Sant ag


AP (Reuteres). Las autoridades salieron de su mutismo y hoy a las diez de la mañana admitieron, en conferencia de prensa abierta, lo que todos ya sabíamos días atrás: Santiago está desapareciendo.
La primera denuncia conocida habría surgido en el paradero 45 de Gran Avenida, cuando la ahora famosa señora Alejandra Sánchez estampó una denuncia en Carabineros acusando el robo de toda su calle.
En un comienzo se trató de pequeños detalles, un peine de plástico, una edición inglesa de «War of the Worlds». Pronto el formato se amplió y asistimos al desvanecimiento de monumentos, de algún oscuro barrio deshabitado o los restos de ese edificio abandonado que nadie echaría en falta. Al cabo de los días el fenómeno cobró agallas y desaparecieron establos completos del Club Hípico con caballos y mascotas incluidas.
La autoridad a su vez negó que el gran accidente múltiple frente a La Moneda haya tenido alguna relación con los fenómenos recientes, pero testigos declaran haber visto desaparecer todos los semáforos en cuadras a la redonda.
A pesar de los intentos del gobierno de negar hechos tan evidentes como la repentina desaparición del río Mapocho, reemplazado por un camino de tierra, la situación llegó a límite cuando, una mañana, los santiaguinos fuimos testigos de la completa desaparición de la cordillera de los Andes.
Hoy, después del mediodía, ha comenzado lo más temido por todos. Las denuncias por la desaparición de personas, la desaparición de recuerdos, el olvido, el deja vu frente a cada hito del paisaje; el asalto a los albumes familiares para constatar la existencia de tal o cual familiar, que creemos recordar mientras nuestra memoria se diluye como la topografía de la urbe. Pronto vendrá el pánico general, la estampida desesperada frente a la inminente disolución del territorio, el horror de desaparecer de la memoria de la Historia en una vorágine de gritos de horror, hasta que el agua se calme y la superficie del recuerdo se vuelva un espejo transparente otra vez.
Me pregunto, ¿cuántas ciudades habrá desaparecido ya de la misma manera?

Santiago, 21 de diciembre de 2006

6 thoughts on “Sant ag

  1. Que hermosa metáfora sobre algo tan triste como el ólvido, me gusto harto la manera en como te das cuenta de que esta a esta sociedad le esta dando alzhaimer generalizado.

    Realmente notable…

    Saludos

  2. está bueno, lo puliría un poco, pero está bien bueno. ¿El cambio de «formato» hacia la frase final en primera persona es intencional? Quizá debiera leerse mejor «la transformación» a lo largo del escrito.

  3. escribo directo al blogger, así que todo lo que escribo es notoriamente «pulible» 🙂
    Lo de ir derivando a primera persona si que fue intencional. Quería partir como relato periodístico y terminar con la reflexión de un testigo hablando desde su interior, desde el chiste hasta la tragedia.

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