón

por Sergio Alejandro Amira

¿Quién no conoce a Superman? Bueno, deben existir una o dos personas pero podríamos asegurar que Sups es, no sólo el superhéroe más popular, sino uno de los tres personajes de ficción más conocidos en el mundo entero (los otros dos son Mickey Mouse y Sherlock Holmes, según me informan).

La primera película que vi, a la edad de 5 o 6 años, fue justamente la de Superman y fue a través de este medio y no el de los cómics que mi generación supo de la existencia de este personaje. Recuerdo que sólo tras el estreno de la segunda película de Superman comencé a leer sus cómics, ¿antes de eso no llegaban a Chile? Es muy probable.

Superman II fue mejor aún que la primera ya que incluía al General Zod y sus secuaces. Ningún superhéroe está realmente completo sin un supervillano y Lex Luthor por más brillante que fuese no calificaba en esta categoría. El superhéroe es un personaje de acción y lo suyo siempre serán las peleas cuerpo a cuerpo como fue magistralmente escenificado cuando Superman y sus enemigos destrozaban Metropolis arrojándose contra los edificios y lanzándose buses por la cabeza.

Como ya he apuntado en el texto Andrade contra los superhéroes (Calabozo del Androide #4), el superhéroe cómo lo conocemos es un invento de los norteamericanos. Pero en un nivel más profundo, no es otra cosa sino una reactualización de los mitos y los grandes héroes que han existido desde siempre. Dentro de los mitos estructurados en torno a Superman, por ejemplo tenemos el del paraíso perdido, el destierro del héroe y la supervivencia tras el cataclismo. La cámara matriz o cápsula en la que Superman viaja por el espacio hasta estrellarse en la Tierra no es otra cosa sino la frágil canasta de Moisés, siendo el abandono de un niño por otro lado, un cliché mítico que anticipa la relevancia que este ha de adquirir y que es tema reincidente en varios de los relatos sobre personajes célebres como Ciro, Dioniso, Edipo, Perseo, Rómulo y Remo, el mismo Moisés, y hasta Gokú de Dragonball Z.
Estas coincidencias no son para nada sorprendentes. En su libro The Hero With a Thousand Faces (1949), Joseph Campbell propone la existencia de un círculo compuesto por una serie de eventos que reunidos forman la base de todas las estructuras mitológicas: el patrón monomítico. Superman (y todos los superhéroes que le siguieron) se inserta dentro de este patrón y en ese sentido su existencia es mucho más profunda que la de un simple divertimento para adolescentes inmaduros.

No soy un fan de Superman y fuera de las dos primeras películas no me volvió a interesar si no hasta su “muerte” a manos de Doomsday. La saga El reino de los supermanes (distribuida por editorial Vid en Chile en 1995) me atrapó por completo pero tras el regreso del Superman real perdí todo interés y volví a invertir mi dinero en cómics de los X-Men. Pese a no ser uno de sus fans más acérrimos, respeto a Superman (“el que fue primero” como le llaman en ese notable cómic de Spawn a cargo de Dave Sim) y creo que merece que se le dediquen unas líneas en TauZero. Si ustedes comparten esta idea, les invito a que sigan leyendo.

El origen de Superman

Jerome “Jerry” Siegel, nació en Cleveland, Ohio, el 17 de octubre de 1914 y era un ávido lector de ciencia ficción, a los 17 años conoció al dibujante canadiense Joe Shuster, nacido en Toronto, el 10 de julio 10 de 1914. A principios de 1932, la recien formada dupla creativa publica una revista mimeografiada de ciencia ficciónbajo el titulo de “Science Fiction”, que contó con seis números. En la tercera entrega de su revista Siegel y Shuster plasman la historia seminal que dará origen a Superman y al género de superhéroes, esta historia se tituló Reign of the Superman y narraba las fechorías de un villano superpoderoso proveniente del espacio exterior.

Durante los años siguientes Siegel y Shuster continúan colaborando y su objetivo es lograr vender un cómic strip similar a Buck Rogers a los periódicos. Durante este tiempo el concepto original de Superman evolucionó de un genio malvado a un héroe con superpoderes. Tanto Siegel como Shuster eran ávidos lectores de los pulps de su época por lo que no es de extrañarse que mantuvieran la identidad de Superman en secreto mediante la utilización de un alter ego a la usanza de personajes pulps como the Shadow, the Spider y the Whisperer. De hecho, pese a que Siegel afirmara que el nombre de Clark Kent fue inspirado por Clark Gable, este parece haber sido tomado de dos de los más populares héroes pulp de los 1930s: Calrk Savage Jr. (Doc Savage, “el hombre de bronce”) y Kent Allard (The Shadow).

Siegel y Shuster intentaron si éxito vender su cómic a todos los periódicos hasta que Donnefeld y Liebowitz decidieron en 1938 crear un nuevo cómic book llamado Action Comics, y publicar la historia de Superman. Siegel y Shuster adaptaron las tiras al formato del cómic book y ampliaron una de las viñetas para la ya clásica portada. Supuestamente a Donnefled no le pareció buena idea poner a un tipo levantando un automóvil sobre su cabeza en una portada, pero Liebowitz lo convenció de que esto atraería la atención de los lectores. Action Comics #1 fue un enorme éxito, vendió todo su tiraje de 200,000 copias e inyectó nuevos bríos a la incipiente industria del cómic. El resto ya es historia. En 1939 Donnenfeld y Liebowitz decidieron darle a Superman su propio cómic y así se publicó en el verano de 1939 Superman #1, que se vendió aún mejor que Action Comics. El éxito de Superman provocó una avalancha de competidores intentando repetir o recrear la formula y en un par de años docenas de cómics protagonizados por “superhéroes” repletaban el mercado. La Edad de Oro de los cómics había nacido.

Cabe señalar que si bien Siegel y Shuster se basaron para el personaje de Superman primeramente en Hércules y Sansón, parecen luego haberse apropiado de elementos de la novela Gladiador (1930), de Phillip Wylie. De hecho las semejanzas entre Superman y Hugo Danner, el protagonista de la novela de Wylie, hasta hacen pensar que la joven dupla simplemente plagió el concepto.

Gladiador: el primer superhombre

Gladiator, la primera novela publicada por Phillip Wylie, es un comentario social sobre como un superhombre podrías desarrollarse y encajar (o no encajar) en un mundo de humanos normales. Hugo Danner, el superhombre en cuestión, es el resultado de los experimentos de su padre, un genio en química que, sin revelar sus verdaderas intenciones, inyecta a su fanaticamente religiosa esposa con un suero que producirá un super-niño, un hombre invulnerable.

La descripción del bebé en esta novela es muy similar al del pequeño Kal-El: Un bebé atractivo y viri, nacido con cierta cantidad de cabello negro –cabello tan oscuro que aparenta ser casi azul. Los poderes del infante quedan inmediatamente en manifiesto y a la semana de nacido ya es más fuerte que un humano adulto, por lo que sus padres deben encerrarlo en un corral con barrotes de acero. Al igual que Superman, Hugo es instruido a ocultar su enorme fuerza de los demás. A la edad de diez años, Hugo redescrubre sus reprimidos poderes y encuentra particular goce saltar por sobre un edifico y correr como una locomotora. Al consultar con su padre el origen de estas extraordinarias habilidades obtiene como respuesta lo siguiente: El suero alteó la estructura de tus huesos, músculos, sistema nervioso y sangre. Hizo que tu cuerpo fuera muy distinto a la débil fibra de la gente ordinaria… ¿Alguna vez viste una hormiga acarrear un objeto mucho más pesado que ella? ¿O un grillo saltar hasta cincuenta veces su tamaño? Los insectos tienen mejores músculos y nervios que nosotros. Yo mejoré tu cuerpo hasta hacerlo relativamente así de fuerte. ¿Puedes entender esto?

El joven Hugo contesta afirmativamente, y agrega: Soy como un hombre hecho de hierro en vez de carne. Exactamente, replica el padre de Hugo para luego explayarse en como la gente le temerá si descubren sus poderes, que tiene que ser bueno y que tiene que poner su fuerza al servicio de una causa noble, etc., etc.

A diferencia de Clark Kent, sin embargo, Hugo Danner no hace de su vida una constante lucha por “la verdad, la justicia y libertad”. En la universidad usa sus habilidades para convertirse en una estrella del football, luego trabaja como hombre fuerte en un espectáculo circense en Coney Island. Hugo luego se alista en la Legión Extranjera Francesa durante la Primera Guerra Mundial dejando un reguero de sangre a su paso. Después de la guerra Hugo se dedica al trabajo minero y no es sino hasta muchos años después, en el lecho de muerte de su padre, que promete convertirse en un “agente invisible del bien”, un “super-reportero”. Pero después de semanas luchando contra la corrupción en Washington DC, donde el lugar dejado por un político sucio es ocupado inmediatamente por dos más, Hugo se decepciona y sus planes idealísticos se ven frustrados. En un arranque de ira, Hugo le exige a Dios le envíe una señal y del cielo cae un rayo y lo mata.

El superhombre de Nietszche

La pregunta esencial con respecto a Superman parece obvia pero es de vital importancia para establecer la verdadera dimensión del personaje: ¿es Superman un superhombre en el sentido nietszcheniano? De buenas a primeras podríamos toparnos con un infranqueable “pero”. Superman es kryptoniano por lo tanto, analizarlo a la luz de un concepto ligado netamente al ser humano sería tan ridículo como preguntarse si puede darse el superhombre en otras especies animales. Lo cierto es que Superman “nació” en el planeta Tierra y fue criado por una familia humana. Superman fuera de su capacidad de cargarse de energía solar y las super habilidades derivadas de este proceso, es idéntico en apariencia física al Homo Sapiens, cosa que Larry Niven en su hilarante artículo Hombre de acero, mujer de kleenex, atribuye a una evolución paralela de la misma manera en que los marsupiales de Australia se parecen a sus contrapartes mamíferas, pero no nos engañemos, Superman definitivamente no es humano por lo que no podría postular a la categoría de superhombre en el sentido que da Nietzche. ¿Pero cual es este sentido? Hagamos un poco de historia.
Walter A. Kauffmann, en su libro Nietzsche: Philosopher, Phychologist, Antichrist, propone que el bigotudo filósofo no habría acuñado el término Übermensch (superhombre). Puede encontrarse hyperanthropos en los escritos de Luciano, en el siglo II después de J. C. (en Kataplous, 16) –y Nietzsche, en su calidad de filósofo clásico, había estudiado a Luciano e hizo frecuentes referencias a él en sus philologica–. En alemán, la palabra había sido usada por Heinrich Müller (Geistliche Er Quickunsgsstuden, 1664), por Herder, por Jean Paul y por Goethe, en un poema (Zueignung) y en Fausto (Parte I, verso 490), donde un espíritu manifiesta su desprecio por el atemorizado Fausto que lo ha conjurado y que lo llama Übermensch. Por tanto es característico que el joven Nietzche aplicara el término al Manfredo de Byron y que lo llamara un Übermensch que controla a los espíritus.

Puede que efectivamente Nietzsche no acuñara el término en cuestión pero es sin duda el responsable de hacerlo famoso ¿Pero que es lo que entiende Nietzsche por ‘superhombre’? Esta es una pregunta un tanto difícil de circunscribir y para serles franco es mucho más simple precisar lo que el superhombre no es en Nietzsche. Pues bien, primero que nada el superhombre no es el “gran hombre” en cuanto celebridad histórica (como Napoleón o Julio César), tampoco es un hombre biológica y evolutivamente superior a nosotros, no es héroe ni santo ni cualquiera de los tipos “idealistas” ya que estos tipos representan los valores que el superhombre ha derribado y superado. El superhombre no se caracteriza por ninguna creencia, ningún acto; se caracteriza únicamente por ser.
La definición de “que” es lo que es el superhombre se hace una tarea ardua porque el superhombre propiamente tal no existe (o para ser más precisos no existe aún). José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía de Bolsillo señala: El superhombre es anunciado por Zaratrusta como “el sentido de la tierra”. Ni los grandes ni los pequeños hombres que Zaratrusta ha visto son superhombres; ambos son “demasiado humanos”. Parece, pues, que el superhombre sea para Nietzsche un “ideal”. Y en alguna medida lo es, en cuanto que es “cosa del futuro”. Pero se trata de un ideal distinto de todos los ideales, porque consiste en ser “el ser más real de todos”. El superhombre es respecto al hombre lo que éste es respecto al mono; el superhombre es el otro cabo de la cuerda sobre la cual anda, como un funámbulo, el hombre. El superhombre es, pues, algo que, por decirlo así, “tira del hombre”. El superhombre es todo lo contrario de la mediocridad, de la conformidad a lo establecido, porque aspira a erigir una nueva tabla de valores.

De acuerdo a Kaufmann (op. cit) el superhombre nietzcheano es el “hombre dionisiaco” en el sentido de hombre que se ha disciplinado a sí mismo en tanto que esta disciplina es una consecuencia de la suprema libertad. La idea niestzcheana de superhombre es la idea de algo que “culmina” pero no como un final, sino como el gozne del eterno retorno.

Recientemente, en un artículo publicado en el periódico Página 12 bajo el titulo Superman y Übermensch, José Pablo Feinmann aborda la relación entre el superhombre de Nietzsche y el de Siegel y Shuster, en sus palabras …uno de los enfrentamientos político-culturales más complejos, más fascinantes del siglo XX. Feinmann hace notar como en publicaciones recientes se está optando por traducir übermensch no como “superhombre” sino como “transhombre”. Según Feinmann esto se debería a que el superhombre que se ha impuesto en la historia y hasta en la cultura de masas de la humanidad no es el de Nietzsche sino el de Siegel y Shuster, quienes adosaron a su creación todo el peso de la cultura pop, de los cómics, de los pulps del ‘30, de esa cultura “baja” que los traductores de Nietzsche escasamente toleran o, al menos, no desean mezclar con las desmesuras filosóficas del creador de Más allá del bien y del mal.

Según Feinmann “transhombre” suena mejor que “superhombre” para la “alta” cultura. Si uno, además, dice “transhombre”, tal vez su interlocutor piense en Nietzsche o –¡por lo menos!– no pensará (como necesariamente lo hace desde décadas) en la criatura de Siegel y Shuster. En lo que a mi respecta sigo prefiriendo el término superhombre ya que por lo menos no me hace pensar en un transexual cada vez que lo escucho.

En un comienzo dijimos que Superman no puede ser un superhombre en el sentido nietszcheniano debido a que no es un hombre propiamente tal aunque lo parezca, no es humano. Pero aún más importante, no puede serlo porque Superman llega a la Tierra para “hacer el bien” y cómo señala Feinmann el “bien” para el Übermensch, es “basura cristiana” (sic).

La pseudociencia de Superman

A diferencia de personajes como el Capitán Marvel (mejor conocido como Shazam) o El Espectro, Superman desde un principio estuvo fuertemente atado a la ciencia ficción de los pulps y se empleó a la ciencia, por más pueril e inexacta que fuera, para justificar sus sorprendentes poderes que originalmente no eran tan espectaculares (ni siquiera podía volar). Con el paso del tiempo, sin embargo, y a medida que los desafíos a los que se enfrentaba fueron creciendo, asimismo fueron aumentando sus superhabilidades hasta que para 1960 ya nada parecía poder derrotarlo. Esto provocó que su historia fuera reescrita a mediado de los 1980s incluyendo grandes cambios como no matar a sus padres adoptivos, eliminar su estúpida etapa de Superboy y disminuir ostensiblemente sus poderes e invulnerabilidad.

En Action Comics #1 se nos dice que Superman puede saltar un octavo de milla; brincar por sobre un edificio de veinte pisos… levantar tremendos pesos… correr más rápido que un tren expreso… ¡y ni siquiera una bala puede penetrar su piel!. ¿La explicación de sus creadores para estos asombrosos poderes? Superman proviene de una cultura biológicamente más avanzada que la nuestra, lo que por extrapolación implicaría que nosotros seriamos más fuertes que nuestros ancestros homínidos cuando hasta un orangután adulto es más fuerte que un hombre promedio. Pero es que no tenemos en cuenta que mientras a nosotros nos separan solo unos pocos miles de años del Neandertal o el Cro-Magnon, la raza de Superman nos superan en ¡millones de años!

Para la publicación de Superman #1 Siegel y Shuster se encargaron de aclarar más el asunto del origen de los superpoderes de Sups: Superman llegó a la Tierra proveniente del planeta Kryptón, cuyos habitantes han evolucionado, luego de millones de años, hasta alcanzar la perfección física. El tamaño más reducido de nuestro planeta, con una menor gravedad, permite a los tremendos músculos de Superman ¡realizar milagrosas demostraciones de fuerza!

Ambos conceptos entregados para justificar los poderes de Superman eran ciencia ficción pulpesca en estado puro y los lectores de aquella época no deben haber cuestionado estas aseveraciones. ¿Una raza millones de veces más evolucionada que la nuestra que terminó viéndose igual a nosotros? ¿Perfección física en una anatomía idéntica externamente a la nuestra? ¿Un planeta más grande y con mayor gravedad? ¡Andaaaá!

Por supuesto que cuando aplicamos un pensamiento científico a un personaje de cómic como Superman prácticamente todo lo que este hace parece imposible por no decir ridículo. Levantar un automóvil por sobre su cabeza puede parecer plausible para el lector poco informado que no se preguntará, como menciona Carlos Andrade Gubbins, como es que el suelo bajo los pies de Sups no se resquebraja, o como es que el vehículo no se despedaza cuando Superman lo sacude para arrojar fuera a los criminales. De cualquier forma y aunque parezca un ejercicio inútil, no deja de ser entretenido buscar justificaciones científicas para lo injustificable. Tomemos el caso de la gravedad superior. ¿De que tamaño era exactamente Kryptón? Esto revelado en Action Comics #14: Superman proviene de un planeta extinto, el planeta Kryptón. El tamaño similar a Júpiter de Kryptón y su sol rojo mantenían a la raza kriptoniana débil, mientras que en la Tierra el último hijo de Kryptón ¡es el más poderoso de todos!

El hecho que Superman pueda sobrevivir en la Tierra demuestra que Kryptón era muy parecido a nuestro planeta, con un clima y atmósfera similares y probablemente compuesto en su mayoría de roca y agua, con un núcleo de metal fundido. De esto podemos deducir entonces que Kryptón debía ser un planeta muy pesado si tomamos en cuenta su jovianas proporciones. Como todos sabemos Júpiter está compuesto casi totalmente de gas, con sólo un pequeño núcleo de roca en su centro. Por lo tanto, pese a que Júpiter es 1321 veces más grande que la Tierra, sólo pesa 318 veces más. Kryptón en cambio, que en vez de gas estaría compuesto de agua y rocas, pesaría 1321 veces más que la Tierra. La gravedad de nuestro planeta es de 9.8 metros/seg2, pues bien, de acuerdo a los cálculos proporcionados por nuestro estimado amigo Julio Oliva (ver anexo), la gravedad en Kriptón sería 111 veces más fuerte que en la Tierra y como indica Guy Consolmagno, un planeta con incluso 50 veces la gravedad de la Tierra es esencialmente imposible de construir, dadas las condiciones físicas de la materia sólida como la entendemos.

No sólo las leyes de la física impiden la existencia de Kryptón, sino a eventuales organismos vivos que lo habiten. Superman debería poseer huesos y músculos mil veces más fuertes que los nuestros para sobrevivir en su planeta natal y no existe material alguno capaz de crear estructuras óseas o musculares o incluso órganos internos necesarios para soportar la vida en esas condiciones tal y como la conocemos. Lo que es más, en un planeta como Kryptón para que un cohete como el de Superman pudiera despegar, tendría que hacerlo a tal velocidad que ninguna reacción química (que es con lo que funcionan los cohetes) podría producir semejante energía.

¿Dónde exactamente estaba Kryptón? Pues no precisamente a la vuelta de la esquina como pareciera sino a ¡tres millones de años luz de la Tierra! (según Superman #12). Esta distancia es realmente gigantesca tomando en consideración que nuestra galaxia tiene tan sólo 100.000 años luz de diámetro, Sups por lo tanto no es sólo extraterrestre, ¡sino extragaláctico! Cómo fue que su padre se las arregló para localizar nuestro planeta es todo un misterio, ¡bah! Verdad que fue a través de un telecopio, pero si Kryptón está a tres millones de años luz Jor-El tendría que haber contemplado la Tierra de hace tres millones de años atrás y no ver una instantánea de fines de los años 1930s (sobre este punto recomiendo leer Las Cosmicómicas de Italo Calvino).

En 1960 la explicación de los poderes de Superman se modificó para incluir además su habilidad de cargarse de energía solar proveniente de un sol amarillo en vez de uno rojo como era el astro en torno al cual giraba su planeta. Pero la luz es luz y la proveniente de un sol rojo sólo poseería una menor incidencia de frecuencias altas y algo más de luz infrarroja y eso sería todo, no existen características tan grandes como para diferenciar la una de la otra, menos aún para justificar la existencia de superpoderes.

Actualizando el mito

Para mediados de los 1980s el “Hombre de acero” ya estaba algo oxidado tras casi 50 años de aventuras. Las ventas de sus títulos habían bajado drásticamente y los mandamases de DC consideraron urgente el revitalizar a su personaje insigne sometiéndolo a una “cirugía cosmética” que lo librara de todo lo que se había vuelto intolerablemente absurdo para los nuevos lectores de cómics (bueno, prácticamente todo menos el asunto de las gafas, claro). Dicha tarea quedó en manos de John Byrne, reputado guionista y dibujante de títulos como The Uncanny X-Men y The Fantastic Four, muy del gusto tanto de críticos como de los fans.
Byrne comenzó por confeccionar una lista de las cosas que deseaba cambiar del personaje la cual denominó “demandas razonables” y el equipo de ejecutivos a cargo de las nuevas ideas para mejorar a Superman estuvo de acuerdo con gran parte de ellas. Estos son algunos de los cambios más significativos:
Los padres de Superman están vivos. En la versión antigua ambos habían muerto siendo Clark aún un adolescente; Byrne decidió que Sups necesitaba del apoyo de una familia para lidiar con su naturaleza “superheroica”.

Clark Kent no sería más un reportero “amanerado”; tendría una personalidad más asertiva, acudiría a un gimnasio para explicar su contextura atlética e incluso usaría una cola de caballo durante un tiempo (algo muy de moda a principios de los 1990’s, ¡hasta yo usé una!).

Lois Lane sería mucho más autónoma, una mujer “de carrera” menos interesada en descubrir la identidad secreta de Sups y capaz de cuidarse así misma.
El villano Lex Luthor fue transformado del científico loco que dominó gran parte de la cf temprana en un despiadado hombre de negocios que bajo al apariencia de un hombre respetable contrataba a otros para hacer su trabajo sucio.

La ridícula etapa de Superboy fue borrada y Byrne estableció que Clark Kent viste su característico traje por primera vez siendo ya un “adulto joven” de 25 años. Byrne además deja en claro que Superman “nació” en la Tierra ya que su padre, Jor-El no había enviado un bebé en la cápsula sino sólo el material genético.

Byrne, además, eliminó las variadas formas de krytonita, los alter-egos superheroicos de Jimmy Olsen, Krypto el Superperro, la Fortaleza de la Soledad, y a varios personajes secundarios molestos (aunque estos elementos serían utilizados eventualmente de una u otra forma).

