¿Por qué el mundo necesita a Superman?

por Jorge Baradit M.

Si Lois Lane no pudo escribir el artículo, al menos déjenme intentarlo a mí.

¿Por qué el mundo necesita a Superman? Creo que la pregunta se responde sola, ¿no? Basta con mirar CNN, la vieja copuchenta de la cuadra en esta era global, que te dice al oído lo mal que está todo; de cómo Osama parece que se está metiendo con la mujer del vecino, de Georgie que al parecer gusta de encargar ropa interior femenina que no es precisamente para su señora, de cómo Juanito fabrica bombas nucleares en el patio de atrás de su casa; o de Juanita, que llevó sandwiches de lomitos cortados de los cadáveres de sus padres a la toma del Carmela Carvajal.

En fin, NUNCA hemos estado más necesitados de un hermano mayor que nos diga lo mal que lo estamos haciendo, que nos zamarree y nos diga que no hay que descuartizar, rostizar, bombardear, envenenar a nuestro prójimo. Rogamos, igual que los psicópatas asesinos, que llegue el policía adecuado y recibamos nuestro merecido porque no nos vamos a detener nunca. ¡¡Dios!!!…¡Si, tú!!!…¡allá arriba!!!!…es que no te diste cuenta que el primer hijo que mandaste no resultó??!!! Fué como mandar a Mahatma Ghandi a parar los stealth que destrozaron Bagdad. No, Dios, las cosas no funcionan así. Fué una buena idea, lo admito. Eso de inocular en cada persona el amor por el prójimo para asegurarnos de que todos viviríamos happily ever after no funcionó…no pasaron cien años y ya estábamos amando al prójimo a espada limpia. Esta película te lo dice a gritos, necesitamos que nos envíes a your only son otra vez, pero en versión cowboy!! que vaya por ahí amándonos pero kicking tha bad guy asses también!! Alguien que no dependa de la realpolitik o que no responda a los intereses de las transnacionales o que necesite el apoyo de tal o cual facción para defender al pobre peatón de las Isapres y de los suicidas explosivos. Alguien limpio, bueno y amoroso que nos defienda, que ponga el pecho ante las balas de los malditos, porque hay que decirlo: esto es como si los matones y pesados del curso se hubieran hecho cargo de todo el colegio. Los hijos de papi y los tontones de 1.80 mt manejan ésto y no hay carabinero que nos defienda porque trabajan para ellos, ni cura que nos defienda porque trabajan para ellos, ni gobieno que nos defienda porque los financian ellos. Por eso inventamos superhéroes, porque lloramos por alguien que nos defienda DE VERDAD. Somos huérfanos, estamos abandonados, desde que tu otro hijo se fué estamos solos y a expensas de los lobos y las hienas, desamparados cuando prometiste defendernos. Mándanos a tu único hijo de nuevo, por la cresta, pero en versión John Wayne, amable con las mujeres, bien peinado y buena onda con los niños. Alguien que de verdad pueda hacerle frente a los matones del curso que nos quitan el almuerzo y nos sacan la cresta cuando quieren, de los georgies, los adolfos, los osamas, los sharones y los augustos señores de la patria.

¿Por qué el mundo necesita a Superman? Porque nos están sacando la cresta y tú no haces nada.

Se que me cuesta un poco que alguna película me guste del todo. Pero también es cierto que hay temas en los que no puedo ser objetivo. Para ser más franco todavía, comenzaron los títulos con esa música que ustedes conocen y quedé más entregado que novia en luna de miel. Mi corazoncito latiendo allá por 1979, sentado en el cine Velarde de Valparaíso, volvió a latir hoy y frente a eso no hay mucho por hacer.

Pero intentaré ser objetivo: la película es ¡la raja! Si bien no tiene un ritmo fácil y se toma su tiempo en comenzar a contar la historia, uno agradece que no hayan cedido a la tentación de hacer un nuevo producto muscular y adrenalínico lleno de ritmo frenético. Los estudios estaban concientes que ésta debía ser una buena película, “”cine” como le gusta decir a algunos amigos.

Desde que escuché del proyecto, hace ya varios años, me preguntaba ¿para qué? Batman de Burton pasó de moda, envejeció, había que actualizarla. Pero el SUPERMAN (1978), de Richard Donner, es una película definitiva. La película sigue siendo joven, fresca, contemporánea. Hacer un nuevo Superman era tan estúpido como hacer un remake de A NEW HOPE. Gracias a dios los estudios entendieron lo mismo y se embarcaron, sensatamente, en una película que entroncara con la anterior, usando lugares comunes, iconografía y homenajes hasta el cansancio (si, admito que casi me cansé. Si la señorita Tessmaker…perdón…miss Kowalski, llegaba a decir que su mamá vivía en las tierras que desaparecerían vomitaba ahí mismo), pero, ¿en qué estaba?..ah, si….siendo cochinamente condescendiente con una película de un guión tan lleno de hoyos como un queso grouyere. SUPERMAN RETURNS (Bryan Singer, 2006). Es tan grande el peso de la historia que hay momentos en que se vuelve un espéctáculo de trivia, como reconocer a Glenn Ford en una de las fotos sobre el piano de Martha, la escena donde Superman baja con el auto de los frenos cortados de la misma manera en que aparece en la famosa portada de Action Comics, el meteorito robado pertenece al mismo evento que el de 1978 (Addis Abbeba), y un largo etcetera. Pero, en fin, nadie le hubiera perdonado a la Warner vendernos un Superman estilo Tim Burton, como el que se perpetraba hace 10 años atrás, ni siquiera uno sin el mítico cachirulo en la frente, así de claro estaba lo que había que hacer. A pesar de que el homenaje se pasa de rosca y hay momentos en que el deja vu deja lugar a la certeza de que hay gato encerrado (no puede ser el mismo conflicto de aumentar la plusvalía de bienes raíces que aún no existen, por dios!), el espectador se deja llevar por los hechos suavemente aún cuando las razones para las cosas que ocurren no tengan patas ni cabeza (bien, finalmente entró a ver una película acerca de un hombre que vuela).

Quizá lo más interesante de la película es la manera como insisten cada cierto tramo en la divinidad de Kal-el, en un declarado paralelismo con Cristo. Porque la película es mesiánica, Hay un espíritu que habla diciendo haber enviado “a su único hijo” para ayudar a los seres humanos, está la escena de la mujer encontrando “la tumba vacía” y al resucitado desaparecido; Serrano mencionaría que es kristiana (con k) y seguramente haría notar el biotipo ario de kal-el (el “obermensch”) y su relación con la Hiperbórea ártica, las bases arias en el polo, el rayo verde y la tecnología de cristales. Es una película mesiánica, es el Cristo de la segunda venida, poderoso y destructor. Un poco gay eso si, pero qué estereotipo masculino de hoy no lo es?

Lo que nunca entendí era de qué le servía al guión que Superman “volviera de Krypton”. No sirvió para nada más que para hacer un juego de palabras con el título y la expectativa marketera. Lois se podría haber casado igual, todo habría podido suceder sin ese pie inicial que no fué desarrollado en absoluto. No hubo conflicto interior en Kal el después de saberse solo en el universo, después de confirmar quie toda su raza estaba extinta, nada, solo tomó sus maletas y volvió a sentarse a su escritorio como si nada. Quizá los gringos querían perdonarle el no haber estado ahí para el “septiembre 11” y haber detenido esos aviones. De hecho los 5 años coinciden perfecto.

En fin, como veo que no voy para ningún lado, prefiero detenerme aquí y confesar mi incapacidad para analizar esta película. No me pueden pedir que mantenga mi mente equilibrada cuando el azuloso rescata un avión en plena caída, y se pasa toda la película evitando que ocurran esas cosas que en la realidad ocurren y destrozan nuestro corazón. Cuando reparte second chances a diestra y siniestra y evita que tengamos pesadillas con esos momentos en que nuestra vida cambió y no hubo ningún encapado que lo evitara. Cuando soñamos con ese accidente que destruyó nuestro futuro, con ese instante en que un revólver, o un avión, o un tren se cruzan en nuestros caminos y nada hay por hacer. Sups es un sueño doloroso, una esperanza del mismo tamaño del problema: imposible.

Cómo analizar, entonces, el sueño imposible de toda la humanidad?

Se puede, la película está llena de problemas, pero, ¿sabes qué? prefiero quedarme con el gustito a cine Velarde, año 1979, y la emoción que todavía tengo en el corazón. Para lo otro está Pasalacqua.

Jorge Baradit M.

The end is always near

Nombre: James Douglas Morrison
Alias: Jim, El Rey Lagarto
Grupo de filiación: The Doors
Nació en: Melbourne, Florida, EE.UU., el 8 de Diciembre de 1943
Falleció en: Paris, Francia, el 3 de julio de 1971

Nombre: William Seward Burroughs
Alias: Uncle Bill, William Lee, el Hombre Invisible
Grupo de filiación: Beatniks Nació en: St. Louis, Missouri, EE.UU., el 5 de febrero de 1914
Falleció: en Lawrence, Kansas, EE.UU., el 2 de agosto de 1997

Nombre: James Howlett
Alias: Wolverine, Logan, Arma-X, Patch
Grupos de filiación: X-Men, Alpha Flight, Fantastic Four, Clan Yashida, New Avengers, etc.
Nació en: Alberta, Canadá, a mediados del siglo XIX
Falleció en: un par de futuros alternos que no llegaron a ocurrir

De la anterior lista estoy seguro que mis potenciales lectores estarán familiarizados con al menos una de las personas citadas, porque he de hablar de personas y no de personajes ya que los tres son para mí igual de reales, ya que, cómo diría Miguel de Unamuno en Tres novelas ejemplares y un prólogo: ¿Cuál es la realidad íntima, la realidad real, la realidad eterna, la realidad poética o creativa de un hombre? Sea hombre de carne y hueso o sea de los que llamamos ficción, que es igual. Porque Don Quijote es tan real como Cervantes; Hamlet o Macbeth tanto como Shakespeare…

Es muy probable que de las tres prominentes figuras que he llamado a comparecer en mi escrito los dos James: Morrison y Howlett se disputen el cetro al más popular, de hecho tal vez no sería mala idea verlos enfrentados a muerte en el Celebrity DeathMatch de MTV, pero dudo que Jim Morrison fuese un digno rival para el mutante de las garras de adamantium, aunque ciertamente que se han visto resultados insospechados en el programa de Johnny Gomez y Nick Diamond. Tal vez si fuese una pelea de relevos, Morrison podría acudir a Ray Manzarek para que aburriera hasta la muerte a Wolverine con uno de los interminables solos de su órgano hammond, sabemos lo sensibles que son los oídos de Logan. Pero si se trata de una pelea de relevos Wolverine podría tener de compañera a Dazzler, que como todo marvel-zombie sabe puede convertir el sonido en energía y hacer estallar en pedazos a Manzarek y su órgano tal y cómo ocurre al final del video para Epic de Faith no More.

