Me han comentado (o criticado) que las editoriales de TauZero son únicamente un ejercicio ególatra de mi parte. Dedos índice han apuntado en mi dirección mientras sus dueños acusan que utilizo el estilo de escritura del Buen Doctor y que casi ignoro los relatos y artículos publicados en TauZero, pues prefiero usar la editorial a modo de blog personal en vez de comentar el material que nos han cedido.
Tengo que confesar que en todo eso hay cosas que son verdad, y otras que claramente son una exageración. Pero básicamente es cierto: las editoriales son como mi blog personal. Y eso es debido a que TauZero está incorporado a mi vida cotidiana, ya no como un pasatiempo freak que define mi indivualidad, sino como una actividad cultural seria que, conforme pasa el tiempo, va tomando mayor relevancia en mi vida.
¿Cómo no tomarla en serio, considerando que llevamos 15 números, que estamos cerca de cumplir 3 años de vida, que 44 autores han desfilado al menos una vez por nuestras páginas y, lo más importante, me ha permitido conocer a personas en extremo interesantes, que en la actualidad ya pertenecen a la galería de mis mejores amig@s?
TauZero está incorporado en mi vida a tal nivel que ya existen amigos que tienden a huir cada vez que sugiero que lo que está hablando bien puede convertirse en un artículo.
TauZero crece conmigo, y yo crezco con TauZero. Siendo ese el caso quiero que cada editorial sea una reflexión, una fotografía del estado en el que me encuentro al momento de escribir la editorial. Eso es una licencia que nos podemos permitir, pues si hay algo que nosotros deseamos y exigimos, es que las colaboraciones posean la marca de sus autores. Queremos que los textos y comentarios tiendan a ser introspectivos, personales. Ello no implica necesariamente la pérdida de objetividad, pero sí le da un sello personal, un toque de familiaridad, de liviandad… de humanidad.
Hubo un tiempo en que TauZero se estaba convirtiendo en algo que se tomaba demasiado en serio a sí mismo. Pero como dije más arriba, TauZero crece, evoluciona e inevitablemente se ha contagiado de la sencillez, espontaneidad e ironía de sus responsables y colaboradores.
La calidad del material publicado habla por sí mismo. Tal vez existan personas que piensen que todo lo publicado son únicamente tonterías y una pérdida de tiempo insensata. Pero ya va más de cuatro decenas de insensatos que comparten nuestra visión y que han utilizado muchas horas de reflexión, de escritura, de dibujo, de edición, de conversaciones y de discusiones… violentas en algunos casos.
Pero no sólo yo crezco con TauZero. Pareciera ser que estamos siendo testigos del nacimiento comercial de algunos de nuestros colaboradores-amigos. Creo que pocas cosas podrían compararse a la felicidad que nos inunda el estar en primera fila observando a nuestros amigos tener éxito, ser publicados por editoriales de mayor trayectoria, reconocidos en otros medios de comunicación, en otros países, en otros continentes. Autores que desarrollan su arte para una élite comienzan a llegar a mercados más amplios.
Ejemplos de esto hay varios, pero me limitaré a tres. A uno de ellos no lo nombraré pues habrá una mejor oportunidad. Al otro tampoco lo mencionaré pues “sobar lomos” no es mi estilo. Mencionaré, eso sí, al amigo hispano David Mateo. David está comenzando a formar revuelo en España con sus “Dragonadas” (subgénero fantástico que al principio detestábamos en TauZero pero que con el tiempo hemos aprendido a querer). David de un tiempo a esta parte nos ha cedido algunos de sus textos, nos ha colaborado con algún artículo y hasta nos ha prestado uno de los personajes centrales de su obra, Larva, para hacer un crossover. El experimento literario fue ejecutado por la digresiva pluma de mi editor Sergio Alejandro Amira. El resultado se llama Larva y la niña de Mermeroth y están a punto de leerlo.
Hasta la próxima.
Rodrigo Mundaca Contreras