Con todos estos cambios incluidos debutó la mini-serie de 6 tomos titulada The Man of Steel (primer nº, junio 1986) llamada a convertirse en un hito en la historia del cómic de superhéroes. Nada, sin embargo, llamó tanto la atención del público no especializado como la “muerte” de Superman, uno de los pocos sucesos acontecidos en las páginas de un cómic que ha logrado convertirse en una noticia de escala global.

Tras el remozamiento efectuado por Byrne, Superman llegó a protagonizar cuatro títulos diferentes a principios de los 1990s: Superman, The Adventures of Superman, Action Comics y Superman: The Man of Steel (un quinto titulo, Superman: The Man of Tomorrow, sería agregado en 1995). Los cuatro títulos estaban interconectados lo que significaba que los seguidores de Superman debían comprarlos todos si es que querían seguir las historias. Pero DC decidió no dormirse en los laureles y por fin se decidieron a matar al redivivo Superhéroe, tarea que quedaría relegada a un misterioso nuevo villano bautizado “Doomsday”, una criatura incapaz de razonamiento que tras sembrar la destrucción a través de los Estados Unidos, además de derrotar a toda la Liga de la Justicia, llega a Metropolis donde finalmente es confrontado por Superman. Ambos combaten a muerte y terminan como es lógico, bien muertos.

Este desenlace no nos sorprendió mucho a los aficionados al cómic, largamente acostumbrados a la muerte y resurrección de nuestros personajes favoritos, pero la gente menos familiarizada con el Noveno Arte pensó que la cosa iba en serio y periódicos, revistas y noticieros de TV informaron al público sobre la muerte de Superman como si se tratara de una persona real. Con tanta difusión Superman #75 se convirtió en uno de los cómics más vendidos del siglo XX. La ausencia del personaje principal no significó por supuesto que dejaran de publicarse los títulos que protagonizaba y durante los meses subsiguientes, que nos mostraban a los familiares y amigos de Superman lamentando la perdida, se descubre que el cuerpo del héroe ha desparecido del mausoleo que lo cobijaba. Acrecentando aún más el misterio cuatro nuevos personajes hacen su aparición en Metropolis aduciendo ser la nueva encarnación de Superman: un adolescente con los poderes de Sups; un Afro-Americano provisto de una armadura tipo Iron-Man; un sujeto idéntico a Superman pero carente de sus escrúpulos y un cyborg. Se dio inicio de esta forma a la más interesante de las sagas de Superman a mi juicio, el ya mencionado Reino de los supermanes que retomaba el título de la primera historia escrita por Siegel y Shuster cuando el concepto de su famoso personaje aún no maduraba del todo.

Como ya he dicho abandoné los títulos de Sups luego de esta saga y desde entonces le he perdido la pista. En lo que a los cómics se refiere, he sabido que finalmente se casó con Lois, que le cambiaron el traje y sus tradicionales poderes por ciertas habilidades electromagnéticas, que lo dividieron en dos (un Superman azul y otro rojo) y que lo han sometido a todas las variantes posibles los Elseworlds (un título que juega con las ucronías). Mención aparte merece Kingdome Come (1996) de Mark Waid y Alex Ross, una lectura altamente recomendable sobretodo para aquellos que no lean regularmente cómics, Rodrigo Mundaca Contreras puede dar fe de ello.

En cuanto a la presencia de Superman en otros medios pude enterarme de la existencia de un par de series basadas en él pero a juzgar por lo poco que vi estaban orientadas más bien a un público “femenino” por decirlo de alguna forma. También haciendo zapping últimamente me he encontrado con la serie Smallville que al parecer explota todo ese rollo del adolescente que descubre sus poderes, no la he visto más de 5 segundos. La verdad es que el Superman de esas series de televisión no es el verdadero Sups y el único lugar donde he podido contemplar una versión más o menos fiel ha sido en la Liga de la Justicia del Cartoon Network.

En lo relativo a una nueva versión fílmica no nos queda más que esperar. De cualquier forma será un gran desafío para el actor que decida vestir el traje de Superman igualar la interpretación de Christopher Reeves, recientemente condecorado por nuestro gobierno por el apoyo que brindó a los actores chilenos amenazados de muerte durante los años 1980s.

Anexo

Cálculo de aceleración de gravedad disponible en la versión pdf de TauZero #6.

El Mutante como Mecanismo Argumental

por Sergio Alejandro Amira

Si la ciencia ficción es, como creo, una literatura de cambios, de infinitas posibilidades, el mutante es la quintaesencia del género al centrar tales cambios en el interior de cada uno de nosotros, en el propio plasma germinal humano.
–Robert Silverberg–

A la hora de referirse a este tema es imperioso contar con ciertas definiciones. En lo que al origen de los términos “mutación” y “mutante” se refiere, ambos se derivan del latín “mutare” (cambiar) y fueron acuñados por el genetista y botánico holandés Hugo de Vries a fines del siglo XIX.
Si un mutante es un sujeto que ha sufrido una mutación pues debemos contar con una definición científica de este proceso. Como soy un lego en la materia, me remito a la información que he encontrado en los Hipertextos del Área de Biología de la Universidad del Nordeste, Argentina, que me han parecido suficientemente confiables y que señalan lo siguiente:
Las mutaciones pueden ser cambios puntuales que cambien un solo nucleótido por otro, pueden implicar una deleción, duplicación o transposición de una porción de ADN o ser tan drásticos como cambios en el número de cromosomas. Que la mutación sea buena, neutral o dañina, depende de como afecte a la supervivencia del individuo y su éxito reproductivo, también depende del ambiente y como éste puede cambiar. Con respecto a la velocidad de mutación, ésta varía mucho entre las especies e incluso entre los genes de un individuo.
¿Y cual es la causa de las mutaciones? De acuerdo a Robert Silverberg en su introducción a la novela Tiempo de mutantes …las mutaciones son causadas por cambios químicos en el núcleo, alteraciones de la temperatura o rayos cósmicos que alcanzan al gen; también pueden ser producidas artificialmente sometiendo el núcleo a la acción de los rayos X, la luz ultravioleta y otras radiaciones duras.
Ahora bien, según La página de la Evolución Biológica (http://www.evolucion-biologica.cjb.net), en líneas generales los tipos de mutaciones se dividen en mutaciones génicas y mutaciones cromosómicas. Las mutaciones génicas ocurren cuando una secuencia de nucleótidos es alterada mientras que las cromosómicas afectan al número de cromosomas o a su estructura o configuración. Esta última clase de mutación es particularmente interesante (por lo menos para mí), sobretodo cuando aparecen genes duplicados y poliploidías (que puede dar origen a una nueva especie).
La película de quienes sean probablemente los mutantes mediáticos más famosos (los X-Men) nos informa que la mutación es la clave de nuestro proceso evolutivo, pero cabe señalar que los efectos en gran escala de una mutación se producen sólo cuando esta se combina con otros factores que alteren el conjunto de genes. Lamentablemente para los curiosos impacientes los procesos evolutivos son algo lentos y La tasa de mutaciones espontáneas baja. Tal y como nos informa La página de la Evolución Biológica, si bien es cierto que organismos con períodos muy cortos entre generaciones y ciclos haploides como los procariotas sólo pueden evolucionar rápidamente mediante mutaciones, …en la mayoría de los animales y vegetales, su condición diploide y sus ciclos de vida largos previenen que la mayoría de las mutaciones afecten de manera significativa a la variación de la población. Estos organismos dependen de la reproducción sexual para producir la variabilidad genética que hace posible la adaptación. Por lo tanto hemos de inferir que la evolución no depende exclusivamente de las mutaciones que surgen en cada generación, sino más bien de la acumulación de toda la variabilidad durante la evolución de las especies.
Como el presente artículo pretende ofrecer un acercamiento literario y no científico al tema del mutante sugiero a los interesados consultar cualquiera de las páginas citadas anteriormente o leer a Francisco J. Ayala (como me recomendaron a mí), que es una autoridad mundial en el tema.
Mutantes fundadores
El mutante como mecanismo argumental aparece tempranamente en la literatura con la publicación de The Telescopic Eye (1876) de W.H. Rodees y Un Autre Monde (1895) de J. H. Rosny, dos historias de niños con superpoderes (visión telescópica y visión extra-espectral respectivamente) pero no es sino hasta The Hampdenshire Wonder (1911) de J. D. Bereford, sin embargo, que las implicaciones sociológicas de un ser con habilidades superiores son plenamente abordadas.
La maravilla de Hampdenshire se llama Victor Stott y es un niño de cabeza enorme incapaz de hablar pero poseedor de una inteligencia prodigiosa y la habilidad de controlar a los demás con la mirada. En el mismo pueblo de Hampdenshire vive un sujeto con hidrocefalia de limitado intelecto pero inmune a los poderes coercitivos de Victor, quien a la larga será el causante de la muerte accidental por inmersión del mutante.
Una de las características que hace única a The Hampdenshire Wonder es que evita el sensacionalismo y la paranoia de textos posteriores tales como Jean Arlog, le Premier Surhomme (1921) de Georges Lebas, Gladiador (1930) de Philip Wylie –antecedente directo de Superman–, Juan Raro (1935) de Olaf Stapledon y Slan (1940) de A.E. Van Vogt.
Juan Raro es la historia de un mutante de extraordinarios poderes mentales que atormentado por la soledad usa sus habilidades para ganar grandes sumas de dinero y así dedicarse a la búsqueda de otros como él alrededor del mundo, estableciendo luego una colonia secreta en una isla de los Mares del Sur (los molestos lugareños son “coersionados” por los mutantes a cometer suicidio en masa). Una vez instalados los jóvenes mutantes organizan un Jardín del Edén tecnocrático eligiendo vivir rústicamente a pesar de poseer incluso energía atómica al ser capaces de abolir con sus poderes algunas fuerzas nucleares. Luego de esto los mutantes hicieron planes reproductivos, revisaron su posición relativa en el universo, alcanzaron una cuasi-Unidad trascendental llamada conciencia astronómica, abrazaron las mentalidades alienígenas que habitaban otros sistemas estelares y descubrieron que estaban condenados a muerte. Pese a los esfuerzos de camuflaje psíquico la isla es descubierta por un buque inglés, comienzan entonces las negociaciones entre homo sapiens y homo superior, mientras algunos países ven a la pequeña isla como una amenaza otras ambicionan sus logros. Finalmente las potencias mundiales deciden enviar asesinos para eliminar a los mutantes con tácticas de guerrilla. Estos, pese a contar con un haz de protones, deciden suicidarse ya que “no iba a haber paz hasta que domináramos el mundo”, lo que les hubiera tomado mucho tiempo, dejándolos “con el espíritu distorsionado.” Los mutantes reunidos enfocan sus poderes en su estación de energía atómica y hacen estallar la isla en una gigantesca bola de fuego. (Juan Raro es ampliamente citada en la Intervención de Julian May, volumen puente entre la Saga del Exilio en el Plioceno y la Trilogía del Medio Galáctico que narra la ascensión de los poderes metapsíquicos en la Tierra, bajo la atenta vigilancia extraterrestre).
Slan cuenta la historia de Jommy Cross, un huérfano de nueve años que al igual que sus asesinados padres es un “slan”, miembro de una raza mutante telepática y super-inteligente creada por el científico Samuel Lann. Al igual que los otros slans, Jommy sufre el odio de los humanos “normales”, alimentado por la propaganda gubernamental, y además descubre la existencia de toda una raza de mutantes no-telepáticos desprovistos de las características físicas que denotan a un verdadero “slan” (apéndices craneales parecidos a tentáculos). Estos pseudo-slans conforman una población de millones que desconfía tanto de los humanos como de los slans verdaderos, y que ha construido una vasta organización secreta con el propósito de dominar al mundo. Los verdaderos slans mientras tanto permanecen tan bien ocultos que ni el poderoso Jommy puede encontrar evidencia alguna de ellos, a excepción de una muchacha algo mayor que él que es mantenida “bajo observación”, por el dictador humano Kier Gray. Esta primera novela de A. E. van Vogt, publicada inicialmente por entregas en una revista, se convirtió en un clásico instantáneo a tal punto que los aficionados de la ciencia ficción pronto acuñaron la frase “los fans son slans”
Las mutaciones causadas por la radiación cobrarían aún mayor interés luego de las primeras explosiones atómicas en 1945 multiplicándose en la literatura de ciencia ficción los relatos de mutantes y apocalipsis atómicos que a su vez servirían de principal inspiración para los mutantes más famosos y mediáticos de todos; los X-Men.
Los chicos de Xavier
Uncanny X-Men puede haber sido un concepto original para los cómics pero es evidente que Lee y Kirby no hicieron otra cosa sino vestir de superhéroes a los mutantes de las novelas de ciencia ficción que trataban el tema, principalmente la serie Baldy (1945-1953) de Henry Kuttner y Children of the Atom (1948-1950) de Wilmar Shiraz. De Kuttner la legendaria dupla creativa de Marvel adoptó la visión paranoica de un futuro en que una facción de telépatas calvos (como el líder de los X-Men, Charles Xavier) luchan por prevenir que otro grupo de mutantes le declare abiertamente la guerra a los humanos, mientras que de Shiraz tomaron la idea de un grupo de mutantes superinteligentes que fundan su propia academia privada para así cobijar y entrenar a otros como ellos. Kirby sería reemplazado en el número 18 por Werner Roth y Lee en el número 20 por Roy Thomas. A Roth le seguirían Don Heck, Jim Steranko (dos números), Barry Windsor Smith (un número), Neal Adams, y Sal Buscema que dibujaría el último número regular de la primera etapa de Uncanny X-Men. Thomas sería relevado en los guiones por Gary Friedich que a su vez sería sucedido por Arnol Drake (creador de la Doom Patrol que guarda varias similitudes con los X-Men) hasta el regreso de Thomas.
Al parecer la propuesta de Uncanny X-Men era demasiado innovadora para los lectores de principios de los 1960’s (acostumbrándose recién a las notables innovaciones conceptuales que Marvel proporcionó al género de superhéroes) ya que el título sería cancelado en el número 65 de 1970.
Tras un lapsus de cinco años los mutantes marvelianos realizan un espectacular regreso con el clásico Giant Size X-Men #1 a cargo de Len Wein y Dave Cockrum. Este especial marca el término de la Edad de Plata del Universo Marvel e introduce a nuevos mutantes como Wolverine, Tormenta, Coloso, Banshee, Nightcrawler, Sunfire y Thunderbird. Tras su notable renovación del equipo mutante, Wein abandona los títulos-X dejando a cargo de los guiones a su asistente Chris Claremont que a partir del número 96 y hasta el 279 se encargaría durante diecisiete años de narrar las aventuras de los X-Men siendo asistido en el apartado gráfico, entre otros, por Dave Cockrum, John Byrne, John Romita Jr., Marc Silvestri y Jim Lee. A Claremont lo sucedió una larga lista de autores dentro de los cuales cabe destacar a Whilce Portacio, Scott Lodbell, Jim Lee, Fabian Nicieza, Steve Seagle y Chris Bachalo y Alan Davis que entregó el título el 2000 nuevamente a Chris Claremont quien tras una decepcionante temporada abandona el cómic para regresar una vez más en Uncanny X-Men #444 (julio 2004). Sería largo enumerar todos los spin-offs de Uncanny… y al sinnúmero de artistas y escritores que han trabajado en ellos pero cabe destacar a la etapa a cargo de Grant Morrison y Frank Quitely (cuando no estaba siendo reemplazado por Igor Kordey o Phil Jimenez) en New X-Men (julio 2001-mayo 2004).
Juan Raro, Slan y Uncanny X-Men expusieron muy bien la condición ambivalente del mutante, empleado por una parte para retratar los más profundos temores xenófobos y prejuicios sociales, y por otro para servir como promesa de un “Homo superior.” Una constante de este tipo de relatos es que no importa si el mutante es un héroe o un villano, siempre estará bajo sospecha y siempre será un marginado de una sociedad que le teme. ¿Siempre? Dentro de las innovaciones a las que Morrison sometió a los mutantes marvelianos se encuentra la asimilación de estos a la sociedad. Ya no hay sólo gente que les teme y desprecia, también hay quienes les idealizan, como demuestra que las t-shirts de Magneto sean las más vendidas entre la juventud norteamericana. Música mutante, estilos mutantes, ideas mutantes se están volviendo cada vez más y más populares, relata una lectora de noticias en New X-Men #118. Los mutantes de Morrison son una sub-cultura de moda, y no son pocos los que desean ser como ellos, particularmente los U-Men dirigidos secretamente por el millonario farmacéutico; portavoz del movimiento “transpecies” y autor del best-seller La tercera especie: John Sublime. Por qué le evolución debe ser para unos pocos, le elite genética en sus ajustados trajes y bikinis? ¿No podemos todos pertenecer a esa elite? Seguro, los mutantes tienen poderes especiales, pero la humanidad posee cirugía radical y nuevos procedimientos de modificaciones genéticas, explica Sublime a los X-Men en su oficina. El objetivo del movimiento de Sublime no es sólo dotar a humanos normales de poderes mutantes sino emular el comportamiento, la arrogancia y seguridad que según él poseen los “homo superiores”. Para lograr sus objetivos Sublime y sus U-Men recurren al tráfico de órganos y genes mutantes para dotar a sus clínicas clandestinas de transplantes.
Existe por lo menos una obra más, de la cual tengo conocimiento, en que humanos “normales” intentan convertirse en mutantes y formar parte de su cultura: la opera prima de Jack Womack, Ambiente (1987) que tal vez Morrison haya leído.

Ambientes

La novela de Womack describe un mundo en que las corporaciones dominan el planeta tras un masivo desastre económico conocido como la “Ebullición”que ha concentrado todo el dinero en las manos de una reducida elite. Los ambientes a los que alude el título son un grupo marginal de seres con horribles mutaciones producto de un accidente radioactivo que se destacan no solo por sus deformidades sino por su religión y su particular dialecto, una mezcla de inglés victoriano, spanglish y rasta jamaicano que abunda en adjetivos y metáforas. Los padres de los ambientes no tenían otra opción más que tenerlos ya que el aborto estaba penalizado con la pena de muerte y el Gobierno no les quitaba los ojos de encima. Poco después los progenitores de los ambientes desarrollaron cáncer y abandonaron la ciudad junto a sus hijos. Y así, mientras sus padres morían, uno a uno, las jóvenes maravillas intimaron rápidamente; tras asistir a las escuelas que sus padres idearon para ellos, todos se conocían, y eran fabulosamente brillantes. Cuando murió el ultimo de los padres, el grupo de la progenie estaba ya formado; ellos mismos se dieron su propio nombre.
Además de los ambientes “reales” están los “emulados”, gente normal que ha elegido deformarse y hacer propia la subcultura ambiente. Esto fue lo que vio O’Malley, el protagonista de la novela, en el lugar de congregación secreto de los ambientes: Vi a una muchacha con dos cuerpos unidos a una sola cabeza; un hombre con tres cabezas, ninguna completa del todo, como si el escultor hubiera olvidado dónde poner qué; una mujer, una autentica sirena, con sus miembros inferiores unidos, terminados en una ancha aleta; una mujer con tres piernas, balanceándose como si estuviera en un trípode; trillizos siameses; un tipo cuyos brazos terminaban en dos manos en ambas muñecas. Había ambientes voluntarios in ojos, narices, mandíbulas, brazos, piernas, manos o pies; había transis; había dos pequeños; gente a quien nunca había visto antes y a quienes deseé no haber visto nunca. No parecían más que puñados de uvas ambulantes y conscientes. Posteriormente es revelado que las malformaciones de los ambientes no son producto directo de la radiación sino de las píldoras antirradiación, cuyos efectos ya habían sido descubiertos por las autoridades, que decidieron repartirlas de todas maneras para estudiar dichos efectos colaterales, que podrían ser útiles en acciones militares.
Como bien queda demostrado en el número 4 del cómic Generation X (otro de los tantos spin-offs de los X-Men), ser deforme no es sinónimo de ser mutante y para ser justos Womack no emplea dicho término ni una sola vez en su libro. Los ambientes no son mutantes en el sentido que la mayoría de la ciencia ficción lo entiende, son sólo seres contrahechos, con una inteligencia sobresaliente eso sí, pero sin ninguna habilidad especial. Por lo general lo que define a un mutante son justamente estas “habilidades especiales”, que suelen estar relacionadas con los supuestos “poderes de la mente” y no sus atributos físicos. Esta diferenciación entre “fenómeno” y “mutante” es mejor ejemplificada en el siguiente diálogo que Henry Kuttner pone en boca del “Calvo” Al Burkhalter en su novela Mutante:
–Los míos vivieron cerca de Chicago después de la Explosión. Fue por eso.
–Oh –mirada fija–. Sé que fue debido a eso que hubo tantos… –pausa y alarma.
–…fenómenos o mutaciones. Hubo ambas cosas. Yo aún no sé a que categoría pertenezco –agregaba alarmándolos.
–¡Usted no es un fenómeno! –protestaban la mayoría de las veces.
–Bueno, de las zonas cercanas a los blancos de las bombas, afectadas por la radiactividad, salieron algunos especimenes sumamente extraños. Ocurrieron cosas raras en el plasma germinal. Se extinguieron en su mayoría; no podían reproducirse; pero todavía, en centros médicos, es posible hallar unas pocas criaturas… dos cabezas y todo eso, como usted sabe.
No obstante, los otros nunca dejaban de sentirse molestos.
–¿Quiere decir que usted puede leer mi mente… ahora?
–Podría, pero no lo hago. Es una tarea ardua, salvo cuando se hace con otro telépata. Y nosotros, los Calvos… bueno, no lo hacemos, eso es todo.

Poderes mutantes

En el Universo Marvel es el Factor-X el que proporciona a los mutantes sus extraordinarios poderes. Estos poderes se traducen en una suerte de control o manipulación de la realidad o del propio cuerpo en distintos niveles que se traducen en habilidades físicas (como la superfuerza, metamorfosis, invulnerabilidad, etc.) y habilidades psiónicas. Estas últimas son las que predominan en los mutantes literarios por lo cual las analizaremos más a fondo.
Los Espers, psiónicos o poderes psíquicos u extrasensoriales pertenecen a lo que se denomina pseudociencia. El termino psiónico deriva de psi que es una letra griega usada como símbolo para identificar cantidades desconocidas en formulas matemáticas. Hace medio siglo atrás, Robert H. Thouless, uno de los primeros investigadores de los llamados fenómenos paranormales, usó psi por primera vez para designar los fenómenos paranormales que intentaba cuantificar. En el ejemplar de Febrero de 1956 de Aoustanding Science Fiction/Science Fact, John W. Campbell Jr. Acuñó el término “psionic” que es una contración del término “psychic electronic” (mientras que esper lo es de “Extra Sensory Perception”).
Dentro de los poderes psiónicos más populares están la telepatía, la telekinesis, la levitación, la precognición, la clarividencia, la teleportación, la pirokinesis, la telempatía y el control mental o coherción. Cabe mencionar también la psicometría (habilidad para obtener información de determinado objeto con sólo tocarlo), la bilocación (habilidad para estar en dos o más sitios al mismo tiempo) y la aportación (teleportación en que el individuo atrae los objetos hacia sí).
Si bien los poderes psiónicos son moneda común en la ciencia ficción, el género es bastante parco a la hora de explicar el funcionamiento de estas habilidades, ligándola generalmente a la manipulación psíquica de campos electromagnéticos, lo que por supuesto sirve para explicar prácticamente cualquier cosa. Aún si aceptamos esta explicación queda la pregunta de como obtienen los mutantes la energía para realizar sus hazañas. La explicación más razonable para mi gusto es la que proporciona Robert A. Heinlein en su novela 7, donde los poderes mentales se explican mediante la capacidad de ciertos sujetos para desplegar energía de un universo paralelo, teoría que Marvel ha hecho suya para explicar de donde obtiene Bruce Banner la masa extra para convertirse en Hulk, por ejemplo.

