Un dios que evoluciona

Exordio

Poseo una deuda histórica con TauZero que me he propuesto saldar. Hace varios años, cuando me hallaba pesquisando los resultados del concurso Fixion 2000 (ver Finding Shklovski en TauZero #1) llegué al ahora extinto foro de Utopika cuando sí se debatía sobre ciencia ficción y temas afines. Uno de mis primeros post (lo recuerdo muy bien) versaba sobre una nota aparecida en el “prestigioso” suplemento Artes & Letras del diario El Mercurio sobre un ciclo de cine de Tarkovsky. En el artículo, un poco informado periodista se maravillaba ante la imaginación del cineasta, capaz de “concebir” un planeta viviente como Solaris. Mis descargos, obviamente, apuntaban hacia la omisión de Stanislaw Lem, verdadero “padre” de la criatura.

Luego de este post al que nadie respondió (al parecer a los contertulios Lem y Tarkovsky les parecían algo aburridos) intenté abrir un debate en torno a la teoría del Punto Omega de Frank Tipler, a la que había llegado tras la lectura de un par de libros que me impresionaron muchísimo: Hyperion y La caída de Hyperion de Dan Simmons, pero el único que respondió solicitando info al respecto fue rmundaca. Al parecer mi post había llegado tres años adelantado ya que posteriormente los mensajes relativos a los Cantos de Hyperion (como se conoce a la saga) inundarían el mentado foro propiciando incluso la creación de una página Web para descargar las versiones digitalizadas de la tetralogía (e Hijos de la Hélice).

El caso es que desde la fundación de TauZero que rmundaca esporádicamente continúa demandando una nota sobre el Punto Omega. Extenuado (al igual que Unda Sanzana con lo del “Moon Hoax”) de su permanente hostigamiento he decidido escribir algunas líneas sobre el Punto Omega usando como pretexto los Cantos de Hyperion de Dan Simmons, tan íntimamente ligados a la historia de TauZero como yo mismo y sobre los cuales, sin embargo, jamás hemos hecho referencia alguna. Por esto mismo, y antes de adentrarnos en el territorio de la filosofía teológica, cabe referirnos brevemente a Dan Simmons y sus Cantos de Hyperion.

Lo primero que podríamos decir de Simmons, sin duda de particular importancia en una sociedad exitista como la nuestra, es que el tipo puede clasificarse dentro de la casta de los autores de “bestsellers”, no al nivel de ese monstruo que es Stephen King, por cierto, pero sí de gente como Tom Clancy o Michael Crichton. ¿Y qué diantre es un bestseller?, pues no sólo un libro que vende mucho, en mi humilde opinión, sino un libro que trasciende el “género” al que supuestamente pertenece.

Tomemos un ejemplo cercano: Ygdrasil de Jorge Baradit es un bestseller, si usted va a la librería Antártica del mall Alto las Condes en Santiago (como fue mi caso) no va a hallar la novela de Jorge relegada a un oscuro anaquel en la sección de cf y fantasía, no señor, lo encontrará entre lo último de Dan Brown y J. K. Rowling. ¿Estrategia de marketing de la editorial? Posiblemente, en un país donde la cf no es una etiqueta vendedora la mejor táctica es alejar el producto lo más posible de tal denominación genérica. Pero también es cierto que Ygdrasil (como Hyperion) es una obra transversal que puede ser accedida por cualquier tipo de lector, libre de las expectativas que normalmente nos impone tal o cual “género”.

Esto lo sabía muy bien el maestro William Burroughs, con cuya obra alguna vez comparé Ygdrasil. “Es cómo Expreso Nova pero coherente”, le dije a Baradit tras leer el manuscrito que me confió sin saber que Norman Spinrad había calificado de igual forma su novela Incordie a Jack Barron (publicada por entregas en New Worlds en 1968). Como bien lo dijiste, Jorge, todos escribimos “el libro”.

Hay ciertos intelectuales pedantes a los que una obra bajo el rótulo de bestseller podría causar escozor, yo como no soy un intelectual pedante quiebro una lanza por el bestseller. ¡Vivan Barbara Wood e Isabel Allende!, ¡vivan Harry Potter y El Código da Vinci!.

Recuerdo una definición que leí alguna vez de lo que sería un “clásico” en literatura: “un libro que todo el mundo sabe que debería leer pero nadie lee”. ¿No son los bestsellers lo contrario justamente a esto?, ¿no se escriben los libros para ser leídos al fin y al cabo?

Ahora bien, hay quien puede asegurar que bestseller no es sinónimo de calidad, que no puede compararse a la Dra. Cole con Finnegan’s Wake. Cierto, y es aquí donde debemos recurrir al género para establecer que la primera es una obra notable dentro de los parámetros de las novelas románticas para señoras mientras que el segundo lo es también para los intelectuales pedantes de esos que sacan una cita de la nada como ésta: The fall of a once wallstrait oldparr is retaled early in bed and later on life down through all christian minstrelsy. The great fall of the offwall entailed at such short notice the pftjschute of Finnegan, erse solid man, that the humptyhillhead of humself prumptly sends an unquiring one well to the west in quest…

¿Y como medimos calidad en términos literarios, por cierto? La forma más pedestre sería comprobar si el autor cuestionado posee algún premio. ¡Y vaya si Dan Simmons los tiene! (de él estábamos hablando, ¿recuerdan?) Su primera novela, La canción de Kali, obtuvo el World Fantasy Award mientras que Hyperion, el prestigioso premio Hugo. Los galardones de Simmons se acumulan: varios Locus y Bram Stoker Awards, el French Prix Cosmos 2000, el British SF Association Award, el Theodore Sturgeon Award, etc.

De acuerdo, Simmons es un autor exitoso tanto en ventas como en críticas y gracias a ello es que tipos como yo hemos podido leerlo. Pero finalmente no voy a recomendar su lectura por estas razones, sino por su eclecticismo; su falta de pudor a la hora de meter en la coctelera todo lo que se le vino en mente; por amalgamar con maestría géneros y subgéneros como la space-opera, el cyberpunk y la novela negra; por beber de las fuentes mitológicas y religiosas; por llevar las ideas a sus últimas consecuencias; por ser extremadamente original a la vez que sumamente conservador; por crear personajes entrañables; mundos espectaculares; sociedades increíbles… En suma, las mismas virtudes que hacen de Ygdrasil una obra notable.

Tras todo este divagador preámbulo y consciente que el tema puede extenderse más de lo recomendado la siguiente nota será dividida en tres partes.

Tomaremos como inicio entonces la siguiente pregunta formulada por Joseph Severn (alias del segundo cíbrido de John Keats): ¿Es posible que una deidad evolucione a partir de la conciencia humana sin que la humanidad lo sepa? Esto da pie al fragmento que sigue:

–Yo enseñé que según san Teilhard, esto era posible –señaló fatigosamente Duré–, pero si ese Dios es un ser limitado, que evoluciona tal como hemos hecho los demás seres limitados, pues no, no es el Dios de Abraham y Cristo.

Monseñor Edouard asintió.

–Hay una antigua herejía…

–Sí –dije–, la herejía sociniana. Oí que el padre Duré se la explicaba a Sol Weintraub y al cónsul. Pero no importa como haya evolucionado esta… potestad, ni si es limitada. Si Ummon dice la verdad, nos enfrentamos a una fuerza que usa cuásares como fuentes de energía. Es un Dios que puede destruir galaxias, caballeros.

–Eso seria un dios que destruye galaxias –enfatizó Duré–. No Dios.

–Pero si no es limitado –repliqué–, si es el Dios del Punto Omega, la conciencia total acerca de la cual usted ha escrito, si es la misma Trinidad que la Iglesia de ustedes formula y teoriza desde antes de Santo Tomás, si una parte de esa Trinidad ha retrocedido en el tiempo hasta aquí y ahora, ¿qué pasa?

El anterior diálogo ejemplifica muy bien los dilemas teológicos que conciernen a la Saga de Hyperion y que básicamente tiene que ver con la posibilidad de Dios o un “dios” que no es Creador sino criatura. Simmons da particular importancia a las ideas del sacerdote jesuita Teilhard de Chardin (a quien convierte en “san” Teilhard) y menciona de paso la “herejía” sociniana y más acabadamente el concepto del Punto Omega que trascendió los ámbitos de la religión para instalarse en la ciencia de la mano de Frank Tipler y John D. Barrow con el libro The Anthropic Cosmological Principle (Oxford Univ. Press, 1986), que a su vez sirvió de base para la teoría de Tipler desarrollada en «Física de la inmortalidad. Cosmología moderna, Dios y la resurrección de los muertos» (1994). Los tres apartados de esta nota denominada Un dios que evoluciona obtendrán sus títulos a partir de los enunciados del anterior fragmento de la novela de Simmons y serán, en orden cronológico: La herejía sociniana, las enseñanzas de san Teilhard y finalmente (y para delicia de rmundaca) El Punto Omega.

