Aunque resulta un conocido tópico aquel que dice que no podemos juzgar un libro por su portada, debo comenzar esta reseña diciendo que ésta le hace un flaco favor a la novela (característica que se repite en la gran mayoría de las autoediciones de libros de ciencia ficción chilenos), primero, por la mala combinación de colores escogidos (negro y amarillo) en conjunto con la tipografía utilizada; que se ve anticuada y demasiado rígida por el serif. El color negro, además tiene demasiado peso ante una tipografía tan delgada, por lo cual los elementos de la portada quedan flotando, sobre todo el dibujo de Maytte Reyes, que en un estilo naif (por no decir derechamente infantil) se contradice con el tono de ciencia ficción hard que predomina en toda la novela, restándole mucha seriedad y profesionalismo a la propuesta. Para finalizar, ninguno de los elementos de portada tienen relación entre sí.
El argumento es el siguiente: la búsqueda por parte de una expedición terrícola convenientemente preparada, de otro planeta habitable (en principio en Alfa Centauro), debido a que la humanidad ha consumido la Tierra y por ende, se encuentra destinada a desaparecer (sabemos que hay racionamiento de comida, la cual se asigna mediante tarjetas de colores y categorías especiales de personas, gracias a la asignación especial de categorías de consumidores; entre otros indicios, damos por hecho que hablamos del planeta Tierra en el futuro). Los viajes espaciales se encuentran prohibidos (entendemos que debido a una guerra que comenzará dentro de poco) y por lo tanto, los preparativos de esta expedición se realizan en secreto.
La historia se desarrolla a partir de las aventuras que le acontecen al personaje principal, John Miller, astronauta civil, astrónomo e ingeniero en propulsores electro atómicos, actualmente retirado y que gracias a la ayuda de un científico de apellido Schulz, logra recibir (y más adelante descifrar) códigos numéricos que provienen desde el espacio que indicarían la ubicación de un planeta habitable.
Ahora bien, dos grandes problemas que presenta la novela a mi juicio son: primero, en muchas ocasiones los personajes resultan meras excusas para que el narrador se enfrasque en largos monólogos sobre física o astronomía, explicando el funcionamiento de los receptores de la antena que recibe los códigos del espacio o los terribles efectos de la fuerza de aceleración (entre otros); fenómenos que no resultan tan importantes para el desarrollo de la trama principal y que suelen cansar, pese a lo didáctico de las explicaciones; segundo: el personaje principal: John Miller, que resulta de una unidimensionalidad pavorosa (incluso me hace pensar en un Gary Stu involuntario por parte del autor). TODO, absolutamente TODO, le resulta fácil: fue el astronauta civil más joven, es un excelente jugador de ajedrez, gran tirador, magnífico piloto, toca piano, sin mencionar que todos los personajes de la novela desean ayudarlo de la nada, con una prodigiosa memoria y así, suma y sigue (a destacar: su corazón resiste la fuerza de aceleración en el espacio que casi aniquila a otro personaje, es el único que descifra el código proveniente del espacio, tiene per se el afecto y respeto de todos, absolutamente TODOS los personajes masculinos que aparecen en la novela y el amor de todos (o casi todos) los personajes femeninos. Los únicos defectos mencionados a lo largo de todo el libro es que al comienzo se encuentra demasiado delgado y tiene hongos en los pies producto de una breve estadía en prisión (contratiempos obviamente solucionables). Como ya no desea seguir luchando (pese a que es llamado a integrar la Fuerza Espacial por sus excelentes antecedentes) consigue escabullirse de este compromiso, introduciéndose en el programa de gobierno que busca el poblamiento en otros planetas y cómo no, se transforma en parte importantísima del mismo.
Los otros personajes masculinos que pueblan la novela cumplen casi el rol de comparsas en la búsqueda de John Miller: el científico Schulz, el coronel Cooper (quien le otorga tres meses de permiso para que pueda zafarse el compromiso de entrar a la Fuerza Espacial), Robert Morgan (del Centro de Investigaciones Morgan, quienes organizan la expedición). Incluso tenemos a un capitán James Kirk, en un poco sutil guiño a Star Trek.
Las protagonistas femeninas resultan todas bellísimas (delgadas, jóvenes, de una belleza exótica y sin igual) y como ya dije, todas se enamoran del protagonista. Al cúmulo de cualidades de John Miller, debemos agregar ahora las alabanzas que profieren las mujeres de la expedición, como la antropóloga Jane Novak (quien además es paleontóloga y secretaria, aunque lo único que sirve en la expedición es su labor de secretaria) quien lo define como “un verdadero hombre en estado primitivo” (?) y la sicóloga Cassandra Henderson: “eres un fenómeno, por suerte no se te nota” (como sería si se notara).