¿Será necesario que me adentre en la biografía de Bill, Jim y Logan antes de exponer las redes que los conectan? Tal vez valga una breve reseña, después de todo siempre cabe la posibilidad que estas notas posean algún propósito pedagógico para las nuevas generaciones (lo que no deja de ser discutible).

El Rey LagartoJim Morrison se interesó tempranamente por la literatura, era un alumno sobresaliente y poseía un CI de 149. Estudió Artes Teatrales en la Universidad de California y junto a su compañero de estudios Ray Manzarek (tecladista), John Densmore (en batería) y Robbie Kriger (guitarra), formaron el grupo que bautizarían en 1965 como The Doors, nombre proveniente del libro sobre la mezcalina de Aldous Huxley titulado The Doors of Perception, a su vez una cita un poema de William Blake: If the doors of perception were cleansed / All things would appear infinite. El primer álbum de la banda data de 1967 e incluía clásicos como Break on Through (to the Other Side) y The End. En julio de 1967 la banda tuvo su primer hit con Light My Fire.

Tal y como los beatniks a fines de los 1950’s intentaron unir el jazz y la poesía, Morrison encontró en la música una forma de canalizar su proyecto poético añadiéndole aspectos teatrales. El mítico alter ego de Morrison, el Rey Lagarto, apareció por vez primera en al álbum Waiting for the Sun (1968) en un poema impreso en el interior de la carátula del vinilo llamado Celebration of the Lizard King. Morrison decidió “explorar los límites de la realidad” abusando del alcohol y las drogas lo que afectó notablemente su performance artística. En 1969 en un concierto en Miami, Jim fue acusado de exposición indecente al mostrar su pene a una audiencia de 10.000 personas y fue arrestado luego del concierto para no provocar un estallido de violencia en el público. Luego de esto Jim tomó distancia de sus fans, se dejó crecer la barba y dedicó su tiempo a proyectos que no involucraban a los otros Doors. Morrison estuvo sentimentalmente ligado a Pamela Courson a quien llamaba su “compañera cósmica” y a Linda Ashcroft pero contrajo nupcias con la crítica de rock Patricia Kennealy en 1970.

Luego de finalizar las grabaciones para L.A. Woman, Morrison huyó a París donde esperaba seguir una carrera literaria. Su primer libro, The Lords and the New Creatures, fue publicado por Simon and Schuster en 1971. El 3 de Julio de 1971, Jim fue hallado muerto en el baño y enterrado en el cementerio Pére Lachaise de París, desde donde algún fanático robaría su lápida posteriormente. La única persona en ver el cadáver de Morrison fue Pamela Courson que llamó a un médico quien firmó un certificado de muerte ilegible y de quien nunca se volvió a saber. La causa del fallecimiento fue señalada como un ataque cardíaco.

Uncle BillJim Morrison murió a los 27 años mientras que William Burroughs a los 83 por lo que imaginarán lo extensa que es su biografía en comparación.

Desde muy temprano William Burroughs fue considerado como un joven brillante pero extraño y “algo siniestro”. Bill nació en una familia prestigiosa y acaudalada, su abuelo paterno, quien se llamaba igual que él, inventó una máquina calculadora que derivó en máquina registradora, mientras que la madre de Bill, Laura Lee, era descendiente del general confederado Rober E. Lee. Su padre, Mortimer Burroughs, poseía la compañía The Burroughs Corporation. Pese a esto y a recibir la mejor educación que un entorno social y familiar como el suyo podía ofrecer (incluyendo Harvard), Bill dejó todo de lado y se marchó a Nueva York donde se involucraría con criminales de baja calaña, drogadictos y toda clase de perdedores aparentemente sólo por “diversión”. Pese a que muchas familias acomodadas hubiesen exiliado inmediatamente a tal oveja negra los padres de Bill aceptaron su estilo de vida y no le privaron de su generosa mesada. Bill llegó incluso a estudiar medicina en Viena pero solo por seis meses ya que hubo de huir de regreso a casa ante la inminente invasión Nazi.

En 1940, Bill estuvo internado en un hospital psiquiátrico durante un mes luego de cortarse un dedo para impresionar a uno de sus amantes. Dos años después fue llamado a enlistarse para luchar en la Segunda Guerra Mundial pero fue descartado ya que el Ejercito de los Estados Unidos no deseaba pacientes mentales entre sus filas (menos aún si estos eran pacientes mentales gays). Desechado por su país, Bill permaneció en Nueva York en compañía de sus amigos criminales y desempeñándose de exterminador de plagas, obrero de una fábrica, redactor y barman. Para ese entonces Bill ya se drogaba habitualmente con benzedrina, morfina y heroína y, además de los delincuentes de poca monta su círculo de amistades lo componían junkies, homosexuales, e intelectuales jóvenes que incluían a los estudiantes de la Universidad de Columbia Allen Ginsberg y Jack Kerouac.

Durante esta época Bill conoció a la inteligente y hermosa Joan Vollmer, con la que dejó de lado sus preferencias homosexuales y contrajo nupcias. Fue un periodo feliz de drogadicción, orgías y discusiones de alto nivel intelectual para Bill que terminaron con su arresto por falsificar recetas médicas para obtener droga. Poco después, Joan fue internada por una psicosis derivada de su prolongado uso de benzedrina. Apenas Joan salió del manicomio y Bill logró solucionar sus problemas legales, ambos abandonaron Nueva York dirigiéndose a Texas a cultivar naranjas. Durante este vida de granjeros Joan dio a luz a William Burroughs III (ella ya tenía una hija de cuatro años de un matrimonio anterior). Los Burroughs parecieron “sentar cabeza” y Bill estaba contento de poder disparar sus armas a su antojo al poseer un terreno de tierra tan amplio como la granja. Pronto se les unió un viejo amigo junkie y el consumo de alcohol y drogas empezó nuevamente.

Alrededor 1948 la familia Burroughs se mudó de Texas a Nueva Orleáns y de ahí a México donde Bill comenzó a redactar en 1950 su primer libro a instancias de un viejo compañero de Harvard. El manuscrito se título Junkie. Complacido con los resultados, Bill escribió otro libro semi-autobiográfico llamado Queer. Pese a que Junkie fue publicado en 1953 en formato pulp, Queer no encontraría una editorial que se atreviese a publicarlo sino hasta 1986. El 7 de septiembre de 1951, un alcoholizado Bill mató a Joan de un disparo en la cabeza jugando a Guillermo Tell. Fue detenido por imprudencia criminal y encarcelado mientras esperaba su juicio. El abogado de Bill consiguió que lo liberaran bajo fianza pero luego el mismo abogado terminó matando a alguien y huyendo del país. Bill optó por seguir su ejemplo y comenzó su periplo por América del Sur en busca de la ayahuasca usada por los chamanes, supuestamente más poderosa aún que el LSD en sus efectos alucinógeno-místicos.

Luego Bill se trasladó al Norte de África he hizo de Tánger su residencia. Tánger era un paraíso de droga y jovencitos que se prostituían, el sitio ideal para Bill. Durante esta época comenzó a gestarse el célebre Almuerzo Desnudo.

Kerouac y Ginsberg ayudaron a Burroughs en Tánger en 1957 a reunir y editar los manuscritos dispersos y Gysin y Sinclair Beiles de Olympia Press hicieron otro tanto en Paris en 1959. Una vez que Maurice Girodias de Olympia publicó El Almuerzo Desnudo en Francia en 1959, Grove Press comenzó los preparativos para su publicación en los Estados Unidos, concientes de los posibles problemas legales. El amante de Lady Chatterley, Aullido y Trópico de Cáncer eran objeto de censura judicial en aquel tiempo y el servicio de Aduana tenía órdenes de confiscar todas las copias del Almuerzo… traídas de Francia. Luego que Grove publicara El Almuerzo Desnudo en 1962 tuvo que defender la novela contra la censura de los académicos, de la Oficina Postal de los Estados Unidos, del Departamento de Aduana, y de los gobiernos estatales y locales ante la corte de Boston, además de preparase para hacer lo mismo en Los Ángeles. El caso en Los Ángeles fue sobreseído en 1965 pero el juez de Boston determinó declarar El Almuerzo Desnudo obsceno. El caso fue apelado en la Corte Suprema de Massachussets y la decisión del juez de Boston fue revertida en 1966. El juicio de Boston marcó un precedente muy importante al ser el último gran juicio de censura de una obra literaria en los Estados Unidos.

La nueva visión que presentaba El Almuerzo Desnudo era una forma experimental derivada de la pintura, la fotografía, el montaje cinematográfico y el Jazz (justamente las manifestaciones artísticas que principalmente me interesaban.) La técnica básica que Burroughs eligió emplear es la yuxtaposición, llamado collage o montage en las artes visuales. La estructura de El Almuerzo Desnudo es un montaje de “rutinas’”que teóricamente pueden ser leídas en cualquier orden. Burroughs anuncia esta estructura en el Prefacio atrofiado cuando dice, Puedes meterte en El Almuerzo Desnudo en cualquier punto de intersección y La Palabra está dividida en unidades que juntas forman una pieza y así deben de ser tomadas, pero las piezas pueden ser consideradas en cualquier orden.

Luego de esto y mientras residía en París, Bill se obsesionó con la técnica del “cut up” desarrollada por su amigo Brion Gysin en 1959 cuyos resultados literarios pueden apreciarse en Nova Express y que Bill no sólo se limitó a la palabra escrita sino también a las imágenes fotográficas y grabaciones sonoras (de estas experiencias llegó a la idea del lenguaje como virus). Bill también se involucro por aquel entonces con la Cientología del escritor de ciencia ficción convertido en gurú L. Ron Hubbard, pero a medida que se involucraba más en la “Iglesia” Bill descubrió que Hubbard era un fascista cuyo único interés era el control mental de su seguidores para asegurarse su lealtad y dinero. Bill abandonó la Cientología y denunció todo lo que había visto allí.

Bill continuó explorando nuevas formas de liberar la mente del control del lenguaje así mismo como explotar su rol de celebridad underground que lo llevaría desde aparecer en la célebre carátula del Sgt. Pepper de los Beatles a colaborar con músicos y bandas tales como Ministry, Skinny Puppy, Laurie Anderson, the Disposable Heroes, R.E.M, U2, etc.

Bill también apareció en un par de películas como Drugstore Cowboy de Gus van Sant y Even Cowgirls Get the Blues.

Como ironía final cabe señalar que el autor de obras tan perturbadoras y revolucionarias siempre fue recordado por quienes le conocieron como una persona extremadamente amable y educada.