Los mutantes de Dick

Campbell consideraba a los mutantes el “próximo paso evolutivo” de la humanidad y detestaba los relatos o novelas donde fuesen presentados como amenazas para el género humano. No todos los escritores de ciencia ficción congeniaban con la idea de Campbell por supuesto, Philip K. Dick era de estos últimos. Veamos lo que tiene que decir al respecto: A principios de los años cincuenta, una gran parte de la ciencia ficción norteamericana versaba sobre humanos mutantes y sus gloriosos superpoderes y superfacultades, los cuales conducirían a la humanidad hacia un estadio superior de la existencia, una especie de Tierra Prometida. John Campbell Jr., director de Analog, exigía que los relatos que compraba trataran de tales mutantes maravillosos, y también insistía en que los mutantes siempre debían ser presentados como 1) buenos y 2) al mando de la situación. Cuando escribí el hombre dorado intenté demostrar: 1) el mutante puede no ser bueno, al menos para el resto de la humanidad, los mortales ordinarios, y 2) que puede no estar al mando de la situación, sin que se esconde de nosotros como un bandido, un mutante malvado, más perjudicial que beneficioso para los humanos. Este era el punto de vista sobre los mutantes psíquicos que Campbell detestaba en particular, y el tema de ficción que se negaba a publicar…, de modo que mi relato apareció en If.
El Hombre Dorado (1953) propone un mundo en el que los mutantes son exterminados por un organismo internacional conocido como la ACD, la cual a podido dar buena cuenta de ochenta y siete tipos de desviaciones, “auténticos mutantes capaces de reproducirse, no meros fenómenos de feria”, hasta que encuentran al numero ochenta y ocho, al homo superior por definición, un ser sexualmente irrestible para las mujeres humanas con la capacidad de “ver” los distintos futuros resultantes de determinada acción. Un mutante con dos ventajas evolutivas insuperables (una muy reciente y la otra tan antigua como la vida misma), que sin embargo carece de lenguaje y lo que es más, no piensa. De hecho carece de lóbulo frontal ya que no lo necesita. …la inteligencia ha fracasado, declara uno de los personajes humanos. Somos los últimos de nuestra especie, como el dinosaurio. Hemos forzado la inteligencia al máximo. Demasiado, tal vez. Hemos llegado a un punto que de tanto saber, de tanto pensar, ya no podemos actuar. El hombre del pensamiento en este cuento de Dick es reemplazado por el hombre de acción, que carece de herramientas y que no construye ni utiliza nada fuera de su cuerpo, definición que por lo demás se ajusta muy bien a los superhéroes en general.
En Desajuste (1954), Dick propone un mundo en que los mutantes, o más bien dicho “paraquinéticos” son detectados mediante una red de control aleatoria ejecutada por agentes femeninos inmunes al “mal”. En efecto, los poderes psionicos en esta narración son descritos como una enfermedad mental siendo los paraquíneticos “lunáticos con la capacidad de reproducir sus sistemas delirantes en el espaciotiempo”, para lo cual deforman una zona limitada de su entorno para conformarla a sus conceptos excéntricos. Como uno de los personajes explica al protagonista: “El P-Q lleva a la práctica sus delirios. Por lo tanto, en cierto sentido no son delirios…, a menos que puedas distanciarte y comparar su zona deformada con el mundo real. ¿Como puede hacer eso un P-Q? Carece de patrón objetivo. No puede distanciarse de sí mismo y la deformación le sigue a donde va. Los P-Qs auténticamente peligrosos son los que piensan que todo el mundo puede animar piedras, convertirse en animales o transmutar minerales básicos. Si permitimos que un P-Q escape, si le permitimos madurar, procrear, formar una familia, tener mujeres e hijos, si dejamos que esta facultad paranormal se esparza…, si se convierte en un culto, llegará a ser una práctica institucionalizada socialmente.”
En Un Mundo de Talentos (1954), Dick plantea el surgimiento del Anti-Psi, un individuo inmune a los talentos psionicos. Como explica el protagonista Precog a la Anti-Psi opaca al sondeo telepático: El factor Anti-Psi es una restauración natural del equilibrio. Un insecto aprende a volar; por lo tanto, otro aprende a tejer telarañas para atraparlo. ¿Es lo mismo que no volar? Las almejas desarrollan conchas duras para protegerse; por lo tanto, las aves aprendieron a volar para elevarlas en el aire y dejarlas caer sobre una roca. En cierto sentido, eres una forma de vida depredadora de los Psis, y los Psis son una forma de vida depredadora de los Norms. Eso te convierte en amiga de la clase Norm. Equilibrio, el círculo cerrado, depredador y presa. Es un sistema eterno y, francamente, no se me ocurre la manera de mejorarlo. Existe también la posibilidad que las habilidades psionicas no sean en absoluto una ventaja evolutiva. En The Inheritors de William Golding (una de las pocas novelas de ciencia ficción escrita por un ganador del Premio Nobel), los telepáticos Neanderthales son desplazados por los no-telepáticos Homo Sapiens que, al no poder comunicarse mentalmente, se ven obligados a desarrollar el lenguaje y la tecnología.
Otro cuento de Dick sobre el tema digno de ser mencionado es ¡Cura a mi hija mutante! (1954.) Ambientado en un futuro post-nuclear en que las personas normales habitan en comunas amuralladas lejos de las ruinosas ciudades, esta es la historia de un reducido grupo de mutantes y su disyuntiva moral en relación con la supervivencia de los humanos. Jack, un mutante con la habilidad de viajar en el tiempo, intenta una y otra vez convencer al jefe de estado mayor de las fuerzas de los Estados Unidos a no desatar la guerra, mientras que los demás miembros de la Cofradía se dedican a curar y predecir el futuro de los humanos que acuden a la ciudad cada vez en mayores cantidades. El lema de los mutantes era mantenerse al margen y esperar y fue por ello que no intervinieron durante la guerra, y por lo que siguen esperando mientras discuten entre la posibilidad de someter a los humanos a un gobierno totalitario psiónico, o seguir esperando a que los normales soliciten por iniciativa propia el liderazgo del homo superior.

El electrón de los Dioses

Cabe recordar en lo que a la idea del “homo superior” respecta al principal ideólogo proto-nazi Joerg Lanz Von Liebenfels y su libro Theozoologie oder der Elektron der Goetter en el que establecía que los dioses Germánicos habían en realidad pertenecido a una antigua raza Ariana que poseía órganos eléctricos especiales que los dotaba de cierta forma de radio-telepatía, que habrían perdido al cruzarse con especies sub-humanas (en el venidero Reich, la restauración de estos órganos eléctricos sería un deber del estado).
Luego que Hitler ascendió al poder todas las sectas pre-nazis, incluyendo la de Liebenfels (de la cual el Fürer había adoptado su fascinación con la eugenesia e incluso la swastika), fueron prohibidas. Pese a esto las ideas de Liebenfels continuaron siendo de gran influencia, particularmente para los SS. El mismo Himmler estaba altamente interesado en el mesmerismo y la telepatía, existiendo rumores que apuntaban al hallazgo de cadáveres de lamas tibetanos en sus cuarteles una vez concluida la guerra (los nazis creían que la civilización tibetana, basada en principios Arianos, había logrado preservar los órganos eléctricos).
Como señala David Sivier en su artículo Mutants Season, un mutante como Magneto durante el Tercer Reich no habría sido considerado un enemigo de la raza sino todo lo contrario, esto si Erik Magnus Lehnsherr no hubiese pertenecido a una de las etnias perseguidas, como era el caso.
Los paralelos con el nazismo en los X-Men no se agotan en el personaje de Magneto siendo uno de los más potentes el propuesto por Chris Claremont en Días del Futuro Pasado (X-Men #141, 1980) que describe una Norteamérica del año 2013 en el que hay tres tipos de personas clasificados por letras. “H” para los humanos libres de genes mutantes y que pueden reproducirse; “A” para humanos anómalos, normales pero con potencial de tener genes mutantes a los que se les esteriliza; y “M” para los mutantes, la clase más baja. Parias perseguidos por el Acta de Control mutante de 1988 que son cazados y salvo raras excepciones, eliminados sin piedad por los robots gigantes conocidos como “Centinelas”, que además han tomado total control del país. Todo se inicia con el asesinato del senador Kelly a manos de la “Hermandad de mutantes malvados” liderada por Mystique. Kate “Kitty” Pride lo explica muy bien a sus compañeros de equipo luego de un viaje en el tiempo que la llevará a habitar su cuerpo adolescente: La hermandad lo mató (a Kelly) para enseñar a la humanidad a temer y respetar el poder del homo superior. Su plan fracasó y los mutantes fueron objeto de miedo y odio. Pensamos que la histeria paranoica pasaría, pero no fue así. En 1984, un furioso candidato antimutante, fue electo presidente. En un año se aprobó el Acta de Control Mutante; pero la Corte Suprema la consideró anticonstitucional. La administración respondió al reactivar a los Centinelas. Los robots tuvieron un programa abierto, con parámetros para eliminar a la amenaza mutante, de una vez por todas. Los Centinelas concluyeron que la mejor forma de lograrlo, era tomar el país. En el proceso, también destruyeron a los superhéroes no mutantes… tanto a héroes como villanos. Al final del siglo el continente norteamericano estaba completamente bajo su control.
Los X-Men logran frustar la muerte de Kelly en dicha ocasión evitando así el oscuro futuro del cual provenía Shadowcat, pero de cualquier forma el senador será asesinado, irónicamente por un humano “normal” que le consideraba un traidor a su raza (X-Men #108, 2001.)

Perro de estroncio

El subtexto de odio racial es aún más explicito en el cómic británico de mediados de los 1990’s Strontium Dog, de la revista 2000 AD. Strontium Dog transcurre tras una guerra nuclear que ha contaminado el material genético de gran parte de la población de Inglaterra, provocando la implementación de severas leyes eugenésicas y una política de genocidio para evitar el nacimiento de mutantes. El protagonista de este cómic, Johnny Alpha, posee visión de rayos-X y la habilidad de leer mentes e incluso interrogar a los muertos gracias a las ondas alfas emitidas por sus ojos. Johnny es uno de los pocos mutantes de Strontium Dog sin deformidades físicas considerables, como las de El Torso de Newcastle, por ejemplo (que no posee cabeza) y Nearly Normal Norman (cuyo rostro está dado vuelta hacia arriba). El Padre de Johnny, Nelson Bunker Kreelman, irónicamente era Líder Cívico del Sector Sudeste de Nueva Bretaña y pionero de la nueva legislación anti-mutante. Temeroso que su hijo mutante arruinara su carrera política Kreelman lo confinó durante toda su niñez al interior de su casa, convenciéndolo que padecía de una enfermedad ocular que podría causarle la muerte si sus ojos alguna vez eran expuestos a la luz. No sería sino hasta su primer día de clases, luego que unos compañeros decidieran molestarlo quitándole sus anteojos especiales, que Johnny descubriría la verdad sobre sus ojos. Johnny estaba feliz ante el descubrimiento de sus poderes especiales corrió a contarle a su padre. Este, temeroso por su carrera, decidió recluir nuevamente a su hijo en casa. Fue entonces cuando Johnny realmente aprendió a odiar a su padre. Kreelman había luchado dura y tenazmente para aprobar leyes que impidieran a los mutantes tener posesiones, trabajar e incluso vivir entre los “normales”. Todo esto mientras tenía a un mutante viviendo bajo su propio techo.
Johnny decidió escapar, había escuchado historias sobre un Ejercito Mutante y pensó que si se unía a ellos tal vez podría enmendar algunas de las terribles cosas que su padre había hecho. Como no podía decirles quien era realmente se bautizó como Johnny Alpha, y con solo 12 años se unió a sus filas. Kreelman dio a su hijo por muerto, mientras este se convertía en un líder entre el Ejercito Mutante. Kreelman implementó Campos de Labores Mutantes donde estos eran obligados a trabajar como esclavos en horrendas condiciones de vida. Los Ejércitos Mutantes de los distintos sectores de New Britain celebraron una reunión conjunta para discutir tácticas de guerra y decidieron atacar la fortaleza flotante de Upminister en un intento de tomar control del gobierno. Pese a la gran cantidad de bajas, los mutantes ganarían pero Kreelman les forzaría a rendirse bajo amenaza de matar 100 mutantes por hora. Johnny y los suyos acceden a la rendición y son condenados a muerte. La propia hermana de Johnny, a quien no había visto en años, se convirtió en una pieza clave en la derrota de Kreelman, ayudándole a escapar a él y los otros generales y revelando luego la verdad acerca del hijo mutante de Kreelman al Primer Ministro y al Rey. Esto proporcionó a los mutantes argumentos suficientes como para desacreditar a Kreelman y forzarlo a renunciar. El Ejercito Mutante hizo el resto, luchando duro para causar la máxima disrupción en el Programa de Exterminio Mutante. El Primer Ministro estuvo dispuesto a negociar y la infame ley fue depuesta. La policía secreta de Kreelman, los Kreelers fueron disueltos y nuevas áreas donde los mutantes pudieran vivir en paz fueron creadas. Los mutantes estaban muy lejos de llegar a un trato igualitario pero la era Kreelman había acabado. Johnny fue exiliado fuera del planeta, lo que no le molestó ya que había tenido más que suficiente de la Tierra y la gente que vivía allí. Justo en ese momento la Comisión Galáctica contra el Crimen estableció una agencia para caza-recompensas interplanetarios, un trabajo sucio y peligroso, ideal para mutantes. Johnny se enlistó de inmediato convirtiéndose en un Strontium Dog.

Mutatis mutandis

Podríamos continuar llenando páginas y páginas analizando las una y mil formas en que el concepto del mutante ha tomado cuerpo en la cf. Cómo olvidar al Mulo de Isaac Asimov, por ejemplo, que con su sola presencia pone en jaque a la psicohistoria y la primera Fundación; o a los mutantes de Galaxias como granos de arena de Brian Aldiss. ¿Recuerdan la serie de dibujos animados Thundercats? Pues estos gatos humanoides contaban dentro de sus enemigos a unos mutantes. ¿Por qué les llamaban mutantes si aparentemente eran criaturas que evolucionaron, como los mismos Thundercats, de especies distintas a los primates?, ¿Cuál era su mutación? Eso nunca lo tuve claro.
En Futurama también hay mutantes y en una sorprendente vuelta de tuerca fue revelado que Leela no era una extraterrestre como siempre se nos hizo creer sino la menos mutante de los mutantes. Los mutantes de Futurama viven en los túneles del desagüe y han construido toda una ciudad en base a los desperdicios arrojados por la gente de la superficie. Todos son verdes pero sus formas varían de unos a otros. Incluso los padres de Leela, pese a ser ambos cíclopes, poseen características distintas (la madre tiene tentáculos y cola de cabra mientras que la boca del padre está girada en 90º). Estos mutantes son una clara referencia a los morlocks de los X-Men que a su vez toman su nombre de los personajes del famoso libro de H.G. Wells La Máquina del tiempo.
No podemos dejar de mencionar tampoco a las Tortugas Ninjas (Teenage Mutant Ninja Turtles) que invadieron el mercado a principios de los noventas y que han protagonizado numerosas películas y series de televisión tanto animadas como con actores de carne y hueso (enfundados en trajes de goma). En este caso la mutación era provocada cuando un compuesto químico llamado Ooze era derramado sobre cualquier animal, “evolucionándolo” a una forma e inteligencia humanoide. En ese sentido estos mutantes no eran distintos a los archienemigos de los Thundercats.
Hoy en día y gracias a Pokemon, está más de moda hablar de evolución que mutación. Los pokemons evolucionan en criaturas más grandes y poderosas hasta dos y tres veces (puede que más, me declaro un semi-ignorante en esta materia). De seguro que si este hubiese sido un dibujo animado de los 1980’s o 90’s habrían “mutado” en vez de evolucionar, tal y como hicieron las tortugas ninjas. Pero hay una diferencia eso sí, mientras que un agente externo provocó que las tortugas “evolucionaran”, en los pokemons esto se da naturalmente y puede que allí radique la diferencia entre mutación y evolución, por lo menos en lo que al simplista mundo del molesto Pikachu se refiere.

2004, Sergio Alejandro Amira.

Asimov y los Viajes en el Tiempo

por Remigio Aras

Una de las primeras obras literarias en tratar el tema del viaje en el tiempo fue la moralizadoramente discursiva A Christmas Carol (1843) de Charles Dickens, un libro que jamás he leído pero con cuya historia estoy más que familiarizado amén de las innumerables versiones llevadas al cine y la televisión (recuerdo particularmente una de las primeras que vi de niño donde el putrefacto fantasma del ex-socio de Scrooge realmente daba miedo). La novela de Dickens por supuesto que no era ciencia ficción al no estar involucrado ningún artilugio tecnológico en el proceso de crondesplazamiento, por lo que el título de “primera obra literaria de ciencia ficción sobre viajes en el tiempo” recae en Herbert George Wells y su The Time Machine (originalmente publicada como The Chronic Argonauts en el Science Schools Journal de 1888; expandida y revisada luego en 1895). Hay algunos quisquillosos que argumentan que Wells no fue el primero en idear una máquina del tiempo sino un tal Edward Page Mitchell que varios años antes propuso tal artefacto en Clock That Went Backward (1881), historia en que dos niños descubren un reloj roto que los transporta a la Holanda del siglo dieciséis, pero a esa gente le digo: no podemos considerar al reloj aquel cómo una verdadera máquina del tiempo sino como un objeto mágico, ¡estamos hablando de ciencia ficción aquí después de todo!
Es Wells y nadie más que Wells quien sentó las bases del viaje en el tiempo para la ciencia ficción, antes de él los viajeros estaban condenados a viajes sin regreso o de una sola vía a través de sueños, visitas de fantasmas, criogenia o larguísimas siestas. Al principio de The Time Machine el protagonista declara: “Existen en realidad cuatro dimensiones, tres a las que llamamos los tres planos del Espacio, y una cuarta, el Tiempo”, esto diez años antes que Einstein diera a conocer su Teoría Especial de la Relatividad, que, como señala Pedro Jorge Romero en su artículo El Viajero del tiempo aprende despacio, llevaría la idea del tiempo como una cuarta dimensión de una entidad superior conocida como el continuo espacio–tiempo (Pedro Jorge Romero se encargó de la traducción para la edición española de Las naves del tiempo, continuación de La máquina del tiempo de Stephen Baxter).
El escritor pulp Raymond Cummings fue el primero en expandir las bases propuestas por Wells en The Man Who Mastered Time (Argosy, 1924), The Shadow Girl (Argosy, 1929) y The Exile of Time (Argosy, 1931). Murray Leinster llevó la idea del viaje en el tiempo un paso más allá al crear “El Demostrador Tetradimensional” (1935), una maquina que duplicaba materia simplemente atrayendo el mismo objeto al presente desde el pasado. La popularidad de las historias de viajes en el tiempo se incrementó durante la edad de oro de los pulps pero como sus contrapartes del siglo XIX, los escritores estaban más interesados en la máquina del tiempo como una excusa para situar a sus personajes en mundos extraños que en especular sobre las paradojas resultantes de tal hazaña o el mecanismo de funcionamiento del prodigioso aparato. Son justamente estos aspectos los que me interesan destacar de la obra de Asimov. La cantidad de relatos y la diversidad de autores que han escrito sobre el tema desde que Wells publicara La Máquina del Tiempo da para más páginas de las que estoy dispuesto a escribir (soy muy perezoso), pero Asimov (quien dista mucho de ser uno de mis escritores favoritos) nos basta y sobra ya que escribió varios cuentos sobre el tópico desde diferentes ángulos y sin repetir mecanismos argumentales para el cronodesplazamiento, dejaré fuera las novelas como El Fin de la Eternidad y los cuentos donde no se especifique el mecanismo del viaje en el tiempo (como ocurre en El día de los cazadore, por ejemplo) asimismo como Las propiedades endocrónicas de la Thiotimolina Resublimada, que es muy aburrido.

El niño feo
En este cuento (tercero favorito de Asimov) un niño neanderthal es traído al presente por un equipo de investigadores que además le han echado el guante a rocas prehistóricas, trilobites y hasta un pequeño dinosaurio, todos almacenados en un complejo de habitaciones, cada una de ellas en una burbuja de Estasis, que están a su vez dentro de una burbuja invisible mayor que no forma parte de nuestro universo. Al igual que los otras muestras el niño es recogido en el pasado mediante una técnica de detección intertemporal de mesones. Los objetos al atravesar las líneas de fuerza temporales ganan potencial temporal por lo que deben permanecer en Estasis ya que introducirlos en el universo y la época de los investigadores absorbería energía suficiente para quemar todas las líneas de lugar.
Los objetos sujetados en Estasis son eventualmente regresados a su época y pueden arrastrar a otros objetos consigo si no se toman las precauciones adecuadas. Una vez que el objeto retrocede en el tiempo el enfoque original se pierde a menos que se planee retenerlo. Cada unidad de Estasis posee un dispositivo de perforación, es preciso pues cada unidad tiene su propio enfoque y debe funcionar de forma independiente. En cuanto a los cambios que podrían producirse en la historia ante la ausencia de las muestras extraídas del pasado estos en la práctica no ocurren. La matemática de la Estasis indica que los cambios son convergentes y disminuyen con el tiempo.
¿Quiere decir que la realidad se cura a sí misma?, pregunta la niñera del niño neanderthal, la señorita Fellows. “Por así decirlo”, “contesta el profesor Hoskins a cargo del proyecto. Extraiga un ser humano del tiempo o hágale retroceder, y la herida será más profunda. Si se trata de un individuo común, la herida aún puede curarse. Muchas personas nos escriben todos los días pidiéndonos que traigamos a Abraham Lincoln, a Mahoma o a Lenin. Eso no es posible, por supuesto. Aunque los encontráramos, el cambio producido en la realidad, al desplazar a uno de los que moldearon la historia, sería demasiado grande para poderse curar. Hay modos de calcular cuando un cambio tiene posibilidades de ser demasiado grande, y evitamos aproximarnos a ese limite.

