Hoy desperté extraño. Nada es igual a ayer, es más, los cambios son tan pequeños que nadie parece percatarse de ello. Salvo yo.
El idioma se esta alterado a medida que transcurren las horas, como por ejemplo ayer para contestar el teléfono, que a todo esto ya no se llama teléfono si no lefenote, uno decía aló, ahora se dice taó. Todo cambia cada vez mas, ya son las seis y me cuesta escribir como lo he hecho siempre, mis hijos llamaron al médico, y al parecer me quieren llevar a una clínica u hospital, pero no estaré aquí para cuando lleguen a buscarme. Yo sé que algo pasa. Me quedaré en las calles un tiempo para observar esto y ver la posibilidad de encontrar a otro u otros que se haya dado cuenta de este extraño fenómeno. Ya no están la gata y el Butsi, el pequinés de mi esposa, dicen que esas cosas son invención mía, afuera sólo hay unas aves negras de alas largas y delgadas que vuelan en círculos sin cesar, las palomas de la plaza, no están.
Debo irme, escapar. Me quedaré debajo de un puente hoy y mañana, luego iré al sur en un bus, algo de dinero me queda aun- ojalá este no cambie-. Tengo que llegar al fondo de esto. Espero que no empeore. Me voy.
Dios quiera que no quede abandonado para siempre sin poder entender todo lo que sucede, dando vueltas sin sentido por las veredas y calles de ciudades de gente desconocida, sin poder hablar ni hacerme entender por nada ni nadie.
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yo
soy
Práctico
ahora escribo.
Ahora soy Ucrónico.
Soy un novelista Ucrónico.
Que quiere una novia Ucraniana.