YGRIEGA (1ª Parte)

Novela por entregas. Escrita como borrador y ensayo para un taller literario, entre marzo y junio del 2000, la idea era un cyberpunk temuquence. Publicaré semanalmente -aquí y en mi blog personal, todo lo que alcancé a escribir.

VIERNES

LLEVABAN DIAS diciéndolo en la tele, que los incendios habían crecido tanto que pronto iba a nevar cenizas sobre la ciudad. Y así fue. Por la mañana todos los techos de mi cuadra (y los de todas las otras cuadras) despertaron cubiertos de una resbalosa capa de arenilla con olor a pasto quemado. Marzo, el noveno viernes del año. El día en que me encargaron buscar a Igriega, una prostituta que veinticuatro horas después de su muerte había resucitado en la forma de un mensaje de correo electrónico. El mismo día en que comenzamos a tener pruebas concretas de la existencia de vida inteligente en otro lugar del universo, si eso no fue sincronía, ni idea que pueda serlo.
El timbre sonó a las ocho de la mañana con un minuto, media hora después de que mamá agarrara la camioneta y se largara a su oficina, segundos antes de que yo terminara de tragar mi desayuno y pasara al baño a fregarme los dientes. Con el desayuno a medias corrí a la puerta y la abrí sin mirar por el ojo de ésta. A esa hora debía ser cualquier persona, menos alguien tan improbable como mi jefe. Pero lo era. Ahí, parado exactamente bajo el umbral de la puerta de la casa de mi madre, estaba el gerente general de Enrednet S.A.
-Buenos días-, me saludó sin quitarme los ojos de encima. Nombró a su secretaria y agregó que ella le había dado mi dirección, -aunque la tiene equivocada-, corrigió. -Un número que no existe, tuve que preguntar en un par de casas antes de encontrarte. Dile que lo corrija.
Un bolo de pan, jamón y queso remojado con un trago de Coca Cola light se arrastró por mi garganta.
-Menos mal que conocía el barrio, cuando era chico vivía por acá cerca, en la calle que sigue… creo… pero esto está muy cambiado. Hace tiempo que no venía-, añadió como si la situación fuera la más natural del mundo. Detrás de la escena un camión de aseo municipal remojaba la calle y barría las cenizas nocturnas con sendas paletas circulares llenas de pelos blancos y largos. Zumbaba como un montón de moscardones gordos. La comida me llegó al fondo del estómago y el malestar nervioso comenzó a propagarse como una entidad inteligente por mi interior. Deberían inventar algo para borrar ese tipo de molestias corporales. El polvillo gris que caía por el techo de la casa de enfrente reflejó el sol de la mañana como si fueran cientos de flashes de alguna rara especie de microbios fotógrafos.
-Adelante-, fue lo primero que atiné a pronunciar. Apenas entró, cerré la puerta. –Tome asiento-, le ofrecí, mostrándole con la mirada uno de los viejos sillones del living, recuerdos de otra época y de otra familia (nunca mejor dicho). –Voy al baño y vuelvo-, disculpé de puro nervioso.
Me enjuagué con fuerza la boca, pensando en que cresta hacía el temuquense más influyente del año pasado, según una elección del Diario Austral, en la casa de mi madre. No era su estilo relacionarse de una forma tan cercana con sus empleados y hasta donde yo sabía (o entendía) no le había dado motivos para: despedirme, caerle especialmente bien, enamorarse de mi (aunque uno nunca sabe), todas las anteriores o ninguna de ellas. Ni siquiera sabía que supiera mi nombre,
Apreté el tubo de pasta de dientes y por tercera vez dibujé una línea sobre la punta de las cuerdas del cepillo. Abrí bien la boca y me limpié la superficie de la lengua, reemplazando esos granos blancos y hediondos de la mañana por otros, también blancos, hechos de pasta con sabor y olor a menta fresca. Arregla el aliento, al menos por unos minutos, pero funciona.