Apartado 1: La herejía sociniana

El Socinianismo es un movimiento religioso de teología unitaria que tomó forma gracias a dos teólogos del siglo XVI: Lelio Sozzini (o Socino), y su sobrino Fausto Sozzini quien, perseguido por sus creencias, encontró refugio en Polonia donde se unió a otros reformadores liberales y antitrinitarios en el grupo denominado Hermanos Polacos (destruido posteriormente por la Contrarreforma Católica). Antes de explicar en qué consiste la herejía sociniana a la que alude el segundo cíbrido de Keats, sin embargo, debemos establecer en que consiste la teología unitaria y el antitrinitarismo.

El Unitarismo encuentra sus orígenes en los primeros siglos del Cristianismo y se fundamenta en el rechazo a la idea de la Trinidad considerándola como contraria a las enseñanzas originales de Jesús. La imposición del Credo católico y del dogma trinitario en los Concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381) condenó como herejías estas ideas y supuso la persecución de sus seguidores. Al estallar la Reforma y dentro del espíritu protestante de libre examen de la Biblia numerosos intelectuales publicaron sus propias interpretaciones acerca de la doctrina cristiana sin esperar por supuesto la aprobación de la “corrupta” Roma. Uno de estos intelectuales fue el médico y teólogo español Miguel Servet (1511-1553) que en su libro De Trinitatis Erroribus debatió racionalmente la doctrina trinitaria, ideas que se consolidarían posteriormente en su obra cumbre Christianismi Restitutio. Las heterodoxas opiniones de Servet le convirtieron en un proscrito en toda Europa, siendo perseguido tanto por la Inquisición como por Calvino y sus partidarios, quienes finalmente le aprehendieron en Ginebra y condenaron a morir en la hoguera.

Las críticas propiciadas por Servet de las doctrinas tradicionales fueron retomadas por los humanistas de Italia del norte que, independiente de Lutero, Calvino y otros reformadores, desarrollaron sus propias teologías liberales. Y es aquí donde entran Lelio y Fausto Socino.

Antes y después de la muerte de Servet, varios religiosos italianos que adherían a su pensamiento huyeron de la Inquisición buscando refugio en Ginebra y Zürich, dentro de ellos se encontraba Lelio Socino (también conocido como Laelius Socinus), nacido en Siena (Toscana) en 1525 y fundador del movimiento intelectual Antitrinitario. La influencia de Lelio fue mucho mayor tras su muerte que en vida y su mayor aporte fue demandar respuestas racionales a preguntas teológicas, posición que por supuesto no aceptaba dogma alguno; las Escrituras eran vistas como un testimonio y no un depositario de dogmas inventados. El rol del la voluntad e intelecto humanos adquirieron mayor relevancia pudiendo el hombre controlar sus propias decisiones morales realizadas en trono a una base racional. La Iglesia perdió toda su aura sobrenatural y se convirtió en una sociedad de creyentes. Los sacramentos fueron despojados de sus poderes mágicos y se convirtieron en ceremonias. A decir verdad los conceptos de Lelio eran similares a la doctrina de Servet pero sin la metafísica filosófica que había servido de poderoso instrumento para negar los dogmas Cristianos. El pensamiento de Lelio posteriormente llegaría a su máxima expresión con la escuela creada por su sobrino Fausto: el socianismo
Fausto Socino (1539) nació en Siena al igual que su tío y provenía de dos familias muy distinguidas de la república de Toscana. Perdió a sus padres a muy temprana edad y es poco lo que se sabe de sus años de juventud. En 1561 Fausto dejó Italia y marchó a Lyon para adquirir experiencia como mercante. Allí entró en contacto con los movimientos religiosos radicales y particularmente con el pensamiento de su tío Lelio. Tras la muerte de Lelio en 1562, Fausto abandonó Lyon y se marchó a Zürich donde adquirió los manuscritos y notas de su tío (posteriormente, en una carta escrita a un amigo de Transilvania, Fausto confesaría que no tuvo otro maestro humano en la vida excepto los escritos de Lelio).

Fausto Socino escribió gran parte de sus trabajos teológicos en Suiza e incluso en Italia y el corazón de sus doctrinas concordaba con aquellas de la Hermandad Polaca:

  • Antitrinitarismo o negación del concepto tradicional de la Trinidad.
  • Unitarianismo o negación de la preexistencia del Hijo (Jesús).
  • El concepto de redención a través de actos morales.
  • El concepto de dualismo radical, es decir, diferencia radical entre Dios y humano.
  • El estatus de moralidad de Adán antes de su caída.
  • El concepto de religión practicado como principios éticos, o sea, la convicción que órdenes morales como el Sermón de la Montaña deben ser practicados.
  • La convicción que el hombre es capaz de desarrollar la voluntad de seguir a Cristo y así obtener la salvación.
  • La oposición al misticismo que requiere cierta iluminación especial para acceder a la verdad religiosa.
  • La convicción que el razonamiento natural del ser humano es suficiente como para etender e interpretar las Escrituras.
  • Socino aceptó la posición empírica que dicta que todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia sensorial: Nam, ut dictum est a Philosopho, nihil est in mente, sive in intellectu, quod non prius fuerit in sensu.
  • Ahora bien, en cuanto a la Cristología Antitrinitaria, Socino en su primer tratado escrito en 1562 bao el titulo Explicatio primae partis primi capitis Evangelii Joannis, entrega una interpretación distinta de las palabras de Juan (Juan 1:1-3) que niegan el dogma Trinitario. Tradicionalmente, este capítulo fue interpretado sobre la base de la filosofía y religión griega que asumía la existencia de una segunda persona, el Hijo de Dios o Verbo o Logos, que era una entidad cósmica preexistente con Dios Padre y unido a él por la misma sustancia. De acuerdo a esta exégesis posteriormente el Hijo de Dios se volvió “carne”, o sea un ser humano, Jesús, pero sin dejar de ser Dios.

    El argumento de Socino contra esta interpretación se apoya en la falta de consistencia que guarda con otros pasajes de las Escrituras. Tanto en Lelio, como Fausto el “comienzo” no se refiere al Génesis sino que debe ser entendido como el inicio de las enseñanzas de Jesús. La noción de la preexistencia del Verbo (Logos) como una entidad cósmica ha sido aceptada en la teología tradicional bajo la influencia de la filosofía platónica y no como algo emanado de los Evangelios. En los Evangelios el término Logos (palabra) se refiere al Jesús histórico (el hombre que fue crucificado) y no el Verbo eterno y cósmico. Al llamar Palabra a Jesús, Juan quería decir que Cristo estaba proclamando la palabra de Dios.

    De acuerdo a Socino, el verdadero entendimiento de la expresión escritural “el hijo de Dios” aplicada a Jesús no significa que Él haya nacido gracias a la intervención del Espíritu Santo, sino que se refiere a su “similitud” al Padre en tres funciones:

    1. Conocimiento: Jesús conocía las mentes y corazones de hombres y mujeres como ningún otro profeta o ángel.

    2. Inmortalidad: Jesús ha sido el primer y único ser humano en obtener la inmortalidad (pese a que las Escrituras mencionan que Enoch y Elías fueron llevados al cielo, no resucitaron y tampoco existe evidencia que hayan sido hecho inmortales).

    3. Poder: Jesús tenía poder sobre las mentes y cuerpo de los demás seres humanos. Además dirige buenos y malos espíritus y juzga a los seres humanos de acuerdo a sus meritos recompensándolos con vida eterna o castigo. Pero el poder de Jesús se extiende sólo sobre la gente que pertenece a la Iglesia. Y la Iglesia se entiende como la gente que tiene conocimiento de Jesús, incluyendo quienes lo niegan.

    Por último cabe mencionar que la expresión “Espíritu Santo” para Socino no denota una tercera persona o Dios. El Espíritu Santo no es una entidad cósmica, es el poder de Dios y la efectividad de sus acciones, el poder de santificar a las personas.

    En el contexto de La saga de Hyperion podemos concluir que la herejía sociniana se refiere específicamente a la visión de Jesucristo “sólo como un hombre” (aunque revelación por excelencia de Dios) lo que se ejemplifica muy bien en el siguiente pasaje del El ascenso de Endimión, durante el sermón de Aenea en T’ien Shan:
    Liberado de las restricciones del tiempo al vislumbrar la atemporalidad del Vacío Que Vincula. Jesús comprendió que él era la clave… no sus enseñanzas, ni las escrituras basadas en sus ideas, ni la servil adulación de él o del Dios del Antiguo testamento, un Dios en quien creía con firmeza y que de pronto había evolucionado, sino él, Jesús, un hombre humano cuyas células contenían la clave para abrir el portal. Jesús sabía que la aptitud para abrir esa puerta no residía en su mente ni en su alma sino en su piel, sus huesos y sus células… literalmente, en su ADN.