Arma-XWolverine debutó en las páginas de Incredible Hulk #181 (noviembre, 1974) siendo presentado como “el primer superhéroe canadiense” (aunque técnicamente hablando, Wolverine apareció inicialmente en la última página de Incredible Hulk #180). En su primera misión presentada a los lectores, Wolverine fue enviado por su gobierno a detener la monstruosa furia destructiva de Hulk y el Wendigo y podría perfectamente haber caído en el limbo de los segundones luego de esto de no ser por el ya clásico Giant-Size X-Men #1. Tras cinco años durante los cuales habían estado a punto de ser cancelados, Marvel entregó a los mutantes en manos de Len Wein y Dave Cockrum, los que en una decisión sin precedentes para aquella época, ensamblaron un grupo con personajes de países que no fueran Estados Unidos, y etnias que no fueran la anglosajona. Tras su encuentro con Hulk, Wolverine fue reclutado por el Departamento H para tomar el mando de Alpha Flight y es cumpliendo dichas funciones que lo encuentra Charles Xavier quien estaba en la búsqueda de mutantes que le ayudaran a rescatar a sus pupilos de las manos de Krakoa, la isla viviente. Una vez derrotado Krakoa, Wolverine decide permanecer con los X-Men al enamorarse de Jean Grey.

Wein sólo realizaría guiones para los números 94 y 95 de esta exitosa nueva etapa dejando el título en manos de su asistente Chris Claremont que se encargaría de relatar las aventuras mutantes durante diecisiete años interrumpidos (a partir del número 96 hasta el 279 de la colección).

Cuando Wolverine pasó a engrosar las filas de los X-Men, Claremont decidió que había que darle algún poder ya que además, no le agradaba la idea que las garras de adamantium fueran parte de los guantes, ya que cualquiera que se hiciera con ellos podría ser Wolverine. Por esto Claremont decidió que las mortíferas zarpas retráctiles provendrían de los antebrazos del canadiense, revelándose posteriormente que no sólo estas, sino todo el esqueleto de Wolvie era de adamantium.

Claremont además estableció que Wolverine era mayor de lo que originalmente se había planeado agregándole además el factor de curación y el background samurai que le ayudaría a controlar sus excesos salvajes. En cuanto al origen del adamantium de Wolverine, Claremont lo vincula con el proyecto de armas especiales canadiense denominado Arma-X y da pistas que el proceso mediante el que este metal puede ser adherido a células óseas habría sido robado a un noble japonés llamado Lord Dark Wind. Las circunstancias mediante la cual Wolverine llega a obtener el adamantium son descritas en Arma X, publicada originalmente en 1990 en los números del 72 al 84 de Marvel Comics Presents con guión y dibujo de Barry Windsor-Smith. Arma X nos muestra a un Logan secuestrado por un grupo de científicos (con el Dr. Cornelius a la cabeza) que además de inyectarle el adamantium lo someten a un complejo lavado de cerebro, implantes de memorias falsas y a duros entrenamientos que incluían luchar contra lobos, osos salvajes y tigres siberianos. A cargo del proyecto está un misterioso personaje conocido sólo como el Profesor, el que a su vez parece trabajar para un desconocido con el que se comunica vía telefónica.

La idea detrás del proyecto Arma X era la creación de supersoldados que luego serían devueltos a la vida pública como “durmientes”, sujetos con memorias adulteradas que llevarían vidas comunes y corrientes hasta ser despertados para cumplir órdenes. Un software denominado Shiva sería el encargado de vigilar a los supersoldados que, en caso de descubrir su verdadera naturaleza, serían eliminados mediante el uso de robots (Wolverine logró engañar a Shiva haciéndole creer que lo había matado).

Junto a los X-Men, Wolverine enfrentó amenazas de todo tipo, pero no fue sino hasta su enfrentamiento con Omega Red que comenzó a dudar de los recuerdos que poseía. Los recuerdos de haber sido un Samurai en Japón; un operativo mercenario para el Servicio Central de Inteligencia; y un hombre salvaje en los bosques canadienses, bien podrían ser falsos debido a los extensos implantes mnemónicos a los que fuera sometido por Cornelius y compañía.

Logan tiene por lo menos un recuerdo verdadero de su pasado: haber conocido al Capitán América durante la Segunda Guerra Mundial, hecho que fue verificado por este último y que ha sido llevado a la pantalla tanto en la serie de X-Men para Fox Kids (donde Wolverine y el Capitán América luchan contra el nazi Cráneo Rojo) como en X-men: Evolution (que los muestra en un operativo de rescate en un campo de concentración, del cual Logan salva a un joven Magneto).

Los hechos descritos en Arma X supuestamente transcurren poco después de la segunda guerra mundial, por lo que no se sabe nada de Wolverine hasta que es encontrado por James Hudson (líder de Alpha Flight) y su esposa Heather, durante su luna de miel en el parque Wood Buffalo National, donde Logan aparentemente habría estado viviendo como un animal salvaje desde que se escapara del proyecto Arma X. Los Hudson ayudaron a Logan a rehabilitarse y cuando el mutante estuvo de nuevo en forma se unió al Departamento H del gobierno canadiense con el nombre clave de Wolverine. A partir del crossover Atracciones Fatales es que Wolverine descubre que las garras que él creía producto del proyecto Arma X son en realidad extensiones de su propio esqueleto, la forma en que se entera de esto sin embargo no podría ser más dolorosa: durante una batalla en la estación espacial Avalon, Magneto le extrae el adamantium a Wolverine a través de sus poros (X-Men #25). Como argumento adicional es revelado que el adamantium estaba previniendo a Wolverine de seguir mutando, sin el metal Logan fue convirtiéndose rápidamente en un ser de instintos feroces y sentidos agudizados hasta extremos insoportables (Wolverine #92). Como resultado de esto Wolverine abandona a los X-Men hasta que Xavier vuelve a solicitarle ayuda para rescatar a sus pupilos de otra amenaza: la invasión Falange.

Posteriormente Logan es capturado por el enloquecido hijo de Cable: Tyler Dayspring (alias Genesis) con el propósito de convertirlo en uno de sus jinetes. Genesis había obtenido adamantium destruyendo el cuerpo del mercenario conocido como Cyber, y planeaba recrear el proceso mediante el que se había unido el indestructible metal al esqueleto de Wolverine. Esta vez sin embargo Logan rechaza el implante e involuciona a un estado semi-salvaje con un factor de curación aún más acelerado. La novia de Daredevil, Elektra, se encargaría de recuperar al hombre ‘atrapado’ al interior de la bestia.

Durante siete años Wolverine permaneció sin adamantium y los lectores se dividieron entre los que querían que el metal fuera enlazado nuevamente al esqueleto de Logan y los que no (a una pequeñísima minoría nos daba lo mismo). Ganaron los primeros, y en el aniversario número 25 en las páginas del Wolverine #145, Logan recupera el indestructible metal. Esta no es la única sorpresa ya que este número además nos revela que un Skrull había estado reemplazando al verdadero Logan desde Uncanny X-Men #371 siendo este impostor el que moriría a manos del más temible de los Jinetes del Apocalipsis, ¡qué a su vez no sería otro sino el mismísimo Wolverine!

El 2001 Joe Quesada, Bill Jemas y Paul Jenkins decidieron que ya era hora de contar el verdadero origen de Wolverine, cosa que hicieron junto a Andy Kubert en una miniserie de seis números titulada Origin.

Origin transcurre a fines de 1880 y está narrada desde el punto de vista de Rose, una chica canadiense, que tras quedar huérfana, es llevada a trabajar para los Howletts, una rica familia que reside en una vasta hacienda. Los Howletts conforman un curioso grupo: el señor de la casa parece un buen tipo, pero su esposa vive encerrada en su habitación y Rose descubre accidentalmente que luce marcas de garras en su torso. El hijo de este matrimonio, James, es un niño enfermizo y sensible. Ninguno de ellos parece haberse recobrado de la misteriosa muerte del hermano mayor de James pocos años antes. El abuelo, patriarca de la familia, es un viejo amargado que constantemente le reprocha a su hijo John, ser demasiado blando. Además están Thomas Logan, el capataz alcohólico que detesta a sus patrones (aunque ha tenido un affaire con la Sra. Howlett), y su hijo apodado Dog, que en un principio establece amistad con James y Rose pero que posteriormente se vuelve contra ellos a causa del constante abuso físico al que le somete su padre.

Logan es despedido luego que su hijo mata al perro de James, durante la noche ambos entran armados a la casa de los Howlett tomando por rehén a Rose a la que obligan llevarlos al dormitorio de sus patrones, una vez allí Logan intentará convencer a la Sra. Howlett que se marche con ellos. Pero en eso entra John y Logan lo mata de un disparo. El joven James que ha sido despertado por el ruido se encuentra con la sangrienta escena y su poder mutante se manifiesta en la forma de garras de hueso con las que asesinará a Logan y rasgará el rostro de Dog. Tras estos terribles hechos la madre de James se suicida y este huye de casa siendo encontrado por Rose que sin saber que hacer, acude al abuelo Howlett que les dará dinero para que desaparezcan. Y así, James y Rose, abandonan Alberta y se dirigen hacia British Columbia en Canadá donde llegan a un pequeño pueblito minero donde deciden trabajar para ganarse el alimento. Cuando le preguntan a James cual es su nombre Rose se adelanta y responde “Logan” (no olviden que James estaba siendo buscado por las autoridades). Smitty, el tipo a cargo de la mina entabla amistad con los jóvenes fugitivos y James, o mejor dicho Logan, además de trabajar como minero se convierte en un hábil cazador y en el macho alfa de una manada de lobos, con los que se terminará marchando luego de matar accidentalmente a Rose de la cual tanto él como Smitty, se habían enamorado (éste es un resumen del artículo W de Wolverine publicado en el x-pecial mutante del Calabozo del Androide #1, julio 2003).

Vasos comunicantesLuego de estas breves biografías ya podemos encontrar ciertas afinidades entre nuestros sujetos de estudio. Para empezar tanto para William Burroughs como para Jim Morrison su principal interés era la escritura (algo que no vemos presente en Wolverine, aunque sabemos que es un buen lector (gracias a los seis primeros números que Greg Rucka y Darrick Robertson realizaron del título) entre cuyos autores predilectos destacan principalmente autores norteamericanos como Henry Thoreau, Edgard Allan Poe, Chuck Palahniuk y Joseph Heller, autor éste último de la clásica novela anti-guerra Catch-22 (1961).

Algo que une a los tres: el Séptimo Arte, Wolverine ha aparecido (encarnado competentemente por Hugh Jackman) en las tres entregas de X-Men, Bill actuó él mismo en películas y cortos y Jim Morrison apareció (interpretado por Val Kylmer) en la película de Oliver Stone y en el olvidable filme El Mundo de Wayne 2 (que según recuerdo le causó ciertos problemas a Mike Myers con los herederos de Morrison).

Otro ente aglutinador: Los Simpsons. Ésta serie ya ha pasado a convertirse en algo así como el aleph de Borges ya que pareciera contenerlo todo. ¿William Burroughs?, referencia a la versión cinematográfica de David Cronenberg para El Almuerzo Desnudo en el episodio 3F17, Bart on the Road (31, marzo, 1996). ¿Jim Morrison?, referencias en el episodio 7G03 Homer’s Odyssey (21, enero 1990) donde Homero canta The End y en Selma’s Choice (9F11, 21, febrero 1993) donde una intoxicada Lisa proclama ser “La Reina Lagarto”. ¿Wolverine?, episodio DABF13 I Am Furious Yellow (28, abril, 2002) nos muestra a Stan Lee en persona (o en dibujo) reemplazando un cómic de la tienda El Calabozo del Androide por una de X-Men con Logan en la portada.

