Nippon2007: La Worldcon más Lejana

Rodrigo JuriLa primera “Convención Mundial de Ciencia Ficción” se llevó a cabo en Nueva York en julio de 1939. Sin embargo el ostentoso nombre de la cita no tenía mucha relación con su carácter internacional (que no poseía), sino más bien con la realización en la misma ciudad de la Feria Mundial, y que se había inaugurado solo unos meses antes. ¿Acaso las exposiciones futuristas de la Feria ayudaron a estimular la imaginación y el entusiasmo de aquellos jóvenes escritores y aficionados que incursionaban en un nuevo género literario llamado ciencia ficción? Por lo menos debió haberles hecho comprender que era el momento y lugar propicio para reunirse y dar inicio a una tradición que ya se prolonga por casi siete décadas.

Sin embargo en los libros de historia el verano de 1939 no es recordado por la Feria Mundial, ni mucho menos por la primera Worldcon. Vientos de guerra azotaban Europa y antes de terminar la estación estival los campos de Polonia estaban regados con sangre. Hago este alcance porque aunque hubo nuevas Convenciones en 1940 y 1941 (todas en Estados Unidos), estas dejaron de realizarse cuando Washington entró en la guerra como consecuencia del ataque japonés sobre Pearl Harbor. Muchos de aquellos escritores y lectores sirvieron de distintas formas en el esfuerzo bélico y es fácil recordar aquí las anécdotas sobre este tema escritas por Isaac Asimov y Lester del Rey en sus respectivas antologías “Early”.

Han pasado casi setenta años. Hoy las Convenciones Mundiales son verdaderamente internacionales, reuniendo autores y aficionados de más de 30 países en su última versión. Hoy ni Asimov, ni del Rey, ni muchos otros están presentes en ellas aunque en cada una se les recuerda y se les honra. Hoy, este año fueron casi tres mil los que se dieron cita para ello, no en América, sino que en Yokohama, Japón.

¿Como es que esto ocurrió? ¿Como es que finalmente hubo una Worldcon bajo este cielo, que Gibson describiría como del color de un televisor sintonizado en un canal muerto? Primero hay que recordar que en Japón la ciencia ficción posee una larga historia y que en efecto lo ha llevado a convertirse quizás en el segundo mercado para el género luego de los Estados Unidos. Asimismo posee un fandom activo y que lleva realizando convenciones nacionales en forma ininterrumpida desde 1962.

Era natural que surgiera la idea de realizar una Convención Mundial. En verdad solo cabría preguntarse, ¿por qué no sucedió antes? Quizás cierto temor a las diferencias, porque como en casi todas las cosas, oriente resulta ser muy distinto a lo que estamos acostumbrados, incluso debajo de las aparentes similitudes. No es sólo la barrera del idioma, que de todas formas trajo varios dolores de cabeza a los organizadores. Es también la cultura. Y no estoy hablando de toda ella, aunque también seria pertinente, sino particularmente de la cultura de ciencia ficción japonesa que como un todo impregna el qué hacer y el qué esperar de los creadores, del fandom, de las convenciones, etc. Y es que aquí un elemento que es accesorio en occidente (y que incluso muchas veces esta ausente), aquí es preponderante y predominante; el anime y el manga.

Desde principios de los setenta la ciencia ficción en Japón ha sufrido lo que se ha venido a llamar el fenómeno de “Infiltración y Difusión”, una especie de convivencia simbiótica con la industria del manga y el anime, y donde las fronteras de cada cual se han visto confundidas y sus ámbitos, algunas vez exclusivos, han terminado por fundirse.

Tan distintos son los códigos y medios a través de los cuales se consume ciencia ficción en Japón respecto del resto del mundo que es posible que estas aprehensiones hayan frenado esta iniciativa anteriormente. Pero ya en el año 1999 un grupo liderado por Hiroaki Inoue, nombre también ligado a la industria del anime (productor), había decidido comenzar las gestiones para llevar a cabo una Worldcon en Japón.

Así, en el 2003 el equipo de Nippon2007 se presentó en la Convención Mundial, en Toronto, y al año subsiguiente, también en la Convención de Boston. En esta última ocasión ganaron su derecho a realizar la del 2007, derrotando la candidatura de la ciudad norteamericana de Columbus. Entre tanto, en el propio Japón, el comité había llevado a cabo exitosamente una Anime Expo, con el objeto de ganar experiencia el la realización de este tipo de eventos.