El traidor en el árbol

Mi familia es una familia católica chilena tradicional. Desde pequeño cumplí con los ritos obligatorios de comunión, visitas a la iglesia y películas sacras en semana santa como todo buen niño de esta patria. Pero debo confesar que siempre guardé, como un pecadillo secreto, un atado de dudas sobre las historias sagradas: Desde preguntas profundas y teológicas del orden ¿Cómo es que Cristo nos salva muriendo? Hasta anecdóticas del tipo ¿Cómo es que sabemos lo que conversó Cristo con su padre en Gethsemaní?, estaba solo y la detención fue inmediatamente posterior.

Pero como una herida sin sanar en el costado de mi culposa mente, la duda que más me inquietaba era por qué Judas se había suicidado. Continue reading «El traidor en el árbol»

El libro de Enoch

Este libro escrito aparentemente entre el siglo I y II A.C por una serie de autores en una lengua semítica Etíope, corresponde a la historia sagrada, con u recorrido incierto producto de su exclusión posterior de las biblias por constituirse como elemento cuestionante de los dogmas centrales, se dificulta su hallazgo. Pero lo importante de su apocrafia radica en el giro que sufre la religión después de Cristo; de una ambivalente donde en Dios se centraba el bien y el mal, a una monista donde está separado. Por lo tanto los textos de Enoch, en los que se reconoce constantemente que la raíz de todo está bajo los ojos omnipotentes de Dios contradice a lo simbólico separado, Bien y Mal. Explicaré la palabra símbolo por medio de lo que dice Regis Debray, así symbolon que significa reunir, juntar, acercar, viene de los fragmentos de cerámica o tesseras que eran entregados a los huéspedes de una casa a modo de signos de hospitalidad; los que a su vez entregarán dichos trozos a sus hijos para que un día ellos puedan establecer las mismas relaciones de confianza juntando y afianzando fragmentos. Entonces lo simbólico se une a lo fraterno, somos todos hermanos, lo que correspondería a la unión de los extraños. De esta manera el antónimo de símbolo corresponde a diábolo, dia-bólico es todo lo que separa, sim-bólico todo lo que une. Pero mientras el judaísmo logró salvar estos conflictos, las Iglesias Cristianas permanecieron trabadas por la confusión de dos ideas incompatibles. Luego se irá extremando cada vez más en la medida en que la Religión cristiana basará todo en la Redención y no en una ofensa “personal” con el dios, de ahí que liga la caída personal a la original directamente, en cuanto pecado original. 

       Daré como ejemplo dos pasajes de Isaías, uno de los profetas de la Biblia, donde lo unitario aún reside y a pesar de ello han sido mantenidos: 

(45,7)Yo soy Yahveh, no hay ningún otro;yo modelo la luz y creo las tinieblasyo creo la dicha y creo la desgraciayo soy Yahveh, el que hago todo esto. 

(44,25)Yo hago que fallen las señales de losmagosy que deliren los adivinoshago retroceder a los sabiosy convierto su ciencia en necedad. 

       Los libros apócrifos, como este de Enoch, han sufrido una censura que lleva muchos siglos al interior de la religión cristiana, de hecho la palabra apokruphos la que deviene apócrifo ha sido interpretada y definida por la Iglesia Católica como falso, supuesto, ilegítimo y erróneo. Esta especificación parece la recomendación clara de la etiqueta de una sustancia venenosa. Pero estos vestigios de la significación corresponden a la arqueología de una estratificación paralela de la teogonía judeocristiana, la exclusión y ocultamiento de estos textos aparece como un mito que se sobrepone a otro. Volviendo al libro y a nuestra búsqueda en él de correspondencias que nos apoyen en el esclarecimiento de la aproximación del hombre a las artes y en este caso particular, a las malas artes; el texto tienen ciertos tramos claros. Los seis primeros capítulos dice de las revelaciones hechas a Enoch de las bendiciones para los justos y los castigos para los pecadores. Del siete al treinta y siete, desarrolla el relato de la unión de los ángeles con las hijas de los hombres, la ascensión de Enoch hasta su visión-ceguera de Dios, la visión de los ángeles caídos, y describe los infiernos, el cielo, el paraíso y su viaje a los extremos del mundo. Del treinta y ocho hasta el setenta y uno son las revelaciones por medio de sueños y parábolas acerca de la venida del mesías, el que pronunciará el juicio a los ángeles y a los hombres. Posteriormente, del setenta y dos al ochenta y dos consiste en la revelación de o que sucederá con los ángeles caídos a manos del castigo así como de todo mal. Del ochenta y tres al noventa, la visión revelada a Enoch del diluvio para destruir ese mundo y reinstalar el reino de Dios. Del noventa y uno al ciento cinco es el consuelo de los justos en el día del juicio y la condena de los impíos; en esta sección Enoch divide la historia del hombre en diez semanas, simbolizando diez épocas, cada una caracterizada por una persona o evento. Por ejemplo la cuarta semana corresponde a Moisés, y en la décima el reino de los cielos se rehace en la tierra por la eternidad. Finalmente, se refiere nuevamente al diluvio pero ahora desde los consejos entregados a su hijo y a u vez éste a su nieto Noé, y reitera los juicios a los pecadores así como la salvación de los justos. 

       De acuerdo a nuestro interés en la entrega por parte de ciertos ángeles de lo que anteriormente hemos denominado las malas artes, se refiere a ciertas técnicas, las técnicas de lo oculto, o sea de lo tenido oculto por Dios a los hombres, entonces aquí se trata de los realmente apócrifo. Estos secretos que abrieron los mundos no permitidos a los hombres y que significarán su maldición eterna ante el dios, resultan de un vuelco de vulnerabilidad de los vigilantes celestes que aseguraban la observación. Ellos que en hebreo son los bene ha elohim  que significa vigilante o hijo de dios, bajaron del monte Hemón hace dos mil años y ayudaron a los arcángeles a construir el Edén, vieron a las hijas de Caín y fueron atraídos; “entonces los seres de fuego al contacto con la tierra, el fuegos e convirtió en carne”, de ellos nacerán gigantes insaciables los que en lucha con los siete arcángeles serán obligados a residir en las tinieblas de los abismos y en los extremos oscuros del mundo, hasta el día del juicio en que serán nuevamente juzgados por Dios. 

       Entonces estos ángeles, que más que caídos bajaron por su propia voluntad a la tierra, enseñan las artes de a civilización, o sea, las técnicas; y así cada uno se identifica con cierto aspecto de lo secreto: 

       Samsaya, les advertirá que no serán capaces y que él deberá asumir la conclusión de los iniciado. 

       Azaziel, enseña la realización de las armas, espadas, cuchillos, escudos, corazas y espejos. También brazaletes y ornamentos, el uso de la tintura y el pintar los ojos, el empleo de las piedras preciosas y la pintura. Enoch dirá, “así el hombre fue corrompido.” 

       Amarazak, enseña los sortilegios. 

       Barkayal, el arte de observar las estrellas. 

       Akibeel, enseña los signos. 

       Tamiel, la astronomía. 

       Asacadel, enseña los movimientos de la luna. 

       Aunque la serie de ángeles llamados caídos es mucho mayor y en dos partes del libro se reconcentran sus nombres y se los designa como doscientos, estos serán los que tienen relación directa con las técnicas, pero después en otro capítulo Enoch describe a los que lideraron la rebelión con sus nombre: 

       Leviathan, demonio femenino (Lilith). 

       Behemoth, la serpiente masculina. 

       Yekum, seduce a los ángeles para descender 

       Kezabel, el que anima los malos pensamientos en los ángeles para que se unan a las mujeres. 

       Gradel, será el que revela los medios para dar muerte, es el que seduce a Eva y entrega las armas como armas para evitar la muerte dirigida a su tiempo por Dios. 

       Tenemue, revela la pesadumbre y la dulzura, descubre los secretos de la falsa sabiduría y muestra la escritura y el uso de la tinta y el papel. Porque el hombre no ha sido consignado para ello, para escribir las creencias, sino sólo para imitar la pureza y justicia de los ángeles, dice.  

       Kasyada, el que entrega las artes del aborto, la mordedura de serpiente y el control de la energía. 

       Beka, le pide al arcángel Miguel que le muestre el nombre secreto de Dios, con el cual fue sellada la creación, se trata del nombre que implica la inteligencia de crear, como juramento. Aquí expresa como el dominio sobre la creación del cielo y la tierra y lo que en ellos hay. 