Luego de vagar durante casi 10 años en el espacio, la expedición llega al planeta Tarn, donde John Miller por fin encuentra vida inteligente bajo la forma de una pareja de habitantes humanos (Born y Maro) de quienes se hace amigo (aprende su idioma en un par de días, obviamente). Este mundo es una suerte de utopía, gobernada por la Junta de los Superiores, uno de cuyos integrantes es el padre de Maro. Ellos no desean que los miembros de la expedición se queden por los antecedentes de belicosidad que presenta la raza humana (pésimos antecedentes como siempre) pero “una vez más tendrás nuestro destino en las manos” como dice Morgan. John Miller ingresa en la escuela del lugar, es catalogado como el mejor alumno que ha asistido y aprende un juego, suerte de simulación de combate espacial, llamado Imperio, gracias al cual puede salvar a los miembros de su expedición, ya que mediante un extraordinario desempeño se les permite quedarse en Tarn y dejar de vagar por el espacio.
Sin embargo, quedarse en este mundo perfecto, no resulta suficiente, decide volver a la Tierra para ver si todavía existe vida (a reclamar su herencia), junto con Maro. Como podemos leer, no hay nada de original en la historia, es una narración plana sin grandes sorpresas, predecible y que no nos permite identificarnos con ninguno de los personajes. En mi caso, resulta especialmente molesto lo que sucede con los personajes femeninos:
SPOILERS: como ya dije, todas se enamoran del protagonista pero convenientemente todas mueren gracias a los deus ex machina de rigor (una picadura de insecto alienígena y un flechazo en el corazón producto de unos humanoides malvados aparecidos de la nada) para dejarle el lugar a la siguiente en el corazón del protagonista, primero Ruth, luego Cassandra (a quien Ruth hizo prometer en su lecho de muerte que se quedaría con John Miller, en una clara reminiscencia a Dickens) y finalmente Maro. Una frase que me pareció increíble, es proferida por Cassandra, luego de alejarse de John Miller, por una discusión entre ambos: “Te necesito John, no sé si podrás perdonarme que me haya comportado como una prostituta” (sólo por tener relaciones con Born, mientras se encuentra separada de John). Como ya sabemos Cassandra, convenientemente también muere para que así sea Maro quien esté finalmente con John Miller y éste cumpla su destino. [x]
por Bernardita Ojeda
Titulo: Herencia
Autor: Edgar Unger
Editorial: Puerto de Palos, 2004.
Uf. Uf, uf, uf.
De la que me salvé por no ir a ese meeting. Pero es que con esa portada no podía ser de otro modo…
Una observación: No solo debiera limitarse a lo autoeditado, sino a todas las obras disponibles.
Una cordial bienvenida a nuestra nueva crítica literaria!!
Claro que no debería limitarse a lo autoeditado. Pero por ahora esas obras son nuestra prioridad 🙂
Esto me recuerda a lo que rmundaca me comentó sobre el protagonista de «Los Pilares del imperio», otro «superhombre» que se «tiraba a todas las minas». Y en un escalón más modesto pero no menos impresionante, está Axel Gutiérrez.
Pero no todo es übermenschen en cuanto a la cf chilena. Hay quienes escribimos sobre sujetos insufribles sin talento alguno como Franz Mendéz o sobre tipos derrotados, sin esperanzas, sin suerte ni carisma que tras un laaaaaargo viaje encuentran los medios de autodestruirse. De todas formas es curioso ver como los autores más jóvenes somos los que se hacen cargo de esto mientras que nuestros mayores chochean con el prota a lo Jack Vance.
concuerdo plenamente con la critica, si veo esa portada en una libreria seria una de las primeras descartadas y en cuanto al guion no es muy atrayente tras lo leido
Estuve a punto de comprarme Herencia la semana pasada y, por suerte, opté por un clásico (Ficciones). Si me quedaba alguna duda sobre si debía incursionar en la ciencia ficción con el libro de Edgar Unger, me quedó claro que nones. Excelente crítica, sigan así.
Saludos
Leandro
Buena crítica para partir. Bienvenida, Bernardita, estaremos esperando más.
Excelente iniciativa.
A veces me parece que los libros de autoedición tienen exactamente «ese» problema: la falta de edición 😛
Estoy de acuerdo con que a los libros de autoedición les falta edición, pero también es cierto que faltan editores competentes en el área. ¿Hay alguien como Miquel Barceló acaso en alguna editorial chilena? ¿Algún editor que distinga a Cory Doctorow de E. L. Doctorow? Don’t think so.
Mmmmm osea.. habria que saber mas del autor para decir si fue su primer guatazo, una mancha en su carrera
o derechamente… alguien a quien evitar
pq como describen esa novela… es algo que no me gustaria leer
Ninguna gana quedan de leer este libro después de la demoledora crítica de Bernardita. Por supuesto, ello no es responsabilidad de quien critica. Al contrario, nos queda claro que la obra en cuestión no es más que un refrito de tópicos de space opera (subgénero contra que el que de suyo no tengo nada, al contrario) con protagonista jamesbondiano para más inri.
Bien por Berna.