Bien, diez dimensiones para mí es como querer pellizcar un vidrio. Ya me cuesta lidiar con la realidad y ahora salen con esto. Sobretodo porque los días de resaca maldigo la existencia de una tercera dimensión.
Entonces se hace necesario que alguien baje de las atalayas de la ciencia y nos explique con manzanas y bananas cómo puede ser posible tanta complejidad. Ulularemos como micos, pero al final la comprensión se abrirá por el tercer ojo [no ése, Marlo].
¿Existe esta persona?
Of course, queridos. Se llama Rob Bryanton y lo explica bien en su libro La Décima Dimensión. Para el que no quiera comprarlo existe una exposición en Flash muy amena que los pondrá al tanto. También permítome recomendar su blog en inglés y este artículo sobre espacios infinitodimensionales (cómo les quedó el ojo, ¿ah?) de Genciencia.
En todo caso, se los puedo revelar aquí mismo y consiste en que… ¡Oh, viene mi jefa! ¡Nos vemos!