       Si bien el hecho que la Iglesia haya ocultado este texto a sus fieles no radica básicamente en las revelaciones originales entregadas por los ángeles malditos a los hombres aparentemente se debe a la interacción de los arcángeles asociados hasta hoy con el bien en una relación directa de palabra con el Dios supremo. Estos ángeles que son, Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Raziel, Rasuil y Remiel, son los jefes de los vigilantes. Cuando se dan cuenta de lo que estaba sucediendo en la tierra con estos doscientos ángeles debido a que los lamentos de los hombres llegaron hasta ellos; su actitud no es la de culpar directamente a los que han bajado, sino se dirige Miguel, como la voz de ellos ante Dios y le pregunta directamente: si él todo lo sabía porqué lo permitió. Esta fisura entre la Gracia y la Divinidad que en síntesis son las dos presencias omnipotentes de Dios, es una de las piezas que entraría en contraste con la visión dualista del bien y el mal separados y no cohabitante en el dios único. Dios les responde a cada uno de estos ángeles con una misión para el castigo de los caídos, Rafael en una actitud que recuerda el mito de Prometeo y que luego se repetirá en el combate de Jesús con el demonio, debe encadenar a Azaziel en el fondo de las tinieblas, lapidarlo hasta que su rostro no vea más la luz. Luego a Gabriel perseguirá a los hijos de los gigantes y los pondrá por orden de Dios a unos contra otros, para que mueran en sus propias manos. Entonces Miguel, anunciará el castigo a Zamiasa y lo encadenará en el abismo. En este momento Enoch es subido en cuerpo y alma, hecho por lo que será mantenido y recordado en ciertos pasajes de la Biblia, en presencia de Dios. Entonces comienza su recorrido por el infierno, el cielo y los confines del mundo. Aquí ya se hace mención a la existencia de un libro donde va anotando lo que ve y lo que le pregunta a los ángeles que, respectivamente, lo acompañan según la región. Luego se ve que en el cielo existen otros libros en los que se anota Todo, figura emblemática que servirá como referencia hacia lo que éstos guardan y la noción de versión, traducción, lectura y escritura. En el momento en que Enoch habla sobre las parábolas dice que “produce parábolas”, así como una serie de detalles del decir en el libro van sorprendiendo habla de la visión de la visión, de la abertura de los libros por parte de Dios al momento del juicio, existe todo un juego con la ceguera de los fieles y el descarrío de las ovejas, al igual que situaciones de la generación o más bien la mutación de los animales una vez que Noé baja del arca; no con una pareja de cada especie sino sólo con dos toros del que devienen unas hembras y de ellas crías que son de otros animales y así se fundan las especies. Confusión problemática para la buena comprensión de la genética normativa y que más bien parece una explicación sensata de una suerte de clonación original arcaica. Pero a su vez las especies aquí son las razas y se describe como pelean, los hombres, constantemente hasta el día del juicio final, en el que se abrirán y leerán los libros. Luego Enoch, espera las generaciones de su hijo y de su nieto, así nace Noé, aquí se produce un efecto interesante que es el rechazo por parte del padre. De Noé dirá su padre, que “no es de nuestra especie”, porque apenas nació dijo la palabra de Dios, pero ese rechazo no vamos a encontrar en varias ocasiones en los relatos bíblicos, en donde el padre dudará de la paternidad, así José duda de María porque aquel no puede ser su hijo. Pero dentro de los rasgos que sobresalen del libro es la manera en como ha sido escrito, la posición que tiene el narrador, como se dice clásicamente. Se trata de una voz que cede la voz a otro, para así ganar objetividad en el relato, creando otras voces como otros personajes ciertos en su decir; como otro que avala lo descrito en primera persona y por lo tanto la hace menos subjetiva.  Así Enoch escribirá un libro que entrega las claves para el reconocimiento de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos libros, como el confuso camino de uno, supuestamente entregado por el arcángel Raziel, el que incluiría algo así como las buenas artes debido a la humildad de los justos, lo que en este caso corresponde a algo permitido por Dios quien desatendiendo por un momento su total conocimiento de lo que sucede o por descuido de la Gracia que es la que nos asiste cuando Dios no nos está viendo, o por acuerdo de ambo; llega hasta las manos de Adán y así hasta nosotros. De esta manera se juntan los dos fragmentos del bolos (griego, terrón), entre el hombre y dios, como Uno que permite la existencia del Otro, lo que a su vez asegura la existencia de ambos en una alternancia eterna, entre comillas.        

© 2004, P. C. 

Sobre el autor: De momento no estamos autorizados a revelar nada sobre P. C. 

Una visión cristiana del fenómeno OVNI

Cuando era un niño me sentí atraído por los reportes de avistamientos de platillos voladores y el misterio que envolvía la posibilidad de vida extraterrestre y de que la Tierra estuviera siendo visitada por seres de otros mundos. En ese tiempo leía abundante literatura relacionada con el tema y era tema recurrente de ávida conversación con mis padres. Con el pasar de los años, y sobre todo después de conocer a Cristo, el foco de mi atención cambió de lugar, prefiriendo la realidad de una vida abundante bajo su gracia que las especulaciones inciertas acerca de una materia que no edifica nuestro espíritu. Después de todo, ¿qué puede ser más importante y más gratificante que invertir tiempo en conocer al creador de todas las cosas? Sin embargo, hoy experimento la necesidad de dar una nueva mirada al tema, bajo la óptica cristiana, pensando en que quizás pudiera ayudar a otros en su búsqueda de explicaciones acerca del fenómeno OVNI (Objeto Volador No Identificado). Continue reading «Una visión cristiana del fenómeno OVNI»

No Ser

por Daslav Merovic

Imagino que el reino de la Extinción ha de ser distinto para cada ser. ¿Cómo es aquel lugar?, ¿qué geografía presenta a los pasivos ojos y a las inmóviles manos del muerto?
–Carlos Fuentes–

La muerte ha sido considerada históricamente como algo negativo principalmente porque conlleva el dolor, el dolor de los deudos. El dolor de tu muerte me enseña a ser feliz…, dice Jodorowsky para quien … el dolor es inútil, porque un fallecido no sufre, ya se fue, hay que aceptarlo.

Efectivamente, no hay que abrazar a los muertos, como recomienda Marcel Schwob, pues ahogan a los vivos. A pesar de esto a través de la historia de la humanidad se ha ideado un sinnúmero de teorías para soportar el dolor o la idea de la muerte, considerada como el mayor de los males.

La pregunta es: ¿por qué le es tan difícil a la mujer y al hombre aceptar la muerte? Schopenhauer nos dice que el animal teme la muerte sin conocerla, temor que no es más que el reverso de la voluntad de vivir, nuestra esencia común. ¿Por qué huye el animal?, ¿por qué tiembla y se esconde? Porque siendo pura voluntad de vivir y estando destinado a morir, quiere ganar tiempo.

Uno de los aportes fundamentales de Schopenhauer es el entender la nada después de la muerte como el estado al que estábamos acostumbrados antes de nacer. Séneca también habló al respecto, en sus Cartas de Lucilio, dice que los humanos sitúan la muerte ante ellos, en el futuro, mientras que ya la tienen detrás en el pasado. Esta concepción es, en concreto, lo que Heidegger significa más general y abstractamente al decir que la nada no se halla enfrente del ser, sino que es un componente del ser.
Podríamos decir entonces que la muerte es la mediadora entre dos estados, el ser y la nada. Del ser se ha escrito bastante, de la nada, que generalmente es analizada a partir del ser, no tanto siendo el budismo y algunos filósofos nihilistas algunos de los pocos que se han preocupado del tema. ¿Será porque, cómo señala Lacordaire, La nada no puede existir?

Sobre este punto me gusta lo dicho por Lucrecio: Mientras somos, la muerte no existe; desde que la muerte es, nosotros ya no somos. La muerte no es nada entonces, ni para los que viven ni para los muertos, pues para los que son no es, y es para los que no son.

El olvido es fundamental cuando se habla de la muerte. Dado que el existente es un ser-para-la-muerte como dice Heidegger, el olvido es la preparación, en vida, de esta extinción de cuanto fue, tuvo, hizo y conoció. El olvido tiene un valor positivo a la luz de la filosofía existencial. Sin el olvido no sería posible resistir la acumulación de interés, de atención, de sentimiento. El olvido es la verdadera preparación para la muerte. Para los griegos la muerte y el sueño eran hermanos lo que recuerda a Francisco de Quevedo cuando dice que hasta el sueño nos recuerda a la muerte, retratándola en sí.

De una cosa si podemos estar 100% seguros, la única manera de evitar la muerte es no nacer. Lo mejor de todo es no existir, lo mejor en segundo lugar, morir pronto (Nietszche). Célebres son los versos de Calderon que confirman la enseñanza que el encadenado dios de los bosques develó a los mortales: Pues el delito mayor del hombre es haber nacido.

Schopenhauer, en El Mundo como Voluntad y Representación, cita los dos versos anteriores de La vida es sueño y agrega: ¿Cómo no ha de ser (la vida) un delito si una ley eterna le castiga con la muerte?

