Tunguska 05


Llegado desde las frías entrañas de la galaxia, el visitante penetró el corazón soviético como la lanza el costado de cristo. Taladró corteza, manto, núcleo y manto de nuevo, surgiendo en el lado opuesto del planeta, cientos de metros bajo las olas del Pacífico, como un gusano que sale de una manzana.
Si en ese instante un hombre hubiese sumergido un telescopio en el mar y observado ls profundidades, tal vez hubiese visto el cielo ardiendo sobre las estepas de Rusia, así de perfecto era el agujero excavado por el invasor. Pero la sangre de la tierra y las heladas aguas del océano llenaron enseguida el pozo sin fondo, borrando el rastro y la trayectoria.
Y de todas formas, si un navegante curioso hubiese mirado hacia el abismo, el abismo le habría devuelto la mirada, enloqueciéndolo al instante.
Los bosques de Tunguska aún ardían furiosamente cuando las últimas burbujas llegaron a la superficie del Pacífico, liberando a la atmósfera el fétido aliento del recién llegado.
El ser, cansado tras su largo viaje por el vacío estelar, cerró los ojos gigantescos y soñó con la destrucción que un día causaría.
Sus terribles ronquidos aún resuenan en R’lyeh.

autor: Guayec Perdomo

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