Agité otro trago de agua en mi garganta y tras jugar con la espuma por un momento la escupí fuerte sobre el lavado. Un delgado hilo de sangre se me coló entre la saliva, debo ser más cuidadoso con lo que me venden. Vi mis ojos en el espejo y juntando agua sobre la palma de mis manos me mojé el rostro. No podía seguir escondido en el baño.
-¿Quiere algo? ¿Un café?-, le pregunté al regresar al living.
-Nada, gracias…-, respondió mientras examinaba cada centímetro de las paredes.
-…
-¿Hay alguien más en casa?-, preguntó.
-No-, le dije y mientras lo hacía pensé que debería haberle dicho otra cosa, haber inventado algo, uno nunca sabe. Tal vez mi jefe era en secreto un asesino serial y en cosa de minutos yo podría terminar abierto de cuajo, destripado, como esas doce pendejas de Curicó.
-¿Te preguntarás que hago aquí?
-Entre otras cosas.
Se rió, yo también, fue un gesto amable, cómodo.
-¿Vives solo?-, sumó, con un tono de voz más bajo, casi tranquilo. Le conté que no, que vivía con mi madre. Soltó un soplido largo, como un murmullo de aire y continuó examinando cada rincón del lugar, esta vez como si buscara a mamá, supuestamente escondida tras las cortinas o de espaldas al gomero junto a las ventanas.
-No está, ya le dije que estamos solos-, aclaré. –Ella sale temprano, es secretaria en línea y usted sabe… hay que estar a la hora, por lo del satélite.
Ambos miramos al techo, como si a través de este pudiéramos ver la red de objetos que giraban alrededor de nuestro planeta.
-Necesito tu ayuda-, dijo mirándome de costado y rascándose el cuello.
-Ya no hago esa clase de trabajos-, contesté, sabiendo muy bien a qué se refería. La información estaba en mis antecedentes, no sé si manchándolos o decorándolos. Además fue gracias a esos conocimientos especiales que llegué a trabajar para él y sus socios. Mal que mal se supone que soy un genio. Tarde o temprano me iban a pedir “horas extraordinarias”, eso siempre lo tuve más que claro.
-No voy a pedirte que rompas nada, ni que programes un gusano. El trabajo es simple, mucho más de lo que imaginas…
-…
-Además eres el único que conozco que me puede ayudar, creo.
-…
-Te pagaría bien, un sueldo extra. El doble de lo que ganas por unos…-, vaciló, -cuatro o cinco meses. Aunque, tu sabes, podría alargarse un poco más si haces bien las cosas.
-…
-Necesito que encuentres a alguien-, continuó sin esperar mi respuesta.
-Stalker-, murmuré.
-Algo así-, pensé que no me había escuchado. -Pero óyeme bien, lo más importante es que nadie puede saberlo. Nadie de nadie. Nunca-, recalcó. -Por ningún motivo se te ocurra comentarlo con alguien de tu familia o tus amigos y mucho menos en la oficina. Si lo haces pierdes todo y es en serio. Te quedas en la calle, sin un peso. Y no creo que te sea fácil encontrar otro trabajo, ya sabes…
No recordaba la última vez que me habían amenazado, de hecho creía que las amenazas estaban pasadas de moda.
-El negocio es sólo entre tu y yo.
-…
-¿Si o no?-, preguntó levantando su ceja izquierdo. De ser él, habría usado una terminología más ad-hok, más intimidante, un “estás adentro o fuera”, que se yo. Miré buscando las cámaras y la siguiente orden del director pero sólo encontré los ojos grandes y nerviosos de mi jefe. Hijo de puta, como si hubiera otra respuesta posible:
-¿Quién es?
-Una mujer, se llama Igriega, tal vez hayas oído hablar de ella…
Tenía razón, había oído de ella. No mucho, pero si lo más importante.
-Ella está muerta-, le dije.
-Eso dicen-, respondió mi jefe. Torció su boca y me preguntó si seguía en pié la oferta del café.
Me acordé de un comentario que había escuchado anoche en televisión. Sobre que este verano había sido el peor de los últimos cincuenta años. El sol, el calor, las llamas, el cielo rojo, el sudor y las heridas invadieron cada centímetro de Temuco. En verdad estábamos quemándonos.

