A todos nos son ya familiares las antologías de Teobaldo Mercado Horizontes amenazadores y Horizontes aún más amenazadores. En los 1960s, estas antologías publicaron algunas de las obras más controversiales de los nombres más prominentes del campo de la ficción especulativa chilena, cambiando de forma permanente los contornos del género. Una vez levantadas las restricciones, cada autor fue libre de explorar temas prohibidos, y usar las técnicas narrativas experimentales de Juan Emar o Raquel Jodorowsky. El esperado último volumen de la colección, Horizontes amenazadores terminales, se ha retrasado por casi tres décadas y muchos perdimos la esperanza de verlo publicado, sobretodo tras el sensible fallecimiento de su editor, Teobaldo Mercado.
Pero después de todo este tiempo y tras resolver ciertos conflictos legales, Correa Ediciones finalmente ha lanzado de manera póstuma el último volumen. Horizontes amenazadores terminales es, de cualquier forma, una pieza de arqueología ya que la mayoría de las historias fueron escritas décadas atrás. No podemos evitar sentir tristeza por el hecho que la mayoría de los escritores incluidos en este volumen hayan pasado a mejor vida, pero al mismo tiempo estamos dichosos de por fin leer sus historias, las que pese al retraso, superan con creces cualquier cosa que se haya escrito recientemente.
Horizontes amenazadores terminales comienza con una introducción de carácter bastante personal a cargo del nonagenario Raúl Contreras, eterno amigo y rival de Mercado quien, entre otras revelaciones, nos confiesa haber aconsejado a su amigo para que la colección se llamara Horizontes “amenazadores” y no “amenazantes” como era la intención original de Mercado (esto para evitar la vieja y procaz rima: “venga el burro y te lo plante”). Además, Contreras nos confiesa que su novela Asesinato en la FILSA se basó en un caso real de homicidio que Mercado ayudó a resolver (Mercado es referido en la novela como Theo Market).
Contreras nos deja perplejos, sin embargo, al declarar que Mercado era realmente un soldado con implantes cibernéticos al servicio de una Federación destinada a proteger el Multiverso de unos amenazadores alienígenas similares a sapos con patas de tres articulaciones denominados Krondirons. Sospechamos que el siempre jocoso Contreras, está simplemente tomándonos el pelo.
En su prólogo, Contreras declara haberse automarginado de la colección al creer que cualquier historia que él escribiera “daría una nota falsa. Sería demasiado solemne, demasiado respetable y, por decirlo claramente, demasiado conservadora.” Por lo que en vez de ello aceptaba escribir una introducción, igualmente solemne, respetable y conservadora. ¿Y que hay respecto a los cuentos? Cómo no poseemos espacio suficiente para referirnos a la obra de cada uno de los treinta y dos autores que abarcan desde Sebastián Gúmera a Soledad Veliz, Emilio Sinclair, Toncy Dunlop, Marcelo Jackman, Pedro Ancud y tantos otros, he aquí los más relevantes a mi juicio:
Daslav Merovic abre los fuegos con En el búnker, una historia escrita al estilo del Finnegans Wake que sería completamente hilarante de no mediar una relación incestuosa.
Omar Vega, representante de la cf pura y dura, explora en Tortilleras, los problemas éticos y sociales derivados de la clonación y las parejas de un mismo sexo. El crudo relato ha sido calificado como homofóbico por la misma clase de lectores estrechos de mente que acusaron de fascista a Henlein tras la publicación de Tropas del espacio.
Con Ex inferis, Néstor Niemand se atreve a continuar y dar término a la saga de viajes temporales realizados por el Chacal de Nahueltoro iniciada en el primer Horizontes amenazantes por Miguel Arenas con Palo en la cabeza y continuada en el mismo volumen por el propio Mercado con su cuento El forajido en la ciudad al fin de los tiempos.