En lo que me toca, yo mismo me incorporé al trabajo del equipo en abril del 2006. Todavía eran poco mas que una veintena de personas, reuniéndose en un desordenado galpón una vez al mes. En aquellos tiempos la mayor preocupación consistía en sacar a tiempo el segundo “Reporte de Progreso”, un informativo que debe enviarse cada cierto tiempo a todas las personas hasta entonces inscritas para participar.

Pero no pasó mucho antes de que empezáramos a ocupar salas prestadas por distintas municipalidades de Tokio. Poco a poco, también, las tareas y la ansiedad se fueron acrecentando. En agosto una delegación partió a Los Ángeles para participar en la Worldcon de ese año. Su principal responsabilidad, organizar la “Fiesta de los Perdedores”, llamada así debido a que se realiza inmediatamente después de la entrega de los Hugo. Esa fue la primera actividad oficial del comité de Nippon2007, que dos días después se convertiría efectivamente en el comité de la Worldcon cuando, en la ceremonia de clausura el presidente de LACon IV entregara el mando a sucesor, Hiroaki Inoue.

En febrero el comité recibió a Peggy Rae Sappienza, agente norteamericana para asuntos de la Convención, y a partir de ese momento la frecuencia de reuniones plenarias se intensificó a dos por mes, y luego cada fin de semana. Distintas comisiones comenzaron a trabajar en sus propias responsabilidades; informática, logística, programación, exhibiciones, etc.

En efecto, sacar adelante una Worldcon es una tarea de largo aliento. Siete, ocho, quizás diez años de preparación que tendrán su eufórica culminación en tan sólo cinco escasos días.

La Worldcon Ha Comenzado

La Convención partía el jueves, pero ya el miércoles a primera hora el comité había tomado posesión de parte del Centro de Conferencias. Este era nada menos que aquel que posee el Hotel Intercontinental de Minato Mirai, en Yokohama. Forma de cohete, con vista sobre la bahía y junto a un espectacular parque de diversiones con una gran rueda de Chicago y una montaña rusa. Entre rascacielos futuristas, venia a ser una ubicación ideal para la Worldcon. También porque si hay algún en la Tierra donde uno puede llegar a creer que esta en otro planeta, ese es Japón.

Oficialmente, las actividades comenzaron al mediodía del jueves. Algunos foros y paneles, que servirían de aperitivo antes de la esperada ceremonia de apertura. Esta se inició con el propio alcalde de Yokohama llegando a bordo de un rickshaw (un carrito de dos ruedas tirado por una persona) y dándonos algunas palabras de bienvenida. Luego el propio Hiroaki Inoue, con un muy apropiado sombrero multicolor en la cabeza y con un martillo en las manos dio por iniciada la Convención.

Para entonces ya había anochecido. Nos esperaban las fiestas organizadas por los comités de las candidaturas para la Convención del 2009; Montreal y Kansas City. Ya antes y durante los tres días siguientes los miembros de Nippon2007 podían sufragar manifestando su preferencia por alguna de las alternativas, y por ello mismo los anfitriones se esmeraron en ofrecer deliciosos bocadillos.

Desde temprano, al día siguiente, más paneles, conferencias y celebraciones. Joe Haldeman, Robert Silverber, Larry Niven, y por supuesto, David Brin (uno de los invitados de honor), eran algunos de los que participaban en los distintos foros. Pero que también se le podía encontrar en los pasillos, ocasión propicia para obtener autógrafos o fotografías. Pero el protagonista de aquel viernes parece haber sido George Takei, el teniente (perdón, capitán) Sulu de Star Trek. No sólo demostraba su popularidad a la hora de los autógrafos con una larga fila esperando su turno, sino que además con la ovación que recibió luego de presentar un capitulo de “Star Trek: New Voyages” en el auditorio principal. Lo acompañaba Marc Scott Zicree, escritor y director de la exitosa serie amateur (que sin duda es muy profesional).

También visitamos el salón de exhibiciones, que contaba con diversas muestras; desde un stand de la compañía que produce Ultraman hasta el tradicional puesto de la Sociedad Heinlein. Tiendas de camisetas y libros. Muestras artísticas y hasta un café atendido por doncellas de faldas cortas y ligas en las piernas. Muy otaku.