Club de Lectura en TauZero

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Este post fue subido al Foro TauZero por «rodjuri». Si alguien tiene la mala costumbre de no leer el foro, pues estamos amablemente duplicando la información y la invitación, ahora usando el parafernálico Blog!!

Estimados amigos,

Finalmente hemos decidido poner en marcha el Club de Lectura de Relatos de CF, con el objetivo de leer y analizar los mejores trabajos del genero, y también, de crear un espacio donde podamos compartir la experiencia misma que es la esencia de nuestra pasión por la ciencia ficción.

El Club tendrá las condiciones de funcionamiento:

1. El periodo de inscripción inicial es del 20 de octubre hasta el 1 de noviembre.

1.1 La inscripción se realizará enviando un mensaje privado a «rodjuri» (en el foro TauZero) con el titulo «Inscripción al Club» y conteniendo una dirección de correo electrónico que será usada durante el desarrollo de las actividades.

1.2 Adicionalmente, podrán incorporar sugerencias sobre relatos para ser incluidos en la lista de lecturas. Dichas sugerencias deben corresponder a relatos relevantes para el genero y debe tener versión en español. Sería muy bienvenido que la persona que sugiere
algún titulo cuente con alguna copia de ella en formato electrónico y que pueda ser compartida con el resto de los miembros del Club.

1.3 Es posible incorporarse al Club después del 1 de noviembre, pero ya sin derecho a proponer relatos.

1.4 El día 2 de noviembre se enviará por correo electrónico el calendario y la lista completa de títulos que serán revisados en el club.

2. El Club de Lectura tendrá una duración inicial de un año. Se revisaran 50 cuentos de ciencia ficción, uno por semana. No habrá lecturas asignadas durante la semana de Navidad y la de Fiestas Patrias.

3. Los cuentos serán enviados por correo electrónico los días jueves en la noche.

4. Se espera que los miembros del club puedan leer el material durante los tres días siguientes y enviar una breve reseña, critica o comentario del mismo al hilo que se abrirá en el foro de Tau Zero (en la sección «Club de Lectura» y con el titulo de cada cuento) en cada ocasión. Los siguientes tres días quedaran para libre discusión de los artículos publicados, sin perjuicio de lo cual esto puede realizarse a partir del primer día a partir del envío de los relatos.

5. Si un miembro deja de enviar sus comentarios después de tres semanas se le cancelará su membrecía y se le dejará de enviar los relatos. Sin perjuicio de los cual aquella persona puede reincorporarse en el momento que lo desee.

6. Si durante tres semanas seguidas se reciben menos de cinco comentarios promedio por relato, el club se considerará terminado por falta de quorum.

Que tengan una buena lectura!!

Fragmentos de celuloide

Pequeño Jimmy, desde su casa, en este preciso instante: El zumbido de las hélices no me distraen del juego. Diminutas criaturas atari se reflejan en mis ojos. No pienso soltar el joystick. Mis viejos se acercan a la ventana. Mamá entra en pánico. Llora.

Capitán Sterling, piloteando, observa desde la cabina, ocho segundos después: Se asoma Santiago. Hemos ensayado este momento tantas veces. Ya deben saber que venimos. Nos escuchan. Pronto sonarán las sirenas. Ya no importa… es demasiado tarde. No podré dormir por semanas después de esto. No quedará nada… nadie.

Sobreviviente amnésico, entre la ruinas, veinte días más tarde: Sopla una brisa agradable. Pienso en zombies y en la Cosa del Pantano. No sé por qué. Agarro mi bolso y comienzo a caminar. Vuelvo la vista por última vez. No creo que regrese. Semanas buscando sobrevivientes y nada. Quizás quede alguien en el sur…