La carrera de la Reina Roja
Este cuento remite a la teoría del viaje en el tiempo conocida como Causalidad Circular y trata sobre el envío de un texto científico (en forma de pergamino) desde el presente a la Antigua Grecia y nos prodiga varias elucidaciones en torno al viaje temporal. Si se toma una masa de materia y se le aplica traslación temporal, es decir, se la envía hacia atrás en el tiempo, se está creando materia en el punto del tiempo adonde se envía. Para ello, ha de utilizarse una cantidad de energía equivalente a la cantidad de materia creada. En otras palabras, para enviar un gramo de cualquier cosa hacia atrás en el tiempo, se debe desintegrar totalmente un gramo de materia, con el fin de suministrar la energía requerida.
Por decirlo con mayor rigor, se requiere que la energía se transforme en inercia temporal, y resulta que la energía en ergios necesaria para enviar una masa en gramos equivalente a esa masa al cuadrado de la velocidad de la luz en centímetros por segundo, que es la ecuación de equivalencia masa-energía de Einstein.
Si se envía el material quince minutos atrás, aparentemente se envía el material al mismo sitio en relación a la Tierra, a pesar de que en quince minutos la Tierra se ha desplazado veinticinco mil kilómetros alrededor del Sol, y el Sol, a su vez, mil quinientos kilómetros más y así sucesivamente.
El pergamino es enviado finalmente pero la historia de la humanidad no es alterada al incluir el traductor sólo los “pasajes que dieran cuenta de los raros jirones de conocimiento que los antiguos aparentemente obtuvieron de la nada.” “Ha sido una carrera de la Reina, señala el traductor. “Tal vez ustedes recuerden A través del espejo, de Lewis Carroll. En el país de la Reina Roja había que correr a toda prisa para permanecer en el mismo lugar.”

Una estatua para papá.
En este cuento el viaje al pasado se realiza a través de “cronoembudos”. Los cronoembudos son totalmente irracionales e incontrolables. Sólo presentan una distorsio´n ondulante, de algo más de medio metro de anchura como máximo, y que desaparece rapidamente. Tratar de enfocar el pasado es como tratar de enfocar una pluma en medio de un turbulento huracán.
Tras cincuenta años de intentos infructuosos (que incluian el sujetar el pasado con garfios que por lo general no resistían) el padre del protagonista convence al Gobierno que le suministre fondos para instalar un cronoembudo propio y tras algunos años durante los cuales no logra nada salvo perder las subvenciones consigue mantener el foco del cronoembudo por diez “largos” minutos. Por supuesto no teníamos ningún garfio a mano. Pero la baja permeabilidad permitió que algo se desplazara del “entonces” al “ahora”. Obnubilado, actuando por mero instinto, extendí el brazo y agarré aquello. Lo que el protagonista había extraído del pasado antes de perder el foco fue un puñado de barro duro y seco que contenía catorce huevos que tras diecinueve días de incubados produjeron catorce diminutos canguros con escamas verdosas, patas traseras con zarpas, muslos rechonchos y colas delgadas como látigos. El secreto del viaje en el tiempo jamás seria hallado, pero el descubrimiento accidental de la deliciosa carne de dinopollo convertiría en millonarios al protagonista y su padre.

Necrológica
En este cuento un científico abusivo con su esposa descubre la manera de “traer” cosas del futuro. El gran secreto que he descubierto es que la duplicación de un objeto en un punto del futuro requiere escasa energía si dicha energía se aplica correctamente. La esencia de esta proeza…, querida, es que al crear el duplicado y traerlo de vuelta he logrado el equivalente del viaje por el tiempo. El problema es que los seres vivos por alguna extraña razón llegan muertos. El científico entonces planea con la ayuda de su esposa una dramática demostración de su descubrimiento “regresándose” desde un futuro de tres días. Dentro de tres dias, llegaremos al instante en que se formó el “yo” duplicado, usando mi “yo” verdadero como modelo, y regreso muerto. Una vez que pasemos ese momento, el “yo” muerto desaparecerá y el vivo permanecerá., explica el ambiciosos científico. Cuando aparezca mi cadáver, el medico me declarará muerto, los periódicos anunciaran que estoy muerto, el sepulturero se dispondrá a enterrar el muerto. Luego, volveré a la vida y haré público como lo hice. Cuando eso ocurra seré algo más que el descubridor del viaje por el tiempo. Seré el hombre que regreso de la tumba. Esta situación es aprovechada por la esposa para cometer el “homicidio perfecto”.

He ahí, cuatro cuentos del buen doctor que recomiendo leer a todos lo fanáticos de los viajes en el tiempo (¿existirá tal cosa como un fanático de los viajes en el tiempo?). Dentro de mis historias favoritas referentes a este tópico está el relato All you Zombies de Heinlein, la novela de Tim Powers Las puertas de Anubis, la película Doce Monos de Tery Gillian (no, no vi la versión francesa original) y aquel episodio de Futurama donde Fry y los demás viajan al pasado y terminan originando el “incidente Roswell (además del hecho que Fry termina convirtiéndose en su propio abuelo).

por Remigio Aras

Lo Fantástico en el Escenario de la Vida

Por Sandra Leal

Nada qué hacer, la organización del mundo sensible, la exigencia de lo material se ha convertido en un límite imposible de franquear. Ahí sentados frente al computador, pueden ver y sentir cómo la materia impide notar aquello que está más allá de lo puramente racional, esas sensaciones, esas cosas que intuimos pero no vemos, que sabemos están ahí pero no podemos cuantificar, alejadas de las leyes naturales que no hemos sido capaces de descubrir; aquellas que se pierden en el olvido y con las que se abandona algo superior, que está muy dentro nuestro como escondiéndose cada vez que las ignoramos.
Para vivir bien, digo, más allá de tener una casa bonita y una familia ideal, para concentrarnos en el simple y devaluado acto de vivir, todos deberíamos poseer el sentido de Lo Fantástico; así como lo tenían Cortázar, Borges, Cervantes, Dalí, Picasso, incluso Einstein y como lo tiene García Márquez y tantos otros seres humanos dignos de admiración, no por sus hazañas profesionales sino por su sentido de la vida. Ellos no caminaban, flotaban y aún flotan entre la realidad sensible y la realidad inexplicable; a pesar de estar muertos parecen gravitar en un universo alterno donde continúan ejerciendo su capacidad de sorprenderse, de encontrar lo nuevo en lo cotidiano. Pensar que hay personas incapaces de abrir sus ojos con sorpresa ni aunque les cayera un cohete encima. Meditar sobre esto es descubrirnos abrumados por el mundo actual copado, por la hiperrealidad y desconociendo a conciencia todo lo que no altera sus sentidos físicos.
Lamento, como muchos, mi herencia racional y lógica que me lleva a acoger las ideas con el fanatismo del ateo que después de negar sistemáticamente la existencia de Dios, da gracias a Dios por ello, ya que la verdad como dogma limita a la humanidad en su fuero más íntimo: en su curiosidad. Cómo Ortega y Gasset (1) decía:<>, siendo así podemos decir que lo peor no es creer sino no poder creer en nada, pero a la vez, creer en todo. Por curiosidad no más deberíamos preguntarnos a diario sobre la realidad de nuestra realidad, vivir en una eterna puya existencial sin saber si realmente se está vivo o sólo somos una imagen mental de alguien que en una dimensión diferente sueña nuestra existencia (2). Esto probablemente nos convierta en cazadores de vida, en cazadores de lo anormal dentro de lo cotidiano.
La vida es un continuum cuyos límites son Lo Fantástico y la realidad tangible que a diario nos atormenta. Entender la realidad práctica es aceptar sólo lo palpable por nuestros sentidos, aquello medible, perceptible y cuantificable de nuestro alrededor. Pero, qué pasa con todo aquello que no entra en estos términos, es decir, todo lo que puede ser imposible de identificar dentro del concepto de realidad pero que en ocasiones crea suficientes dudas razonables, como para hacernos creer en la presencia del elemento fantástico.
Hay varias formas de alcanzar Lo Fantástico en la vida diaria, quizás la más común y a la que más fácilmente podemos recurrir es a la del “extrañamiento”. Muchos lo han intentado, pero terminan por abandonar por varias razones; antes, expliquemos un poco qué es el extrañamiento: vivimos rodeados de objetos, de tanto verlos los consideramos parte del paisaje habitual, ya no brindan ningún significado a nuestras mentes acostumbradas a ellos, estos objetos han perdido su esencia ante nuestros ojos y así hemos llegado a ignorarlos por completo; los usamos pero no los entendemos, están por ejemplo, las alacenas de la cocina, diré las de mi cocina que hoy veo por segunda vez después de haberlas mandado a instalar hace varios años, son de puertas color lila y cajones grises, inamovibles rectángulos de tres dimensiones de los que apenas me percato, qué diré de los que visitan mi casa que ni siquiera recuerdan su color, ¿en qué ha convertido estos estantes el acto inconsciente de ignorarlos? En fantasmas tangibles.
Ahora que vuelvo a pensar en ellas es cuando me doy cuenta de que ese objeto ha perdido su esencia, es, pero no es. Así es como empieza el proceso de extrañamiento.
Si queremos re-conocer lo que hemos olvidado, primero se debe hacer una lista de las cosas que se han dejado de “ver” y a un lado escribir lo que recordamos de ellas, de sus orígenes y tratar de recordar el momento en que las dejamos de mirar, luego pensar en su funcionamiento, el uso que le damos, etc… Así se descubren secretos escondidos que antes nunca se habían notado. Yo lo hice y descubrí que mi cocina guarda más secretos de mi vida de los que yo misma tengo presentes, ella y sólo ella sabe cuándo mi novio me sorprendió por primera vez con un desayuno, lo que pensó aquel día y nunca me dijo; sabe del día que me senté a llorar mi primera derrota en la literatura, sabe que no como maní y que los estantes altos están vacíos no porque tengan algo malo sino porque no los alcanzo; ni aún mi mejor amiga conoce tantos secretos de mi persona. El propósito del extrañamiento es muy noble, es permitirles a las cosas abandonar ese halo de objetos fantasmagóricos que adquieren con el tiempo, para otorgarles vida propia, o devolvérselas, sólo que resulta muy dispendioso. Este proceso es aconsejable para las personas pacientes y con mucho tiempo libre, pero más que nada para personas que quieran entrar en el mundo añorado, escondido tras las cortinas de la realidad.
Lo Fantástico se debe separar del estereotipo en que se encuentra, no sólo es aquel misterio que ni los mejores detectives pueden resolver, ni aquel ser mágico que quisiéramos descubrir en nuestro patio, es todo y nada a la vez, es mucho más. El poeta Alfred Jarry (3) lo entendía bien, dedicó toda su vida a encontrar Lo Fantástico, como lo anota Cortázar en una conferencia que dio en la Universidad de Córdoba en su país natal: <<él buscaba esa realidad misteriosa y fantástica que valía la pena explorar, no esa que tenía que ver con lo esotérico o sobrenatural, sino ese sentimiento de Lo Fantástico en el que navegan de continuo algunas personas, quienes perciben con facilidad eso que no está en las leyes sino en la excepción de las leyes>>.
¿Cómo ser un experto en extrañamiento, o un cazador de Lo Fantástico? ¿Abandonándonos a nosotros mismos, olvidando nuestros conocimientos previos para aprender a “ver”, de nuevo, por primera vez las cosas y como pequeños niños recorrer el mundo con la visión de lo novedoso? Si fuera fácil muchos lo habrían hecho ya, pero quienes lo han intentado corren el peligro de caer en el error de siempre, que consiste en llenar la mente de datos, no de conocimientos, de esos que en lugar de aclarar confunden y el proceso de ignorar lo cotidiano se acentúa.
Para poder llegar a un acuerdo de lo que se debe trabajar para re-conocer y recordar, en primer lugar debemos tratar de aclarar lo que se entiende por Lo Fantástico, aunque al momento de recoger citas que avalen este concepto encontramos un fallo: no las hay. Por lo tanto le trataremos de explicar a los lectores qué diciendo lo que definitivamente NO es y así cada uno extraiga su propio concepto.

II
Algunos acusan a la literatura y a la religión de producir lo que se ha dado en llamar “alucinaciones de la razón”, sin que por ello Lo Fantástico sea una alucinación. Sin embargo, es obvio que las acciones y creaciones fuera de la cotidianidad han estado siempre entre nosotros, esto se explica a través de la existencia del mito (relatos de los actos de los Dioses) y de las leyendas (historias épicas de héroes auténticos) (4).
¿Cuándo el hombre se dio cuenta por primera vez de esta separación entre lo real y Lo Fantástico? Cualquier intento de respuesta es vano, sus orígenes se pierden en la espesura del tiempo y si sobrevive se debe a la curiosidad innata, al deseo de explicar el mundo y la sed permanente tanto de relatos como de aventuras que posee el género humano, el sueño de encontrar nuevos personajes e historias que nos digan que no sólo somos esa cáscara oscura que se proyecta sobre los espejos. Queremos ser más, queremos ser dioses; creemos ser más y en cierta medida lo hemos logrado a través de la ciencia, pero este es un campo excluyente al que sólo algunos privilegiados pueden entrar; creemos ser dioses a través de los libros, pero nosotros no queremos “creernos” dioses, queremos “ser” dioses y esto implica una gran diferencia. Es, entonces, cuando peleamos con nuestra mente y con nuestro espíritu porque nos obliga a batallar contra los límites de la debilidad humana.
En fin, explicar Lo Fantástico no es fácil, pero trataré. Primero que nada es una ciencia (si es que se puede llamar ciencia a aquello cuyo objeto de estudio está por definirse), o un sentimiento que abarca muchas probabilidades: están las visiones filosóficas, teológicas, sicológicas y literarias que tratan de aproximarse a un “real” sentido de Lo Fantástico.
Desde un punto de vista lexicográfico, la palabra como tal no existe en los viejos diccionarios. Sin embargo, en la versión del año 2000 del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en Colombia, encontramos lo siguiente:
Fantástico: Adj., quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste sólo en la imaginación.
Fantasía: imaginación, ficción, cuento.
Dejando así –para caer una vez más en los clichés– a Lo Fantástico como una mentira, algo alejado de la realidad, de las emociones y sentimientos de quienes lo perciben. Fantástico, por lo tanto, y en lo que a los diccionarios se refiere, sólo es una expresión para algo agradable, una forma de aprobar una propuesta sin base real dejando de lado cualquier otra posible explicación, como quien dice le doran la píldora a los que se sorprenden con la vida. El diccionario, por lo que se ve, aleja más que aclara cualquier cosa que tenga que ver con nuestro asunto de este momento.
Pasemos ahora al área de las definiciones literarias. De acuerdo a Todorov, en su libro Introducción a la literatura fantástica (5), Lo Fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural. Mmmmm, bien, no hay que negar que es una idea interesante, aunque su explicación es fácilmente rebatible dado que trata de definir sobre los mismos argumentos que soportan la existencia del material a definir, pues Lo Fantástico incluye y pertenece a lo sobrenatural, pero no sólo se refiere a eso, como ya lo dije antes también incluye lo cotidiano, aunque nuestro amigo Todorov se salva cuando dice aparentemente sobrenatural lo cual acerca un poco su posición a la de este ensayo.
Se entiende que lo sobrenatural es aquello que escapa a la explicación lógica, medible y cuantificable exigida por las mentes superracionales, para darle a todo una visión de realidad, pero no por ello lo inexplicable deja de tener realidad. Tal vez lo sobrenatural como Lo Fantástico, son las excepciones de las que hablaba Jarry.
Por otra parte, Adolfo Walsh en su libro Antología del cuento extraño, trata de materializar una definición abordada desde la semiología cuya expresión ha hecho pasar muchas noches en blanco a quienes la han tratado de comprender, él dice: <>. De acuerdo, es posible que la realidad de lo manifestado por la acción fantástica no se materialice como se materializa un sándwich, por ejemplo, ante esto sólo podemos replicar: quién nos dice que algo debe poseer una manifestación material para que sea real o para que su existencia entre en duda. ¿No existiría el tiempo sin los relojes? ¿Acaso no existía el tiempo aún antes de que alguien tratara de crear un aparato que lo midiera y no por esto carecía de realidad? ¿Y, no es acaso esa la idea más fantástica que todos tenemos a mano, la de la existencia del tiempo?
Pasemos a una autora relativamente nueva con nuevos conceptos que aportar. No hace mucho la lingüista e investigadora búlgara Irene Bessire, afirmaba que no existe un lenguaje de Lo Fantástico. Algo que puede ser verdad, pero que aquí sólo dejaremos registrado puesto que nuestro interés va en otra dirección. Ella no define Lo Fantástico en sí mismo sino en virtud del lenguaje que ella misma dice no existe, así se atreve a afirmar que <>. Bueno, tal vez haya algo de razón en ella, pero y qué. Usa muchas palabras para al final no decir gran cosa, pues en resumen refiere a Lo Fantástico a ser sólo un acto mental tamizado por las vivencias y creencias humanas, sin que por ello tenga un asidero en lo real.
¿Es eso Lo Fantástico? ¿Tan sólo un hecho mental? ¿La ciencia ficción miente cuando su creador más insigne, Julio Verne, analizó los conocimientos y virtudes de sus contemporáneos y proyectándolos en el tiempo profetizó el viaje a la Luna, o la vuelta al mundo, o un paseo por el fondo oceánico mucho antes de que existieran los cohetes o los submarinos? O cuando uno de sus mayores exponentes Isaac Asimov, liberó de los límites de la imaginación la posibilidad de crear vida artificial en el laboratorio; todo lo que ellos dijeron, en su momento, se convirtió en algo tan fantástico que no parecía caber dentro de los límites de la posibilidad y ahora, gracias a ellos, cualquier proyección por extraña que parezca nos parece poca. ¿Es un hecho real o una especulación mental las miles de comprobaciones que hay sobre los poderes ocultos de la mente? Cientos de hechos comprobados atestiguan la posibilidad de la transferencia mental de ideas, imágenes y hasta conceptos, lo que llamamos telepatía, si no es un acto que se realiza a conciencia es porque aún no somos capaces de hacerlo a voluntad, pero que existe, existe.
Ahora entremos en el espinoso campo de la religión, donde casi cualquier cosa es aceptada en virtud de la fe. ¿Existe Lo Fantástico en la religión? Pecando de pragmáticos podemos aceptar que no hay nada más lleno de este sentimiento (si podemos llamarlo así) que la religión, cualquiera que sea, ya que en todas encontramos una gran dosis de historias, mitos y leyendas basadas en historias reales tan antiguas que escapan a nuestra comprensión, pero definitivamente pertenecientes a la realidad tal y como la concebimos. No daré ejemplos, pero Lo Fantástico es inherente a todo sistema de creencias, ¿y por ello no están acompañadas de la verdad? No lo creo.
Si fuésemos capaces de viajar en el tiempo encontraríamos la verdad del mito. Se sabe, por ejemplo, que todas las historias que se encuentran consignadas en la Biblia ocurrieron hace cinco mil años o menos a personas tan reales como usted o como yo, lo demás, lo que las hace bíblicas es el problema de las interpretaciones donde todo cabe y todo se vale y aún así no dejan de estar preñadas de Lo Fantástico tanto en lo sobrenatural como en lo cotidiano.
Para citar un ejemplo de aquello sobrenatural y fantástico en la religión podemos mencionar al diablo, de él se ha hablado mucho a través de los siglos; sabemos que aquella figura extraña nació en la edad media y se desarrolló hasta su máxima expresión durante la época de la Inquisición. No hace muchos años el Papa Juan Pablo II dijo que sí existía, él cree en el diablo, pero no le creamos a él que está demasiado influenciado, creámonos a nosotros y a nuestras propias conjeturas, pues creer en el diablo es creer en la maldad de nuestra especie y siempre que escucho las noticias estoy convencida de que habita un pequeño diablo en cada uno de nosotros. Entonces, nunca estarán de más las especulaciones; según los “expertos” de la Edad Media, Satanás tiene cuernos de carnero, patas de caballo y cola de burro, un perfecto híbrido surgido de la reunión de distintos cuadrúpedos, que eran los únicos animales que ellos conocían ¿Podría existir algo así?
Por qué no y aquí es donde empezamos a trabajar el fenómeno del extrañamiento para descubrir algo nuevo dentro de lo viejo; después de todo, existe un animal que tiene cuerpo de topo, pico de pato, pelo de marta, pone huevos y es mamífero, quién más va a ser sino el ornitorrinco, un tranquilo animal que parece haberse escapado de un libro de monstruos fantásticos; si existe el ornitorrinco, un ser difícil de encasillar, por qué no ha de existir un animal semejante al que describieron los “Santos Padres” de la Inquisición, de todos modos entre más se investiga más entendemos lo poco que conocemos de nuestro mundo natural y nada impediría a un científico loco engendrar un híbrido de ese calibre; a la luz de todo lo anterior sólo cabe afirmar que, Lo Fantástico, también existe en la naturaleza.
Fuera de toda especulación nadie puede negar que dentro nuestro habita muy profundo, pero en todos está un pequeño demonio armado con cuernos dispuestos a atacar y a herir a aquellos que se atrevan a hacernos daño, aunque a veces ni siquiera necesita alguien hacernos daño y ni siquiera tenemos que odiarlo, en ocasiones lastimamos a los que amamos sin querer, sólo porque sí y qué mejor excusa que dotar ese mal comportamiento con un carácter y vida ajena a nuestra voluntad: “yo no quise hacerte daño, fue el diablo que me poseyó y me obligó”.
Como se anota, en cada uno de nosotros hay un resquicio por donde aflora Lo Fantástico que habita en nuestra mente y cuerpo. Bueno sería que todos fuéramos capaces de disfrutar más de esa pequeña grieta y reencontrar nuestra capacidad de asombro, perdida no se sabe hace cuánto tiempo, ¿dónde habrá quedado esa capacidad, entre los libros, en los salones de clase o junto al televisor?
Ahora, en pleno siglo XXI entra un nuevo campo de definición para Lo Fantástico, el ciberespacio. Slavoj Zizek, en su libro El acoso de la fantasía, dice: <>. Hasta aquí Zizek. Literariamente hablando es verdad lo que él dice, pero dentro de ese mundo olvidado o perdido y en ocasiones desconocido al que queremos acceder, la entrada exclusiva a un espacio externo se invalida si vemos cómo Lo Fantástico está en todo y crea un diálogo interno, auténtico, que se materializa en la mente de todo el que converja en él, no sólo en su mente sino con todas las vivencias que se generen alrededor y que de quererlo lo puede compartir a través del diálogo directo o de una actividad artística.