Podríamos, además, añadir otros detalles demasiado obvios que unen a Bill, Jim y Logan: su anhelo de libertad, su condición de rupturistas, su confrontación con la ley, etc. Pero ahora me voy a concentrar en conexiones mucho más específicas que los vinculan a los tres.

En cuanto a la relación Burroughs-Morrison el 15 de noviembre del 2000 fue lanzado al mercado por el sello Elektra Stoned Immaculate–The Music of the Doors, un disco tributo con la participación de los miembros originales de la banda. Este álbum difiere de los tributos usuales en ese aspecto y en el que además de las bandas “jóvenes” se incluyeron a músicos que fueron de influencia para los propios Doors como los bluseros John Lee Hooker y Bo Diddley. Bill participa de éste álbum con Is Everybody In?, una de las composiciones más destacables donde le podemos oír recitando The Celebration of the Lizard King mientras Morrison le acompaña en forma de sampleo gritando y repitiendo “is everybody in?”

En lo que a la relación Morrison-Burroughs respecta todo lo que sé es que El almuerzo desnudo fue una de las tantas lecturas de Jim de acuerdo a cierto fan acérrimo de los Doors que consulté. El mutante de las garras de adamantium por su parte cita tanto a William Burroughs como a Jim Morrison en dos de sus cómics. El primero corresponde al Arma-X #3 con guión de Larry Hama (1995) como decía el bueno de Billy Burroughs… “paranoia sólo es conocer la verdad”.

La cita a Jim Morrison acontece en la última página de la miniserie Snikt! (2003) De Tsutomo Nihei, Cómo decía ese tal Morrison, el futuro es incierto y el final está siempre cerca, murmura Wolverine tras regresar del futuro precisamente y aludiendo a una de las canciones mas bluseras de los Doors, Roadhouse Blues, la primera del álbum Morrison Hotel donde Jim canta: Well, I woke up this morning, and I got myself a beer / Well, I woke up this morning, and I got myself a beer / The future’s uncertain, and the end is always near. Tanto para Jim Morrison como para William Burroughs el fin (al menos de su existencia biológica) ya llegó, mientras que Wolverine seguirá viviendo al filo de la muerte. Sea como sea e independiente de niveles y méritos, los tres ya han alcanzado la inmortalidad en la memoria colectiva.

Callejones oníricos

El controvertido director de cine David Cronenberg, luego de filmar Festín desnudo, un collage cinematográfico sobre la vida y la obra de William Burroughs (1914-1997) opinó: “Bill no es un contemporáneo, es como si estuviese viajando en el no-tiempo del inconsciente y sustrajera claves desde el futuro. Es un ladrón de tiempo. Es como Picasso, después de él fue muy difícil pintar como antes, con Burroughs sucede algo parecido y muchos de los escritores del siglo XXI serán influenciados por su escritura”, Burroughs no es un experimentador de lenguajes en el mismo sentido que lo podían ser Jarnes Joyce o William Faulkner. Sus innovaciones técnicas sobre la escritura no intentan crear estructuras nuevas de narración sino que están dirigidas a descubrir la trampa siniestra que se oculta para el ser humano en el lenguaje. Así lo señala en la canción que realizara junto a Laurie Anderson: “El lenguaje es un virus”. Para Burroughs hay un factor ajeno a la voluntad que manipula a los seres humanos creando el sufrimiento y reprimiendo el éxtasis a través de las palabras que se utilizan.

Tratar de entender los experimentos con la escritura de Burroughs desde el punto de vista puramente literario es un error. No solo se propuso escribir mal, sino que además los tiburones que quería pescar en las tinieblas de su inconsciente solo podían ser atrapados con una estrategia de elusión continua de las cadenas asociativas: “Como explicar con pal­abras un complot en el que las palabras son justamente su principal entramado. Entre las sinapsis del pensamiento, están ocultos esos telegramas alienígenas que constituyen el guión indeseado de nuestra conducta”, sostiene el escritor.

Inscrito en la generación beat, junto a Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso, entro otros, Burroughs se diferencia notablemente de los poetas y narradores que integraron el grupo por la peculiaridad de sus ideas.

Drogadicto por decisión propia, homicida de su esposa, homosexual tardío, gurú del rock idolatrado por Laurie Anderson, Patty Smith, Tom Waits, Lou Reed, David Bowie, Kurt Cobain y hasta los U2, su figura sobrepasa la de un escritor para convertirse en un verdadero investigador de los excesos y los misterios que conforman el espacio de “lo siniestro” en la vida humana. Mi educación es el libro póstumo de Burroughs. Los textos que lo integran fueron escritos desordenadamente a lo largo de muchos años sin la intención de publicarlos. Se trata precisamente de sueños, viajes oníricos, apuntes de otro mundo, reflexiones y visiones obsesivas que ya se hallan presentes en sus obras más importantes: Almuerzo desnudo, Expreso Nova, El trabajo y, sobre todo, en la trilogía Ciudad de la noche roja.

“¿Soy una mujer o un hombre? Qué hago dentro de este yo muerto? Puedo sentir el limpiaparabrisas limpiando las huellas de los sueños que se desvanecen como pisadas en la nieve o como la arena que arrastra el viento. ¿Quién se oculta tras las brumas del sueño y nos cuenta quienes somos para impedir que recordemos?”. Deslizarse por las páginas de este libro, es recorrer los callejones oníricos que nos sumergen en el territorio de una pesadilla congelada, con paisajes desoladores y miedos recurrentes; un sitio donde el tráfico secuencial de la lógica ha sido saboteado y donde estamos liberados hasta de la muerte: “He intentado varias veces matarme en los sueños, pero siempre permanezco, es imposible morir”.

Mi educación puede ser utilizada por el lector experto en Burroughs como una bitácora para recorrer todas las obsesiones y búsquedas del escritor presentes en el resto de su obra. Pero también puede ser leído como un intento audaz de un hom­bre fríamente desesperado por caminar despierto en los laberintos del sueño.

Enrique Symns Suplemento Diagonal #6 de El Metropolitano, 27 de julio de 1999

Clave de acceso incorrecta

por Miguel Ángel López M.

El arte de la codificación ha llevado siglos interesando a la humanidad. La necesidad de ocultar datos ha motivado al hombre a ser tremendamente ingenioso a la hora de hacerle la vida imposible a otros que pretenden descifrar mensajes o claves, ya sea por motivos bélicos, de espionaje o meramente lúdicos. Esta disciplina no ha pasado desapercibida en el mundo de la ciencia ficción y fantasía, ni mucho menos. Eso sí, ha sido usada y abusada hasta el punto de hacer de ella poco menos que una ridícula anécdota o un fallo a comentar al salir de la sala de cine o charlar acerca de una novela con otro que la ha leído.

Por poner algunos ejemplos:

En la película Superman Returns, Clark Kent y el marido de Lois deben acceder a los datos del ordenador de ésta, pero se les solicita una contraseña. Tras probar toda clase de palabrejas al final deciden usar la que todos estábamos pensando, Superman. Bingo. De ese modo queda claro que, para Lois, Superman es importante en su vida, o al menos lo fue cuando instauró la clave. Traído por los pelos, pero pasable.

En el libro El Código Da Vinci (y espero que esto no apareciera en la película), bajo circunstancias especiales que no vienen al caso el protagonista, Robert Langdon, se encuentra en el Louvre con un mensaje cifrado, que reza como sigue:

13-3-2-21-1-1-8-5
¡Diabole in Dracon!
Límala, asno

Según comentarios de otro personaje, los criptógrafos de la policía francesa estaban trabajando sin éxito en ello, y Robert Langdon, el protagonista, “volvió a observar aquellos dígitos, con la sensación de que tardaría horas en averiguar alguno”. Bien, para empezar, una creencia popular bastante arraigada es que a la hora de descifrar un mensaje numérico como el de arriba, olvidándonos por un momento de las letras, como posee ocho números, pues debe haber ocho palabras, ocho letras ú ocho sílabas. Falso. Esa es sólo una de tantas maneras de cifrar, muy antigua de hecho, y relativamente fácil de descifrar en nuestra moderna era de ordenadores e incluso a mano con paciencia y conocimientos del idioma. Lo más importante es que un servidor, de un vistazo y tras unos pocos minutos de observación, obtuvo una relación entre los números. Veámoslos en orden ascendente:

1-1-2-3-5-8-13-21

Y, tachán, tenemos la secuencia de Fibonacci. Esta secuencia se caracteriza por empezar con 1, 1 y seguir la sencilla regla de que cada número es la suma de los dos anteriores. Una secuencia, por cierto, que debe gustar mucho a los profanos de las matemáticas porque aparece también en El Ocho, de Katherine Neville, con desigual suerte, y también, y de manera magistral y maravillosa, en la película Pi (Fe en el Caos), relacionándola, como en efecto lo está, con las espirales.

Volviendo al controvertido Código Da Vinci, estuve más tiempo rompiéndome los sesos y tratando de pensar en qué influiría el orden, cuando esa respuesta me llegó leyendo el libro de manera casi ofensiva: ninguna. “Se trata de una broma criptográfica muy simple. Algo así como coger las palabras de un poema famoso y mezclarlas aleatoriamente para ver si alguien reconoce lo que tienen en común”, como dice otro de los protagonistas. Si lo de Superman estaba traído por los pelos, esto ya roza, en efecto, la broma, pero al lector. Para rematarlo, el narrador suelta que “igualmente rara era la serie numérica”, cuando ya no para un criptógrafo sino para un matemático, incluso de primeros años de carrera, saltaría a la vista enseguida la secuencia de Fibonacci, y por si el grado de mongolismo de Langdon no fuera ya claro, pocas líneas después dice que “[Langdon] estaba acostumbrado a las progresiones simbólicas que parecían tener algún sentido”.

Pero más adelante en la narración lo de los mensajes cifrados roza el infantilismo. Capítulo 71, Langdon se encuentra con unos “extraños caracteres”. A mí y a mi madre (con los mismos conocimientos de mensajes cifrados que yo de botánica) nos bastaron cinco segundos para darnos cuenta de que era un párrafo escrito al revés. Langdon especula con que quizá sea una lengua semítica, entre otras grotescas teorías. Para colmo de males las pistas son claras pues mucha gente sabe de la afición de Leonardo Da Vinci a escribir al revés.

