José Carrasco Tapia y Patogallina

Uno
Ucronía típica: El periodista José Carrasco Tapia se salvó de la muerte a manos de fuerzas de seguridad de la dictadura en 1986, después del atentado contra Pinochet, y cambió con el tiempo sus posturas radicales para ser parte fundamental de los sectores de la Concertación que promovieron un entendimiento con el general. Llega a ser Ministro Secretario General de Gobierno en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y le toca recibir a Pinochet cuando llega de Londres en silla de ruedas y se pone de pie para su famosa carrera de diez metros planos. Le da la mano, le pasa el micrófono para que se dirija a la multitud, y después acuña una paráfrasis que lo hará famoso: «hay que respetar la libertad de expresión hasta que duela». En el año 2005, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile nombra a su recién inaugurada aula magna: «Auditorio de la Libertad de Expresión José Carrascto Tapia». Faride Zerán, directora, desmiente que haya tenido que enfrentar la oposición de los académicos que querían nombrarlo «Auditorio Ascanio Cavallo», en honor al periodista asesinado por el FPMR dos meses antes del ajusticiamiento a Jaime Guzmán. «La libertad de expresión cruza las ideologías» dice la periodista, cuya revista cultural Rinoceronte* es financiada por fondos del Ministerio Secretaría General de Gobierno.

*Esto no es una ucronía. El 2005, en nuestro plano de realidad, el periodista Fidel Oyarzo, invitado a la Escuela de Periodismo de la U. de Chile (al Auditorio José Carrasco Tapia), felicitó a su directora Faride Zerán por su importante revista «Rinoceronte». «Rocinante, Fidel, Rocinante» respondió ella con fríos modales.

Dos
Ucronía típica más rasgo personal: Una pareja de tipos cualquiera (o sea, dos tipos que no son espejos o amigos míos), digamos Daniel y Bárbara, se separan poco antes de casarse, el 2004. Tristes, desolados, en fin. Las razones se ramifican hacia el pasado. Se han peleado mucho, la relación no iba bien, lo usual. ¿Por qué no iba bien, por qué peleaban tanto? Fundamentalmente por el estrés que le genera su poco éxito en los negocios. El es veterinario: la tienda y clínica para perros y gatos que han instalado en San Bernardo no va bien. ¿Por qué no? Hay mucha competencia, otras cuatro tiendas y clínicas para perros y gatos en la zona copan el mercado. Otro compañero de ambos, veterinario también, instaló su propia clínica veterinario, pero con un rasgo diferenciador: está orientada a patos y gallinas (y otras aves, de las que abundan en San Bernardo). Un éxito. Remontémonos más atrás: en algún momento, al salir de la Universidad, Daniel y Bárbara pudieron haber puesto una clínica/tienda para patos y gallinas. ¿Por qué decidió hacerlo para perros y gatos? Por una razón secreta, íntima, y tierna: Daniel y Bárbara se conocieron en el recital de La Perrogatuna Soundmachin, la parte sonora del colectivo teatral La Perrogatuna, y luego fueron al teatro a ver «El húsar de la muerte» de la misma Perrogatuna, y allí se dieron el primer beso. Etcétera, etcétera. Así que la decisión de la clínica/tienda veterinaria (que de hecho se llama Perrogatuna) es un homenaje de los novios al colectivo. ¿Y por qué el colectivo se llama la Perrogatuna? Por que su fundador vio un rayado que decía Perrogatuna, un homenaje al ex presidente Patricio Aylwin, que fue conocido como El Perro Bravo por su famoso discurso donde defendía la justicia ‘por sobre todas las cosas’, y su enfrentamiento directo a Pinochet cuando decidió sacar sus tanques a la calle, en el segundo año de gobierno democrático, donde su valentía terminó creando el clima propicio para que el ex dictador fuera juzgado en 1995, abriendo los espacios democráticos que permitieron, entre otras cosas, reirse de los tipos que pretendieron censurar películas en plenos años 90, y entre otras cosas más importantes, cambiar en 1997 la Constitución, acabando con los últimos enclaves autoritarios (el Consejo de Seguridad, los senadores designados, y el sistema binominal). Pero Aylwin también era un abuelito ‘tierno como un gato’ (las revistas de estos tiempos lo dijeron así), y de ahí salió el rayado que el fundador de la Perrogatuna decidió inmortalizar. De lo general a lo particular, de lo histórico a lo personal. Aylwin es el presidente más valiente de la transición democrática, un colectivo teatral se bautiza La Perrogatuna en honor a él, una pareja de veterinarios recién egresados toman una decisión económica errónea por razones románticas, el negocio va mal, Daniel se estresa y pelea con Bárbara, en las vísperas de su matrimonio deciden separarse definitivamente.

Bárbara piensa, tras varios días de llorar mirando su vestido de novia, que si las cosas hubieran sido diferentes, no en los últimos meses sino muchos años atrás (Bárbara tiene el tercer lóbulo cerebral con capacidades para-ucrónicas desarrolladas, pero no lo sabe), si Patricio Aylwin hubiera aceptado tapar los vergonzosos casos de cheques a nombre del hijo de Pinochet, si hubiera dicho en su discurso alguna mezquindad como «haremos justicia sólo en la medida de lo posible», si hubiera pasado a la historia como un pusilánime, si el rayado en la pared hubiera dicho Pato Gallina (o sea, Patricio Cobarde, Patricio Aylwin Maricón) en vez de Perro Gatuna, si el colectivo teatral se hubiera llamado Patogallina, entonces ahora la tienda de Daniel sería Patogallina y sería un gran éxito, atendiendo a todas las especies aviares en el corazón de San Bernardo. Es ridículo, piensa Bárbara, rompiendo el vestido, si todo eso hubiera pasado viviríamos en un Chile de mierda y Daniel y yo estaríamos locos y el autor de esta mierda estaría diciendo ridiculeces y todo sería un gran y rebuscado absurdo, es ridículo, es ridículo.

Pero yo estaría casada y feliz, piensa antes de soltar una última lágrima y enfrentar el futuro.

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