III
Bueno, tal vez no sea fácil definir qué es Lo Fantástico, pero si siempre ha estado ahí como muchos dicen, dónde está, cómo lo podemos encontrar, qué podemos hacer para vivenciarlo.
Convivimos con Lo Fantástico de muchas maneras, pero como ocurre con las cosas, en el cotidiano fantástico también se elabora un proceso de extrañamiento cuando perdemos en el camino de la costumbre cosas como el concepto y el goce del tiempo, habitante primigenio del mundo fantástico. Hemos olvidado lo esencial del tiempo (a este también le quitamos su esencia cuando aparecieron los relojes) porque vivimos siempre pensando en el siguiente instante, no en el ahora, corremos siempre deseosos de alcanzar un plazo determinado tan sólo para empezar a preocuparnos por el siguiente (no queremos que se nos vaya el bus, que nos cierren el banco o llegar tarde al trabajo).
El olvido de Lo Fantástico se genera en el día a día, en la lidia contra nuestros demonios internos para no estrellarnos con el mundo bajamos la cabeza para dejarlo pasar y continuar ignorándolo, así creemos librarnos de otro problema en nuestra vida y reunir armamento para soportar lo que venga con actitud recia, con carácter, como suponemos le corresponde a la gente competitiva, dura e inteligente que se educó para sobrevivir al reto del progreso.
Muchas de las cosas buenas que nos ocurren se atribuyen a una mera y muy pequeña casualidad, en lugar de apreciarlas las dejamos pasar, cuando algo bueno ocurre es importante detenerse y disfrutarlo, gozar con su novedad, arrancarle la cotidianidad y reconocer que fue importante por insignificante que sea. Las líneas del destino, los azares de la fortuna, están ahí para que los conozcamos; querámoslo o no existen y pertenecen al terreno de Lo Fantástico en lo cotidiano, cosas que son abiertamente ignoradas por todos.
Estamos rodeados de cosas, personas y hechos fantásticos sólo que nos tocan la vida tan tangencialmente que no lo notamos, por eso su realidad nos parece tan precaria y lejana a lo que somos. Anhelamos vivir más a fondo, de niños soñamos con estar en un mundo lleno de posibilidades donde lo extraordinario nos rodee, pues todos comprendemos que una vida penetrada por Lo Fantástico nos ofrece más caras de la misma moneda que la que nos deja ver la realidad rutinaria. Pero todo cambia cuando crecemos, tanta razón, tantos conocimientos, tantos datos contradictorios, tanto luchar para mantenernos a flote, nos convierte en personas rudas con la mirada focalizada en un sólo sentido y nada nos permite alejarnos de ese axioma que parece regir nuestras vidas, “seamos realistas”.
¿Cuándo empezó esta disensión con Lo Fantástico? Probablemente cuando abandonamos la vida nómada, cuando el individuo se dejó de preguntar y aceptó como verdad lo que otros le decían sobre sí mismo y su entorno sin cuestionamientos, olvidó incluso la posibilidad de que los supuestamente sabios se podían equivocar o que aquello que era verdad para unos no necesariamente debía ser verdad para él, así el ser humano perdió en gran medida sus propiedades de observación y sorpresa.
Qué es el hombre de este tiempo sino un acumulador de referencias, un repetidor de datos e informaciones, no controla nada, todo lo controla a él. Acepta ciegamente que la verdad la tienen los otros, pero la verdad en este tiempo es tanta para ser procesada que no tendrá nunca ocasión para objetarla. El mundo tecnológico y social cambia tan rápido que, piensa, “para qué asombrarse”, además quien se asombra pierde. Asombrarse hoy en día denota falta de conocimiento, caducidad y es esta presión social por mantenernos a la vanguardia la que más nos está afectando; ya nadie se deja absorber por el simple hecho de vivir, no hay disfrute, lo novedoso no es novedad y lo nuevo tiende a viejo desde el momento en que aparece. Lo Fantástico desaparece en nuestras vidas, muy pocos reconocen el servicio de las cosas que hay a su alrededor o dialogan con el espíritu de ellas, por simple que sea, muy pocos son capaces de disfrutar lo que no puede ver y se sienten incapaces de descubrir algo nuevo. Qué somos sino máquinas controlando máquinas, compitiendo con ellas, casi anhelando estar dentro de ellas. Ya no queremos ser simples mortales de carne y hueso.
Admiramos a quienes crean su propia mitología, a quienes establecen leyenda a su alrededor y admirarlos es reconocer en otros Lo Fantástico. Como dice el poeta colombiano Armando Orozco, quien se pasa la vida tratando de dar explicación a sus múltiples parecidos físicos; hay quienes dicen se parece a Castro, otros a Facundo Cabral, incluso se parece al Ché Guevara, pero nadie dice que se parece a Armando Orozco; por eso se pregunta con jactancia: “cuando será que yo me pareceré a mí mismo”. Y no es que le moleste la confusión, al contrario, se aprovecha de ella y retoma ese halo de grandeza de los personajes con que lo confunden para crear su propia gloria. Saber esto hace que nos preguntemos: cuándo será que los humanos dejaremos de darle importancia a los otros y nos empezaremos a parecernos a aquellos personajes y seres fantásticos que hemos reconocido, creado y endiosado a lo largo de la historia, los mismos que después de creada la leyenda nos empeñamos en ignorar para no tener que soportar las odiosas comparaciones.
Quiénes somos sino el reflejo del vacío interior que hay en cada uno de nuestros contemporáneos, dejamos de creer, dejamos de soñar y ahora vagamos perdidos en la bruma de una realidad física que armamos para nosotros, ignorando otras realidades no menos reales pero sí más sutiles. Qué son los humanos sino seres anhelantes de encontrar la ventana que les permita ver, por fin, entre los resquicios de las leyes naturales, pero, de tanto ver el mismo muro estamos ciegos a ella. ¿Dónde está Lo Fantástico? Sería atrevido decir que está dentro de nosotros, pero somos los Hellen Keller del universo, ciegos y sordos a lo maravilloso, a lo inexplicado, a lo silente e intangible, al sentimiento y a la realidad de Lo Fantástico.

Citas
(1) ORTEGA Y GASSET, JOSÉ. La deshumanización del arte.
(2) BORGES, JORGE LUIS. Borges, el otro, el mismo.
(3) JARRY, ALFRED. Ubu rey.
(4) BESIERE, IRENE. El cuento fantástico.
(5) TODOROV, TZVETAN. Introducción a la Literatura Fantástica

El pasado remoto del hombre: ficción literaria y ficción científica

por Rodrigo Pinto

El pasado remoto del hombre es aun materia de investigación y polémica. Quizás lo más controvertido es precisamente aquello que constituye la condición humana. ¿En que momento de la prehistoria es posible afirmar la distinción entre el hombre y sus antepasados? ¿Cuál es el rasgo diferencial decisivo para marcar el hito? De ahí se desprenden muchísimas otras preguntas y temas de investigación a los que trata de responder la paleoantropología. Esta ciencia se asemeja mucho a una labor detectivesca del estilo Sherlock Holmes, en cuanto reconstruye, a partir de indicios a veces mínimos, tanto la estructura física como el hábitat ecológico y social de los primeros humanos. Es lo que el historiador Carlo Ginzburg, en su libro Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia, denomina paradigma indiciario. Desde ese punto de vista, dado el despliegue de imaginación necesario para dar coherencia a los breves indicios, es posible darse la licencia de hablar de ficción científica, aún a riesgo de despertar las iras de los investigadores. Y puesto que en este campo las interrogantes son mucho más numerosas que las certezas, las discusiones y el planteamiento de diferentes hipótesis para la interpretación del mismo hecho son habituales.
El pasado remoto del hombre, por otra parte, no sólo interpela a los científicos. También algunos novelistas han aportado su propia lectura del hecho evolutivo, en una suerte de ciencia ficción al revés. El género, muy poco cultivado, bien podría llamarse paleo-ficción. Este artículo revisa algunas obras que caben dentro de él, así como uno de los libros de divulgación más relevantes del ultimo tiempo en el ámbito de la paleoantropología.

Aventuras en la prehistoria

Un best seller sumamente popular es El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel. La autora parte de un hecho que, por ahora, sólo se presume: el contacto y el intercambio entre el hombre de neardenthal, última versión primitiva del género humano, y el homo sapiens, que finalmente predominó. A partir de un hecho a todas luces excepcional y que, por cierto, aun no está probado (ver recuadro), Jean Auel despacha tomo tras tomo las aventuras de Ayla, joven sapiens recogida por una tribu de neardenthales -el Clan del Oso Cavernario-, con una completa propuesta de mitos, costumbres y hábitos de ambos géneros. Tan difícil de responder como la pregunta del huevo y la gallina es la incógnita de si Auel planificó desde el comienzo el monumental tamaño de la serie, o si, por el contrario, el éxito del primer volumen la llevó a ampliar las aventuras de Ayla. Pregunta, al fin y al cabo, no tan irrelevante, puesto que las culturas prehistóricas propuestas por Auel ganan en detalles tanto cuanto pierden en revelar el hecho antropológico por excelencia, el posible encuentro del ser humano actual con una especie de primos menos inteligentes y de repulsivo aspecto. La lectura de la prehistoria se reduce a los rasgos exteriores, los dioses, las costumbres de apareamiento, los mecanismos de designación de los jefes y detalles similares, sin ahondar en el profundo abismo que separa a unos y otros, o reduciéndolo simplemente a los estereotipos del encuentro entre culturas diferentes como los que se produjeron con la llegada de los españoles a América.
Reducir la cuestión a un simple enfrentamiento cultural que tiene como resultado el triunfo del grupo más avanzado tecnológicamente escamotea el hecho fundamental de que se trata no de culturas distintas, sino de especies diferentes. Ni siquiera los indios australianos, con sus rasgos físicos tan radicalmente distintos a los de los anglosajones que colonizaron ese continente, dan una idea de la extrañeza total que debe haber producido en un neardenthal el encuentro con un sapiens. Y si bien Jean Auel es a veces ingeniosa para inventar estilos de comunicación y ritos tribales, sus especulaciones tienen mucho de gratuito y finalmente se encaminan a los consabidos mecanismos estructurales de todo best seller que se respete: aventuras a granel con los adecuados matices de sexo y violencia.

Golding vs. Rousseau

La famosa tesis de Rousseau –el hombre es bueno, la sociedad lo corrompe- tiene en William Golding (premio Nobel de Literatura 1983), a uno de sus más enconados enemigos. La novela más popular del autor, El señor de las moscas, narra la rápida decadencia e involución hacia el primitivismo de un grupo de niños que queda abandonado a su suerte en una isla. La ausencia de control social es, según Golding, la razón de la aparición de conductas violentas y primitivas que desencadenan la ruptura del molde aprendido de los padres. Inversamente, puede decirse que la sociedad mantiene sus leyes y su funcionamiento sólo mediante la represión de sus tendencias al desorden, el caos y la violencia.
El pesimismo de Golding acerca de la condición humana está presente también en una de sus novelas menos conocidas, Los herederos (Minotauro, Buenos Aires, 1968), que también relata, como la vasta saga de Jean Auel, el encuentro entre una tribu de neardenthales y una de sapiens. La tribu más primitiva, transportando una brasa entre sus ropas, se mueve hacia un terreno de caza más favorable; cuando lo descubren, está ocupado por una especie nueva a la que espían con cautela y asombro ante su extraño comportamiento. La catástrofe se precipita rápidamente: los sapiens, sin atender siquiera a su posible condición de primos en el árbol evolutivo, desplazan a los neardenthales no mediante las artes de la guerra, sino simplemente mediante su mayor dominio del ambiente en que viven. Golding apunta aquí a la presunta naturaleza agresiva del homo sapiens, cuestión a la que han echado mano diversos filósofos y teóricos de la guerra para justificarla. La tesis es discutible incluso desde la paleoantropología, como veremos mas adelante.
Pero volviendo a la novela, la reconstrucción de época, por así decirlo, es brillante. Casi todo el libro esta narrado desde la óptica de los neardenthales, es decir, con un punto de vista voluntariamente reducido al abanico de percepciones, reflexiones y acciones de un tipo humano más primitivo, que manifiesta su extrañeza ante el comportamiento incomprensible, desaprensivo y juguetón de la tribu más avanzada. Sólo en el capitulo final, cuando el inevitable curso de los hechos ya se ha cumplido, la óptica cambia de dirección, dando cuenta también de la extrañeza de los sapiens ante sus peludos y atemorizantes visitantes. La razón de su desplazamiento y virtual pérdida de todas las oportunidades de supervivencia no está dada entonces por percibirlos como una amenaza, sino, simplemente, como unos seres extraños. En esta novela, todo lo que escamotea Auel esta recuperado y desarrollado. Es más, se trata precisamente de eso, de la imposibilidad del contacto entre unos y otros.
Golding volvió sobre la prehistoria en otro texto, más lúdico y menos sombrío, Clonc clonc, una de las tres historias breves contenidas en El dios escorpión. Estamos de lleno en la era del homo sapiens, pero muy atrás en la prehistoria, cuando el matriarcado era la institución dominante. Las mujeres, en este cuento largo o novela corta, son las que organizan y dirigen la vida de la comunidad. El hombre sigue siendo el cazador, pero de una manera que se asemeja mucho más al juego de niños grandes que al papel del padre proveedor. Ritos ceremoniales, lugares tabú, conflictos personales, todo ello se da en el espacio femenino; en el masculino, los cazadores, con nombres tan ambiguos como Rinoceronte en Celo, Dulce Pájaro o Luciérnaga, intentan hacerse responsables mediante la captura de una buena pieza de caza.
Golding quizá lleva muy lejos esta hipótesis antropológica. A fin de cuentas, su caricatura prehistórica del cazador afeminado es tan reductora y simplista como la caricatura histórica de la mujer débil y tonta que ha dominado por siglos la imaginería masculina. Con todo, el mayor interés de la obra radica precisamente en su concepción del mundo femenino y en la audaz proposición de aunar tanto el necesario cuidado de los hijos, que liga firmemente a la mujer al hogar, con las funciones de conducción de la comunidad.

Paleo ficcion humorística

Crónica del pleistoceno (o lo que no dijo Engels en El origen de la familia y el Estado) es el título de una de las novelas más curiosas de este reducido ámbito de la ficción. Roy Lewis, periodista y novelista a ratos, la publicó por primera vez a comienzos de los años sesenta. Desde entonces, con diferentes títulos (“El hombre de la evolución”, “Había una vez una era glacial” y “Lo que le hicimos a papá”), ha circulado por diversas editoriales y colecciones, a veces bajo el rubro de la ciencia ficción. En español la publicó en 1994 Anaya y Mario Muchnik (una editorial que tenía el buen gusto de ofrecer un catálogo bastante ajeno a las modas y tendencias del día, y que, quizá por lo mismo, desapareció recientemente del mercado). Esta editorial también le publicó La verdadera historia del ultimo rey socialista, otra vuelta de tuerca a la historia escrita bajo el supuesto de que el socialismo triunfó en la revolución de 1848.
La novela se sitúa en algún momento del pleistoceno, es decir, entre 500 mil y 10 mil años atrás. Los protagonistas son homínidos que en una sola generación llevan a cabo un recorrido que a la especie humana le llevó millones de años: desde los árboles al bipedismo, desde el bipedismo al control del fuego, desde el control del fuego hasta la caza con lanzas y trampas, la cocción de los alimentos, los matrimonios exógenos, la manifestación artística, la domesticación de los animales y las modernas formas de subversión y gobierno. Todo ello con un humor desbordante, expresado sobre todo en la figura del padre, Eduardo, un visionario que sabe exactamente cual es el contenido de la condición humana y se esfuerza lo indecible para arrastrar a su tribu hasta lograr esas conductas, y de su hermano Vanya, decidido a continuar en la copa de los árboles porque, según afirma, el progreso atenta contra las leyes de la naturaleza.
El famoso bioquímico francés Jacques Monod la leyó y señaló a su autor que había un par de errores, pero que no había parado de reírse desde la primera hasta la última página. Puede ser un poco exagerado, sobre todo considerando que muchos de los chistes tienen pleno sentido sólo para un antropólogo. De todas maneras, es un insólito y brillante intento de desmitificación del tema, que se burla desconsideradamente de las ideologías fundadas en el derecho natural o en la inmutabilidad de la naturaleza humana.

La aventura científica

Y, si a principios de los sesenta un antropólogo podía señalar dos o tres errores, a comienzos de los noventa podría señalar muchísimos más. Es lo que se desprende de la lectura de “Nuestros orígenes” (Critica, Barcelona, 1994), del paleoantropólogo Richard Leakey, uno de los mas eminentes y conocidos especialistas en el pasado remoto del hombre. Leakey, con la colaboración, para los efectos de la escritura, de Roger Lewin, ofrece un texto que sigue la tradición de los libros de viajes, exploraciones y aventuras, género que fue especialmente prolífico durante el siglo pasado y la primera mitad de este, cuando vastos territorios del globo permanecían inexplorados para la cultura occidental dominante.
Leakey se inspira en esta tradición para dar cuenta de la ampliación de otra frontera, la del conocimiento acerca de nuestros antepasados remotos. Uno de sus más famosos descubrimientos, el de un adolescente de un millón y medio de años de antigüedad, cuyo esqueleto fue hallado casi completo en las márgenes del lago Turkana (en territorio de Kenya, África), es el hilo que guía la narración.
El joven Turkana -conocido así familiarmente en los anales de la antropología- emergió del pasado en 1982. Lo más espectacular del descubrimiento fue que se trató de prácticamente todo el esqueleto, excepto las manos y los pies. Normalmente, los hallazgos fósiles se limitan a fragmentos, preferentemente del cráneo. Poder disponer de casi todo el cuerpo permitió espectaculares avances en la investigación de la morfología y del ciclo vital de este antepasado del hombre, conocido genéricamente como homo habilis, así como la revisión de buena parte de la teoría acerca de nuestros orígenes.
Sería demasiado largo dar cuenta de los principales temas en discusión. Para los efectos de este artículo, basta señalar que el libro de Leakey se lee como una apasionante novela. Sólo en aislados fragmentos, y llevado por la pasión, Leakey se sumerge demasiado en los detalles para confrontar su opinión con la de otros antropólogos, tornando la lectura más lenta. Pero generalmente el texto fluye con rapidez y amenidad, avanzando incluso en argumentos acerca de la condición humana que podrían desprenderse de la evidencia fósil (apoyada por modernísimas técnicas y avances de la biología, así como por herramientas de uso insólito en este contexto, como el scanner).
Y ya que estamos en ello, digamos que Leakey discute esencialmente la noción de la violencia intrínseca a la condición humana, tesis con la que se pretende avalar antropológicamente los impulsos agresivos y el enfrentamiento de comunidades humanas a través de la guerra. Según Leakey, el recurso de la violencia sólo comenzó en el momento en que el hombre se hizo sedentario y debió defender sus territorios (como habría dicho Marx, cuando el hombre se adjudicó un bien como propiedad privada). No hay evidencia de que el cazador-recolector, que dominó la historia del hombre durante millones de años, agrediera a sus semejantes y disputara violentamente por la supremacía territorial (aunque, como el mismo Leakey recuerda, la ausencia de evidencia no indica necesariamente la evidencia de ausencia). Pero Leakey, obviamente, enlaza más con Rousseau y su teoría del buen salvaje que con Golding y su tesis del control social como el factor aglutinante de la civilización. Para él, la descripción de los sapiens como “Rambos africanos, matones, expandiéndose por toda Europa y Asia”, debida a su colega Milford Wolpoff, es a lo menos injusta y carente de evidencia; por el contrario, Leakey no cree que “la violencia sea una característica innata del género humano, sino meramente una adaptación desafortunada a una circunstancias determinadas”. El tema es ampliamente debatible, por cierto, pero esta postura y su fundamentación en el texto es un claro desmentido a los belicistas de todo tiempo y lugar.

La Eva africana

Sólo para invitar a la lectura del ameno texto de Leakey, vale la pena decir que uno de los capítulos esta dedicado a la discusión y el análisis de dos tesis contrapuestas sobre el origen del homo sapiens. Una es la de la Eva africana, que señala que el nacimiento del hombre actual se produjo en una zona específica de ese continente. Ello significa, nada más y nada menos, que hubo una primera y única radiación de seres humanos como nosotros. Es, por otra parte, la teoría que Leakey suscribe. Desde ese punto habría comenzado la expansión del sapiens hacia otros territorios, ocupando, en el lapso de cien mil años, toda la superficie del globo.
La segunda postula que el nacimiento del sapiens se produjo en una numerosa serie de puntos, como si la tendencia de la evolución hacia un tipo humano mas avanzado fuera tan poderosa que brotó casi simultáneamente en África, Asia y Europa. Ello explicaría, con relativa comodidad, la aparición de diferentes razas en el mundo. Sin embargo, hasta el momento, la evidencia disponible no es concluyente para afianzar una u otra teoría; pero los argumentos de Leakey en favor de la Eva africana (o, para ser más precisos, a favor de una comunidad de primeros sapiens) son convincentes y desde luego, abren un interesante espacio para la imaginación de los escritores que deseen fabular sobre este tema: en un olvidado rincón de África…

¿Sapiens vs. Neardenthal?¿Se encontraron alguna vez los sapiens y los neardenthales? Es muy probable, puesto que ambas especies coexistieron durante decenas de miles de años; pero, ¿tuvieron un intercambio entre sí? Es bastante menos probable, por las radicales diferencias entre unos y otros. El neardenthal no solo tenía un cerebro de menor tamaño, sino también un aspecto muy diferente, más similar al de los grandes simios que al del hombre. Pero vayamos a algunos hechos concretos.
Los únicos datos que hasta ahora confirman el posible contacto entre ambos tipos de hombre radican en los hallazgos arqueológicos de la cultura chalterperroniense, que revelan el uso de herramientas propias de los sapiens por parte de los neardenthales. Según los antropólogos, los intercambios tribales se fundaban básicamente en el intercambio de mujeres por otro tipo de bienes, ya sea tecnológicos o alimentarios, sobre la base de la necesidad de prolongar la especie mediante la incorporación de individuos ajenos al grupo. El matrimonio exógeno era una necesidad de supervivencia para grupos reducidos que enfrentaban enormes y constantes amenazas, lo que, de paso, abre una interesante perspectiva sobre el tabú del incesto. De acuerdo a los estudiosos del tema, la hipótesis de que ello pueda haber ocurrido entre tribus de distinto género es extremadamente remota, dadas las radicales diferencias físicas y de inteligencia entre neardenthales y sapiens. El intercambio, sostienen, tiene que haber sido el de un bien por otro, o bien la apropiación de una técnica por la vía de la observación del uso.
Son muchos los factores que apoyan esta hipótesis. El de más peso es que en los territorios en donde se han encontrado huellas de ambos grupos –Israel y diversas zonas europeas-, no hay indicio alguno del posible encuentro. De ahí que la cultura chalterperroniense sea uno de los grandes misterios de la antropología, así como una demostración más de que la excepción confirma la regla.
Tampoco hay indicios de que la extinción de los neardenthales se deba a la agresión armada de los sapiens. Hay que recordar que estamos hablando de periodos de tiempo de vasta extensión, de decenas de miles de años. Leakey cita al antropólogo Ezra Zubrow, quien sostiene que, para tales periodos, la simple aplicación de variables estadísticas entrega la evidencia más razonable: el índice de crecimiento demográfico del homo sapiens era levemente superior al del hombre de neardenthal. Esa pequeña diferencia basta para explicar la desaparición de los segundos. Salvo la citada cultura, no hay indicios ni de la confraternidad ni del enfrentamiento. Las tribus, si llegaron a compartir un territorio de caza, no tuvieron que luchar por su dominio. Simplemente ignoraron a los extraños. Y los que llegaron después -gracias a sus mayores capacidades intelectuales, que les ofrecían claras ventajas en la captura del alimento y en las tácticas de sobrevivencia- tenían un índice de crecimiento demográfico levemente mayor.