Es una pena que Dan Brown se aproveche de las matemáticas de un modo tan burdo y falaz y encima pretenda hacerse pasar por un gran documentador, agradeciendo a su padre, que es matemático, su ayuda en lo relativo a la secuencia de Fibonacci. Este desconocimiento de las matemáticas a la hora de presentar códigos en una obra de ficción ha sido parodiado en muchas ocasiones, como por ejemplo en el Manual del Perfecto Tirano de Peter David, un famoso guionista de comics, el cual habla de tópicos en los que un supervillano no debe incurrir:

Uno de mis consejeros será un niño normal de 5 años. Cualquier fallo en mi plan que sea capaz de detectar será corregido antes de ser llevado a cabo […]. Mi consejero de cinco años también será requerido para descifrar cualquiera de mis códigos. Si lo descifra en menos de 30 segundos no será usado. Nota: lo mismo para las contraseñas.

Otra parodia aparece en la película de Mel Brooks La Loca Historia de las Galaxias. Los Spaceballs raptan a la princesa del mundo de Drudia y proponen cambiarla por el código que otorga acceso a las reservas de aire del planeta. El monarca de Druidia accede y procede a dictar el código: 1, 2, 3, 4, 5. Uno de los Spaceballs comenta que “es la combinación más estúpida que he visto en mi vida, es la que un idiota pondría en sus maletas”. Poco después llega el mandamás de los Spaceballs, y al escuchar el código exclama que “es asombroso, yo tengo la misma combinación en mis maletas”.

En ninguno de estos ejemplos entra la criptografía como ciencia. Ni siquiera se recurre a técnicas elementales de codificación, siendo algunas de ellas de una sencillez abrumadora. Ya desde la antigüedad se conocen interesantes procesos como el cifrado del César. Este procedimiento, llamado así por razones obvias, consistía en lo siguiente:

Elegimos una palabra que no posea letras repetidas, por ejemplo gato. A continuación escribimos el alfabeto, pero saltando las letras ya incluidas en nuestra palabra, en este caso g, a, t, o. Al acabar obtenemos la siguiente asociación entre el alfabeto estándar y el codificado:

abcdefghijklmnopqrstuvwxyz
gatobcdefhijklmnpqrsuvwxyz

Llamaremos a este cifrado “cifrado gato”. De ese modo la palabra poema en cifrado gato sería nmbkg. Cuanto más larga la palabra, más compleja su desencriptación, y las posibilidades son tantas como palabras sin letras repetidas nos dé por usar. Este sistema, actualmente, está en desuso, pero en su momento debió ser muy eficaz. Y es que la criptografía, al ser una ciencia práctica, no perdona. Si algún método empieza a ser poco fiable, nadie lo usará. De más está decir que los bancos están muy interesados en todo lo que tenga que ver con criptografía, y que hay muy poca bibliografía de libros de criptoanálisis, la rama de la criptografía que muestra cómo desencriptar (en el argot romper) códigos.

La criptografía moderna nació a partir de una premisa básica que mucha gente de hecho desconoce acerca de las matemáticas: las matemáticas no son una ciencia donde todo está hecho. Ojalá. Hay muchos, muchísimos problemas sin resolver en absolutamente todas sus ramas, que son una gran cantidad. Allá donde exista un aspecto de la física no resuelto las matemáticas pueden ayudar, y los problemas abstractos también están lejos de ser un cuerpo cerrado en términos de investigación. Por lo tanto se aprovecharon estas premisas con una idea tan simple como brillante: descifrar un mensaje sin conocer el código debe implicar enfrentarse a un problema no resuelto de las matemáticas.

Ojo, un problema no resuelto no quiere decir que no se puede obtener la solución, aunque parezca un absurdo. Los problemas que interesan a la criptografía son los llamados problemas intratables. Son problemas para los que se conocen procedimientos que, aunque son teóricamente válidos, a la hora de la aplicación práctica su utilidad es nula.

Por ejemplo, los números primos son aquellos tales que sus únicos divisores son 1 y el propio número, como 7 o 103. Dado un número, es un hecho conocido que se puede descomponer de manera única en factores primos salvo el orden. Cien, por ejemplo, se descompone como . El problema de, dado un número, hallar sus factores primos, es intratable. Claro, con cien es fácil, pero traten de hallar a mano los factores primos de 25780432047204727. Y aunque una computadora puede echar una mano en el asunto, no lo tiene mucho más fácil. A medida que el número crece, la cantidad de operaciones a realizar crece demasiado en proporción.

Este problema es muy complicado, y de hecho no está resulto, es decir, no existe una manera buena de descomponer un número en sus factores primos. Pero pensemos el problema inverso: dada una serie de primos, encontrar el número del que son factores. Este problema no es que sea fácil, es que es trivial, pues basta con multiplicarlos. Por ejemplo, dados los primos 5, 7, 3 y 3 (pueden ser repetidos), el número del que son factores son .

Resumiendo, tenemos un problema que es muy fácil en un sentido y casi imposible en el otro.

Ésta es la base de la criptografía moderna. En criptografía moderna, llamada de clave pública, existen dos claves, de encriptación y de desencriptación. La clave de encriptación es conocida por todo el mundo, y todos podemos usarla para encriptar mensajes. La de desencriptación, por el contrario, es secreta, pero se sabe que se puede obtener a partir de la de encriptación. Todo el mundo sabe cómo obtenerla. El único problema es que se tarda tanto en hacerlo (pues el proceso involucra un problema intratable de las matemáticas) que para cuando lo conseguimos la clave ya ha sido cambiada. Ese es el gran secreto de la criptografía moderna: no hacer códigos imposibles de descifrar, sino códigos para los que se sabe que se tardará tanto que con sustituir la clave cada cierto tiempo prudencial será más que suficiente.

En el caso de los primos, lo que se usa es un número enorme, muy grande, el cual se sabe que es producto de sólo dos primos. Todo el mundo puede usarlo para codificar un mensaje, pero para descodificarlo hay que conocer los primos. Si no se conocen, la alternativa es factorizar el número, pero éste es un problema intratable. Este procedimiento, uno de los mejores de la actualidad, es conocido como RSA, y cuando fue inventado en 1977 se pensó que era el procedimiento perfecto, infranqueable incluso para los ordenadores del futuro. Pero sus autores (Ron Rivest, Adi Shamir y Len Adleman, del MIT) no contaron con una cosa: Internet y su capacidad para hacer trabajar a muchos ordenadores como uno solo. El RSA fue derrotado, pero sentó las bases de futuros procedimientos. De hecho, los bancos compran números primos que aún no hayan sido descubiertos.

Por último, como no todo son críticas, mencionar un relato corto en el que el uso de la codificación es ejemplar, no incurriendo en errores fáciles como los del Código Da Vinci. Me refiero a El Escarabajo de Oro de Edgar Allan Poe, un relato donde los protagonistas se encuentran con un mensaje cifrado que, a pesar de resultar sencillo, es explicado, justificado y desmenuzado por el autor, tanto desde el punto de vista de la elección del método de cifrado como del procedimiento para resolverlo. Una explicación que llena varias páginas y resulta muy divulgativa y didáctica, además de ser tremendamente verosímil, pues llega a emplear aspectos concretos del idioma en el que el mensaje está escrito. Una prueba más de la maestría de Poe para tratar temas en los que otros menos experimentados han naufragado.

por Miguel Ángel López M.

tres puntos de intersección

La película más noticiosa, publicitada, esperada, y finalmente vista en Chile durante el año 1999 fue sin lugar a dudas La amenaza fantasma, de la cual no pocos seguidores de la Guerra de las Galaxias salimos totalmente defraudados. 1999 también fue el año de M. Night Shyamalan y su Sexto Sentido, de la obra póstuma del sobrevalorado Stanley Kubrick, de Neo y sus piruetas cyberpunk, del regordete Brendan Fraser luchando contra una poco creíble momia generada por computador, del insoportable Bellini y del Rumpy y su Chacotero sentimental. Pero el panorama no fue tan malo cómo parece, aquél último año de la década y el siglo nos deparó la llegada por primera vez de obras de Kitano, Oliveira, Imamura, Kiarostami, y de títulos como Post coitum, Estación Central y ¿Habrá nieve en navidad?

En lo que a mi respecta la mejor película de 1999 fue Carretera Perdida de David Lynch, que por razones que sólo competen a las grandes distribuidoras llegó con un par de años de atraso. Ya antes de entrar a la sala de cine padecía de un ligero dolor de cabeza que se fue acrecentando a medida que avanzaba el film. Lo primero que pensé, cuando logré pensar luego de engullir dos aspirinas, fue que éste filme de Lynch guardaba ciertas semejanzas con El Almuerzo Desnudo, película basada en el libro homónimo de William Burroughs. Sobre estas semejanzas es que más de seis años más tarde, re-escribo el presente artículo.

The Naked Lunch

Partamos con El Almuerzo Desnudo. Éste filme data de 1991 y fue dirigido por David Cronenberg. La película no es una trascripción literal del libro sino más bien un ensayo ficcionado sobre Burroughs y el nacimiento de su célebre novela. Más que sobre las drogas y la adicción trata sobre el proceso creativo, sobre la relación entre el autor y su obra. Para alimentar su película, Cronenberg se sirve no sólo de El Almuerzo Desnudo sino también de otros libros cómo Junky y ¡Exterminador!, asimismo como de la propia biografía de Burroughs. Estos detalles biográficos son a su vez más metafóricos que literales.

Llevar a la pantalla El Almuerzo Desnudo era un proyecto largamente ambicionado por Cronenberg que entretanto rodó otras cuatro películas más y perdió una cantidad considerable de tiempo escribiendo y preparando un proyecto basado en un relato de Philip Dick que se acabaría rodando siete años después por Paul Verhoeven: Total Recall (que en Chile se conoció con el pueril titulo de El Vengador del Futuro). Con respecto a la temeraria aventura de filmar lo por muchos considerado “infilmable”, Cronenberg declaró: El hecho mismo que se considerase a El Almuerzo Desnudo imposible de filmar significa que soy libre para inventar algo nuevo. Si trabajas con un libro de Stephen King, lo cuales son eminentemente filmables, de inmediato estas constreñido por el marco de expectativas del público. Con El Almuerzo Desnudo no ocurre eso, nadie espera ver el libro convertido en película por lo que no saben realmente con qué se van a encontrar en la pantalla

El Almuerzo Desnudo comienza con Bill Lee (Peter Weller), un exterminador de insectos en la Nueva York de 1953. Lee aún no es un escritor, o por lo menos no a la manera que sus amigos Hank y Martín (modelados a partir de Jack Keoruac y Allen Ginzberg respectivamente, y a quienes vemos discutiendo en una cafetería), lo son. De acuerdo a Hank el método de escritura más apropiado radica en la exhaustiva revisión y corrección de los borradores hasta que cada palabra sea la perfecta; Martín en cambio, insiste que cualquier tipo de revisión conflictúa la naturaleza misma del acto creativo al censurar las ideas e imágenes que primero acuden a ala mente. Entra en escena Lee y es consultado por sus amigos en torno al asunto que les ocupa. Exterminen todo pensamiento racional, es su recomendación.