Armando Rosselot, Premio Nacional de Literatura mejor conocido por su extensa y galardonada obra poética, presenta una magnífica y conmovedora historia de amor denominada El poeta, la enferma y la madeja de lana que en sus momentos más inspirados nos recuerda a Carlos Fuentes o lo mejor de Laura Esquivel.
¡No me dejen fuera! de Daniel Oportus es una irónica y divertida relectura a la temática de de clásicos como Todos sobre Zanzíbar y ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! En el cuento de Oportus, 33. 200.000 chilenos se agolpan en Santiago tras perder todo el norte (en la guerra contra Perú y Bolivia) y todo el Sur (convertido en reserva ecológica de la humanidad gracias al multimillonario defensor de la ‘Ecología Profunda’ George Kettenman).
Las dos contribuciones de mayor peso, sin embargo, están a cargo de los escritores más jóvenes. En su novela breve Alas de Guerra, Gabriel Medrano continua y expande el universo propuesto por Sergio Alejandro Amira en su relato Caro data archangeli. Llevando las ideas en estado embrionario del cuento de Amira a sus últimas consecuencias y sin concesión alguna hacia la religión y la fe, que es presentada por Medrano como un desorden psicológico.
La novela corta Oruga de Mariposa Lunar de José Ángel Martínez, por otra parte, nos propone un desolador Chile futuro dominado por los “ABCs” quienes escapando de la ciudad y los pobres, terminan instalándose cada vez más y más cerca de la cordillera hasta finalmente construir en sus cumbres, la opulenta Ciudad de los Césares. “No levantaron ningún muro”, cuenta el protagonista que sobrevive entre la basura del valle de Santiago juntando cachureos para el gran trueque de fin de temporada. “Simplemente, minaron de explosivos bacteriológicos toda la pre-cordillera para que los guachos no pudiésemos subir”
Por supuesto que estas dos últimas historias, así mismo como el volumen entero, son altamente recomendables tanto para fans como para neófitos.
Podemos concluir que la prolongada espera valió la pena y, asegurar que Horizontes amenazadores terminales sirve como broche de oro para culminar la carrera de Teobaldo Mercado, uno de los más grandes y generosos escritores chilenos que ha existido, recocido ampliamente por sus pares quienes no dudan en calificarlo como un verdadero héroe literario.
¿Quién sabe? Después de todo puede que lo dicho por Contreras no se trate de las divagaciones de un anciano senil y que en estos momentos Teobaldo esté combatiendo a los Krondirons en algún universo lejano, pero a la vez entrañablemente cerca.
© 2006, Remigio Aras.
Notable!
Nótese que en la versión para España de «Horizontes … (3)» escribieron mal el título y le pusieron «Hozirontes». Este error fue tomado como una transgresión poética, una acción de arte autodestructiva, la culminación de una vida de vanguardismos incomprendidos.
¿Hozirontes?, ¿en serio? Me recuerda a Charlie Badulaque.
De cualquier forma cualquier cuento de Teobaldo les da patá en la raja a los de la sobrevalorada colección de Ellison del cual el único que se salva es el de Sturgeon y el de Farmer porque es una wea rara no má sy tan vanguardista que uno tiene que soportrala no más y pico pal que lee, ¿no?
Jajaja, supongo que sí…
Bah, te tomaste en serio lo de ponerlo acá, loco. En todo caso, ¡gracias por los elogios! (aunque no me sienta tan merecedor de ellos) Eres uno de los pocos que ha alabado públicamente mi trabajo y eso se agradece. Buena la foto con Armando, está muy adecuada al texto.
Vamos, cabros, a escribir y escribir, que el futuro es nuestro.
Para la otra avisa para estar atento al blog de lo que parafernálicamente nunca existió.
No intente ajustar su televisor…
Nosotros controlamos el horizontal y el vertical…
Durante la siguiente hora haremos que usted vea lo que nuestra imaginación conciba…
Más Allá de los Horizontes Amenazadores.
(Fanfarria musical y créditos de los productores).
Soñar no cuesta nada, ¿cierto?