por Rodrigo Mundaca Contreras
Siempre me ha intrigado la muerte. ¿Es una transición hacia otro estado existencial? ¿Es una pausa en un ciclo de duración eterna? ¿Es el fin inexorable y absoluto del ser? ¿Quién tiene la respuesta? Un ser vivo como yo en este instante; un muerto, quien ya está en aquel estado… o la respuesta sencillamente no se puede determinar?
Recuerdo que mi primer contacto cercano con la muerte fue en mi infancia. Contaría yo con unos cuatro o cinco años cuando, en mi inocencia, hice pelear a un perro con un gatito de pocos meses. El gatito se defendía con inofensivos zarpazos y maullidos, lo que enfurecía a su vez al perro, quien le ladraba y lanzaba golpes con sus patas delanteras. Fueron estos golpes los que lastimaron de muerte al gatito. En un momento, el animalito que pugnaba desesperadamente por su vida, se quedó inmóvil. La situación me dejó un tanto desconcertado pues no esperaba que el felino feneciera… y bueno, veinte años después aún sigo recordando aquella lejana tarde estival.
Pocos años más tarde, fui testigo de la fulminante decadencia de mis abuelos maternos; ella víctima de una septicemia general producida por una hepatitis mal tratada y él de una diabetes crónica. Me sentí desconcertado nuevamente, pues la imagen que tenía de ellos era la de personas muy activas… y verlos a través del vidrio del ataúd era extrañísimo… y más tarde, verlos ser cubiertos con un alúd de tierra para nunca jamás volver a verlos me sumió en un estado de desconcierto que se repite cada vez que alguien conocido abandona este mundo.
En algún momento de mi vida me asustó muchísimo la perspectiva de morir, pero cuando me auto-convencí que lo que yo sentiría de muerto sería lo mismo que sentí antes que ser engendrado, es decir, nada-de-nada, me calmé bastante. Sin embargo, mi tormento de alguna forma continúa pues hay tanto que hiciera hacer y conocer que sencillamente no estoy preparado para morir.
Hace pocas semanas, el desconcierto del que hablo hizo una tentativa de asomarse en mi vida cuando a mi madre le diagnosticaron un cáncer uterino y diabetes. Entre el diagnóstico y la intervención quirúrgica mediaron pocos días. Afortunadamente todo fue exitoso y en estos instantes mi madre descansa en casa. En las noches de desvelo en que ella estuvo ausente, me imaginé un futuro en donde ella dejaba de existir, y me pregunté si en verdad existe algo más allá de la muerte, tal como ella cree. Hasta casi quise convencerme que la respuesta era afirmativa…
Sumergido en aquellas meditaciones me encontraba, cuando llegó a mis manos un texto de Daslav Merovic en donde se explayaba precisamente sobre el tema de mis tormentos. Esta persona, quien porfiada e injustificadamente insiste en mantener su anonimato, en algún momento lanzó sus dardos hacia TauZero en una publicación hermana… pero, a su pesar, aquellas saetas tuvo que tragárselas porque más tarde, según mi editor confiesa, Merovic se retractó de su infortunadas palabras cuando leyó nuestra publicación… y a modo de disculpa nos envió el interesante y casi excesivamente erudito texto… y así TauZero suma un nuevo colaborador a sus filas.
Esta edición de Tau se ufana de sí misma porque marca el retorno del amigo Jorge Baradit, una mezcla entre motorista, samurai y neonazi tal como me gusta caricaturizarlo. Su aporte en esta ocasión es doble: por un lado cumplimos la promesa de publicar su relato “Angélica” que es parte del universo de Ygdrasil (aquella novela cyberpunk que habíamos comenzado a publicar y que por diversos motivos tuvo que suspenderse) y por otro lado ha escrito – a petición nuestra – un artículo que va sobre Miguel Serrano, aquel raro y fantasioso escritor chileno vinculado al nazismo. Dado que yo desconozco su vida y obra en proporción directa al conocimiento que de él tiene Jorge, pues era más o menos natural “exigirle” un texto sobre aquel escritor. Y aquí está.
Emilfork, fiel a su estilo, esta vez nos expresa su visión de la miniserie Taken, aquella que va sobre tres generaciones de abducidos y que aun no he podido ver, porque casi no veo tv.
Marcelo López, Marlo para los amigos, debuta en TauZero con una brainstormig teñida con flashback personales en torno a la película “El gran Pez”.
La masa crítica en esta oportunidad es una reedición de un comentario de una novela de ciencia ficción escrita hace mucho, mucho tiempo y publicado en una ignota publicación del sur de chile llamada “Impactos”. El libro en cuestión es inencontrable y al parecer la única referencia que de él se tiene es el comentario que acá hemos reproducido.
Con respecto a la sección de ciencia, este número lamentablemente carece de escritos. La razón es simple: mis colaboradores que gustan de escribir sobre este tema o están fuera del país en convenciones antropológicas, o están en los plazos límites de sus tesis doctorales, o están de vacaciones o sencillamente sus escritos no logran convencerme. De todas formas, todos ellos ya tienen asignados sus temas, y en cuanto tengan tiempo ocioso, me aseguraron que se pondrán a trabajar en los artículos… en definitiva, no hay que perder la “fe” porque ya vendrán los artículos.
Ah, y ¿que hay del concurso de cuentos? Pues ha llegado a su fin. Hemos fallado al ganador y se está preparando el especial, el que ha tenido algunos retrasos por pequeños problemitas… pero les aseguro que el resultado justificará la espera… los análisis e impresiones sobre el certamen están consignadas en el especial, de modo que nada diré aquí…
Hasta la próxima
Rodrigo Mundaca Contreras
Director TauZero