Las historias sobre el Apocalipsis se han narrado en todas las culturas, en todas las épocas de la humanidad. La tesis que algún día el mundo sufrirá un cambio dramático que terminará con toda la vida del planeta se ha repetido cientos de veces, variando la violencia de la tragedia. Mientras para algunos sería un proceso lento, apenas perceptible, para otros sería un cataclismo de gran impacto, haciendo que toda la humanidad sufriera hasta lo indecible y se arrepintiera por su perversa existencia.
De la misma manera, se han creado miles de “recetas” para escapar de ese cruel e inexorable final. Una buena vía de escape es llevar una vida pastoril y libre de vanidades, comer sólo verduras, o hacer sacrificios a los dioses que corresponda. El viernes 17 de marzo de 2000, en Uganda, se registró el segundo suicidio masivo más grande registrado en los últimos 40 años, cuando más de 230 personas se inmolaron porque, según sus creencias, el Juicio Final estaba pronto a suceder y sólo con el fuego sus almas se salvarían. No todas las salidas son tan irreparables como éste ejemplo, pero sirve para graficar los extremos a los que se llega por temor al Fin del Mundo.
Hercólubus, o el Planeta Rojo, texto de V.M. Rabolu (seudónimo del colombiano Joaquin Enrique Amortegui Valbuena), es otro de los tantos llamados a estar preparados, por que el fin está cerca. Sin afán de atemorizar a la población, el autor declara que un planeta de gigantescas proporciones, 4 o 5 veces más grande que Júpiter, se aproxima a la Tierra y la embestirá en una terrible colisión que, evidentemente, no dejará piedra sobre piedra. El extraordinario suceso ocurrirá pronto, pero antes, los efectos de la enorme gravedad de este gigante provocarán plagas, epidemias, terremotos y la peor hambruna vista por la humanidad, que obligará a que nos devoremos unos a otros.
El libro, dividido en 7 capítulos, habla además de las razones de esta hecatombe y ofrece la alternativa para sobrevivir a ella. Esto acontecerá porque la humanidad merece un castigo, por ser intrínsecamente mala, y prestar oídos a los mal llamados científicos. Nada podrá evitar la destrucción, porque Hercólubus también está habitado por gente de corazón podrido, así que ambos mundos están destinados a desaparecer. Por otro lado, es necesario sumar los años de mal trato que ha sufrido la Tierra. Los ensayos nucleares han fracturado el fondo del mar y el fuego del centro del planeta comienza a entrar en contacto con el agua, provocando el fenómeno del Niño, la inclinación del eje de la Tierra, el envenenamiento de los peces, y las mutaciones genéticas.
La salvación, según Rabolu, está dada por una única fórmula: la desintegración de los defectos y el desdoblamiento astral. Sólo siguiendo las enseñanzas de la Iglesia Gnóstica se logra purificar el alma y llamar la atención de los extraordinarios seres venidos desde Venus y Marte, que recogerán a los buenos y se los llevarán a un lugar perfecto.
El texto hace alusión a muchos otros temas enigmáticos, tratando de unir con una sola explicación la desaparición de la Atlántida, los viajes astrales, la separación el cuerpo y el alma, la Justicia Divina y la Quinta Dimensión. Aclara que todo el saber de la Humanidad, el trabajo de los científicos y la educación formal no son más que maneras de las superpotencias de cegar al resto de la población, ya que la verdad, la única verdad, es sólo alcanzable a través de la meditación.
Es difícil criticar este libro, partiendo por intentar clasificarlo en algún género narrativo. No se puede decir que es ciencia ficción, porque aunque habla del futuro, las evidentes incorrecciones, exageraciones, y la soberbia con que desparrama (literalmente) las ideas sobre la “vida en otros planetas”, provocan risas y malestar entre los que gustan de novelas de este tipo. Tampoco se puede decir que sea la Biblia del Gnóstico, porque aun cuando muchos aseguran que éste es el texto guía de su doctrina, otros lo reniegan, ya que desvirtúa según ellos sus postulados. Tal vez el término fantasía se ajuste un poco, ya que en muy pocos puntos se acerca a algo que se pueda probar.
Sin embargo, debo reconocer que utiliza un arma que desmorona cualquier corrección. Al negar, en el primer párrafo, la validez de la opinión científica, los intentos por convencer a algunos de que en Venus llueve ácido sulfúrico suenan tan poco creíbles como los venusinos de Rabolu. Para aquel que toma el libro al pie de la letra, el autor es un genio, que ha descubierto la conspiración mundial que desde hace siglos planean “los gringos” para que nadie se entere de “la verdad”. Para quienes ven en Rabolu a un maestro, entonces todo calza: los humanos son malos, los científicos sólo crean armas, los países poderosos sólo quieren destruir a los más débiles, la vida en esta tierra es un flagelo y todos debieran morir; no hay nada más que hacer.
Así que en esta crítica renuncio a decir que la Tierra gira en torno al sol, efectivamente, inclinada con respecto a su eje, en un ángulo de 23, 5º, pero que no es el único planeta del sistema solar que lo hace. Marte y Saturno giran a 22º de su eje, Júpiter lo hace sólo a 3º, Neptuno a 29º, y Urano a 98º. Tampoco diré que el fenómeno del Niño se registra desde el siglo XVIII, un par de siglos antes de los ensayos nucleares. Y para qué comenzaré a enumerar los adelantos en medicina y telecomunicaciones, que a diario utilizamos, realizados por los perversos científicos. No lo haré porque, para Rabolú, esas son mentiras. Él conoce toda la verdad, ¿Cómo rebatir con esos ejemplos las palabras de un hombre que ha visto con sus propios ojos a un venusino?