VISIONES DE 1899


De la versión extendida de Continuidad Prat, llamada ahora Y=Igriega

En el Capítulo 3…

–YO A USTED no le gusto.
–¿Por qué lo dice?
La cara metálica de Igriega se inclinó como si buscara una gestualidad imposible. Luego agregó:
–Porque no me habló durante el viaje. Tampoco cuando llegamos al hotel
–Son las siete de la mañana, agente Igriega. Créame, no tengo ganas de discutir con…
–Con una máquina.
–No quise decir eso. Sólo digo que es muy temprano, pasamos la mitad de la noche viajando y he dormido muy poco. No tengo ánimos ni ganas de discutir. Vuelva a su habitación, aún es temprano.
Igriega pestañeó rápido, de un modo tan antinatural que me heló por dentro. Siempre he detestado a los números, no porque no confíe en sus capacidades, sino por que temo de ellas. No tengo claro que pueden y que no pueden hacer. Menos entiendo la razón del porque los creamos, cual fue la idea tras su abominable invención. Si Europa entero los prohibió, porque demonios tenemos nosotros que hacernos cargo de ellos. Y tratarlos como iguales, que es aún más aborrecible.
–Disculpe inspector –su voz monocorde bajó de volumen. –Pensé que como Prat…
–Almirante Prat.
–Perdón, como usted diga. Decía que como el almirante Prat pidió que le enviáramos un telelocal a las ocho y media, tal vez le gustaría tener tiempo para desayunar.
–No desayuno.
–No lo sabía.
–No se preocupe, no hay problema. Ahora por favor regrese a su habitación. Nos encontramos en el lobby a las ocho y quince, ¿le parece?
–Me parece.
Y me dio pavor descubrirme mirando con morbo su curvilíneo cuerpo de metal.
Cerré la puerta y me asomé a la ventana, encaramada en el piso séptimo de un hotel cercano a la plaza de armas de Santiago. Las líneas de iluminación pública iban apagándose a medida que el sol despuntaba. En el edificio de enfrente, una gran pintura llamaba a los ciudadanos a votar por Balmaceda para su tercera reelección. “Porque el poder debe permanecer en Santiago”, rezaba la ultima línea del grabado.
No fue una noche fácil, nunca lo son. Tres horas en un aerocarril desde Concepción hasta la estación central de Santiago, luego cuatro más encerrado en un hotel de gobierno intentando conciliar el sueño. Otra noche entera en vela. Los pocos minutos que conseguí cerrar los ojos fui interrumpido por otra pesadilla. Necesito curarme de ellas de lo contrario voy a volverme loco.
Igriega no parece ser una mala máquina, no tiene la culpa de lo que siento hacia ellas. Rebolledo me envío su carta de vida para que conociera sus habilidades y dispusiera como usarlas. Es buena rastreando cosas y encontrando pistas, pésima tiradora lo que me da algo de calma. Según el comisario hace un par de años tuvo su momento de gloria. Ella había sido la número encargado de la investigación del caso del esqueleto de la ballena varado en coronel. Un cadáver gigantesco que arrastraba otro más pequeño, los huesos de un hombre sin piernas. Cuando ocurrió aposté que no iban a resolverlo, lo que arrastra el mar se tiene que quedar en el mar, como el asunto del barco fantasma de hace un par de días. No me equivoqué, jamás lograron averiguar la identidad del muerto de la ballena. Se tiraron hipótesis de todo tipo, de esas que sólo abren más preguntas. Igriega participó del caso y se convirtió en algo parecido al rostro oficial de él. Según Rebolledo, a pesar de que el enigma se cerró, ella aún usa su tiempo libre para buscar el origen del muerto de la ballena. El muerto de la ballena, me gusta como suena eso. Alguna vez alguien me contó que los indios del sur decían que las ballenas transportaban el alma de los muertos en batalla.
El esfuerzo de regresar a la cama hubiese resultado inútil. La mañana ya había caído sobre la ciudad y con ella se habían esfumado mis ganas de continuar tratando de dormir. Fui hasta el telecable y pedí a recepción que me enviaran un periódico, luego me dirigí al servicio y abrí el paso del agua caliente para llenar la tina. La fuerza de las calderas hizo rechinar las tuberías, mientras el cuarto comenzaba a llenarse de vapor. Me gusta así, que casi queme.
El diario El Mercurio no hacía referencias a los atentados. Era como si los incidentes no existieran o como si los redactores y reporteros del periódico estuviesen anclados en una realidad paralela, donde todo corría al sabor de un buen jugo de naranjas. Ya era oficial la firma de un tratado entre la marina imperial Japonesa y los astilleros nacionales para la construcción de seis blindados aéreos de tres torres; noticia que un columnista aprovechó para tirar dados acerca del peligro de una carrera armamentista en el Pacífico entre Tokio y Washington propiciado por la tecnología chilena. La foto de portada era la de un sujeto de cara ancha y rostro arrugado llamado José Harriman, un explorador nacional que a bordo del Intrépido, su nave de investigación, anunciaba el descubrimiento de una isla perdida cerca de Java, en el océano Indico. De acuerdo a sus declaraciones, en el sitio no sólo habían encontrado ruinas ciclópeas, restos de una civilización extinta hace milenios, sino una peculiar fauna de criaturas prehistóricas que de alguna forma habían logrado sobrevivir hasta nuestros días. La isla de la Calavera, como según Harriman es llamado el peculiar hallazgo, será objeto de una completa investigación científica en el curso de los próximos dos años. Entre los objetivos planteados esta la captura de diversas especies nativas del lugar, como dinosaurios herbívoros o algún ejemplar de la extraña raza de gorilas gigantes radicados en los picos más elevados de la isla. La tripulación del Intrépido pedía premura a las autoridades en gestionar las autorizaciones necesarias, ya que según sus mediciones geológicas y vulcanológicas, la inestabilidad del terreno adelantaba un inminente hundimiento de la ínsula.