Para Schopenhauer toda existencia refleja el incesante e irracional impulso de la Voluntad. Todo sentido es pura ilusión, quien quiera alcanzar la beatitud tendrá que desprenderse de su Voluntad, la causa del egoísmo y agresión humanas. La vida para esté filósofo es un paso en falso, un error, un castigo y una expiación: Si cotejamos, por un lado, la ingeniosidad inexpresable de la práctica, la riqueza indecible de los medios, y, por otro, la pobreza del resultado perseguido y obtenido, no podemos negarnos a admitir que la vida es un negocio cuyas ganancias están lejos de cubrir los gastos…

Schopenhauer hace suya la formula de Spinoza: Sentimus experimurque nos aeternos esse. Vemos la vida desde dentro del tiempo, y nos creemos inmortales. La buena nueva es que nadie es eterno, y la muerte, como dice el filósofo oriundo de Danzig, es la gran oportunidad de no ser ya el Yo. La muerte nos libera de la individualización ¡Bienaventurado entonces el que sabe aprovecharse de ello! La muerte es el momento en que se libera nuestra estrecha y uniforme individualidad que no representa cabalmente la sustancia intima de nuestro ser sino más bien una aberración de este. El momento de la muerte por lo tanto, sería una restitutio in integrum.

Por supuesto que no es sencillo tomarse la muerte de forma tan optimista, contra ello atentan los cuerpos doctrinarios de prácticamente todas las religiones, que se niegan a creer en la extinción del yo. Para diversas culturas primigenias e incluso para los órficos (y los pitagóricos luego), al morir el alma del hombre emigra a otro cuerpo, se reencarna. Esta serie de transmigraciones y reencarnaciones constituirían una recompensa o un castigo, de los que dependería el emigrar a cuerpos superiores o inferiores.

Para la religión popular griega las almas de los hombres, sus alientos o sombras, van a parar al reino de los muertos, de donde salen para intervenir en el mundo de los vivos. Los hermanos gemelos Tánatos (la muerte) e Hipnos (el sueño) se hacían cargo del cuerpo caído y lo llevaban ante sus familiares que lo enterraban en una tumba provista de una estela que conservaba su memoria. Hermes Psicopompo era quien guiaba las almas de los muertos hasta el Hades.

En Egipto se creyó que sólo los espíritus de individuos de una posición social privilegiada podían sobrevivir tras la muerte, esto hasta que se generalizó la sobrevivencia para todos por igual.

Para el cristianismo el alma sobrevive individualmente, mientras que la concepción católica acompaña la supervivencia de las almas con una posterior resurrección de los cuerpos en el día del juicio final. Para muchos metapsiquicos y espiritistas, por otro lado, la psique humana sobrevive a la muerte, por lo menos durante algún tiempo.

La creencia en que al morir los hombres son devueltos al depósito indiferenciado de la naturaleza, principio de la realidad, ha estado implícita en varias culturas, pero elaborada sólo por algunas interpretaciones dadas a la teoría aristotélica del entendimiento agente.

La concepción naturalista es una de las pocas que niega la sobrevivencia del alma, yo o esencia después de la muerte; la vida del hombre se reduciría al cuerpo y al morir éste sobrevendría la completa disolución de la existencia humana individual.
El budismo también cree en la extinción de la individualidad, pero sólo tras un sinnúmero de transmigraciones en las que el hombre debe esmerarse por llevar una vida pura y así lograr detener la rueda de la reencarnación. Sólo al alcanzar el estado de Buddhaqel el ser muere enteramente, no reencarnándose más, sumergiéndose como una solitaria gota de lluvia en el infinito océano del vacío (Sunya).

La inmortalidad del alma es un consuelo de tontos. El Buddha analizó al hombre y demostró que no contiene ningún factor permanente, y por supuesto nada que se asemeje a un alma inmortal. Examinemos los cinco ingredientes que constituyen al hombre de acuerdo a las enseñanzas del Buddha; tenemos el cuerpo (Rupa), la sensación o reacciones emocionales (Vedana), la reacción de la mente a estímulos sensitivos (Sanna), los procesos mentales basados en predispocisiones (Sankharas), y la conciencia (Vinnana). Todos estos factores, sin excepción alguna, están en estado de afluencia e incluso el cuerpo cambia radicalmente cada siete años. ¿Donde entonces está el alma inmortal?

Volvamos a Schopenhauer cuya filosofía ha sido descrita a menudo como pesimista o nihilista y que comparte muchas de las nociones budistas. La vida humana según Schopenhauer está llena de sufrimiento y oscila, como un péndulo, entre el dolor del deseo (basado en la necesidad o en la carencia) y el del aburrimiento e inanidad (experimentado cuando las necesidades son insatisfechas). Todo sentido y propósito en Schopenhauer es mera ilusión. La voluntad, es para este filósofo, la raíz de todos los males, la causa del egoísmo y la agresión en el hombre. La supresión del sufrimiento implica la negación de la voluntad, lo que abriría las puertas de la nada vacía, el sunya, doctrina presente en el Canon Pali elaborada por el budismo mahayanico. Schopenhauer: Reconocemos sin ambages que, para quienes se hallen llenos de Voluntad, lo que permanece después de la completa abolición de la Voluntad, es una nada. Pero, a la inversa, para quienes la Voluntad ha dado una vuelta y se ha negado a sí misma, este nuestro mundo, que es tan real, con todos sus Soles y sus Vías Lácteas, es una nada.

Para el budismo el deseo insatisfecho, proveniente de la ignorancia, es la causa de la reencarnación y esta, a su vez, la causa del sufrimiento, Para liberarse del sufrimiento es necesario escapar de la reencarnación, lo que sólo puede lograrse extinguiendo el deseo, para lo cual primero se debe destruir la ignorancia. En efecto, aquellos que en Schopenhauer se hallan llenos de Voluntad y logran alcanzar la nada, la liberación de la apariencia, son los que en el budismo, logran desarrollar la capacidad innata de buda, que quiere decir “despierto”, “iluminado”, “consciente”, el que ha alcanzado el Bodhi; “la sabiduría”, a través de la facultad del Buddhi; “la intuición”, el poder dinámico directo de la conciencia espiritual. Este estado se alcanza destruyendo la ilusión del ser mantenida por el deseo producido por la ignorancia, que nos mantiene atados a la rueda de la reencarnación. El Buddha enseñó que todas las formas de vida poseen tres características comunes; impermanencia (Annica), sufrimiento (Dukkha), y la ausencia de un alma permanente (Anatta). La impermanencia, como todo proceso natural, es cíclica. Es como una rueda que gira eternamente y que posee cuatro púas; Nacimiento, Crecimiento, Decaimiento y Muerte. Esta ley se aplica absolutamente a todo, incluyendo los objetos manufacturados, las ideas y las instituciones. La voluntad en el budismo Theravadico está considerada como uno de los aspectos del sankkhara (proceso mental basado en predisposiciones). La voluntad es el más dominante de los aspectos de la conciencia y es un potente instrumento que puede ser usado para obrar el bien o el mal, dependiendo del usuario. Aquel que dedica su voluntad hacia propósitos en armonía con el Dhamma, incrementara su poder para hacer el bien. Aquel que encause su voluntad en contra del Todo obtendrá más sufrimiento.

La gran diferencia entre la filosofía de Schopenhauer y la budista consiste en que el primero concibe el mundo como una obra teatral que se repite una y otra vez, con otros personajes y con trajes diferentes. Para demostrar la universalidad de su intuición Schopenhauer cita en una misma página a Kant, lo Vedas (para los que el proceso cósmico es el sueño de un dios) y los Puranas, a Platón, Pndaro, Shakespeare, Calderón y Sófocles. No hay evolución, todo es lo mismo. El budismo en cambio, proclama que todo es mutabilidad, el universo está eternamente cambiando. Schopenhauer creyó encontrar en el budismo y otras doctrinas religiosas de la India, la confirmación a la idea del mundo como apariencia y a la creencia en la metempsicosis, consuelo de la humanidad. Creencia que nos enseña que la muerte no es algo tan serio y puede y debe ser sobrepasada. La naturaleza, como señala Shopenhauer, nos confirma dicha noción: La muerte, como la vida del individuo, no importa nada. Y lo expresa dejando la vida de cada animal, e incluso del hombre, a merced de los azares más insignificantes, sin intervenir para salvarle.

Para L. Brunschvicg el buda de Schopenhauer no es mas que Jesús reencontrado en el inefable sentimiento de la unidad divina que excluye tanto el instinto de dominación, el privilegio del yo, el don de las prácticas sobrenaturales, como el dialogo con un mediador imaginario. En efecto, el budismo no reconoce un Dios tal y como es concebido por la mente occidental, sino una realidad más allá de la comprensión humana y de la cual todas las formas de vida son una manifestación.