La creencia de que Hercólubus existe y es una amenaza para la humanidad es, a mi pesar, una teoría que muchos defienden. Es cosa de entrar a algún foro en Internet y leer cómo la tesis de la conspiración mundial para que nadie se entere es argumentada de mil maneras. Ese tema no lo discuto, ya que todos tienen derecho a creer lo que quieran, y siempre he defendido la sentencia de que «cada loco tiene su tema». Pero me preocupa ver cómo la ignorancia lleva al público a confundir la seudo ciencia con la ciencia y con la verdad, y cómo algunos se aprovechan de esto. Me cuesta creer que el señor Rabolú no se ha beneficiado de la publicación de este libro, aunque no haya cobrado un peso por el material. Con el simple hecho de ser conocido y reconocido como “maestro” ya tiene suficiente.
Como dije, no pretendo cuestionar los postulados fatalistas de este autor. La profecía, como tantas otras similares, de que el mundo se ha de acabar “pronto” (¿en cinco, cien, mil, cuatro mil años más?), no podrá ser confirmada a menos que tengamos a Hercólubus lo bastante próximo como para que brille cual lucero en el firmamento, y sea imposible que “las potencias” lo sigan negando. Pero sí tengo algo que decir con respecto a la forma del mensaje. Es un libro que se lee en un rato, muy breve y muy repetitivo. El lenguaje es simple, simplísimo, lo que podría hacer más cercana la idea al público lego en ciencias, o que no guste de la lectura.
Lamentablemente, para una persona un poco más crítica no deja nada claro, pues sólo esboza afirmaciones que no termina de explicar, pero que pueden convertirse fácilmente en dogmas. La mayor parte de las ideas de Rabolú se fundamentan en su experiencia, que cierta o no, es imposible de cuestionar.
Mi parecer es que el libro es una curiosidad de la literatura, un accidente. No es malo, es pésimo si lo que buscas es ciencia ficción, ya que pretende que su contenido es LA VERDAD. Ante eso, se puede creer que es un libro de introducción al pensamiento gnóstico, pero tampoco ayuda a convencer a un “pagano” de sus postulados, diría que al contrario, los ridiculiza. Este panfleto de las enseñanzas de Rabolú, ampliamente difundido, sólo puede ser recomendado para aquellos que buscan nuevos credos, que necesitan reafirmar la idea de que el mundo es y será una porquería, y que estén convencidos de que la única forma de cambiar las cosas es esperando que al final todo sea destruido. Personalmente, no me atrevería ni siquiera a regalarlo.
por Soledad Cabrera Toledo
Hola,
Tuve experiencias con esta misma agrupacion, con otras ramas, y con sus diversas ideas, asi como las prácticas que genera el vivir en un mundo con sus creencias. La gnosis proviene de la herejía del profeta Valentino, perseguida por los catolicos, es una reinterpretación del mito del «nuevo testamento», y como tal, merece más respeto del que se ha perdido con grupos seudognosticos como el arriba mencionado.
Con todo, la palabra gnosis designa simplemente el conocimiento, no es un atributo exclusivo de una u otra iglesia, como quisieran los de VM Rabolu, VM Samael Aun Weor, etc.
De todo eso intento hablar con la cabeza bien fría (en la medida de mis limitaciones, vivi malas experiencias) en la web http://samaelgnosis.bligoo.com/
En esta epoca, de franca degeneracion de la capacidad de discernimiento en el Hombre, es apenas normal que el veneno del escepticismo campee en la opinion publica mundial, principalmente en la occidental.La burla o el menosprecio a todo aquello que tiene sabor a espiritualidad y la jactancia por los adelantos tecnologicos obtenidos por la ciencia es el comun denominador de estos tiempos.La promocion mediatica a la inmunda homosexualidad y la presentacion del criminal aborto como un legitimo derecho a reinvindicarse, ademas del auspicio a la promiscuidad entre los pobres jovenes incautos que caen asi en la trama urdida por satanas para comerse sus almas revela claramente la decadencia de esta generacion. Pobres humanos. No solo Ignoran. Sino que ignoran que ignoran. Los cientificos materialistas pontifican en tono doctoral sus teorias y ningunean despectivamente la antigua sabiduria de pueblos que alcanzaron logros admirables como los antiguos Mayas. Y la gente hipnotizada por la charlataneria de esta falsa ciencia materialista prosigue su derrotero cotidiano: Invierte su tiempo febrilmente en ganar dinero, descuida su hogar, descuida sus hijos, y envilece su alma, dando la espalda a su creador. Hemos echado a Dios de nuestros hogares, de nuestros pensamientos, de nuestras vidas, y le creemos a los impios cuando estos afirman que nuestros actos no van a tener consecuencias y por lo tanto…!que siga la jarana!. HERCOLUBUS simplemente cumplira una funcion profilactica con esta humanidad inpenitente y perversa y despues florecera otra mas evolucionada. Asi de simple
Querido Peter realmente quiero decirte que, que comentario más acertado y lleno de realidad. Las personas de este tipo de pensamientos son cada vez menos y es por eso que la maldad aumenta cada día más. Si la gente se diera cuenta de hasta donde son capaces de llegar los cientificos solo para acabar de enriquecer a unos cuantos.