En el Capítulo 5…

–Y a propósito de tiempos nuevos –continuó delirando el almirante –han escuchado las noticias de Marte.
Preferí dejarlo hablar. Igriega lo miró, como si buscase su aprovación y luego añadió:
–Lo de las explosiones, señor.
–Exacto, lo de las explosiones, querida. De verdad la velocidad de las cosas me supera. Explosiones marcianas, quien podría haberlo pensado. Escuchó inspector que algunos hombres de ciencia han dicho que tal vez no se trate de eventos naturales, sino de estallidos de alguna clase de arma. Leía esta mañana a un inglés que advertía acerca de una posible invasión del planeta rojo. ¿Sabe lo que decía?
–Como puedo saberlo, señor –le respondí.
–Claro, por supuesto, como puede saberlo. Decía que de ocurrir lo que estaba vaticinando no teníamos de que preocuparnos, ya que Chile le había regalado al mundo la metahulla necesaria para defenderse de cualquier agresión de un pueblo hostil venido de las estrellas….De las estrellas –subrayó el viejo. ¬–¿Alguno de ustedes dos cree que algún día llegaremos a las estrellas?
–¿Almirante? –interrumpí, antes de que Igriega le respondiera al anciano.
–Veo que usted no, inspector –bajó su tono. –Pero en fin, dígame, señor Uribe, soy todo oídos.
La número me miró, tratando de entender el brusco cambio en los ánimos de la conversación. Y aunque era imposible, juraría que la vi sonreír.
–Pensé que íbamos a hablar del asunto de los atentados.
–Oh, claro, por supuesto. ¿Un café?





Cybersocialismo mágico


Ricardo Lagos Y Martina bajaron por un ascensor custodiado por dos milicianos GAP y su característica calvicie, que ostentaban en su brazo izquierdo la franja roja con la flecha bidireccional, símbolo de una fuerza que había evolucionado hasta convertirse en un ejército paralelo bajo la tutela de las fuerzas armadas, pero dependiente directamente del presidente de la república. Eran, para todo el país, la quintaesencia del “hombre nuevo” socialista: ideólogos, estrategas, ciudadanos, obreros, artistas, magos y guerrilleros. El compañero presidente les había otorgado la custodia de las instalaciones de SYNCO.

Los operarios de SYNCO (que son miles) viven en diferentes comunas aisladas del resto de la ciudad, en complejos habitacionales con vigilancia perimetral militar, para impedir el acceso o la salida de nadie. Los operarios de SYNCO son considerados de importancia estratégica para la Nación y como tales son protegidos. Durante la mañana ingresan buses blindados y sin ventanas a recogerlos a las comunas ubicadas en los altos de peñalolén y luego del turno son devueltos en los mismos buses,con custodia policial, helicópteros y jaurías de perros artillados corriendo en junto. No se pueden permitir que un operario sea asesinado, se fugue o peor aún, sea raptado por potencias extranjeras en la búsqueda por obtener información relevante acerca de SYNCO y su funcionamiento.

(año 1978)

Geminoid

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Geminoid es un robot a control remoto diseñado para ser el doppelganger del profesor Hiroshi Ishiguro, de la Universidad de Osaka University e invetsigador en la ATR Intelligent Robotics and Communication Laboratories.

De acuerdo al porfesor Ishiguro, más que un acto de narcisismo, el propósito tras la creación de Geminoid es explorar el concepto de tele-existencia —descubrir lo requerido para copiar la «presencia» de un humano para que exista en dos lugares al mismo tiempo. “Me pregunto si es posible separar el ser interior del exterior, para así crear una distancia entre el cuerpo y el alma», dijo Ishiguro.

Esa onda.