Como ejemplo de la manera en que la nada ha influido en el pensamiento oriental se puede citar el caso de Japón. De acuerdo a Vladimir Devide, la filosofía y cultura occidental tiende claramente hacia la noción del ser, considerándose la ausencia de éste como algo nocivo. Para Oriente en cambio la ausencia del ser no es algo negativo, es una nada libre de las connotaciones occidentales, un vacío lleno de significados y posibilidades. Como observa Octavio Paz, mientras nosotros partimos del Ser, las religiones y filosofías orientales parten del no ser. Si la atracción de Occidente por el ser proviene de Grecia, es la India la que podríamos denominar como la cuna de Oriente. Paz nos cuenta que en el hablar mismo del pueblo indio los conceptos son negativos. No dicen, por ejemplo, convivencia, sino, no-violencia.
Es bajo este prisma que se debe acercar la mente occidental a la idea de nada oriental, al sunya, al nirvana o al concepto Mu (poderosa idea que está en la raíz de la psicología japonesa).
Relativamente cercana a la noción de Vacío es el ideal del Mu-shin (no mente) que se puede apreciar en la unidad que sienten los japoneses con la naturaleza y su calmada resignación para aceptar el destino. Similar al mu-shin es la noción de Mu-i (actuar dejando la acción) que se traduce en un esfuerzo sin fuerza, como en el judo, en que se usa la fuerza del atacante para vencerlo. Es a través del mu-shin y el mu-i que los japoneses han transformado las ruinas de posguerra en el impresionante desarrollo tecnológico que los caracterizan. Así mismo es por medio de mu-shin y mu-i que Japón ha preservado tradiciones y formas artísticas ancestrales. En resumidas cuentas, mu y todas sus manifestaciones son para Japón lo que la confianza en si mismo, el control y la perseverancia son para el Occidente.

La dificultad de Occidente para entender conceptos orientales queda en manifiesto con, por ejemplo, la torpeza cometida por los primeros investigadores europeos del budismo al intentar definir el nirvana (estado de suprema iluminación más allá de la concepción del intelecto). Nirvana es una palabra sánscrita que los primeros traductores de los Sutras definieron como apagamiento o extinción y es por ese lado que la estrecha mente occidental lo tomó en un principio. Borges nos cuenta que los investigadores europeos anteriormente mencionados acentuaron el carácter negativo del nirvana. Dahlmann por ejemplo, lo llamó “abismo de ateísmo y de nihilismo” y Burnoff lo tradujo como Aneantissement, aniquilación.

De acuerdo a Christmas Humphreys, nirvana, literalmente, significa ir afuera: Nirvana es la extinción del no-Ser en la totalidad del Ser. Es, por lo tanto, hasta donde podemos comprender, un concepto psicológico, un estado de inconciencia, como señala el Profesor Radhakrishnan, el logro de la perfección y no el abismo de la aniquilación. A este estado de comunión con el Universo en su totalidad podemos penetrar a través de la destrucción de todo lo que es individual, convirtiéndonos de esta manera en parte integra del gran propósito. Perfección es entonces la idea de no ser en relación a todo lo que es, ha sido y será. El horizonte de la existencia se extiende a los límites de la realidad. Por lo tanto no es correcto decir que la gota de agua se desliza en el Océano Luminoso; más cercano a la verdad es hablar del Océano Luminoso invadiendo la gota de agua. No existe aquí la sensación de perdida sino la de infinita expansión, cuando el Ser se va, el Universo crece en Mí.

En este sentido no se habría equivocado Rhys Davids cuando señala que el nirvana es un estado que puede lograrse en esta vida, aunque él lo mire a través del cristianismo y crea que no consiste en la extinción de la conciencia sino la de los tres pecados capitales: la sensualidad, la malevolencia y la ignorancia. No han sido pocos los que han intentado explicar las creencias orientales a la luz del cristianismo, Anguita intuye las semejanzas, pero también las diferencias: las disciplinas religiosas que componen el cuerpo de ejercicios espirituales; devoción, cánticos, contemplación, etc., tienden a procurar la extinción del Yo en favor de la existencia de la Divina Base. Aparentemente hay gran semejanza con la mística cristiana. Sólo que en el cristianismo Dios no es, al contrario del brahmanismo y el budismo, ese ser que es como la nada, sin cualidades, ni forma, ni tiempo, ni afirmación, ni negación, en cuyo seno nos disolveríamos. La reabsorción en Dios no está ni sugerida en nuestras escrituras. Se nos enseña que Dios es solamente Él, y no todo; se nos ha enseñado que Él es el creador y nosotros las creaturas; que Dios ha hecho el mundo, pero no es el mundo, ni es nosotros, ni nosotros tampoco somos Él. Dios no es inmanente; es trascendente. Esta diferencia entre la mística oriental y el cristianismo es terminante.
Anguita, sin embargo, reconoce algunos de los caminos de perfeccionamiento cristianos similares a los prescritos en las escrituras védicas. La humildad, la renunciación completa, el amor a Dios sobre todas las cosas y, por línea colateral, a nuestro prójimo.

Puede que Anguita no haya estado al tanto de las numerosas teorías que sostienen que Jesús, a los 13 años, emprendió viaje a la India, presumiblemente buscando las tribus perdidas de Israel. Siegfried Obermeier sostiene no solo que Jesús permaneció en aquel país entre los 13 y 30 años, sino que, además, sobrevivió a la crucifixión y, luego de visitar en carne y hueso a sus discípulos, emprendió nuevamente el viaje hacia el este, siguiendo una antiquísima ruta de mercaderes. Supuestamente Jesús vivió largos años en la actual Cachemira, donde impartió sus enseñanzas a los judíos de aquel lugar. En Srinagar, la capital de Cachemira, budistas, musulmanes e hindúes veneran la tumba de un santo profeta de nombre Yus Asaf, que traducido sería Jesús el captador. Para muchos esa es la tumba del nazareno. Según Obermeier, Jesús aprendió la lengua pali y se dedico seis años al estudio de la doctrina de Gautama, de la que asimilo diversos aspectos que luego incorporó a su propia doctrina.

Anguita da algunos ejemplos que podríamos considerar como experiencias de Arhat (el arhat es aquel que ha alcanzado el nirvana): Santo Tomas, después de la experiencia de contemplación infusa, en que perdio la conciencia de su propio yo, no dio noticia alguna de como era tal unión; se limito a decir que todo lo escrito por el, comprendida la Summa Teológica, era, comparado con la unión mística, paja picada. De regreso de experiencias místicas semejantes, los santos, o dichosos hombres de alto espíritu, como Plotino, declaran que nada se puede decir (…), es como volver de un mundo infinitamente dulce y apacible, pero inefable.

Octavio Paz relata una experiencia descrita por Baudelaire en las páginas que dedica a la música de Wagner que no hay más remedio que llamar: la desencarnación de la presencia: Al escuchar la opertura De Lohengrin, se siente desencadenado de los lazos de gravedad, de modo que, mecido por la música, se descubre en una soledad con un horizonte inmenso y una vasta luz difusa: la inmensidad sin mas decoro que ella misma. Pronto experimenté la sensación de una claridad aun más viva; la intensidad de la luz aumentaba con tal rapidez que las palabras de los diccionarios no bastarían para expresar esa sobreabundancia, sin cesar renaciente, de ardor y blancura. Entonces concebí plenamente la idea de un alma moviéndose en una atmósfera luminosa, un éxtasis hecho de voluptuosidad y saber.

Se repiten en la descripción de Baudelaire, los recurrentes factores de la experiencia mística y el nirvana.; la dificultad de describir lo experimentado en palabras, el luminoso e infinito océano de la realidad ultima, la impresión de haber participado del Todo. Paz nos dice que Baudelaire, vacío de si mismo, reposa en una inmensidad que nada contiene excepto ella misma anegado en el espacio flotante, el poeta se desprende de su identidad y se funde con la extensión vacía. El arte crítico culmina en una última negación: Baudelaire contempla literalmente, nada. Mejor dicho: contempla una metáfora de la nada. Una transparencia que, si nada oculta, tampoco nada refleja.

Dentro de los sutras comprendidos en el Prajña Paramita que desarrollan la doctrina del vacío (sunya), está el sutra Vajracchedika (diamante), el que al ser recitado, permitió a Hui-Neng llegar al Satori (estado de conciencia que puede ir desde un breve flash de contemplación hasta el nirvana). En el caso de Baudelaire, es la música de Wagner la que opera como vehículo mediante el cual el poeta alcanza la iluminación.
Y para concluir este texto, nada mejor que el siguiente fragmento de Baudelaire:

¡Oh muerte, viejo capitán, ya es tiempo, levemos el ancla!
Este país nos aburre. ¡Oh muerte, aparejemos!

por Daslav Merovic

Ciencia y Religión: ¿Un matrimonio imposible? y una visión renovada del Génesis

por Ronald Mennickent Cid

Se me ha pedido que escriba acerca de Ciencia y Religión, algo como agua y aceite según se me dijo, sin embargo, yo no lo veo así, y mi visión es lo que intentaré mostrar en este ensayo, para lo cual es necesario comenzar hablando acerca de los dominios de cada una de estas áreas del quehacer humano.

