No fue sino hasta que Marcelo Novoa comenzó a alborotar la adormilada escena santiaguino-porteña con su proyecto Años Luz: un mapa estelar de la ciencia ficción chilena, que supe de mi pertenencia a un gueto. Marcelo lo ha dicho en reiteradas ocasiones, en público y en privado: los escritores de literatura fantástica estamos encerrados en un gueto del cual él mismo nos invita a salir como leerán en la entrevista realizada a mi amigo y editor por Daniel Guajardo: quisiera decirles a los autores del fándom que saquen un poco sus cabezas de las madrigueras y asomen un pie fuera del gueto: les haría bien ser parte de la literatura chilena.
Pero vamos por partes, primero que nada, ¿Cuál es la definición exacta de gueto? En la Wikipedia dice algo más o menos así:
Un ghetto o gueto (del veneciano ghetto, «fundición de hierro», por la fábrica alojada antiguamente en el barrio posteriormente reservado a los judíos) es un área separada para la vivienda de personas de un determinado origen, o , voluntaria o involuntariamente, en mayor o menor reclusión. El término se empleó, originalmente, para indicar al ghetto de Venecia pero luego se extendió a los vecindarios de otras ciudades donde los judíos eran obligados a vivir. El término correspondiente en alemán es Judengasse; mientras que los ghettos árabes se denominan mellah. Ghetto hoy en día puede aplicarse a cualquier área urbana pobre.
Bueno, en primer lugar yo no creo pertenecer a esa entelequia denominada “fándom” que en el artículo de la revista Qué Pasa dedicado a Jorge Baradit es definido errónea (pero más poéticamente) por la periodista Yenny Cáceres como la abreviación de “fantastic kingdom” cuando en realidad lo es de “fanatic kingdom”. Yo no soy ningún fanático, detesto los fanatismos de cualquier clase y es por ello que no adscribo a ese fándom que ni siquiera estoy seguro que exista. Citando nuevamente a Yenny Cáceres en su nota para QP:
Históricamente, el fándom criollo se ha reunido a través de diversas agrupaciones, como la Sociedad Chilena de Ciencia Ficción o Ficcionautas. La muerte natural de estas asociaciones, sin embargo, no mermó el entusiasmo de algunos por seguir escribiendo. Además, el panorama actual es otro. Los clubes de Toby han desaparecido. Los nuevos escritores de ciencia ficción están lejos de ser un grupo de nerds sin vida que se la pasan discutiendo sobre la rivalidad entre los trekkies y los seguidores de Star Wars. Los de ahora provienen de diversas áreas y, en su mayoría, ya superaron los 30 años. Sus referentes, además, son variados y más allá de la literatura. El cine y la música tienen también su lugar.
Yo no pertenezco ni he pertenecido a ninguna organización como los Ficcionautas, el Fan-club de René de la Vega o el Círculo de amantes de la literatura decimonónica. Tampoco me considero un activista. Sólo soy un tipo que llegada cierta edad consideró que debía “devolver” todo lo que el arte (en general) le había entregado, a través de la creación, la divulgación, la crítica y otras instancias. Pero no soy fanático de nada que no sea mi familia y Dios.
Por lo tanto, y pese a ser el editor de este pasquín electrónico, haber colaborado con el mítico Fobos y escribir regularmente para varios sitios Web especializados, creo estar muy en la periferia como para ser parte de un fándom y mucho menos de un gueto, aunque sí me considero dentro de la descripción proporcionada por Yenny Cáceres sobre los nuevos escritores de ciencia ficción.
El tener cierta exposición pública no garantiza nada, sobretodo en Internet. Pasa con mi otro proyecto, el e-zine de divulgación y apreciación del cómic Calabozo del Androide. Ya voy para los 30 números publicados pero eso no significa que me hayan invitado alguna vez a esas convenciones que se realizan de cuando en cuando, o que me lleguen por correo las últimas publicaciones chilenas para ser reseñadas como Caleuche o Bilis Negra. ¡Sí hasta los amigos de Ergocómics pensaban que mi modesta revistilla era española! Yo sólo me remito a leer y comentar los cómics que tengo a mano, y por suerte hace tiempo que no necesito recurrir a las comiquerías, sitios en que la atención solía ser pésima y donde cualquier ñoño creía estar en el derecho de entablar conversación contigo sobre el cambio de traje de Superman o la enésima muerte de Jean Grey.