Cuando Lee regresa a su casa encuentra a su esposa Joan (Judy Davis), con una aguja hipodérmica de insecticida clavada en su pecho. Lee comprende entonces el por qué de la disminución de su polvo amarillo mata-insectos. Es una volada muy literaria dice Joan. Una volada kafkiana… Me hace sentir como insecto. Lee es llevado posteriormente a una estación de policía por dos agentes de narcóticos que están convencidos que es él quien está usando el polvo adictivo. Tras un breve interrogatorio los policías depositan sobre la mesa un enorme escarabajo que usan para “catar” la sustancia amarilla. El escarabajo le revela a Lee que en realidad es un agente secreto y que además debe matar a su esposa, una agente enemiga de InterZona, territorio productor de droga de África del Norte. Lee golpea al bicho con su zapato y huye. Asustado por lo que considera una alucinación, Lee visita al Doctor Benway (Roy Scheider) quien, para lograr que Joan deje el hábito, le prescribe otra droga –un polvo hecho con la carne negra del ciempiés acuático brasileño–, que le recomienda mezclar con el insecticida. Lee prueba la efectividad del compuesto en el mismo y tras encontrar a Joan fornicando con su amigo Hank sobre el sillón de su departamento (mientras Martín lee un fragmento del Almuerzo Desnudo), informa a su esposa que es el momento de realizar su “rutina de Guillermo Tell”. Hank se retira y Joan coloca un vaso de vidrio sobre su cabeza, que será atravesada por una bala ante los impertérritos ojos de Martin.

Tras éste hecho Lee se refugia en un bar, donde conoce a una extraña criatura llamada Mugwump (chaquetero en la traducción al español), quien lo felicita por la misión cumplida y le entrega un pasaje a InterZona, desde donde deberá redactar y enviar reportes regulares. Lee intercambia su revolver por una máquina de escribir Clark Nova y a la salida se encuentra con sus dos amigos que le advierten que la policía esta tras él por la muerte de Joan.

Lee huye a InterZona y siguiendo las instrucciones del Mugwump, comienza a redactar informes en su confiable máquina de escribir portátil que de cuando en cuando se transforma en una especie de escarabajo que habla a través de un orificio anal bajo sus alas.

Lee se encuentra con varios personajes en Interzone, como Hans (Robert A. Silverman), dueño de una fabrica de carne negra, y Tom y Joan Frost (Ian Holm y Judy Davis), dos escritores norteamericanos modelados a partir de Paul y Jane Bowles. Joan, resulta ser idéntica a la fallecida esposa de Lee. Éste, siguiendo las instrucciones del Mugwup, la seduce instándola a escribir pornografía en la máquina de su esposo, la que se transforma en una especie de vagina sanguinolenta. El acto de necrofilia ectoplásmica es interrumpido por el ama de llaves-dominatrix de Joan, quien luego resulta ser Fedela… que luego resulta ser el Dr. Benway.

Cronenberg ha eludido sabiamente la tarea de trasladar el libro directamente a la pantalla y ha optado por un guión que trata metafóricamente sobre el proceso y los factores que influenciaron la creación de El Almuerzo Desnudo que además retrata muy bien dos de los aspectos más interesantes de Burroughs, el de satirizador social paranoico y el de escritor de ciencia ficción (en su novela Burroughs se nos presenta como un continuador de Jonathan Swift al mismo tiempo que precursor del cyberpunk). La película puede ser considerada por los espectadores más impresionables como obsesiva y extraña, pero no es ni un tercio de lo pertubador que es el libro. El filme de Cronenberg posee una historia de amor heterosexual que no está presente en la novela, hay menos insectos por centímetro cúbico de metraje y menos énfasis en los aspectos de control totalitario, las temáticas homosexuales son minimizadas y la adicción a la heroína es reemplazada por la del polvo amarillo. El Almuerzo Desnudo de Cronenberg es, ciertamente, una fusión de dos personalidades artísticas, …como si hubieran pasado por el transportador genético de La mosca (Weinrichter). Con respecto a la proximidad de Cronenberg con el mundo de Burroughs, el primero declaró: Su obra forma parte de mi sistema nervioso hasta el punto de que todos mis filmes contienen algún elemento suyo. La primera vez que leí a Burroughs, lo que sentí fue una sensación de reconocimiento.

Lost Highway

El guión de ésta película es el fruto de la colaboración entre David Lynch y Barry Gifford, autor de Wild at Heart: The Story of Sailor and Lula, llevada al cine por Lynch en 1990 (la inspiración para Carretera Perdida nace justamente de un párrafo leído por Lynch en la novela Night People, de Gifford.) Lynch, además de declarar que su película es un relato de horror negro (noir) del siglo XXI, la comparó con una cinta de Möbius. En efecto, Carretera Perdida es una película circular, como La Jetée o 12 Monos, como El Almuerzo Desnudo, hasta cierto punto, pero no nos adelantemos.

Los protagonistas de Lost Highway son Fred Madison (Bill Pullman), un saxofonista de jazz y su esposa Renee (Patricia Arquette). Al comienzo de la película se hace evidente que la pareja está teniendo problemas de comunicación y es más, Fred sospecha que su mujer está engañándolo con otro, sospecha que es reafirmada cuando Renee se niega a acompañar a Fred a su concierto de esa noche, además de no contestar el teléfono cuando éste la llama. Al llegar a su casa sin embargo, Fred encuentra a Renee dormida. Al día siguiente, una cinta de video aparece en la puerta de los Madisons. El contenido de la cinta es una breve toma del frontis de la casa. Esa noche, tras hacer el amor desganadamente, Fred ve por uno segundos a Renee con el rostro de un desconocido. Otro video es encontrado por la mañana, aparentemente filmada en el dormitorio, ésta cinta muestra a Fred y Renee durmiendo pacíficamente. Ante tal muestra de invasión a la privacidad los Madisons llaman a la policía. ¿Tienen una videocámara?, pregunta uno de los oficiales. No, Fred las odia, responde Renee a lo que Fred acota: Me gusta recordar las cosas a mi manera. No necesariamente tal y como ocurrieron.

Por la noche pareja asiste a una fiesta en casa de Andy, un amigo de Renee (a quien Fred creé haber visto con su esposa entre el público la noche del concierto). Fred, que no se siente muy cómodo en aquel ambiente se aleja solo a la barra y apresura una copa, en es momento, se le aproxima un sujeto extraño (el Hombre Misterioso, interpretado por Robert Blake), cuyo rostro reconocemos cómo el que sustituyera fugazmente al de Renee la noche anterior. Lo que sigue es, cómo señala André Hispano, una de las conversaciones más alucinantes del cine:

Hombre Misterioso: Nos conocemos, ¿verdad? Fred: No lo creo. ¿Dónde cree que nos conocimos? Hombre Misterioso: En su casa. ¿No lo recuerda? Fred (sorprendido): No, no lo recuerdo. ¿Está seguro? Hombre Misterioso: Por supuesto. De hecho, estoy ahí ahora mismo. Fred (incrédulo): ¿A que se refiere? ¿Dónde dice que está? Hombre Misterioso: En su casa. Fred: Eso es absurdo El Hombre Misterioso busca un teléfono celular en el bolsillo de su chaqueta y se lo entrega a Fred. Hombre Misterioso: Llámeme. Fred gesticula cómo si se tratara de un mal chiste. Hombre Misterioso: Marque su numero. Hágalo. Fred llama a su casa, del otro lado de la línea se escucha la voz del hombre misterioso. Hombre Misterioso: Le dije que estaba ahí. Fred: ¿cómo ha hecho esto? El Hombre Misterioso apunta hacia el teléfono. Hombre Misterioso: Pregúnteme. Fred (disgustado): ¿Cómo se metió en mi casa? Voz telefónica del Hombre Misterioso: Usted me invitó. No es mi costumbre prsentarme donde no soy requerido. Fred mira al tipo frente a él, pero vuelve a hablar al teléfono. Fred: ¿Quién es usted? El sujeto ríe tanto en persona como al teléfono. Voz telefónica del Hombre Misterioso: Regréseme mi teléfono.A la mañana que sigue a éste inusual encuentro, Fred recoge otra cinta de la puerta de su casa y la ve solo. La cinta lo muestra en el dormitorio junto al cuerpo mutilado de Renee. Fred grita horrorizado y es devuelto a la realidad por un puñetazo en la cara propinado por uno de los policías. ¡Díganme que no la he matado!, exclama Fred sangrando por la nariz.

Fred es condenado a muerte por el asesinato de su esposa. Mientras espera su ejecución en una claustrofóbica celda, Fred se convierte en otra persona. Pete Dayton (Baltasar Getty), el joven que ahora ocupa el lugar de Fred es liberado y entregado a sus padres. Pete regresa a su trabajo de mecánico, Mr. Eddy, un mafioso local, recoge a Pete para que “atienda un ruidito que hace su Mercedes”. La chica de Mr. Eddy trae el Cadillac al día siguiente al taller mecánico para que Pete lo revise. La chica no es otra sino Renee (aquí llamada Alice), con el cabello rubio. No me extenderé más en el argumento de ésta película, ya que he mencionado los puntos de intersección, entre Carretera Perdida y El Almuerzo Desnudo, que me interesan.

InterseccionesPunto 1: Asesinato. Éste es el alcance más evidente. Tanto Lee cómo Fred asesinan a su esposa. Los motivos de Lee no quedan del todo claro, ¿la asesina por hastío?, ¿por que la encontró follando con Hank?, ¿la mató para que no lo echaran del trabajo o sólo estaba obedeciendo las ordenes recibidas? El móvil de Fred es más claro: asesina a Renee por celos.

Punto 2: Huída. Una vez cometido el crimen Lee huye a Interzona, Fred por su parte, huye de su propia identidad.

InterZona, cómo el mismo Cronenberg señala en una entrevista, no es un sitio geográfico propiamente tal sino un espacio proyectivo, un lugar inspirado geográficamente en Tánger pero que se parece mucho al Inconsciente o a un estado de conciencia alterada, es obvio que InterZona es un estado mental, y es allí donde radica su significancia. Él (Lee) jamás abandonó Nueva York, probablemente ni siquiera abandonó su departamento, esta fue una travesía interior (Cronenberg). El contraplano de una estación de autobuses donde Lee se encuentra con Hank y Martin (totalmente fuera de tono con la ambientación de InterZona) hace explícito éste hecho. InterZona es un lugar creado por Lee para re-escenificar el hecho traumático de la muerte de su mujer (el cual logra asumir, al “repetirlo”). De la misma forma los Mugwumps y las máquinas de escribir-escarabajos son todos fragmentos de su alucinógena imaginación, siendo los informes redactados por Lee no otra cosa que las páginas de lo que terminará siendo El Almuerzo Desnudo.

Fred, al igual que Lee, ha perdido la razón y …ha malgastado su locura en repetir las circunstancias que le llevaron a matar a su mujer (Hispano). La imaginación es todo lo que tiene Fred para escapar de la situación que se encuentra, de la misma forma que Cronenberg sugiere que Lee nunca abandonó su departamento, es probable que Fred nunca dejara su celda en la prisión. De acuerdo a Hispano, Fred entra en estado de shock al darse cuenta de lo que ha hecho, siendo todo lo que viene a continuación en la película, al igual que en El Almuerzo Desnudo, una reconstrucción que tiene lugar en su mente, lo que excusaría todas las contradicciones del relato.