Y nuevamente aquella noche, fiestas. Todo un piso del Hotel Intercontinental arrendado para tal efecto. Un departamento para los de Kansas, otro para Montreal, otro para cada una de las candidaturas de años posteriores que vinieron a presentarse en Yokohama. Otras de unos noruegos muy bulliciosos. Una de una compañía de publicidad y también la del comité organizador. Todas con las puertas abiertas, todo gratis, todo entretenido.

El Gran Momento

Sin duda el evento culminante de la Convención en la ceremonia de entrega de los premios Hugo que se realizó el día sábado. Las primeras horas de aquel día transcurrieron entre más paneles, como el de las “Killer B” (que reunió a Benford, Brin y “Bob” Silverberg), sesiones de lecturas de escritores como Landis, Friesner y Gunn, y sesiones de autógrafos. También kaffeklatsches, pequeñas reuniones entre unos pocos aficionados y alguna celebridad. Era claro, sin embargo, que la expectación y la ansiedad iban en aumento. Los ensayos de la ceremonia, los nominados visitando el auditorio para recibir las instrucciones en caso de que ganaran. Los mismísimos premios Hugo ocultos en una pequeña habitación bajo llave.

Como parte del equipo que organizaba precisamente la ceremonia tuve la oportunidad de asistir al cóctel de recepción de los nominados. Una muy selecta reunión de escritores, artistas, editores, productores, la élite de la ciencia ficción mundial. Y por supuesto, los candidatos mordiéndose las uñas. El momento más especial, cuando les fue presentado, sólo a esta audiencia tan particular, el diseño del premio Hugo; el ya conocido cohete con Ultraman a su lado y el Monte Fuji como fondo.

Allí tuve la oportunidad de intercambiar algunas palabras con Paul Melko y William Shunn. Ambos amigos y compitiendo por la misma estatuilla, mejor Novela Corta. También primera vez que llegaban a esta instancia, quizás el momento mas soñado por cualquiera que se aventura en las letras del género. No triunfaron, ninguno de ellos, pero estoy seguro de que sabremos más de estos dos en el futuro no muy lejano.

Hora de entrar al auditorio. Ya unas ochocientas personas colmaban el recinto, y otras tantas más tuvieron que contentarse viéndolo todo a través de las pantallas instaladas en dos salas habilitadas para tal efecto. Pero no tenía de que preocuparme. Los mejores asientos estaban reservados para los mismos que habíamos participado del cóctel. Así que pude quedarme en la cuarta fila, precisamente la misma en que estaban Melko y Shunn. A sólo unos pasos de distancia, Joe Haldeman y su gentil esposa, Gay (una miembro muy activa del fandom), Robert Silverberg y Karen Haber, Larry Niven, y muchos otros más. Y desde aquella posición tan privilegiada pude observar como las luces se apagaban para dar paso a una muy bien lograda dramatización de Ultraman y sus amigos combatiendo con varios monstruos de aspecto feroz. La actuación duró diez minutos y se ganó el aplauso de la concurrencia a pesar de que muchos no entendimos nada del japonés en que estaba narrada.

Entonces vino George Takei quien oficiaría de maestro de ceremonias junto a Nozomi Ohmori, prominente traductor. Aunque Takei sabe perfecto japonés, así que la situación dio para divertidos momentos protagonizados por los dos anfitriones.

Los primeros premios en entregarse fueron los del Gran Corazón, los del Primer Fan (que sólo fueron anunciados pues fueron otorgados con anterioridad), y el Campbell. Sólo después de aquellos comenzaron a repartirse los cohetes, como dijo el propio Takei. Primero las categorías de aficionados y artísticas. Por primera vez se entregaron dos premios a mejor editor, uno en formato corto (cuentos) y otro en largo (novelas). Allí, Gordon van Gelder se hacia con su primer premio y con ello un editor de Fantasy & Science Fiction volvía a ganar después de un largo tiempo. Lástima que no estaba presente y una representante suya tuvo que recibirlo.