Homo Plus o La cultura como anti-biótico

por Pancho Drake

En Homo Plus, de Frederik Pohl (3), la acción transcurre en un futuro no muy lejano. Sobrevivir en la Tierra se ha transformado en una tarea sumamente dificultosa. Hay escasez de energía en todo el mundo lo cual, sumado a la sobrepoblación del planeta, significa hambre y tensiones sociales casi incontrolables. Si no se hace algo, la guerra será inevitable.
Científicos de EEUU investigan la forma de aprovechar mejor las potencialidades existentes a través de una planificación de amplio alcance. Para eso, establecen diversos campos de investigación, uno de los cuales examina las posibilidades de desarrollo del ser humano en otros planetas. A este respecto, el coronel Roger Torraway está a cargo de un proyecto para la construcción de un cyborg, un organismo cibernético, en parte hombre y en parte máquina, adaptado a la vida en Marte. A tal proyecto se le da una importancia crucial ya que, según las previsiones de las computadoras, lo único que podría evitar la guerra es que la misión de colocar un cyborg en Marte resultase exitosa.
La empresa no es fácil ya que implica que un hombre se vea transformado de tal manera que su aspecto resulte demoníaco y que sus funciones corporales se vean totalmente trastocadas. De hecho, el primer cyborg muere por no ser capaz de tramitar, mentalmente, una serie de estímulos sensoriales novedosos, correspondientes a su nueva fisiología. Es por ello que el propio Torraway debe ofrecerse de voluntario, debiendo atravesar experiencias de un sufrimiento psico‑físico casi intolerables que, continuamente, ponen en peligro el éxito de la misión.
En Homo Plus abundan las señales que hacen referencia a un mal-trato de todo lo viviente: desde el estado calamitoso de nuestro planeta, que hace imperiosa la colonización extraterrestre, hasta la castración de Torraway, como parte de su proceso de transformación en un cyborg. En sí, toda la construcción del cyborg marciano implica situar a la vida en un papel secundario. Lo cual se reafirma al final de la novela, cuando sale a la luz que todo lo sucedido está en función de un proyecto denominado “Supervivencia de la Máquina Inteligente”, para el cual ni la vida ni la humanidad son importantes en sí mismas sino sólo un instrumento, entre otros, para lograr la continuidad en la existencia de la inteligencia artificial: lo prioritario no es la vida sino otras formas de existencia.
La dolorosa, repugnante y horrorosa construcción del cyborg, a partir de un ser humano, puede interpretarse como una alegoría de la humanidad misma, que nos confronta con un aspecto siniestro de nuestra forma de ser: algo que nada tiene que ver con la vida, y es representado por la máquina, parece esencial al ser humano. En Homo Plus no se haría otra cosa que llevar al extremo un aspecto del ser humano con el que nos enfrentamos cotidianamente: siendo como somos una de las tantas especies de seres vivos que habitan la Tierra, permanentemente generamos acciones que son incompatibles con la vida en su conjunto. Los ejemplos son numerosos y de distinto orden: la contaminación del medio ambiente; el recalentamiento del planeta; el agujero de la capa de ozono; la extinción de miles de especies; las armas y los residuos nucleares… ¡hasta atiborramos el planeta de botellas de plástico de gaseosas, que no son biodegradables! No obstante, nos consideramos: descendientes de los monos, mamíferos, animales… en suma, seres vivos…
¿Cómo justificar tanta discordancia con aquello que reconocemos como nuestro propio fundamento? Situando al ser humano sólo como un eslabón más en la cadena de la vida, resulta imposible encontrar justificación alguna para tanta discordancia. Para encontrar alguna, antes debemos dilucidar el tipo de cambio que origina lo que diferencia al ser humano del resto de los seres vivos: ¿implica un cambio dentro de las reglas de juego de la evolución biológica que, entonces, habría generando una especie entre otras?, ¿o implica un cambio en otro nivel, que instaura una diferencia radical con todo lo viviente?

La fulguración de los memes
Hace tiempo ya que, dentro del marco de la biología, hay quienes afirman que no sólo las especies están sujetas al mecanismo de la evolución, sino que la evolución misma lo está: existiría una evolución de la evolución. De acuerdo a esta teoría, el ser humano no es considerado como una especie evolutivamente superior, sino como el escenario a partir del cual se desarrolla un nuevo plan evolutivo: a través de él se expresa una nueva forma de transmisión hereditaria, caracterizada en que los cambios generados no implican nuevas variaciones en la estructura somática de cada miembro de la especie, como ocurre en la herencia genética, sino que funcionaría trasmitiendo información del orden de los conceptos, creencias, creaciones estéticas, en fin, todo lo que se concibe como cultura. Por lo cual, a tal nuevo mecanismo evolutivo suele denominárselo “evolución cultural” (4).
Konrad Lorenz, en La otra cara del espejo (2), califica tanto al surgimiento de la vida como al surgimiento de la cultura de “fulguración”, término que toma del gnosticismo para denominar un suceso que no es la consecuencia de un desarrollo lineal de lo dado previamente sino que implica el surgimiento de algo radicalmente novedoso, que promueve con su aparición una nueva forma de organización de lo dado. De hecho, el cambio en la forma de la transmisión hereditaria implica una profunda diferencia entre los procesos de la evolución biológica (Natura) y los de la evolución cultural (Cultura): en ésta no sólo es posible la herencia de los caracteres adquiridos, sino que también el ritmo de evolución es relativamente muy superior y, además, con la posibilidad de mantenimiento de una flexibilidad mayor. Tal como demuestra la adquisición por parte del ser humano de la capacidad de volar, que no ha requerido la incorporación de alas a su organismo, al modo en que los dinosaurios han incorporado las suyas para llegar a transformarse en aves.
Siguiendo una idea similar, Richard Dawkins, en El gen egoísta (1), considera que el cambio que ha generado al ser humano implica la aparición de una nueva “entidad reproductora”, análoga al gen, a la cual llama “meme”. Considerándose un “entusiasta darviniano”, plantea la hipótesis que <
>. Al preguntarse que es lo peculiar de los genes, se responde que son “reproductores o replicadores”. Y que así como suponemos posible la existencia de diferentes formas de vida, es posible pensar en la existencia de diferentes formas de replicadores. Pero que, para corroborarlo, no necesitamos salir de nuestro entorno, ya que <>, constituyéndose la “cultura humana” en una suerte de nueva ‘sopa primordial’: <> (pág. 283) (1).
Es indiscutible que nuestro ADN nos define como humanos. Desde esta perspectiva, la cultura es un subproducto. No obstante, serlo no significa que no pueda tener evolución independiente, es decir, reglas propias de evolución. Es análogo a lo que sucede con la evolución de la vida: la misma nace en el marco de determinadas condiciones físicas que la hacen posible y que determinan sus características. En ese sentido, la vida depende de tales condiciones físicas, es un subproducto de tales condiciones físicas. Sin embargo, es algo distinto que tales características y, una vez lanzada, dentro de cierto rango, evoluciona con independencia, de acuerdo a cierta legalidad que le es propia. Natura y Cultura son distintas: están imbricadas pero son disecables, en forma análoga a lo que sucede entre lo vivo y lo físico. Y así como puede suceder que el impacto de un meteorito lo suficientemente grande sobre nuestro planeta no deje en él ni vestigios de vida, también puede suceder que una conflagración nuclear produzca efectos similares.
Entonces, entre Natura y Cultura hay un hiato, por lo cual cabe esperar que entre ambas surjan discordancias. Es más, al ser humano los fenómenos vitales pueden resultarle extraños, hasta hostiles; y las formas con las que se identifica pueden ser muy distintas que las de la vida. Es por eso que la transformación de Torraway en un cyborg puede resultarnos repugnante pero no inverosímil. Y si quedan dudas respecto de tal extrañeza y hostilidad, allí están, de muestra, las diversas expresiones culturales, tanto orientales como occidentales, en las que la vida y su representante más inmediato, nuestro propio cuerpo, son figurados como una cárcel, como un límite a lo “ilimitado” del espíritu. Por ejemplo, así sucede en el platonismo, en el cristianismo y en el hinduismo: ¡la vida puesta en el banquillo de los acusados!

A modo de conclusión
Lo que diferencia radicalmente al ser humano del resto de los seres vivos, y justifica tanta discordia entre la actividad humana y la vida, encuentra su origen en una evolución de la evolución misma, que produce un cambio en otro nivel que el de las reglas de juego de la evolución biológica. Es así como, a partir del salto entre Natura y Cultura, nada puede garantizar que no haya ideas o “memes” cuya efectivización sea incompatible con la prosecución de la vida: la cultura puede contraponerse a la vida, y de hecho lo hace: la cultura suele comportarse como un anti‑biótico.
Obras de ficción científica como Homo Plus están allí, entre otras cosas, para posibilitarnos el imaginar hacia dónde puede conducir el camino que hoy estamos transitando, y para alertarnos que nuestros cimientos vitales están siendo peligrosamente socavados… que el Paraíso Terrenal no es una ingenua fantasía de tiempos remotos sino algo que, día a día, debemos luchar para no perder…

Bibliografía
(1) DAWKINS, R. (1976) El gen egoísta. Ed. Labor, Barcelona, 1979.
(2) LORENZ, K. (1973) La otra cara del espejo. Ed. Plaza & Janes, Barcelona 1980.
(3) POHL, F. (1976) Homo Plus. Editorial Bruguera, Bs. As. 1978
(4) WADDINGTON, C. (1960) El animal ético. EUDEBA, Bs. As. 1963.

Abril 2003, Pancho Drake

Alien Expuesto

Por Sergio Amira

«Grosvenor observaba los dedos habilidosos del cirujano mientras el cuchillo electrificado hendía el estómago del cuarto hombre. Depositaron el último huevo en el fondo de la alta cuba de metal resistente. Los huevos eran grises y redondos, y uno de ellos estaba levemente agrietado.
Varios hombres se acercaron con armas térmicas mientras la grieta se ensanchaba. Asomó una cabeza fea, redonda y escarlata, con ojos diminutos y gelatinosos y una boca que era un tajo. La cabeza giró sobre el corto cuello y los ojos destellaron con ferocidad. Con una rapidez que los tomó por sorpresa, la criatura se irguió e intentó salir de la cuba. Las lisas paredes se lo impidieron. Resbaló y se disolvió en las llamas que le arrojaban.»

Aunque parezca lo contrario esta no es una escena de Alien el Octavo Pasajero sino de la novela El Viaje del Beagle Espacial de A. E. van Vogt. La primera vez que tuve noción que la saga de Alien se había “inspirado” en las creaciones de un escritor fue hojeando la Guía Barlowe de Extraterrestres. Motivado por este precioso compendio comencé a buscar los títulos de los cuales provenían las criaturas allí representadas y el primero que encontré fue El Viaje del Beagle Espacial. Tras la lectura de este libro sus similitudes con Alien se me presentaron más bien como un descarado plagio por parte de Riddley Scott. van Vogt en su momento también lo consideró así y demandó a los productores de la película por desvalijar dos de sus cuentos de fines de los 1930’s: Black Destroyer (su primer trabajo publicado) y Discord in Scarlet, los que posteriormente serían incorporados al Beagle en 1950.
Generalmente se considera como antecedente directo de Alien a It! The Terror From Beyond Space, filme de clase-b de 1958 (ambientado en el “futurista” año de 1973), en que un actor enfundado en un traje de goma amenaza a la tripulación de una astronave de regreso a la Tierra desde Marte. La única similitud de It con el Beagle es la premisa básica de un alienígena hostil a bordo de una nave espacial y puede considerarse más una película de monstruos que de ciencia ficción, es por esto probablemente que van Vogt no contemplara el demandar a su colega escritor Jerome Bixby por el guión de este filme. Dan O’Bannon, el guionista original de Alien estaba familiarizado tanto con It! como El Viaje del Beagle Espacial, razón por la cual los productores no se atrevieron a seguir adelante con el juicio y llegaron a un acuerdo extrajudicial con van Vogt. Cabe recordar que O’Bannon fue el responsable de los guiones de Total Recall y Lifeforce además de co-escribir junto a John Carpenter esa obra maestra de la ciencia ficción humorística llamada Dark Star.
El documental de American Movie Classics sobre el making-off de la tetralogía no menciona nada de esto, y asegura que la trama de la primera Alien era similar a la de “docenas” de filmes de ciencia ficción anteriores, lo que por supuesto es una flagrante mentira. Éste documental también deja en evidencia que los productores de Alien no tenían nada con que trabajar salvo la idea central de O’Bannon de una “violación oral homosexual” (en palabras del propio guionista) que derivaría luego en la escena de las entrañas e interiores estomacales siendo esparcidos gracias a la irrupción de la criatura implantada en el vientre del ignorante “padre”. Tras varias re-escrituras del guión, Alan Ladd, chairman de la Twentieth Century Fox, decidió que el papel de Ripley (originalmente un hombre) debía ser interpretado por una mujer, decisión que en su momento fue considerada “vanguardista”.
Los “prestamos” de Alien no se limitan tan solo a Van Vogt, por supuesto, otro de los saqueados fue el director italiano Mario Bava (igualmente ignorado en el documental) y su película de 1965 Terrore Nello Spazio (también conocido como The Demon Planet y El Planeta de los Vampiros). En este filme basado en el cuento Una Noche de 21 Horas de Renato Pestriniero, los protagonistas tras aterrizar en un planeta rocoso encuentran una nave abandonada con grandes aberturas a los costados y el esqueleto de un humanoide gigante en la cabina de mando (todo lo que falta son los huevos de Alien en el sótano). Los alienígenas hostiles en esta película son incorpóreos e intentan apoderarse de los cuerpos de los astronautas para escapar del planeta (el diseño de la nave donde la tripulación del Nostromo encuentra los huevos de aliens es un facsímil del Galliot de Terrore).
En el documental Ridley Scott asegura “no haber sabido nada de ciencia ficción” cuando filmó su peliculilla, esto puede haber sido cierto, pero Scott olvida mencionar que era un fanático del cine italiano clase-b.
Si seguimos las premisas del documental y dejamos las obvias referencias a un lado Ridley Scott y los suyos construyeron a su Alien para justificar las escenas de “violación oral homosexual” y las vísceras de vacuno estallando, más que para idear una criatura extraterrestre realista porque ¿cómo diablos evolucionó esta cosa?; ¿que nicho particular ocupaba en su mundo natal?; ¿cómo se las arregla su sistema vascular para contener sangre compuesta por ácido?; ¿por qué tiene dientes de acero inoxidable?; ¿cuál es la función que cumplen las mandíbulas telescópicas interiores? (¿será esta una adaptación evolutiva para facilitar la “violación oral homosexual?); ¿cómo es que se las arregla para crecer tan rápido?; ¿qué efectividad puede tener su medio de reproducción una vez que los potenciales anfitriones aprendan a evitar los huevos?; ¿cómo es que no se deshidrata babeando de tal forma?
Ante todas estas interrogantes sin respuesta no nos queda otra cosa sino pensar que los aliens no evolucionaron, sino que fueron diseñados o alterados genéticamente (como el Coeurl de van Vogt). Este punto queda mejor ejemplificado cuando comparamos al alien con el extraterrestre de Depredador (yautja), que al menos luce como algo que sí podría existir en la naturaleza. Es justamente en los cómics de estas dos estrellas fílmicas que encontramos indicios de una posible manufactura de los aliens por parte de los yautja. Aunque no especificado este parece ser el argumento más plausible, una raza tan entregada al deporte de la cacería como los yautja pronto se abría aburrido de perseguir alimañas naturales y abría decidido crear su propia presa, una que realmente probara ser un desafío, o sea, el alien. Aunque, de ser cierta esta teoría, no logro entender porque le incorporaron un sistema reproductivo tan complicado e ineficaz a su criatura.
La forma en que el alien se reproduce fue justamente uno de los principales argumentos esgrimidos por van Vogt para acusar de plagio a los productores de la película. Pero Van Vogt no fue del todo original ya que tomó de los icneumónidos el modelo para el ciclo de vida de Ixtl. Los icneumónidos son insectos himenópteros que depositan sus huevos en orugas vivas para que así sus larvas dispongan de una buena provisión de carne fresca (de cualquier forma la Madre Naturaleza no podría haber demandado a van Vogt por el uso de su “idea”). Como bien señala Brian Stableford en La Ciencia en la Ciencia Ficción (1991, Ediciones Folio, S.A.) la noción de parásitos alienígenas que puedan infestar a los seres humanos es biológicamente sospechosa. “…los parásitos y sus anfitriones tienden a evolucionar juntos y adaptarse los unos a los otros. Desde un punto de vista lógico, además, el parásito de mayor éxito es el que se muestra más prudente, el que inflige menor daño o, cuando la destrucción del anfitrión es ineludible, se comporta como un sensible conservacionista en mantener sus recursos. Sin discusión, el parásito realmente bien adaptado es aquel que no causa ningún daño en absoluto a su anfitrión, sino que le proporciona algo a cambio de su hospitalidad.” Tal como leí en alguna parte, puede que el anfitrión sea alterado genéticamente por el vector mediante un virus en la fase de implantación embrionaria para así hacerlo compatible, pero la verdad es que esto, tanto en el caso del alien como en el de Ixtl, no me convence del todo.
A favor de Alien podemos mencionar que los responsables de la biología del bicho idearon un proceso reproductivo que si bien incorporaba el implante icneumónido del embrión, es bastante más complicado que el de Ixtl, pero nunca tanto como el propuesto por Philip José Farmer en su fascinante relato Hermano de mi hermana, incluido en su libro Relaciones Extrañas publicado 19 años antes del estreno del filme de Scott. ¿Otro préstamo no-reconocido? Yo me atrevería a decir que sí, Farmer causó revuelo en los sesentas con Relaciones Extrañas y es una autoridad en lo que a relaciones sexuales alienígenas respecta. Puede que Ridley Scott no tuviera idea de la obra de Farmer, pero O’Bannon tiene que haberlo conocido. De cualquier forma el método de reproducción descrito por Farmer es mucho más perturbador e imaginativo que el del alien y no posee un análogo en la fauna terrestre (eso hasta donde mis limitados conocimientos de zoología se extienden).
En lo que al ciclo de vida del alien respecta, este consta de cuatro etapas: huevo, embrión, infante y alien. La fase “huevo” al parecer puede subsistir indefinidamente en condiciones sumamente hostiles a la espera de algún organismo que merodeé en las cercanías. Captada la atención del incauto surge del huevo un vector que le introduce el embrión, este se desarrolla rápidamente dentro de la víctima hasta que puede abrirse paso al exterior de la grotesca forma que ya conocemos. Una vez fuera el pequeño monstruito crecerá en cuestión de horas, hasta alcanzar el tamaño de un humano. Este crecimiento acelerado sería una gran ventaja evolutiva para un organismo, pero sabemos bien que sólo responde a la necesidad de hacer que la criatura esté disponible lo antes posible en el filme como para comenzar con la carnicería. El rápido desarrollo del alien además presenta la interrogante de cómo es que esta criatura logra alcanzar su estado adulto habiendo comido tan poco, a juzgar por la cantidad de vísceras esparcidas al momento de su eclosión y por el hecho que no elimina a nadie hasta estar del todo crecidito, ¿es que estos bichos se alimentan de algo o sólo se complacen en liquidar a sus víctimas instintivamente como lo hacen los gatos que aún con la panza llena cazan conejos, ratones y aves? Cabe también preguntarse que efectividad evolutiva pueden tener los huevos cuando es obvio que los animales aprenderían a no acercarse a esos bultos viscosos y poco agradables, a menos claro que estos atrajeran a sus víctimas mediante algún poderoso aroma afrodisíaco como hacen las madres del cuento que abre el primer capítulo de Relaciones Extrañas, pero hasta donde yo sé esto no es así.
El alien fue obra del pintor suizo H.R. Giger, quien basó la apariencia del extraterrestre en una pintura de 1976 titulada Necronom IV. Giger ganó un oscar por “Mejor Logro en Efectos Especiales” pero al parecer no quedó muy conforme con el filme, del cual opinó: “En el futuro sólo trabajaré con directores a los cuales admire. La cantidad de dinero que se pueda obtener es irrelevante cuando luego de pasar un año completo de tu vida fanáticamente dedicado a un proyecto este termina convertido en una mala película que estarás forzado a ver en televisión por años venideros, eso sí es que deprimente” (H. R. GIGER Arh +, Editorial Taschen 1991). Al parecer Giger no cumplió con su palabra ya que me cuesta creer que admirara al director de ese bodrio conocido como Especies, película para la cual diseñó la criatura.
De las continuaciones de Alien no tengo mucho que decir, Aliens de Cameron me entretuvo mucho más que la primera aunque si de saquear a Robert Heinlein se trata prefiero Starship Troopers. De Alien 3 baste decir que cualquier película de Fincher posterior y cualquier video de Madonna previo es mejor que esta porquería. El director de la predecible Seven se tomó incluso la libertad de quitarle los tubos de la espalda al alien ya que los consideraba antiestéticos, una pregunta que se me había olvidado: ¿qué función cumplirían estos dichosos tubos? La cuarta parte trajo algunas ideas refrescantes y algo de humor y creo que es la única de esta tetralogía que se salva.

Anexo: Los Aliens de van Vogt.
COEURL
«Coeurl merodeaba sin pausa. La noche oscura, sin luna, casi sin estrellas, se resistía ante el alba rojiza y lúgubre que se arrastraba por la izquierda. Era una luz vaga que no daba ninguna sensación de calor. Poco a poco, esa luz fue mostrando un paisaje de pesadilla.»»
–A. E. van Vogt–

Coeurl es encontrado por la tripulación del Beagle Espacial en un planeta moribundo junto a las ruinas de una civilización extinta. Es descrito con forma felina, enormes patas delanteras con garras y gruesos tentáculos terminados en ventosas que le salían de los hombros; cabeza de gato con ojos redondos y negros y zarcillos similares a pelos formando cada oreja, los que le permitían recibir y enviar vibraciones en cualquier longitud de onda, además de interferir y cancelar distintas formas de energía. Puede sobrevivir en atmósferas con altas concentraciones de cloro u oxigeno indistintamente y es posible que no tenga necesidad de respirar.
Coeurl se alimentaba exclusivamente de id orgánico y tenía un sistema nervioso que podía detectarlo a kilómetros de distancia. El id es descrito no como una mera sustancia, sino como la configuración de una sustancia, posible de obtener sólo en tejidos donde aún palpitaba el flujo de la vida. Para alimentarse Coeurl destrozaba el cuerpo de su presa para generar luego un campo que impidiera que el id se descargue a la sangre, tras esto Coeurl hundía la boca en el cadáver parar permitir que su tracería de diminutas ventosas sorbiera el id de las células. Cuando alcanzaron la casi-inmortalidad la raza de Coeurl prescindió de dormir. Coeurl posee una inteligencia similar a la humana, pero sus procesos cognoscitivos se encuentran deteriorados a causa de la falta de id y su urgencia por alimentarse.
Los científicos del Beagle especulan que los coeurls eran animales con los que los constructores de las ciudades experimentaron. De acuerdo al nexialista Grosvenor, la extinción de la mayoría de la flora y fauna del planeta de Coeurl se desencadenó mil ochocientos años antes de la llegada del Beagle. Las plantas resistentes del plantea comenzaron a recibir menos luz solar en ciertas longitudes de onda debido a la aparición de grandes cantidades de polvo en la atmósfera y de la noche a la mañana, la mayoría de las plantas murieron y junto con ellas, los animales herbívoros que constituían las presas de los coeurls. Los incautos tripulantes del Beagle suben a Coeurl a bordo y parten al espacio. Luego de una cruenta lucha durante la cual Coeurl elimina a varios hombres, este intenta regresar a su planeta, pero su nave de escape es destruida por los desintegradores del Beagle.