Punto 3: Lee conoce a Tom Frost en una fiesta. En medio de la conversación, Frost informa a Lee que su charla esta siendo llevado a cabo telepáticamente y le insta a observar que el movimiento de sus labios no se corresponde con las palabras que Lee está oyendo. Fred conoce al Hombre Misterioso en una fiesta y la conversación que sostiene telefónicamente con el extraño sujeto mientras éste se halla parado frente a él evidencia un claro fenómeno de bilocación.

ConclusiónCómo hemos establecido tanto El Almuerzo Desnudo como la película de Lynch tratan sobre un mundo simbólico, en ambas el protagonista se reencuentra con su esposa fallecida, ambas narraciones son circulares y… ahora que lo pienso hay una tercera película que contiene éstos elementos, Solaris. Pero eso sería ya hilar muy fino.

2002, Sergio Alejandro Amira

Los días finales de un viejo escritor

William Seward Burroughs falleció en la madrugada del sábado 2 de agosto de 1997, en un hospital de Kansas (EE.UU.) a causa de un ata-que cardíaco. El autor de Yonki y El Almuerzo Desnudo tenia 83 años y sus últimas palabras fueron: “Be right back (Regreso en seguida)”.

Durante dos décadas había pasado prácticamente recluido en la remota localidad de Lawrence (Kansas), dedicado a dos de sus pasiones: pintar y disparar armas de fuego en los bosques cercanos. “Ya no escribía”, o por los menos eso aseguraba. “Ya no hago literatura, ya no tengo nada que decir”, había declarado. Pero mentía. Si bien su delicada salud le impedía sentarse frente a la vieja máquina, desde hace un tiempo había tornado la costumbre de anotar en cuadernos de composi­ción que le regalaban sus amigos todo lo que se le venía a la mente.

Son precisamente esos diarios íntimos los que se recogen en Las Ultimas Palabras, un libro que a principios del 2001 será publicado en español y reúne en más de 250 páginas los momentos finales del padre de la generación beat, desde el 14 de noviembre de 1996 hasta el 1 de agosto de 1997, un día antes de que Burroughs muriera.

Sin fecha de llegada a las librerías chilenas, el libro muestra al autor de La Maquina Blanda como un hombre cansado de la vida, rodeado por los fantasmas de sus amigos muertos e indiferente a los homenajes de la juventud. De hecho, algunos sucesos en apariencia importantes como su colaboración con el grupo U2 o la apertura de una nueva exposiciónn de sus pinturas, ocupan menos espacio que una detallada descripción de un sueno que tuvo la noche anterior o los estragos que produce en su estómago la comida china o las frecuentes travesuras de sus gatos.

A la sombra de la muerte

Tal vez ese eclecticismo sea lo que reprodu­ce de mejor forma la impronta de William Burroughs. Porque si a través de Las Ultimas Palabras el lector convive con la cotidianeidad de uno de los grandes iconos del siglo XX, también asiste a algunos destellos de originalidad y rabia, a agudas reflexiones sobre autores como Joseph Conrad, Paul Verlaine, Mario Puzo y T. S. Eliot y también sobre su propia narrativa. “Lo que yo estoy escribiendo aquí es inanimado y sucio, como un montón de barro viejo sobre la nieve. Ellos han chupado mi talento, me lo han robado. ¿Por qué debo seguir aquí? El mundo hiede y yo estoy listo para partir”, escribió.

En esos momentos de furia, Burroughs llena páginas y páginas denunciando un mundo que le parece podrido, con gobernantes “que tienen el poder sólo porque saben como mentirles a los cobardes y a los débiles mentales”.

Pero de vez en cuando también aparece un Burroughs doblegado por la tristeza y la soledad. Un hombre que deja de lado la máscara del cinismo, y es traicionado por el recuerdo de su esposa –a quien asesinó accidentalmente mientras jugaba a Guillermo Tell– o de su único hijo, muerto de cirrosis. “Mi madre, mi padre, mi querida Jean, el pequeño Billy, cuanta falta me hicieron todos ellos”. Y también por la cercanía de la propia muerte. “Pareciera que a los 83 años, la parca me alcanzó finalmente. Por lo que se refiere a mí, simplemente estoy terminando una adolescencia tormentosa con una pizca más de sentido común”, escribió semanas antes de fallecer.

Su muerte fue sorpresiva. A pesar de tener un triple bypass en el corazón desde 1991, Burroughs parecía seguir en relativa buena forma física y en posesión de su peculiar lucidez mental. James Grauerholz, editor de Las Ultimas Palabras y amante del escritor, declaraba: “Extraño terriblemente a William; fue un shock, mas no una tragedia. ¿Saben por qué? Él vivió mucho e hizo mucho; él era viejo y ya estaba cansado de ser viejo; pasó su ultimo año preparándose, y al final fue recompensado con una libera­ción suave y sin dolor”.

Claudio Aguilera, Cultura y espectáculos, La Tercera, 26 de diciembre de 2000.

Divagaciones en una Clark-Nova

Antes de ver la película realmente estaba muy expectante, lo cual, en muchas ocasiones es algo perjudicial para la película, pues mis expectativas son muy altas. Desde el comienzo, partiendo por la estética de la presentación supe que realmente iba a ser algo memorable. Cronenberg resultó ser absolutamente astuto e innovador (y ambicioso), pues se plantea la trama como una cruza constante o líneas paralelas superpuestas o un continuo fluir de qué se yo, el asunto es que la película obviamente no aborda la vida de William Burroughs, ni al Almuerzo desnudo, pero al tiempo lo hace. Lo magistral del manejo estético es que se basa en la poética del escritor y hasta aún más en el proceso mismo de la producción, en este punto es interesante rescatar como biografía y ficción borran limites y en conjunto crean este híbrido, tal como se retrata en las obscenas y viscosas creaciones presentes gráfica y magistralmente sobre todo en las máquinas de escribir, seres de pesadilla que en sí mismos absorben toda la esencia de la Interzona.

Señalé como las líneas o niveles, llamémoslas ficción y no tan ficción, se van retorciendo en una orgía deliciosa (sexo y violencia; imagen tan recurrente en la filmografía de Cronenberg), no sólo a nivel de concepción de la obra, sino que también, este es un síntoma señalado, en la misma trama, pues como espectadores seguimos (somos cómplices voyeristas; como siempre) el tránsito difuminado y suave entre el mundo “real” y la Interzona.

El simbolismo, en este caso, se plantea como una problemática que da un matiz que punza constantemente al espectador, al ponerlos al servicio indistintamente a concepciones extratextuales, tanto del libro como de la propia película al utilizar elementos biográficos (o míticos) sobre la figura de William para establecer un rompecabezas convulsivo que nos señalan caos y espasmos que nos llegan como un recuerdo, y de los cuales nos sentimos como aquel que retorna con agrado a sus más febriles y naturales sentimientos.

El carácter de la narración tiene ese aire a oficinista rancio que deambula y recopila datos de los cuales absorbe esa esencia, la cual a fin de cuenta es la suya; propia. Esta visión urbana del proceso y de la idea del autor es tan desencantada y desinteresada que logra retratar aquella fuerza despojada de energía de esta generación de escritores, los cuales son en William Burroughs una sinécdoque (la especie por el género) del escritor como el gran adicto; vidente al fin de cuentas.

Dentro de la psicodélica argumental de la película podemos encontrar una lógica abrumadora, tal vez lógica no sea la palabra más adecuada para definir este mundo, pero son claro los patrones y fuerzas presentes, al igual que en el propio libro, pues la orgánica es tan clara y categórica que el vaivén y todos lo elementos presentes están tan bien insertados que se vuelve una masa que te golpea en un puñetazo preciso para despertarte (comentario: no es ni “puñetazo”, ni “despertar”, pero sin ser las palabras adecuadas señalan una idea que va más allá del significante que les es propio, pues ni “cachetada” ni “una burda Epifanía” son tan categóricas) y eso es lo que traduce Cronenberg en su filme, pues retrata ese instante abismal y helado que evoca la lectura del Almuerzo desnudo.

No por ventura la noche es oscura

El Sol flota a 150 millones de kilómetros de la Tierra. Para captar esta distancia en su debida escala, imaginemos al Sol como una esfera de 1 metro de diámetro. Para guardar las dimensiones correctas, la Tierra sería una bolita de 9 milímetros situada a una cuadra. Es una distancia que sorprende a mucha gente. Pero aún desde tan lejos, el Sol descarga una tremenda cantidad de energía sobre la cara iluminada de nuestro globo. Cada metro cuadrado enfrentado perpendicularmente a los rayos solares recibe una radiación de 0,7 kilowatts, cuya potencia podría mantener encendidas 7 ampolletas de 100 watts cada una. Esto explica el agradable entibiamiento de una habitación santiaguina orientada hacia el inclinado Sol del invierno. O la fantástica evaporación en los mares tropicales. La ciudad de Antofagasta recibe el total de dicha radiación alrededor del 21 de diciembre, época en que los rayos del sol caen al mediodía perpendicularmente sobre el terreno. Y esto es a nivel del mar, después de que los rayos solares se han fatigado atravesando toda la atmósfera. En Chuquicamata, que yace a una altitud de 2.850 metros, la radiación sube a casi 1 kilowatt por metro cuadrado. En el límite superior de la atmósfera, a unos 1.000 kilómetros de altitud, se recibe una radiación cercana a 1,3 kilowatts, que se llama La Constante Solar.

Como vemos, la Tierra recibe por el hemisferio diurno una cantidad enorme de energía solar, casi la única responsable de todo el flujo energético en la superficie del planeta. Desde el crecimiento de una planta hasta el desarrollo de un tornado, todo es a causa del Sol. El petróleo contiene energía solar producida hace millones de años y envasada convenientemente dentro de la Tierra para el consumo de que hoy gozamos. Pero es fácil comprobar como desciende la temperatura al ponerse el Sol bajo el horizonte. En los desiertos la noche se pone gélida rápidamente. Si el Sol se extinguiera, pronto cesaría todo intercambio calórico en la biosfera. El calor interno procedente desde el radiactivo interior del globo no sería capaz de contrarrestar al intenso frío del espacio, cuya temperatura general es de 180 grados centígrados bajo cero. Los vientos cesarían, las plantas dejarían de crecer, los mares se helarían. Cortado el suministro de energía solar, en pocos meses toda forma de vida moriría. Sería la noche más absoluta y oscura.