El Dominio de la Ciencia

La ciencia pretende descubrir cómo funciona el universo, y hasta el momento ha sido exitosa, en el sentido de que ha podido establecer la existencia de leyes que rigen el cosmos, al menos la parte visible de él (hasta el momento no parece haber leyes que gobiernen el pensamiento humano, ni determinen la capacidad de decisión de un individuo). Estas leyes le han dado a la ciencia una reputación y un poder de predicción enorme, que se ha materializado en un desarrollo tecnológico sin precedente en la historia de la humanidad. Hoy nuestra sociedad se caracteriza, a diferencia de sociedades del pasado, por el uso masivo de tecnología basada en el desarrollo de la ciencia básica, como las leyes del electromagnetismo y las de la mecánica cuántica, por ejemplo. Mira a tu alrededor y te darás cuenta de cómo la tecnología es parte de tu vida diaria y cómo ha invadido el mundo, literalmente.

El Dominio de la Religión

La religión, por otra parte, no pretende describir el universo en sus partes fundamentales ni tampoco su funcionamiento, sino que pretende dar respuesta al porqué existe el universo, y en particular porqué existimos nosotros, los seres humanos. La religión está íntimamente ligada al concepto de Dios, un ser superior de naturaleza no física (digamos espiritual) que sería el creador de todo cuanto existe y el cual puede darse a conocer a los humanos y establecer relaciones espirituales con ellos. Millares de personas han dicho creer en Dios, entre ellas eminentes científicos, como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei, René Descartes, Isaac Newton, Robert Boyle, Michael Faraday, Gregor Mendel, Lord Kelvin, y con sus propios matices acerca de la naturaleza de Dios: Max Planck y Albert Einstein. Por lo tanto, no se puede decir que la Religión sea sólo para gente ignorante o sin formación académica. Millones de personas han llevado y siguen llevando una vida satisfactoria y plena con el convencimiento íntimo de la existencia de Dios.

Existen científicos que dicen que Dios es una hipótesis innecesaria. Dentro de estos se encontraba Carl Sagan, astrofísico y famoso divulgador científico. Si bien es cierto la existencia de Dios no se puede probar experimentalmente, también es cierto que su no-existencia tampoco se puede probar. Desde el punto de vista científico, y despojándonos de toda arrogancia intelectual, creo que lo más honesto es decir que Dios no es tema de la ciencia ya que su existencia o no existencia sobrepasa las fronteras del ámbito en el cual la ciencia se mueve, es decir, nuestro universo sensorial. Su existencia es materia de fe.
La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, es decir, es un conocimiento de naturaleza distinta al científico, este último basado en la experimentación. La fe, no la ciencia, permite creer en Dios. Millones de personas tienen fe en Dios, creen en Dios, y otras no cuentan o no desarrollan esta cualidad del espíritu humano.

Por lo anterior creo que es posible creer en Dios y al mismo tiempo ser científico, complementando de esta manera una visión acerca de la naturaleza del hombre con una visión de cómo funciona el universo. Para un cristiano, por ejemplo, Dios se ha manifestado al hombre en el cosmos, la palabra revelada (el mensaje contenido en la Biblia) y Jesucristo. Para un cristiano, el estudio del cosmos permite admirar a Dios como creador, así como una persona puede admirar al pintor durante una exposición de sus pinturas.

¿Pero es posible saber, desde el punto de vista científico, si alguna religión es la verdadera? ¿Existen afirmaciones de tales religiones concernientes al mundo físico que las comprometan a la luz del moderno conocimiento científico? A mi modo de ver, esto es posible, aunque existen ciertas limitaciones. Los libros sagrados se han escrito con el propósito de revelar la naturaleza moral de Dios y del hombre. Ellos no se escribieron como tratados científicos aunque su alegada inspiración divina los compromete en el sentido de decir la verdad en relación al mundo y a su creación, por ejemplo.

El Génesis a la luz de la ciencia

Hoy en día existen pruebas fehacientes de que el Universo tuvo un comienzo, recientes descubrimientos astronómicos, como los llevados a cabo por los satélites COBE y WMAP avalan poderosamente esta afirmación y fechan la edad del universo en 13.7 billones de años. Esto nos llevaría a rechazar cualquier teología que presentase un universo eterno. Más aún, los estudios paleontológicos y geológicos han llevado a un cuadro de lo que pudiese haber sido el desarrollo del planeta tierra y la aparición de vida sobre él. En este sentido me gustaría mostrar que la descripción de la creación del mundo que aparece en el primer libro de la Biblia, el Génesis, contrario a lo que se cree, es compatible con los descubrimientos científicos modernos si el sistema de referencia del observador que describe los acontecimientos viene a ser la mismísima tierra. Las ideas siguientes acerca del Génesis provienen de The Genesis Question (Ross, 1998).

Génesis 1:1 En el principio Dios creó los cielos y la Tierra

De acuerdo a la cosmología moderna, el universo tuvo un comienzo en una gran explosión inicial. La ciencia no se pronuncia acerca de qué es lo que había antes de esa explosión ni qué fue lo que la desencadenó. La Biblia parte diciendo que el universo obedece a un propósito de un ser denominado Dios. Génesis 1:1 anuncia la creación de las dimensiones espacio-temporales, la materia y energía, de todo lo que compone nuestro universo, incluyendo estrellas y planetas, el Sol (todo lo anterior contenido en el concepto “los cielos”) y la tierra. Esta idea de un comienzo del Universo, que nos parece tan natural ahora, sólo fue establecida científicamente a principios del siglo XX, pero vemos que ya estaba declarada en la Biblia.

Génesis 1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

De acuerdo a las teorías modernas, la tierra primigenia era un lugar caótico y carente de vida, con una atmósfera densa y opaca a la radiación del Sol. La vida se habría originado en los mares hace más de 3.86 billones de años. La mención del Espíritu de Dios moviéndose sobre las aguas podría sugerir la generación de las primeras formas de vida, las cuales pudieron haber sido no basadas en la fotosíntesis, así como aquellas descubiertas recientemente cerca de volcanes submarinos. Más importante aún, este versículo sitúa nuestro sistema de referencia en la superficie de las aguas que rodeaban la tierra.

Génesis 1:3-5 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Estos versículos pueden ser interpretados como la transformación de la atmósfera terrestre de opaca a translúcida, dejando pasar por primera vez la radiación solar y dando origen, desde el punto de vista de un observador situado en la superficie de las aguas que rodeaban la tierra, al ciclo de días y noches. ¿Está este proceso relacionado con la formación de la luna? Modernas teorías sugieren que la luna se formó cerca de 4.25 billones de años por el choque de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra. Este acontecimiento fue vital para dar a la tierra la masa y densidad necesarias para retener los gases aptos para la vida. Si no hubiese sido por este cataclismo cósmico, la Tierra probablemente hubiese tenido una atmósfera densa como Venus y no apta para la vida. En los procesos de transformación de la opacidad atmosférica habría también que considerar la remoción gradual de los residuos de la nebulosa que dio origen al Sol, principalmente debido a su difusión hacia el Sol por gravedad y viscosidad.

Desde ahora en adelante Génesis registra todo el proceso de creación en siete “días”. La palabra hebrea para “día” es “yôm”, que puede significar un periodo de 24 horas como también un largo periodo de tiempo de duración definida (el hebreo antiguo tenía muy pocas palabras, por lo que muchas de ellas tienen varios significados). Es falsa entonces la idea de que Génesis 1 presenta la creación en un lapso de 7 días de 24 horas.

Génesis 1:6-8 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

Estos versículos son compatibles con la formación de una troposfera, donde la reside la humedad y ocurren los cambios climáticos. Son compatibles con el comienzo del ciclo del agua, movido por los cambios de temperatura productos de la rotación terrestre y la iluminación solar. Como nota adicional es bueno mencionar que en el lenguaje de la Biblia el primer cielo corresponde a la atmósfera terrestre, el segundo cielo al lugar donde moran las estrellas y el tercer cielo al universo espiritual. Los pasajes anteriores se referirían entonces al primer cielo.

Génesis 1:9-10 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra y a la reunión de las aguas Mares. Y vio Dios que era bueno.

Es posible que estos pasajes se refieran a los procesos tectónicos de placas y volcanismo que formaron (y siguen formando) la superficie de nuestro planeta. En algún momento pudo el fondo marino emerger sobre la superficie de los mares dando origen a un continente. La geología nos enseña que durante los 4 primeros billones de años de la historia de la tierra, las masas terrestres crecieron de un 0 a un 29 por ciento de la superficie planetaria. Además, durante el último cuarto de billón de años, los pedazos de un supercontinente original llamado Pangea han estado separándose unos de otros hasta formar los continentes actuales.