IXTL
«Ixtl se tendió inmóvil en la noche ilimitada. El tiempo se arrastraba hacia la eternidad, y el espacio era insondablemente negro. En la inmensidad fulguraban gélidos borrones de luz. Sabía que cada cual era una galaxia de estrellas ardientes reducidas por increíbles distancias a relucientes remolinos de niebla.»
–A. E. van Vogt–

Ixtl pertenecía a una raza muy antigua que llegó a controlar el movimiento de sistemas solares enteros por el espacio, antes de abandonar el viaje espacial en favor de una existencia más apacible, «…construyendo belleza a partir de las fuerzas naturales, en un éxtasis de prolongada producción creativa.» Replegados en su planeta natal, Glor, la poderosa raza fue extinguida por una explosión cósmica que por alguna causa además arrojó el cuerpo de Ixtl a los abismos intergalácticos, donde sobreviviría durante milenios con frágiles dardos de energía lumínica hasta cruzarse su camino con el del Beagle Espacial.
Ixtl mide alrededor de cuatro metros de altura y posee un cuerpo cilíndrico con cuatro brazos e igual número de piernas. Sus miembros terminan en pies y manos con ocho largos dedos similares a alambres. Su cuerpo es de un color escarlata metálico. Su cabeza es redonda con ojos rojos brillantes y una amplia boca dentada.
Ixtl posee una inteligencia superior a la humana y completo dominio de los átomos de su cuerpo, a sí mismo como de una vasta red de energía emanada de él. Puede cambiar la densidad de su cuerpo a voluntad lo que le permite atravesar objetos sólidos. Se alimenta de energía y puede adoptar un nivel de menor fuerza vital si es privado de esta. Puede sobrevivir en los ambientes más hostiles y al igual que el coeurl, no necesita respirar. Ixtl es prácticamente inmortal pudiendo sólo ser destruido por una fuerza tal como una explosión nuclear que cancele la fuerza unificadora de sus átomos.
El ixtl se reproduce insertando un huevo gris y redondo en un receptor vivo. Luego de seis horas de implantación el huevo eclosiona y el joven ixtl se abre camino fuera del cuerpo del receptor comiéndoselo. Esta primera merienda le permite sostenerse hasta desarrollar el campo de fuerza que le permite absorber energía directamente. Estos huevos pueden permanecer “dormidos” dentro del ixtl durante millones de años hasta encontrar un receptor apropiado.
Los diezmados tripulantes del Beagle finalmente se liberan de Ixtl arrojándolo al vacío espacial.

2003, Sergio Amira A.

Todo acerca de Ygdrasil

por Jorge Baradit

Hace algunas semanas atrás nos reunimos en mi casa noveles aspirantes a escritores (como Gabriel Mérida, Sole Véliz, Marcelo López y quien les habla) con los responsables de TauZero, Rodrigo Mundaca (director) y Sergio Amira (editor). En un momento de la conversación le solicité a Rodrigo dejar de publicar mi novela por entregas Ygdrasil. Una disponibilidad permanente del texto íntegro en la red no era compatible con los destinos que quiero darle al “mamotreto”, como le llamo. Rodrigo y Sergio fueron muy amables en entender mi situación, pero consideraron necesario que redactara un “disclaimer” liberando de responsabilidades a TauZero (que es más o menos lo que acabo de hacer). Además el texto debería incluir, como penitencia quizás, una introducción al mundo Ygdrasil que “intentara explicar” de dónde habían surgido semejantes cabezas de pescado.

De dónde
Como punto de partida voy a usar la pregunta que Rodrigo alguna vez me hiciera: ¿Dónde se origina la singular mezcla de conceptos religiosos y tecnología?
Primero decir que la mezcla de tecnología, ciencia y religión no es nada de original. Son conceptos que han estado unidos en la mente humana desde sus orígenes. Estoy cierto que el período donde “parecieron” estar separados no fue más que un pequeñísimo lapso en la historia del hombre. Un pequeño momento en que el homo sapiens se amurró y le dio la espalda a su creador. Un momento del que estamos viviendo sus últimos estertores filtrado en todos sus flancos por visiones místicas y esotéricas que vienen a llenar los enormes vacíos que la ciencia y la tecnología no pueden y no tienen por qué llenar.
Religión y CF también son temas unidos desde siempre; tecnología y misticismo, en mayor o menor medida, también se han hermanado en incontables oportunidades. No es ahí donde hay que buscar la originalidad de Ygdrasil. Quizás lo original del “mamotreto” esté en la capacidad de recoger en igualdad de condiciones la herencia tecnocéntrica de nuestros padres occidentales con la radiación surreal mágica de nuestra madre ctónica en un contexto más o menos contemporáneo. El matrimonio descarado del trance chamánico con el trance electrónico, pero desde la perspectiva surreal de nuestra herencia literaria.
Matta dijo: “Yo no soy surrealista, soy realista del sur” .
Quizás la razón para unir lo espiritual y lo tecnológico vengan de mi historia personal, también. Recibí a los siete años y en un lapso no mayor a tres meses, dos libros que se estamparon a fuego en mi mente: A Horcajadas en la luz, del chileno Arturo Aldunate Phillips, libro de divulgación científica muy parecido a Cosmos de Carl Sagan; y Mitología Grecorromana de la editorial Salvat, en unos tomos maravillosos ilustrados con obras de arte de todos los tiempos alusivas a pasajes de la mitología helénica.
Quizás también influenciaron las historias de mi abuela, campesina de la zona central, más una educación MUY católica y una temprana exposición al cine repleto de lightsabers y cruceros espaciales.
Quizás mi fecha y hora de nacimiento. Mi día cae en la casa de Géminis (signo de aire, signo de la mente) y mi ascendente es Aries (signo de fuego, signo del espíritu). No pretendo que las estrellas allá arriba estén preocupadas de influenciar a un hormiguero de pequeños organismos acá abajo, pero de que funciona, funciona.
También podría decir que como todo niño de esos años estaba muy impresionado por el fenómeno OVNI y caí de lleno en las manos de Erich Von Daniken y sus mayas espaciales. Sus citas al Mahabharata, al Popol Vuh y a la Biblia, mezcladas con interpretaciones tecnológicas son un caldo de cultivo para cualquier bizarrada.
Quizás fue la frase que encontré al final del libro donde Kepler expone su teoría de la mecánica celeste y le agradece a Dios el haberle revelado parte de los secretos con los que Él construyó el Cosmos.
Tal vez soy hijo de mi tiempo, un tiempo donde el espejismo del progreso fracasó estrepitosamente como respuesta a las necesidades del hombre y el nuevo Adán, que resurge entre los escombros, quiere comunicarse con Dios nuevamente…quizás a través de un computador.
La verdad es que al final uno no tiene idea de por qué hace lo que hace. Uno sólo hace lo que puede hacer y ni un grano de arena más.
Mi carácter tiene un ingrediente místico muy fuerte y una fascinación por la tecnología también. Me maravilla la astrofísica de divulgación (por supuesto la técnica no la entiendo) por contener, en una disciplina cuestiones concretas mezcladas con misterios en el límite de lo humano. A veces siento que si mirara dentro del vórtex de un agujero vería una de las bocas de Dios inhalando salvajemente.

El “modo”
La manera de escribir es otro cuento. Primero insistir en que aún no soy escritor (de eso se pueden dar cuenta) y que sólo puedo dar testimonio de mis instintos e impulsos con el teclado.
La libertad de mezclar sin asco niveles de conocimientos distantes o no relacionados entre sí, es parte de la mecánica creativa contemporánea en la búsqueda de nuevos lenguajes y es propia de mi educación en el campo específico del arte moderno. Estudié Diseño con unos profesores superlativos que mezclaban a Lao Tsé con Mies van der Rohe, Pascual Coña y Arthur Rimbaud. Mis padrinos son los DADA, movimiento creativo de principios del siglo XX que prefiguró al surrealismo. Los DADA eran desprejuiciados como ningunos, burlones y desmesurados, catárticos y experimentales por definición. Hasta ese momento el arte se trataba más o menos de desarrollar una problemática (el color, la textura, etc), pero los DADA redefinieron la agenda y se dedicaron a abrir caminos hacia nuevas formas de expresión. Todo era posible con ellos y se convirtieron en el paradigma del artista contemporáneo, buscador y suicida, medio psicologizante desde el momento en que el arte se vuelve una terapia de búsqueda personal (la obra como los tumores expuestos de la propia alma). En el fondo, hacer lo que previó Rimbaud en su Carta a la Vidente: ser “modernos” (tener un modo) buscando en las propias obsesiones y desviaciones (lo particular). Es fundamental tener obsesiones y hurgar en ellas como metiéndose un tenedor en las heridas. Tiene que ver con las propias pulsiones. Meterse de cabeza, arrojado sobre uno mismo hasta sacar “lo propio”, que por ser propio va a ser distinto, por ser propio va a tener valor incalculable aunque no lo tenga para nadie más. Y si el resultado de la obra no es “propio” entonces no sirve. Trabajar con esa elasticidad de tendones espirituales, sin temor al desmadre. El desmadre inicial es incluso necesario. Es la Nigredo alquímica donde todo se disuelve para después obtener el oro, que “no es el oro vulgar”. SOLVE ET COAGULA. Mata al espíritu para revivir al Espíritu.

El contexto
Este artículo no pretende afirmar que Ygdrasil sea la gran cosa, sólo pretende establecer que Ygdrasil es algo “propio”, y es de esa honestidad de la que me siento orgulloso. Al final, de todas formas uno no tiene idea de dónde salen las cosas, uno es un médium de ideas que preexisten o que fueron convocadas sin nuestro consentimiento. Uno no tiene mayor mérito. Las ideas no son propiedad de nadie, es muy poco lo que el YO puede hacer. El YO se cree libre pero está más acotado que la cresta.
Todos escribimos el libro, decía Borges.
Contra lo que me han preguntado en algunas ocasiones, en la elaboración de Ygdrasil no hubo alucinaciones inducidas por drogas, tampoco tengo cultura lisérgica o un historial relacionado, ni siquiera me gustan los Doors ;-). Si puedo decir que fue escrito en muy poco tiempo, de corrido y con muy pocas modificaciones estructurales. Casi en estado de gracia.
La música: Atari Teenage Riot, Nine Inch Nails y Slayer. Mucho óxido, mucho cadáver siendo arrastrado desde mi motocicleta Steed a 140 km/hora, enchufado a la guitarra de Kerry King. Burroughs, Artaud, el fantasma de Mariana, el fantasma de Borges. Las imágenes más recurrentes fueron del Necronomicón de HR Giger, de El Códice Borgia (códice azteca precolombino) y de Aurora Consurgens (dossier de imágenes alquímicas). Me sumergía en el Bosco y resurgía lleno de placenta y óleo a través de alguna ilustración corrosiva de Dave McKean. Los cómics fueron Arkham Asylum (Batman), A Game of You (Sandman) y algunas HellBlazer. Las películas: Ghost in the Shell, Akira, The Killer, Hellraiser.
Ygdrasil fue escrita a mano en blocks de matemáticas de papel roneo y tipeadas en un antiquísimo PowerBook Mac en blanco y negro. Cerveza “Tres equis”, Astral Projection. Había también un cassette con cantos chamánicos selknam, grabados a principios del siglo XX. Mantras patagónicos retumbando en mi cráneo lleno de océanos de datos y manadas de dendritas hambrientas como pirañas digitales. La idea era desviar el espíritu, ver con las yemas de los dedos. A veces no comía durante un día completo, sólo tomaba agua de hierbas para probar mi resistencia. Meter la cabeza bajo la ducha fría era de gran utilidad.
Sor Juana Inés de la cruz se cagaría de la risa, viaje al país de los tarahumara a través del espejo; también le pedí a Océnok, chamán aonikenk, que se reencarnara en mis brazos derechos, éste y aquél.
La fiebre, el sudor, “Walk” de Pantera, sonando y escribiendo como rasguñando la piel de la tierra con una uña de acero clínico con pulsera para la estática. El block de roneo era una placa de circuitería, el lápiz era un hueso de lobo marino chono, mi pituitaria se abría paso por mi frente con síndrome de abstinencia. Las 4 de la mañana y Mariana estaba a punto de ser asesinada en Cuba, ¿qué podía hacer sino seguir escribiendo para salvarla?

Dos golpes de timón
Para concluir. Las experiencias más fuertes que incidieron en la obra fue mi participación en una ceremonia indígena en la sierra de Guerrero, México, que conmemoraba la muerte del último tlatoani azteca Cuauhtemoctzintli, invitado en ciudad de México por un hermano mexica. De pronto estaba en un pueblo serrano rodeado de toltecas, mayas, cheyenne, yaquis y otros. Me acogieron como a un hermano y señalaron mi presencia como un buen presagio, un cóndor de los andes hablando con las águilas de Mesoamérica. La ceremonia duró todo el día y culminó de madrugada al interior de un recinto con un baile ritual entre nubes de copal (incienso) y cantos danzándole a los restos mortuorios del malogrado rey. Comí y bebí en las mismas calabazas que esos tótem transfigurados que no paraban de bailar envueltos en plumas y palabras desconocidas.
La segunda experiencia fundamental fue mi primera conexión a Internet, con un módem de 19 kbps, que comunicó mi PC con el de un amigo. Era el año 1995 y no conocía a nadie que estuviera conectado. Me sentía un astronauta pelando los cables del teléfono y coordinando por teléfono los pasos a seguir. Nos demoramos una hora que se hizo eterna. Veinte o treinta intentos fallidos hasta que de pronto sentí, por primera vez en mi vida, el molesto ruido característico de las conexiones telefónicas, ruido áspero que me hizo pensar que algo malo había ocurrido. De pronto, en mi ventana-terminal en la pantalla del computador (usamos un software que requería tipear las instrucciones a la manera del antiguo DOS) apareció la frase “succesfully connected”, entonces entendí que ese ruido había sido un llanto de nacimiento electrónico. La emoción fue indescriptible. Mis abuelos seguramente recuerdan cuando escucharon una radio por primera vez, mis padres no olvidan el momento cuando vieron al hombre en la luna, yo me conecté rudimentariamente a la primera red global y aún recuerdo con emoción el momento en que me abrí, a través de mi man-machine interface, a un nuevo nivel de conciencia planetaria. La primera frase que escribí fue “estoy muerto, se ve todo muy extraño desde aquí”.

por Jorge Baradit

Parapsicología y Ciencia Ficción

Por Jorge Balej

Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía. – William Shakespeare – Hamlet-

Solo hay 2 cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera. -Albert Einstein-

La Parapsicología y los Fenómenos Paranormales

Telepatía, telekinesis, precognición, astrología son solo algunas de aquellas cuestiones consideradas por la mitad de los seres humanos como verdades indiscutibles, cuya creencia raya lo místico religioso y por la otra mitad como supercherías que son juzgadas indignas de discusión y mucho menos de investigación seria. En varias universidades parapsicólogos afirman haber realizado experimentos donde se demuestra la realidad de estos fenómenos, siendo por lo general criticados y menospreciados por los escépticos e investigadores de ciencias duras. Al mismo tiempo un número creciente de astrólogos, mentalistas y adivinadores de diversa extracción y nivel ético recorren los estudios de televisión, son consultados por políticos y famosos de toda especie y se llenan de dinero (o no, sin duda hay de todo) en sus consultorios. Ese es el estado actual de la cuestión. No pretendo llegar a ninguna conclusión definitiva sobre la existencia o no de fenómenos paranormales, simplemente intentaré presentar una opinión que espero sea mas o menos desprejuiciada y exponer algunas de las cosas que se saben (o se suponen) al respecto.

Los fenómenos parapsicológicos toman parte en muchas historias de ciencia ficción. Por ejemplo El hombre demolido y Tigre, Tigre de Alfred Bester con su batallón de telépatas y humanos capaces de teleportarse, Muero por dentro con el dramático relato de un telépata perdiendo sus poderes, Carrie, Ojos de Fuego y La Zona Muerta de Stephen King (por citar solo algunos libros de este autor) donde se sugiere que la posesión de tales poderes no hace necesariamente la vida mas fácil, la trilogía de Ender de Orson Scott Card en donde extrañas razas alienígenas se comunican telepáticamente, toda la serie del Imperio Galáctico y la Fundación de Isaak Asimov donde hasta los robots poseen habilidades de control mental, La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K. Le Guin con sus tejedores telepáticos, El señor de la luz y sus dioses humanos, El hombre en el castillo esa formidable ucronía de Phillip K. Dick basada en los hexagramas del I-Ching y tantos otros.

Ni hablar de las películas y series de televisión cuyos héroes o villanos tienen habilidades como telepatía, telekinesis o precognición, basta con citar Scanners de David Cronenberg y últimamente X-Men. En resumen, la idea de seres humanos poseedores de poderes especiales no resulta para nada absurda desde el punto de vista de la ciencia-ficción donde se supone que en un futuro (probablemente cercano) esta clase de cosas podrían convertirse en realidad.

¿Poseerá la raza humana tales poderes, al menos en forma latente? Los parapsicólogos afirman que sí, y aportan en defensa de su tesis la existencia de ciertas personas que tendrían habilidades tales como mover objetos con solo desearlo (telekinesis), transmitir o recibir los pensamientos de otros (telepatía), adivinar el futuro (precognición) o conocer el paradero de alguien desaparecido con solo tocar un objeto que le pertenezca (psicometría). Es difícil saber si los experimentos realizados con tales personas fueron llevados a cabo en condiciones de laboratorio controladas y con todas las precauciones necesarias para evitar el fraude. Según parece los poderes de muchos de estos mentalistas dejan de funcionar en condiciones de laboratorio y la mayoría se niega a presentarse ante audiencias de magos profesionales (el caso de famoso mentalista israelí Uri Geller es paradigmático). Esto último casi bastaría para descartar de plano la realidad de estas habilidades, pero la incógnita continúa porque sin duda todos nosotros hemos tenido experiencias donde la concatenación de hechos ha parecido casi mágica. En cierta oportunidad me encontraba caminando por una calle del centro de Buenos Aires cuando vino a mi memoria la imagen de una persona a quien no había visto en varios años (ni siquiera había pasado por mi cabeza desde mucho tiempo atrás), un minuto después me topé con ella doblando una esquina. Hechos como este me han ocurrido en varias oportunidades y creo no equivocarme si digo que esa clase de cosas son bastante frecuentes. ¿Quien no ha soñado cierta noche con un viejo amigo ausente durante mucho tiempo para recibir a la mañana siguiente un llamado telefónico de ese mismo amigo? (¡no me lo vas a creer, pero anoche te soñé!). En cuanto a mi anécdota, la probabilidad de que eso ocurra seguramente es bastante baja (no la he calculado, tampoco planeo hacerlo, no se preocupen), sin embargo se podría argumentar, y con cierta razón, que un hecho de baja probabilidad también puede ocurrir (todo lo posible puede pasar). Respecto a los sueños, todos los tenemos cada noche y seguramente conservamos en la memoria sobre todo aquellos que parecen relacionarse con cosas que nos ocurren al día siguiente mientras que olvidamos fácilmente los otros (la gran mayoría). De todos modos, aunque estas explicaciones sean absolutamente correctas pueden no resultar del todo satisfactorias. ¿Habrá algo mas detrás de estos eventos que la mera casualidad?
Un intento de respuesta podría comenzar con la observación de los seres no humanos que habitan la Tierra. Los biólogos han descubierto en los animales toda una colección de sentidos desconocidos para la raza humana. El oído del delfín y otros mamíferos acuáticos así como el del murciélago les permiten ubicar objetos por medio de un sistema de sonar increíblemente sofisticado (que obviamente existía mucho antes de que al hombre se le ocurriera la idea); la línea lateral de los tiburones que consiste de una serie de vesículas situadas a los costados del cuerpo del pez y parecen ser sensibles a los campos electromagnéticos que producen sus presas acuáticas al moverse; la capacidad de las aves para guiarse en sus migraciones utilizando el campo magnético de la Tierra; la sorprendente habilidad de los perros para encontrar el camino a sus amos, aun a distancias considerables o saber (aparentemente) que estos están por regresar a casa minutos antes de que lleguen (¿será solo cuestión de oído y olfato finos?). Rupert Sheldrake (PhD en biología de Cambridge) ha estado estudiando estos fenómenos, en particular en los animales domésticos, con el objeto de determinar si son producidos por efectos puramente físicos o de tipo paranormal y además averiguar si los humanos poseemos capacidades evolutivas similares pero, de alguna manera, recesivas. La página web de este investigador (ver links) es bastante interesante y sugiere una serie de experimentos para realizar sobre estos temas.

Puede que algunas de sus teorías resulten controvertidas (cosas como campos mórficos y telepatía animal) pero no creo que un trabajo serio pueda ser descartado sin mas. Volviendo a la cuestión del párrafo anterior, quizás la explicación para las anécdotas mencionadas sea también una cuestión de olfato u oído ultrafinos de los que no tenemos registro consiente, podríamos ser poseedores sin darnos cuenta de sentidos mas agudos de lo que pensamos, sentidos capaces de detectar a una persona sin verla y activar la memoria generando un recuerdo-imagen de ella.

Esto puede no ser tan absurdo considerando que nuestro cerebro recibe segundo a segundo el bombardeo de millones de unidades de información provenientes del entorno, por lo que debe evitar la sobrecarga filtrando esta información y permitiendo el paso solo a aquella fracción (muy pequeña) que sirve para vivir. Se calcula que de cada millón de estímulos que el cerebro recibe solo pasa uno. ¿No es posible que la información proveniente de tales sentidos haya sido descartada en los albores de la civilización simplemente por que no era necesaria para la supervivencia?

Supongamos por un momento que los fenómenos paranormales son reales. De ser así nos vemos obligados a hacer algunas distinciones. En primer lugar debemos decidir si la telepatía, precognición, telekinesis, etc. son fenómenos cognoscibles o incognoscibles. ¿Que significa que algo sea cognoscible? Significa que es factible investigarlo desde un punto de vista científico porque en definitiva es un fenómeno físico medible y cuantificable, esto no implica que sea sencillo de explicar sino que la explicación existe. Algo incognoscible, en cambio, es algo que por definición no es producido por una interacción física y por lo tanto no es analizable desde un punto de vista experimental. Por ejemplo, la existencia del alma es una de las piedras angulares de muchas religiones y según recuerdo, en el pasado hubo estudiosos que pretendían “pesar” el alma poniendo en una balanza a un moribundo y manteniéndolo allí hasta que se produjera la muerte, la diferencia de peso (de haberla) sería el peso del alma
No se si tuvieron éxito, me permito dudarlo ya que un hallazgo como este sería muy conocido, si fracasaron podemos suponer que el alma no presenta evidencia física de existencia, es decir, no interactúa con nada de modo que esa interacción se pueda medir. Entonces, y a todos los efectos, la existencia o no del alma sería irrelevante para la ciencia (al decir de algunos “es una hipótesis innecesaria”). Lo que quiero decir con esto es que el alma entraría en el terreno de lo incognoscible y la creencia o no en su existencia sería una cuestión de fe. Voy a hacer otra suposición: todo fenómeno que provoque alteraciones o interactúe con el entorno físico debe ser cognoscible. Esta es solo una hipótesis de trabajo, por supuesto, pero es lo menos que se puede pedir para que tenga algún sentido investigar estas cosas. Bajo esta hipótesis muchos fenómenos parapsicológicos (de existir) deberían ser cognoscibles pues producen alteraciones en la materia (movimiento en el caso de la telekinesis, alteraciones cerebrales en telepatía, etc.).