Para el mundo hispanoparlante quizás lo mejor de la noche fue lo de Mejor Presentación Dramática en Formato Largo. Porque aunque los británicos hayan hecho mucho ruido cuando se presentó “Children of Men” o “V for Vendetta”, el premio se lo llevó Guillermo del Toro por su notable “El Laberinto del Fauno”. Marc Scott Zicree lo recibió por él y leyó unas palabras del galardonado, quien hizo ver que pocos saben de donde viene el nombre del premio Oscar (en referencia al que no pudo ganar algunos meses atrás), pero que todo geek sabía de donde venia el del Hugo. ¿Será acaso la primera vez que una obra originalmente hecha en español gana un Hugo?

Cabe indicar en este punto que los premios de Presentación Dramática, formatos largo y corto, fueron presentados por un Ultraman mudo, y por lo tanto tuvieron que ser leídos por los animadores. “Nunca confíes en un personaje de una serie de ciencia ficcion de los sesenta”, comentó Takei frente a la inusitada circunstancia.

Finalmente los premios por narrativa. Reed y “A Billion Eves” en Novela Corta, McDonald y “The Djinn’s Wife” en Cuento, y Tim Pratt e “Impossible Dreams” en Cuento Corto. Vernor Vinge obtuvo su quinto galardón por “Rainbow’s End” en la categoría de Mejor Novela.

Vinieron las fotos de rigor, las felicitaciones para unos pocos, la esperanza puesta en el año siguiente para los demás. Poco a poco quienes estábamos invitados a la “Fiesta de los Perdedores” nos dirigimos al salón elegido para la ocasión, con una esplendida vista nocturna hacia la bahia. Más comida y más bebidas, todo de primera. En eso al menos, la Convención para nadie fue decepcionante.

Más tarde otra fiesta. La de los canadienses celebrando la victoria de Montreal como ciudad que recibirá la Worldcon del 2009. Como ven, todo pensado en gargantas secas e hígados resistentes.

El Adios

Día domingo. De alguna manera la tensión de los días anteriores parecía haber disminuido. Aun faltaban la Masquerade (concurso de disfraces) y la entrega de los premios Seiun (a lo mejor de la ciencia ficción en Japón). Pero para algunos de nosotros había llegado al hora de disfrutar de la Convención. Entre otras cosas no podía perderme la conferencia de Ted Chiang, la única actividad que el poco prolífico autor llevo a cabo en Nippon2007. También la única oportunidad de obtener su autógrafo. La sala estaba llena. Increíble la popularidad que Chiang tiene en Japón, y el mismo se encargó de señalar, sorprendido, este hecho.

Luego un panel donde Robert Silverberg y Karen Haber nos hablaron sobre lo que significa vivir con otro escritor. Y muchos otros eventos, siempre teniendo que elegir entre una decena de posibilidades.

Y así llegamos al lunes. El último día. Solo actividades en la mañana. Tuve la oportunidad de asistir a un foro dirigido por Geoffrey A. Landis PhD y por otras tres personas (incluyendo a su esposa, la doctora Turzillo), sobre los programas de la NASA para explorar Marte. Para quienes no lo sepan, Landis es uno de los pocos autores de su prestigio que no es profesional. En efecto, realmente trabaja para la agencia espacial norteamericana, y precisamente en las misiones robóticas sobre el planeta rojo.

De allí, corriendo a la ceremonia de clausura. Un emocionante discurso del presidente que concluyó con un cerrado aplauso, incluso de pie, por parte de la nutrida asistencia. Luego, el presidente de Denver2008 subió al estrado para tomar el mando de la Sociedad Mundial de Ciencia Ficción. Nippon2007 había concluido.

Pero no todavía para quienes habíamos estado trabajando en al organización y para unos pocos voluntarios y también celebridades que nos quisieron acompañar hasta el final. Luego de desmantelar las exhibiciones y desocupar la mayor parte del Centro de Conferencias, por supuesto, lo infaltable. Una fiesta. Una con extraño nombre, “The Dead Dog Party”. Allí, los últimas despedidas y los nos veremos en alguna próxima Convención.

Después, un muy solitario viaje de regreso a nuestros hogares, un poco tristes, pero aun eufóricos por la increíble experiencia que había significado ser parte de una Worldcon. Difícil saber como recordarán los libros de historia el año 2007, ciertamente no por Nippon2007. Pero para mí será siempre el año de mi primera Worldcon.

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