En cada época del devenir de la humanidad han existido personas excelsas que se han destacado por sobre el resto de sus congéneres. Así, innumerables gobernantes, religiosos, héroes militares, artistas y deportistas, entre otros, han ganado un espacio entre los escogidos. E incluso, algunos de ellos, aún en vida, se vieron ya envueltos por una aureola de leyenda e inmortalidad.
Y aunque para muchos pueda parecer sorprendente, también entre estos destacados de todos los tiempos figuran algunos científicos. Por supuesto que la lista no es muy extensa, y entre ellos encontramos a personajes de la talla de Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein. Cada uno de ellos, fueron ampliamente reconocidos y admirados en el seno de su sociedad. En nuestra época ese lugar lo ocupa, de manera indiscutida, Stephen Hawking, el renombrado físico teórico inglés, especialista en relatividad general y mecánica cuántica, y uno de los principales protagonistas de la búsqueda de la Teoría del Todo.
Hawking, además, es un destacado escritor, divulgador científico y un exitoso conferencista que convoca a multitudes en todos los lugares donde se presenta. Su aparición frecuente en los medios de comunicación, lo ha transformado, por lejos, en el científico más popular y reconocido entre el público general, rivalizando en fama incluso con muchos gigantes del espectáculo y farándula internacional. Esto a pesar que el tema de sus estudios científicos es en extremo complejo y abstracto, pero, aún más, a pesar de padecer un mal invalidante (esclerosis lateral amiotrópica) que lo tiene postrado en una silla de ruedas, privado de casi todo movimiento y también de la voz (se comunica a través de un sintetizador controlado por un computador instalado en su silla de ruedas).
La enfermedad se le detectó a los veinte años, cuando iniciaba sus estudios de doctorado, afortunadamente, y a pesar de los pronósticos pesimistas, el avance de la dolencia fue lento. Esto le permitió formar una familia y en el plano profesional completar sus estudios y comenzar a consolidar una indiscutida fama como cosmólogo. Sus estudios se enfocaron en encontrar la escurridiza Teoría del Todo, es decir elaborar un modelo matemático que compatibilice a la Relatividad General con la Mecánica Cuántica. En esa, hasta ahora infructuosa, búsqueda estudió el fenómeno de los agujeros negros, e hizo un descubrimiento sorprendente. Resulta que esos exóticos objetos estelares, finalmente no son tan oscuros como se pensaba, y sí pueden emitir alguna forma de energía, la que ahora es conocida como la radiación de Hawking.
Cuando se le diagnosticó la enfermedad, su expectativa de vida era de un par de años, sin embargo ya largamente superados los sesenta años de edad, vemos que continúa en plena actividad intelectual, investigando, escribiendo libros de divulgación, dictando conferencias, y también viajando por el mundo, además de vivir experiencias extremas como sentir la ausencia de peso (en vuelos parabólicos en aviones especialmente acondicionados) y viajar a la antártida.
Al observar el fenómeno comunicacional “Hawking”, es inevitable que surja la pregunta: ¿cómo es que un científico puede transformarse en una estrella de los medios masivos? La respuesta no es sencilla, y es claro que su fama no debe sólo al reconocimiento piadoso que se brinda a una persona genial, cuyo brillante intelecto se encuentra prisionero en un cuerpo martirizado. No, seguramente, ese gran público que lo ha transformado en un ícono de la ciencia, intuye que detrás de que lo que él investiga hay algo trascendente. No en vano, Hawking ha dicho que en el momento en que se descubra la fórmula matemática de la Teoría del Todo (la meta de sus afanes), se conocerá finalmente la mente de Dios.
Publicado originalmente en Argo Navis
Interesante el artículo y una véz cáda 4 meses veo lo publicado en ésta web , felicitacines.