Otra cuestión es si estos fenómenos provienen de fuentes conocidas o desconocidas, esto es: la telepatía, por tomar un ejemplo ¿se produciría debido a una interacción conocida en la física actual o a una por descubrir? Es un argumento muy común entre los creyentes de estos fenómenos el que dice que siempre existen cosas nuevas en la naturaleza por conocer y que obviamente los científicos no lo saben todo. Por supuesto, esto es correcto, por ejemplo en el siglo XIX antes de Maxwell y de todos aquellos que sentaron las bases de la teoría electromagnética nadie sospechaba que existían ondas con las cuales se podrían transmitir mensajes, imágenes y todo tipo de información ni que de hecho vivimos sumergidos en un mar de estas ondas provenientes del espacio (y ahora, por supuesto, de fuentes artificiales). La ignorancia sobre este campo, siendo invisible e indetectable por los medios conocidos antes de su descubrimiento hubiera hecho pensar a cualquiera que un artefacto como el televisor era cosa de brujería. De modo que ¿por que no pensar que los fenómenos parapsicológicos son el resultado de campos físicos aun no conocidos? El argumento es bueno, solo le veo un defecto, bajo la misma presunción todo es posible. Quiero decir que absolutamente cualquier teoría o suposición debería entonces considerarse verdadera (por mas absurda que fuera) con solo decir que en un futuro indeterminado podrían descubrirse sus bases científicas.

Este no es el modo en que trabaja la ciencia. Para aceptar que es necesario crear una nueva teoría para explicar una serie de hechos primeramente se verifica que estos hechos sean reales mediante experimentos repetidos una y otra vez por muchos investigadores independientes (la fusión fría, por ejemplo, que fue noticia hace algunos años no sobrevivió esta etapa). Las mediciones obtenidas son analizadas para intentar explicarlas con las teorías conocidas. Si esto fracasa entonces se arriesgan teorías nuevas. Estas teorías pasan por el filtro de la crítica desapasionada (y a veces cruel, quien haya intentado publicar un paper alguna vez lo sabe) de otros científicos. Si son aceptadas se requerirá entonces de más experimentación para corroborar que las predicciones que arrojan las nuevas teorías son correctas.

Esto es lo que se ha dado en llamar el método científico. Sin duda es un método conservador, pero no para censurar lo novedoso sino para evitar el fraude. Aun con este método cambios dramáticos han ocurrido muchas veces en el campo de la física, pero el hecho de que esto haya pasado no implica necesariamente la verdad o falsedad de nada. Lo que quiero decir es que basar el valor de verdad de una afirmación en que “en el futuro se puede descubrir que es cierta” carece de sentido lógico.
Discutamos en particular la telepatía. Como en el párrafo anterior supongamos que existe y que su génesis es algo conocido. ¿De que manera se puede producir esta forma de comunicación? Ya expusimos el argumento de los sentidos ultrafinos pero esta puede no ser la única explicación. En la serie sobre la Fundación de Asimov, los miembros de la Segunda Fundación poseen un modo de comunicación no verbal que podría considerarse telepático, pero que se basa en la lectura de mensajes corporales, mientras que en la serie Dune de Frank Herbert la Bene Gesserit utiliza información de este tipo (“mirar a la manera Bene Gesserit”) para influir en la política del Imperio. Esta clase de transmisión de información es comúnmente aplicada en el reino animal y de hecho bastante conocida para la raza humana. La lectura de expresiones en el rostro humano y la postura corporal nos dicen mucho sobre el estado mental del portador; con frecuencia estas cosas nos informan mas que las palabras pues generalmente es muy difícil mentir con el cuerpo. Una nueva rama de la psicología llamada Programación Neurolingüistica aprovecha esta comunicación no verbal para obtener información del inconsciente de los individuos y utilizarla en terapia. Pero en un terreno mas próximo, muchos “adivinadores” acostumbran leer las expresiones y la posición del cuerpo de sus clientes utilizando estos datos para lograr aciertos en sus “predicciones”.

– Mmmm, creo que veo un viaje… -dice el adivinador (alzado de cejas escéptico en el cliente) -no, no… evidentemente no hay un viaje en su futuro próximo.- cambia de opinión el adivinador. ¡Si, acertó!, debe tener poderes…

Esta teoría suena bien, pero por lo general los que defienden la telepatía hablan de comunicación a distancia, sin contacto visual entre emisor y receptor, por lo tanto tendremos que descartar la lectura corporal. Profundicemos un poco mas. El cerebro funciona por medio de señales eléctricas. Las neuronas generan potenciales que se transmiten a través de sus axones, estos liberan en los extremos unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores que portan la información de la señal hasta los receptores en las dendritas de otra neurona. ¿Podría ser que la red de neuronas del cerebro, actuando como una antena, emita ondas electromagnéticas capaces de transmitir mensajes al cerebro de otra persona? En primer lugar el cráneo actúa como filtro para la mayoría de las ondas electromagnéticas, deja pasar solo las de baja frecuencia, por lo tanto si el cerebro actúa como emisor de radio solo podría emitir en frecuencias bajas. Esto no es absurdo, la longitud de la red de neuronas debe ser sumamente grande y podría producir ondas de baja frecuencia sin demasiados problemas (la frecuencia es inversamente proporcional a la longitud de onda, entonces baja frecuencia significa larga longitud, y la longitud de onda debe ser proporcional a la longitud de la antena), además cuanto mas baja es la frecuencia menor es la energía de la onda y no se requeriría un generador tan poderoso. El problema es que las ondas de baja frecuencia transmiten poca información. En los submarinos las transmisiones se hacen con ondas largas ya que son las únicas que pueden atravesar grandes masas de agua. Los submarinos llevan arrastrando tras de si un cable que puede tener longitudes del orden del kilómetro y que actúa como antena. Sin embargo las transmisiones son terriblemente lentas (un mensaje por teletipo podría tardar minutos en escribirse completamente), así que pueden imaginar lo que tardaría en transmitirse una imagen. Quizás el cerebro posea un formato de compresión mucho mas eficaz que el zip para archivos, el jpg para imágenes o el mp3 para música. No se rían, no es broma, no me parece ridículo que el cerebro posea sistemas de compresión eficaces considerando la cantidad increíble de información que alberga. Tal vez se transmitan archivos comprimidos que se descomprimen en el cerebro del receptor. Además, una onda de baja frecuencia rebotaría en la ionosfera y por lo tanto no requeriría de antenas retransmisoras para obviar el problema de la esfericidad de la Tierra. Existe, claro, una objeción que me parece difícil de superar. Los que afirman que la telepatía es algo real dicen que la transmisión es instantánea no importando la distancia entre emisor y receptor. Sabemos que las ondas electromagnéticas viajan a la velocidad de la luz (unos 300000 km/seg). Esta velocidad es muy alta y la comunicación para distancias terrestres es prácticamente instantánea pero cuando se trata de distancias mayores no es así. La luz del Sol, por ejemplo, tarda unos 8 minutos en llegar a la Tierra. Por otro lado, verificar que la telepatía es comunicación por radio no es muy difícil, basta con encerrar al supuesto telépata en una jaula de Faraday (simplemente un cubo con paredes de alambre). La jaula impediría la propagación de ondas electromagnéticas con lo cual no podría existir comunicación telepática. Supongo que si se ha hecho alguna investigación seria sobre el tema esto debe haberse tenido en cuenta, pero no tengo información al respecto.

En los libros de la serie de Ender de Orson Scott Card se plantea una teoría interesante. Se sugiere la existencia de unas entidades físicas primordiales llamadas “filotes” mas fundamentales que los átomos.

Estos filotes son como cuerdas que interconectan a los átomos entre si (¿Card se habrá inspirado en la teoría de supercuerdas?, esta fue popular en física durante la década del ’70 y se niega a morir), de modo que los seres humanos podrían estar conectados por cables de filotes a distancias astronómicas permitiendo la comunicación telepática instantánea para las razas mas evolucionadas (por medio de una onda transmitida por vibración del filote) y la construcción de ansibles (este es el nombre que se le da en muchos libros de ciencia-ficción al hipotético transmisor instantáneo) para los pobres humanos. Esta fantasía no es para nada absurda, algunos físicos están estudiando desde hace un tiempo el problema de la separabilidad de hechos físicos. Aparentemente, a partir de ciertas resultados de la mecánica cuántica es posible que todos los puntos del universo estén interconectados físicamente. Un hecho cualquiera en la Tierra podría afectar instantáneamente a otro en Alfa del Centauro. Aclaro que estas investigaciones despiertan cierto escepticismo pero considerando que se basan en una teoría sólida no son para descartar.

Respecto a la telekinesis (la capacidad de mover objetos con el poder de la mente) hasta ahora no he sabido de experiencias como las que aparecen en las películas (adolescentes que abren puertas, hacen volcar autos o derrumban edificios con solo desearlo). Tuve oportunidad de ver un documental donde una mujer rusa movía pequeños objetos, quizás usted lo haya visto también (según recuerdo hacia extraños movimientos con las manos al mismo tiempo). También leí un artículo en donde se contaba como se había desenmascarado a un farsante que fingía habilidades telekineticas utilizando pequeñas e inaudibles exhalaciones de aire (yo diría que ese talento ya es bastante sorprendente por si mismo). En lo personal no se me ocurre cual podría ser el mecanismo físico que permitiría la telekinesis (¿generación de poderosos campos magnéticos a distancia?, ¿alteraciones voluntarias del campo de gravedad?), pero tiendo a dudar de aquellas cosas que pueden ser reproducidas con facilidad por magos profesionales. El ya mencionado Uri Geller se hizo famoso doblando cucharas y poniendo en marcha relojes con (supuestamente) solo el poder de su mente. Además de su extraña (o no tanto) reluctancia a presentarse ante magos, muchos de estos últimos han mostrado que es sencillo hacer lo mismo que el famoso mentalista mediante simples trucos, así que no voy a agregar nada mas al respecto.

La precognición (también llamada profecía) es el conocimiento de hechos futuros sin disponer de ninguna información extra. Los relatos de gente que dice haber soñado con la muerte de J.F.K. antes de que ocurriera o con tragedias como caídas de aviones y terremotos son bastante frecuentes en todo el mundo. Generalmente se dice que las personas comunes en estos casos tienden a llevar la cuenta de los aciertos pero olvidan rápidamente los desaciertos, esto sin duda es verdad. Además muchas de las predicciones (las de Nostradamus, por ejemplo) son tan oscuras y ambiguas que solo son interpretadas a posteriori de la ocurrencia de los supuestos hechos, con lo cual la utilidad de conocer el futuro se pierde significativamente. La astrología occidental y oriental y otras formas de futurología compiten entre si por la aceptación del publico creyente.

¿Hay alguien que no lea su horóscopo todos los días en el desayuno? En algunos casos la creencia en tales cosas llega casi a nivel religioso. Lo que postula la astrología es que la posición de los planetas, Sol, Luna, etc. en el momento del nacimiento determina (o al menos ejerce gran influencia sobre) la personalidad del individuo. Cierta vez me hicieron la carta natal (mapa de las posiciones de los objetos celestes en el momento del nacimiento). El astrólogo hizo un estudio bastante detallado de lo que había observado y me entregó sus conclusiones por escrito. Si alguien quiere conocerme solo tiene que leerlo: soy extrovertido e introvertido, alegre y depresivo, moderno y conservador, ahorrativo y gastador, etc. Bien, podría explicarse que una persona es todo eso y mucho mas en distintas etapas de la vida, pero ¿para que me sirve una “información” tan ambigua? (debo aclarar que fue gratuito, de haber pagado ¿hubiese sido mas preciso?).

Vemos constantemente por televisión a los astrólogos de cabecera de diversos programas haciendo predicciones sobre el país, el destino de los famosos y el de las personas que llaman esperanzadas buscando solucionar los problemas de su vida, ¿realmente aciertan? Una revista argentina llamada Humo® (desgraciadamente ya no se publica) acostumbraba incluir en su número de fin de año un artículo donde pasaba lista de las predicciones hechas por los astrólogos mas famosos en programas de televisión y revistas del mundo del espectáculo. Era verdaderamente desopilante (y patético) leer la increíble cantidad de desaciertos que perpetraban estos personajes que, por supuesto, seguían el año siguiente cumpliendo con su aleccionador (y bien pago) papel televisivo. Sospecho que ha quedado claro que no me gustan los astrólogos, pero ¿que hay de la astrología? Sobre esto tengo mis dudas. La astrología actual se ocupa mas del análisis de la personalidad que de la adivinación del futuro, ciertos astrólogos aclaran que no hacen predicciones sino que marcan tendencias. Hace unos años leí un paper sobre un experimento realizado en cierta universidad norteamericana (pido disculpas no recuerdo cual era la universidad y no he podido encontrar el paper, mala suerte) para testear la capacidad de la astrología en el análisis de la personalidad. Con este objetivo se pidió a la Asociación Astrológica Norteamericana (creo que ese es su nombre) que recomendara a cien astrólogos para ser voluntarios en el trabajo, eligiera un test psicológico standard y proveyera de un programa de computadora para construir cartas natales. Con estos elementos se realizaron test de personalidad y cartas natales a cien voluntarios (personas normales no vinculadas a la universidad ni a los astrólogos). El experimento consistía en proporcionar a cada astrólogo tres cartas y el resultado de un test de personalidad, el test y una de las cartas correspondían a la misma persona. El astrólogo debía decidir cual era la carta natal correcta. El porcentaje de aciertos en el experimento fue (¿no lo adivinan?, es que no son astrólogos…) del 32.7%. Si usted o yo, pobres mortales sin los profundos conocimientos de estos profesionales, hubiésemos participado del experimento nuestro porcentaje de aciertos habría sido también cercano al 33% ya que es la probabilidad de éxito en la elección al azar cuando hay tres opciones. Sin comentarios…

¿Por que tengo dudas con respecto de la astrología? Hace un tiempo leí un libro escrito por unos ingenieros franceses en el que analizaban hallazgos de la cultura maya. El libro era “Las profecías mayas” de Adrian G. Gilbert y Maurice M. Cotterell. Respecto a sus conclusiones sobre los mayas no puedo decir nada pero en uno de los anexos del libro había una hipótesis bastante interesante. Nuestro Sol es un poderoso emisor de radiación y partículas que inundan el sistema, esto es lo que se llama viento solar. El viento solar, que es en su mayor parte filtrado por el campo magnético de la Tierra (de no ser así haría imposible la vida en nuestro planeta), es el responsable de las auroras boreales y las fallas en las comunicaciones que ocurren periódicamente. Lo interesante es que la cantidad de partículas y radiación que recibimos no es constante ya que está regulada por el inmenso campo magnético del Sol. Los ingenieros franceses desarrollaron un modelo del campo magnético solar para tratar de determinar las variaciones del viento solar sobre la Tierra. Este era un modelo sencillo ya que la rotación diferencial del Sol y otros efectos harían necesario algo llamado desarrollo multipolar (matemáticamente bastante complejo) para un modelo mas preciso. En resumen, estos investigadores compararon las variaciones calculadas del campo (en consecuencia de la intensidad del viento solar) con los signos del zodiaco distinguiendo aquellos signos que, según la astrología, representan personalidades extrovertidas e introvertidas. Obtuvieron un grafico donde los periodos de viento solar alto coincidían bastante bien con los intervalos del año correspondientes a signos de personalidad extrovertida y los de bajo viento solar con los de personalidades introvertidas. ¿Que significa esto? Puede no significar nada. Un viejo refrán de la estadística recomienda tomar con pinzas las correlaciones demasiado buenas entre datos no necesariamente vinculados. Estos franceses postulaban, en cambio, que las partículas del viento solar podrían causar alteraciones en el tejido cerebral del feto que modificarían la personalidad en un sentido o en otro (un mejor modelo podría explicar otras características de la personalidad). ¿Es esta teoría tan absurda? Quizás no. Me han comentado que psicólogos estadounidenses están investigando desde un punto de vista estadístico la posibilidad de que las personalidades descriptas mediante los signos astrológicos sean correctas, aparentemente con interesantes resultados en favor de la astrología. Además he tenido oportunidad de discutir esta idea con neurólogos y la consideran, cuando menos, posible. Algo que siempre me ha sorprendido es que los astrólogos no investiguen (o siquiera se pregunten) de que naturaleza es la influencia que según ellos ejercen los objetos celestes sobre los seres humanos. No se de que tipo podría ser esta influencia (¿gravitatoria?, ¿electromagnética?) pero de ser cierto que algo nos afecta, yo diría que el Sol es el mejor candidato pues la interacción de nuestra estrella sobre la Tierra es enorme y fundamental para la vida. Lo curioso es que cuando a alguien se le ocurre una posible explicación (que en este caso descartaría la influencia planetaria) es rechazada rápidamente por estas personas. ¿Será que perder el carácter “esotérico” de la astrología les hace temer por su negocio? Otra cosa interesante es la falta total de critica interna en el campo de lo esotérico. Los creyentes admiten que pueden existir astrólogos fraudulentos pero sostienen que también los hay serios. ¿Por que estos astrólogos serios no se encargan de desenmascarar a los estafadores (que deben ser conocidos en el medio) para limpiar su propio campo?

De todos modos ¿será posible predecir el futuro? Creo que el único modo en que esto podría ocurrir es si, de alguna manera, todo estuviera predeterminado, es decir, solo sería posible si existiera una suerte de destino inevitable. De no ser así el enorme número de hechos fortuitos, decisiones irracionales, etc. que podrían tener lugar en una vida humana (ni hablar de un conjunto de vidas humanas) hacen que el futuro sea algo mas bien. Una idea mas razonable curiosamente proviene de la ciencia ficción. Paul Atreides, Muad’Dib en la novela Dune de Frank Herbert posee el poder de la presciencia debido al consumo de especia y su condición de Kwisatz Haderach. Esta presciencia no implica ver el futuro inevitable, sino todos los posibles futuros y todas las acciones que permiten arribar a ellos. Paul se convierte en un diseñador de su propio futuro y el del imperio. Esta clase de presciencia no es para nada irrazonable, en cierto modo todos utilizamos algo así cuando hacemos planes a largo plazo (si hago esto… entonces pasará lo otro…) por supuesto nunca en el grado superlativo en que lo hace el Madi pues carecemos de cualquier poder especial.

Creo haber cumplido con la promesa hecha en el principio del artículo, no llegué a ninguna conclusión sobre nada. Me considero una persona escéptica, pero de un escepticismo constructivo. No me parece que una creencia, por mas absurda que parezca, pueda ser descartada simplemente diciendo que es una estupidez. Opino que primero debe ser comprobada y si resulta ser falsa, bien, entonces será una estupidez, pero aclaremos por que. Generalmente los racionalistas a ultranza descartan cualquier creencia o teoría no ortodoxa sin mas, pero ha habido casos donde estas probaron ser reales. Por otro lado tampoco considero que la forma de actuar de muchos creyentes tenga algún valor (esto es verdad, no se porque ni me importa y aunque se verifique que no es verdad, ¡en mi opinión, es verdad igual!), el exceso de credulidad no implica, como muchos piensan, poseer un alma evolucionada. He mencionado el método científico, en realidad este se puede resumir en la famosa navaja de Occam: cuando existen dos explicaciones posibles para un determinado hecho, a falta de certeza, la que debe elegirse es la mas simple, la que requiere de menos hipótesis por que probablemente es la correcta. Esto es puro y simple sentido común. Hace unos años aparecieron en sembradíos al sur de Inglaterra unos extraños círculos de plantas aplastadas. Los círculos se fueron multiplicando con el tiempo convirtiéndose en figuras mas complicadas. Estas misteriosas figuras dieron lugar a muchas especulaciones por parte de “expertos”.

Por ejemplo, se sostenía que era físicamente imposible hacer esos círculos con la tecnología conocida (???), que quedaban muestras radiactivas en la zona, que eran un mensaje para los seres elevados espiritualmente de este planeta por parte de otros seres, también elevados, pero provenientes de otras dimensiones. En resumen, tenemos dos posibles explicaciones: 1) la sostenida por ufólogos y esoteristas donde estas marcas serían la prueba indiscutible de que nuestro planeta recibe la visita de seres extraterrestres (de este universo o de algún otro) que se ocupan de dejarnos en los sembradíos profundos mensajes, 2) estas marcas fueron hechas por algún bromista.

La primera explicación requiere de un numero de hipótesis bastante grande. Debe existir una civilización extraterrestre con la tecnología para viajar a distancias interestelares que, además, disponga del suficiente tiempo libre para darse una vuelta por la Tierra de vez en cuando con el único fin de hacer dibujos incomprensibles en los campos sembrados. La segunda explicación no parece requerir de ninguna hipótesis extra considerando la extraña naturaleza humana. Si aplicamos la navaja de Occam solo podemos elegir la segunda. Con el tiempo aparecieron dos personajes que confesaron haber hecho los dibujos con una cuerda y un palo para divertirse al salir del pub. Demostraron como los hacían y admitieron que habían empezado a complicar los dibujos cuando vieron que estos aparecían en las noticias (si alguien afirmaba que obviamente sus hacedores venían del planeta Marte porque las espigas de trigo estaban inclinadas hacia la derecha, ellos hacían el próximo circulo hacia la izquierda). Y así, la navaja de Occam vuelve a triunfar. Huelga decir que los ufólogos se niegan a admitir que fue una broma y siguen sosteniendo el origen extraterrestre. Muchos desenmascaramientos como este se cuentan en el libro El mundo y sus demonios de Carl Sagan.

¿Por que personas educadas y racionales, que constantemente aplican el sentido común en sus vidas, sus empleos y sus relaciones olvidan emplearlo en estos casos? ¿Por que existen (y cada vez más) tantos mitos y creencias extrañas? Quizás esto lo pueda explicar un psicólogo, yo no lo soy (por suerte) pero probablemente se deba a que vivimos en un periodo de la historia bastante difícil, problemas económicos, sociales, culturales nos abruman y la necesidad de creer en algo (lo que sea) se vuelve imperiosa. Cierta vez conocí circunstancialmente a una mujer quien me contó que había consultado a un tarotista. Este había leído en las cartas que ella no tendría problemas de salud durante ese año. No volví a ver a esta persona, no se si enfermó o no. Pero lo que me hace recordarla es que me dijo que la visita a este tarotista le había dado una gran tranquilidad de espíritu. La predicción de que tendría buena salud la había aliviado de preocupaciones. Esta clase de tranquilidad (aunque pueda estar basada en una mentira) no la da la tecnología. ¿Seria bueno vivir en un mundo donde todos fueran racionalistas?, ¿un mundo donde no existieran creencias, fantasías o mitos? No tengo ni la menor idea, pero en lo personal este me parece mas divertido.

Jorge Balej