Génesis 1:11-13 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo pues la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya seminal está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

Aquí las palabras “semilla”, “árbol” y “fruto” tienen significados mucho más generales en hebreo que en español. Ellas podrían referirse a todo el mundo vegetal. El versículo no afirma que toda la vegetación apareció exclusivamente en este tiempo. Nótese también que la frase “Produzca la tierra” abre la posibilidad de que la aparición de vida vegetal haya sido por procesos naturales ocurridos en el suelo terrestre.

Génesis 1:14-19 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; he hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

Este versículo podría indicar el paso de una atmósfera translúcida a una transparente. La primera vez que aparecieron el Sol y la luna en el firmamento. Si Dios reveló a Moisés (el probable escritor de Génesis) estos acontecimientos mediante una visión, ubicándolo en el sistema de referencia antes señalado, es posible que él haya contemplado extasiado esta ventana histórica. La frase “E hizo Dios” no especifica cuándo hizo Dios las lumbreras (sugerimos que en el periodo correspondiente a Génesis 1:1), pero sí las frases siguientes indican que el sentido de esta afirmación es indicar alguno de los propósitos para los cuales fueron creadas.

Los siguientes versículos, de Génesis 1:20 a Génesis 1:27 muestran la aparición secuencial de seres vivos en las aguas, los cielos y la tierra para finalmente culminar con la aparición del hombre en Génesis 1:27. Esta secuencia temporal es básicamente consistente con lo encontrado en el registro geológico. En Génesis la creación del hombre es de tal importancia, que el capítulo 2 relata este acontecimiento con mayor detalle, pero no en orden cronológico. Al respecto podemos decir que los humanos somos las únicas criaturas del planeta que exhiben las siguientes características que podrían estar vinculadas al espíritu:

* Presencia de un código moral impreso en la conciencia.
* Preocupación acerca de la muerte y de la vida después de la muerte.
* Disposición a la oración y deseo de comunicarse con un ser superior.
* Conciencia de sí mismo.
* Impulso a descubrir y capacidad de reconocer la verdad y los absolutos.

Mucha gente rechaza de plano el Génesis al escuchar que presenta un Universo creado alrededor del año 4004 A.C. Desafortunadamente esta fecha fue determinada a mediado del siglo 17, cuando fueron disponibles las primeras traducciones de la Biblia en inglés, por el arzobispo anglicano de Irlanda James Ussher y el vicecanciller de la Universidad de Cambridge John Lightfood, a partir de una lectura directa de las genealogías que aparecen en Génesis. Sin embargo, es evidente al estudiar genealogías bíblicas paralelas en distintos libros de la Biblia, que éstas no se dan completas. Un ejemplo se puede encontrar en 1ª Crónicas 3:10-12 y Mateo 1:8. En hebreo bíblico la palabra “ab” (padre) puede significar abuelo, bisabuelo, tatarabuelo y así en adelante. Lo mismo ocurre con “ben”, la cual puede ser usada como hijo, nieto, bisnieto y así sucesivamente. Basándose en el estudio comparativo de genealogías bíblicas paralelas se puede estimar que el porcentaje de completitud de aquellas es entre 10% y 90%. De esta manera, usando sólo datos genealógicos, se puede estimar la edad de aparición del primer hombre entre 7000 y 60000 años atrás. Este rango coincide con el fechado antropológico de las evidencias culturales religiosas más antiguas, unos 24000 años. Es evidente que grandes primates bípedos con capacidades de usar herramientas existieron hace cientos de miles incluso un millón de años, cómo los australopitecos, pero ellos no manifiestan las características “espirituales” del hombre moderno. ¿Es posible que la “chispa de la conciencia” que caracterizó a los Homo Sapiens y que los hizo poner bajo sus pies a los elementos y a las demás criaturas (incluyendo a los Neandertales) hace unas decenas de miles de años, ganando así la batalla de la supervivencia, haya sido el “soplo de vida” mencionado en Génesis 2:7?

No es posible saber si Génesis 1 sugiere una directa creación de parte de Dios de los animales y el hombre, es decir, una creación “in situ” a partir de la nada, una creación completamente sobrenatural, o bien una intervención inteligente de Dios usando la fuerzas naturales ya existentes en procesos microscópicos y cuánticos. De la teoría cuántica sabemos que el universo no es determinista, en el sentido de que conociendo su estado actual podríamos determinar su estado futuro. Siempre existe cierta indeterminación y varios estados posibles a un sistema caracterizados por una mayor o menor probabilidad de existencia. Es posible que Dios actúe aprovechando estas “ventanas” en las leyes físicas, sin violarlas, pero dando un sentido al orden de acontecimientos del universo, específicamente a aquellos procesos que llevaron a la formación de la vida, específicamente el hombre. Al respecto, hay mucha discusión hoy en día si los procesos evolutivos solos pueden llevar, después de varios millones de años, al enorme nivel de complejidad exhibido por las estructuras biológicas existentes y los niveles de especialización de sus partes. Personalmente, me resulta difícil creer que el nivel de orden y especialización exhibido por los seres vivos es producto de fuerzas ciegas y de la selección del más apto, para mí, es más bien el resultado de un diseño inteligente. Esta idea es apoyada por el hecho de que el universo parece haber sido diseñado para la vida. La probabilidad de formar un universo con sus constantes físicas ajustadas tan finamente como para permitir la vida ha sido calculada en una parte en 101230 (Penrose 1989). De este número podemos pensar que hemos sido muy afortunados, pero… ¿es fortuna o diseño?

Al respecto, es interesante mencionar que el concepto de diseño inteligente a sido recientemente desarrollado como una teoría de la información por Demski (1998). La cantidad de información en un evento de probabilidad p ha sido definido como –log2p (Shannon & Warren 1949). De esta manera, mientras menos probable sea un evento, mayor información contiene. Además, ha sido demostrado por Demski (1998) que causas naturales como casualidad o leyes físicas no pueden generar información compleja y especificada (ICE) como la exhibida en muchos sistemas biológicos. Si tiro una moneda al aire 5 veces puedo obtener una secuencia de 5 caras, lo cual podría atribuir a chance, en este caso la información obtenida no es compleja pero sí especificada. Podría tirarla 100 veces y obtener una secuencia aleatoria de caras y sellos, en cuyo caso la información es compleja pero no especificada. Si tiro la moneda 100 veces y las 100 veces me aparecen 100 caras o bien, alternadamente, 50 caras y 50 sellos, dicha información es compleja y especificada. Ejemplo de este tipo de información son los sistemas irreduciblemente complejos, es decir, aquellos que pierden su funcionalidad faltando una sola de sus muchas partes, como el flagelo bacteriano o el mecanismo de la coagulación de la sangre descritos por Behe (1996). Demski (1998), quien ostenta un PhD en matemática en la Universidad de Chicago y un PhD en filosofía en la Universidad de Illinois en Chicago, además de grados en teología y psicología, muestra que el nivel de complejidad exhibido por muchos seres vivos necesariamente requiere del ingreso, en alguna etapa de su formación, de información inteligente (no necesariamente sobrenatural). Por supuesto esta aseveración es revolucionaria ya que confronta directamente el paradigma evolutivo imperante, haciéndolo temblar en sus cimientos. Por lo mismo ha sido resistido fervorosamente aunque hasta ahora sin argumentos contundentes y decisivos (por ejemplo ver el artículo del editor en jefe de Scientific American, Jonh Rennie, el año 2002 y los debates publicados por Pennock 2001).
Para mayor información sobre estos temas, puede visitar: www.discovery.org/crsc, www.reasonstobelieve.org, www.skeptic.com.

Referencias:
* La Biblia, versión Reina-Valera, Revisión 1960.
* Behe, M., 1999, La caja negra de Darwin: el reto de la bioquímica a la evolución. Editorial Andrés Bello, Santiago, Chile.
* Demski, W.A., 1998, Intelligent Design: The Bridge between Science & Theology, InterVarsity Press.
* Demski, W., and Colson, Ch., 2004, The Design Revolution: Answering the Toughest Questions About Intelligent Design, InterVarsity Press.
* Pennock, R.T. (editor), 2001, Intelligent Design Creationism and Its Critics, Bradfort Books/MIT press.
* Penrose, R., 1998, The Emperor’s new mind, New York: Oxford, p. 344.
* Rennie, J., 2002, Scientific American #287, p. 62.
* Ross, H., 1998, The Genesis Question, Navpress Publishing Group.
* Shannon C. and Weaver W., 1949, The Mathematical Theory of Communication, Urbana: University of Illinois Press, p. 32.