Nunca me propuse escribir ciencia ficción, fantasía, horror cósmico, novela detectivesca, poesía metafísica o lo que fuese. Simplemente me puse a escribir, participé en un concurso de literatura de cf y obtuve una distinción. Cómo me había ido bien en ese género, me entusiasmé y escribí otro cuento, y participé en otro concurso, y obtuve otra distinción. En el camino fui conociendo gente sobretodo a través del fanzine Fobos y comencé a involucrarme porqué básicamente no había nadie más dispuesto a hacer el trabajo. Cómo cantaba Chuck Mosley primero y Mike Patton después en We Care a Lot: “Oh it’s a dirty job but someone got´s to do it”.
Según el amigo Novoa nos haría bien a nosotros (y a nuestros escritos que muy pocos leen) ser parte de la literatura chilena. Él contempla “desde fuera” todo este asunto de la ciencia ficción chilensis, y sí dice que somos un gueto, pues probablemente lo seamos.
Después de todo a veces suele ser verdadero aquel viejo adagio que señala que los árboles no dejan ver el bosque. Yo por lo menos he dado un paso fuera de ese supuesto gueto al confiar la publicación de mi primera novela al amigo Novoa y su editorial Puerto de Escape. Creo que no podría estar en mejores manos.
Y esa hubiese sido una excelente forma de rematar esta editorial de no ser porque aún debo informarles sobre los contenidos del presente TauZero dedicado íntegramente a Años Luz y a su autor, el amigo Novoa. Pero antes hablemos de los Beatles.
De seguro los lectores de TauZero han escuchado alguna canción de los Beatles en su vida y es más que probable que conozcan Penny Lane de McCartney o Strawberry Fields Forever de Lennon que versionaran los Fabulosos Cadillacs a dúo con Debby Harry de Blondie. Pues bien, ocurre que estas dos canciones iban a ser incluida en el famoso Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band que saldría al mercado el 1 de junio de 1967, pero la afirmación de Lennon sobre la popularidad de su banda por sobre la de Jesús unida al descenso en las ventas como consecuencia de la retirada de la banda de las giras hizo que la discográfica decidiera lanzar Strawberry Fields Forever y Penny Lane como single anticipatorio del Sgt. Pepper. ¿De quién fue la brillante idea?, pues del llamado no sin justicia “quinto Beatle”: George Martin, quien alguna vez tuviese el dudoso privilegio de presidir el jurado en el Festival de Viña, y que declaró esto en 1995:
Strawberry Fields y Penny Lane no fueron incluidas en el nuevo álbum porque nos parecía que si sacábamos un single, no debía figurar en un álbum. Era una tontería, y me temo que fui parcialmente responsable. Hoy en día nadie piensa en eso, pero por aquel entonces intentábamos dar algo a la gente a cambio de su dinero. Realmente, la idea de una doble cara A surgió de y de mí. Brian sólo pensaba en recuperar la popularidad, así que queríamos asegurarnos de que fuera un bombazo. Vino a verme y me dijo: “Necesito un single realmente magnífico. ¿Qué tienes” “Bueno, tengo tres temas —le dije—, y dos de ellos son los mejores que haya grabado nunca. Podríamos juntarlos y sacar un single sensacional. Lo hicimos, y tuvo un éxito increíble…, pero también fue un terrible error. Hubiéramos vendido muchos más discos y subido mucho más en las listas si hubiésemos sacado un single con, digamos, When I’m Sixty-Four en la cara B.
Y así como Strawberry Fields y Penny Lane no fueron incluidas en el que es considerado el mejor LP de la historia del rock (pero sí en el siguiente álbum), Marcelo Novoa dejó fuera dos cuentos de Años Luz que ahora nos entrega para deleite de nuestros lectores. Además
tenemos una entrevista inédita al amigo Novoa realizada por nuestro periodista y apicultor residente, Daniel Guajardo; el comentario de Omar E. Vega (que no es un Nexus-6) a la antología: la impresiones empíricas de Jorge Baradit: y las divagaciones usuales y sinsentido de quien escribe.
Excelsior!
Sergio Alejandro Amira
Editor Tauzero
Santiago de Chile, 13 de junio, 2006