Sorpresiva fue la aparición de un grupo de encapuchados de blanco el pasado 1 de mayo, en el preciso instante que otros encapuchados violentistas iniciaban sus ataques contra las autoridades y personas presentes en el evento.
«Los vimos aparecer y nadie lo podía creer», comenta una mujer que estaba presente cerca del incidente; «salieron de entre el público y agarraron a patadas voladoras a los encapuchados, les quitaron las mochilas que debían estar llenas de molotov o petardos o qué sé yo y volvieron a desaparecer en la multitud».
Según testigos se trataba de un grupo de al menos treinta encapuchados vestidos de blanco con ropas holgadas; y luego de su repentina desaparición entre el público se han barajado múltiples hipótesis acerca de su origen o propósito.
Hoy en un breve comunicado, publicado en un blog de manera anónima, alguien que se hace llamar Sensei Lucho declara en pocas líneas que este grupo de valientes pertenece a distintos clubes de karate de la capital, todos irritados de ver los destrozos y la violencia que pueden desatar un pequeño grupo de mocosos ociosos. «Por eso decidimos salir a repartir patadas al primer pelota que se atreviera a recoger una piedra del suelo», agregó.
El grupo, dice Sensei Lucho, se hace llamar «Brigada Ciudadana Anti Disturbios», son expertos en defensa personal, están altamente organizados y están dispuestos a patear a cualquiera que pretenda quebrar el orden público en manifestaciones pacíficas de la capital.
Si bien la Presidenta en una declaración oficial repudió el uso de la violencia contra la violencia, expresando que «ésa no es la manera»… la opinión pública en conjunto aplaude la iniciativa, catalogando de verdaderos héroes a estos anónimos vigilantes de la seguridad pública.
Ninguno los manifestantes que recibieron esta dura (y justa) paliza ha reclamado por el trato recibido. Se sabe por informes de la Posta Central del mismo 1 de mayo que al menos cinco jóvenes habrían llegado durante la mañana con moretones, dientes quebrados y dolores musculares.
La presidenta tiene razón. Puede parecer merecido, pero los grupos de choque, los paramilitares y todas esas cosas son la base también de las luchas callejeras entre neonazis, Punk, skinhead, etc, etc.
Yesss… con la diferencia que nuestros héroes de blanco sólo son karatecas apestados de tanta joda.
Yo voto por ellos.
jajaja….esto es como el sueño de Pablo Rodriguez con su Patria y Libertad…»acabemos con esos enemigos de la Patria, la bandera, y la propiedad privada!!!»
Nah… nunca tan nazi. ¿No te dan ganas de salir a sacarle la chucha a los delincuentes? ¿Hacer de «vigilante»?
Hay una película del Marko Zaror donde hace un Kamen Raider muy chistozo. Todavía no la estrenan.
A eso me refiero, quitándole cualquier color político: ciudadanos apestados con el lumpen destructor.
(Es verdad que luego podría convertirse en milicia y después vayan a pelear quien sabe qué querra callejera, todos estos grupetes se desvirtúan con el tiempo, pero aún así no se me quitan las ganas de salir a patear traseros de pinguinos trotskistas que ni saben dónde están parados).
Me parece de un CINISMO DESCARADO la hípócrita actitud de quienes descalifican «La violencia contra la violencia», vale decir, la violencia como reacción a la violencia, pero mantienen culposo silencio frente a la violencia original, la simiente que genera el espiral.
Obviamente no puede ser lo ideal que la gente tenga que «autodefenderse», para eso está el ESTADO, pero quienes actualmente «administran» el ESTADO tienen un turbio pasado en grupos violentistas… ¿O nó?
Hay que poner mano dura, de lo contrario esto degenera en algo que nadie quiere…
La Mano Dura llevó a Sarkozy al poder en Francia… por mandato popular…
Si quieren ver a que nos exponemos por no frenar a estos «subversivos de pacotilla», que la izquierda-liberal y el red set ven con tanta simpatía, visiten http://www.colombialibre.org
Tampoco es la idea, porque cualquier persona que llega al poder sólo desea más poder, luego no los podrán bajar, y si llegan con «mano dura» sólo se logrará una luna de miel feliz donde la mano dura caerá sobre el delincuente, pero que luego caerá sobre el desvalido.
Me quedo con mis «vigilantes», pateadores esporádicos del pingüinismo subversivo. Nada muy organizado, no se sabe cuánto won chalado llega a pasarse de la raya aunque sea por un «bien mayor».