Que el cielo nocturno sea oscuro parece un hecho trivial. Pero la noche no tendría porqué ser oscura. En realidad tendría que ser brillante. Más brillante que nuestros actuales días. De acuerdo a los cálculos cosmológicos, el cielo debería ser 50.000 veces más brillante que el sol, de manera que el supremo astro sería totalmente invisible en el cielo diurno, perdido en la inmensidad del brillo sideral. En la Tierra debería reinar una temperatura de 5.000 o 6.000 grados y ningún ser vivo poblaría su calcinada superficie. Estas increíbles afirmaciones son el resultado del más puro análisis científico, como tantos otros asombrosos ejemplos deductivos que la ciencia astronómica ha regalado a la humanidad a lo largo de la historia. Trataré de relatar como es que se arribó a conclusiones tan interesantes.

La invención del telescopio permitió descubrir que las lechosas nebulosidades de la vía láctea eran estrellas y más estrellas. A medida que se perfeccionaba el telescopio, el límite del universo se alejaba más y más, como el arco iris. Los espejos de los grandes reflectores condensaron las imágenes de lejanas galaxias, descubriéndose que también estaban compuestas por miríadas de estrellas. Los astrónomos comprendieron que nuestra propia vía láctea era también una galaxia. Todo el cosmos estaba repleto de estrellas, pero extrañamente la noche era oscura. Es posible que mucho antes del telescopio, espíritus geniales hayan vislumbrado ya la inconsistencia entre un universo presuntamente infinito repleto de estrellas y la oscuridad del espacio. Se sabe que el gran Kepler analizó el problema. Edmund Halley, el predictor del más famoso de los cometas, se refirió por escrito al asunto. Pero la historia de la ciencia registra que el campeón del problema de las oscuridades intergalácticas fue Heinrich Wilhem Olbers, nacido en 1758 en Arbergen, Alemania, la nación imperial que en medio del bélico ambiente del teatro europeo donde brillaba Bonaparte, regaló a la humanidad enormes genios de la filosofía, la ciencia, las letras, la música y las demás artes. En aquella dorada época de los imperios brillaron los germánicos espíritus de Kant, Goethe, Kirchhoff, Beethoven, Gauss y aún del ficticio profesor Otto Liddenbrock, aquel iracundo y excelso explorador de las entrañas terrestres creado por el gran Verne.

Olbers quedó huérfano de padre a los 14 años de edad. Desde aquel instante comenzó a dedicarse con ardor al estudio de la Astronomía. Sin embargo, con soberbia mentalidad práctica, el joven eligió la carrera de Medicina para ganarse el sustento y en 1777 entró a estudiar para médico a la Universidad de Gotinga, al mismo tiempo que estudiaba por su cuenta la ciencia sideral. Pero Olbers no era un simple aficionado que dejaría a la astronomía como un hobby lateral. Al tiempo que estudiaba Medicina, aprendía también el cálculo infinitesimal. Mientras atendía a sus enfermos como médico general en Bremen, calculaba órbitas cometarias. Desarrolló un método nuevo para el cálculo de órbitas, que hizo época en la historia de la astronomía. Alcanzó la gloria eterna con el descubrimiento en 1802 y 1807 de los asteroides Pallas y Vesta, dos de los cuatro mayores asteroides conocidos. Descubrió su cometa propio en 1815, un cometa periódico que vuelve cada 70 años y que por cierto se llama cometa de Olbers. Mientras que de Medicina escribió casi nada, de Astronomía publicaba sistemáticamente en el Anuario de Bode. Finalmente, abandonó la práctica médica en 1822 y en 1826 publicó en dicho anuario una elegante memoria llamada «De La Translucidez De Los Espacios Celestes», donde presentó el antiguo problema en la forma de una paradoja, que desde aquel entonces se conoce como la paradoja de Olbers. El doctor, que murió en Brema, Alemania, en 1840, se distinguía por su claridad y elegancia literaria, pero como no disponemos de la traducción de la obra original, presentaré libremente la famosa paradoja de la manera más ilustrativa que se pueda:

El universo puede ser concebido como una esfera de radio infinito, compuesta de innumerables capas concéntricas comparables a las capas de una cebolla. Sólo para ilustrar el punto, podemos figurarnos que cada capa tiene un grosor de 1 millón de años luz. Si suponemos a la Tierra ubicada al centro de la cebolla cósmica, recibirá la luz acumulada de las galaxias contenidas en cada una de estas capas. Ahora bien, la luz de las galaxias más lejanas se debilitará por la distancia, pero esta debilidad será compensada por el mayor número de galaxias que pueblan las capas más remotas, puesto que éstas son de mayor volumen, tal como las capas superiores de un lago contienen más agua que las capas del fondo. Se demuestra matemáticamente que el empobrecimiento de la luz por efecto de la distancia, es exactamente compensado por el mayor número de galaxias contenidas en aquellas capas más distantes, resultando en resumen que cada capa haría llegar a la Tierra la misma cantidad de energía.

Puesto que hemos admitido que las capas son infinitas, no queda más que aceptar que el cielo debería estar inundado por una infinita cantidad de luz y calor. Pero en cambio, la noche es oscura. Esta es la paradoja de Olbers, cuya resolución ha resistido varios intentos que en su día parecieron sólidos.

La oscuridad del cielo nocturno, siendo paradojal, es una de las muchas condiciones ambientales que han determinado el progreso de la vida terrestre. Nuestros organismos se han adaptado a un mundo en que las variables de temperatura, luminosidad, gravedad, presión, radioactividad, magnetismo, vulcanismo, tectonismo, nivel del mar, velocidad de los vientos, meteoritos por milenio, etcétera, se mueven dentro de rangos relativamente estrechos. Las reglas del juego son estables. Figúrese el lector que de pronto los vientos alisios comenzaran a soplar a 1.200 Kph, en lugar de la moderada velocidad de 25 a 30 Kph con que suelen empujar a los veleros hacia el oeste. O que la Tierra temblara cada 30 minutos con un terremoto grado 12. O que la paradoja de Olbers no existiera y el cielo fuera en toda su extensión tan brillante como el disco solar. Ciertamente, la vida no sería posible tal como la conocemos. Hoy, luego de un tiempo estimado en 15 mil millones de años de inexorable evolución, vivimos en un universo bastante estable, donde el homo sapiens es el producto más perfeccionado y reciente del progreso evolutivo, aunque tal vez no el último.

La paradoja de Olbers permite que el espacio sideral sea frío y oscuro, en lugar de un horno reverberante donde el desarrollo de las especies hubiera sido imposible. ¿Por qué el cielo nocturno es oscuro y no brillante como el día? El primer intento de resolución de la paradoja se debe al mismo Olbers, postulando que la materia oscura del universo atraparía la luz de las estrellas más lejanas, haciendo así al cielo oscuro. El material absorbente bien puede ser polvo cósmico o gas sideral. Y aunque efectivamente flotan considerables masas de tales elementos opacos en los espacios interestelares, la hipótesis no resistió demasiado, por una razón muy sencilla: la materia oscura no podría absorber por mucho tiempo la energía estelar sin saturarse para luego calentarse y brillar, emitiendo por fin el mismo flujo de calor y luz recibido. Sería como tratar de resistir el calor de un incendio con una plancha de acero. Pronto el metal se pondría al rojo vivo, emitiendo por un lado el mismo calor que recibe por el otro. Por lo tanto, esta primera hipótesis fue descartada y la noche siguió siendo inexplicablemente oscura.

A continuación se intentó dar solución al enigma mediante el argumento de que las estrellas y galaxias más próximas a la Tierra deberían bloquear con sus cuerpos la luz procedente de aquellas que pueblan la profundidad del universo. Este es un razonamiento muy lógico y en verdad así ocurre. Pero no es suficiente para resolver la rebelde paradoja: a pesar del bloqueo, el cielo debería ser en toda su extensión tan luminoso como la superficie del sol, debido a que las estrellas y galaxias disponibles para hacer de pantalla también son infinitas, y aparecerían en último término pegadas unas a otras, aportando luz para llenar cada punto de la esfera celeste. En consecuencia, esta idea también fue descartada y la noche siguió siendo inexplicablemente oscura.

La paradoja no volvió a ser amenazada durante un largo tiempo, hasta los trabajos que realizó el astrónomo norteamericano Edwin Hubble durante los años 20 del siglo XX. Hubble fue un personaje interesante y atractivo, que estudió derecho en Oxford, Inglaterra y luego, obedeciendo a su corazón tal como hiciera mucho antes el Dr. Olbers, estudió astronomía obteniendo su doctorado en la Universidad de Chicago en 1917. Para no dejar ninguna duda respecto de su condición de personaje interesante, Hubble era aficionado al boxeo. Su elección de carrera fue un gran acierto no sólo personal, sino también para la ciencia universal. Estudió las estrellas de remotas galaxias con el gran reflector de Monte Wilson, situado en Pasadena, California, e inaugurado en 1917, el mismo año del doctorado de Hubble. A la sazón el telescopio era el mayor del mundo, dotado con un espejo de 254 centímetros de diámetro. Con la inmensa capacidad recolectora que posee el espejo (hasta hoy perfectamente operativo), se puede condensar suficiente luz de una galaxia lejana como para obtener de ella un espectro aceptable. Los espectros (una especie de arco iris hipertecnificado de la fuente luminosa), contienen una sorprendente cantidad de información de los cuerpos celestes. Gracias al análisis espectral, se pudo determinar la composición química de las estrellas. La técnica obtuvo sus primeros éxitos luego de los descubrimientos del alemán Kirchoff en 1859, apenas 34 años después de que el filósofo francés Augusto Comte, el padre de la sociología, afirmara en su libro Filosofía Positiva que el hombre jamás podría resolver el misterio de la composición de las estrellas.

Pero además de la química del cuerpo emisor de la luz, el genial análisis espectral puede entregar casi toda la información que caracteriza a una estrella. Entre muchos otros datos, el espectro permite medir el movimiento radial del astro. Esto es posible gracias al famoso fenómeno llamado «corrimiento de las rayas del espectro» debido al efecto Doppler-Fizeau. Si las líneas espectrales del cuerpo celeste se corren hacia el extremo rojo del espectro, significa que las ondas originales se están alargando y que la galaxia se aleja de la Tierra. Por el contrario, un corrimiento de las rayas hacia el extremo violeta significa que las ondas emitidas se acortan y el cuerpo celeste se aproxima. A mayor desplazamiento de las rayas, mayor velocidad radial del cuerpo y Hubble descubrió además que la velocidad estaba directamente relacionada con la distancia. Mientras más lejos se encuentra una galaxia de la Tierra, más rápido se aleja. Y esto condujo al fantástico descubrimiento de que el universo se expande, como un anillo de humo que sale de una pipa. Cada partícula de humo se aleja de cualquiera de las demás partículas del anillo y eso exactamente es lo que están haciendo las galaxias. La noticia de que el universo se expandía causó un enorme impacto. Hubble alcanzó la gloria eterna junto a su fiel ayudante Milton Humason, quien se quemó las pestañas noche tras noche fotografiando galaxias, tomando espectros y comprobando cada una de las predicciones que hacía Hubble.

La expansión del universo iluminó instantáneamente las mentes de aquellos que seguían preocupados de la paradoja de Olbers: la respuesta por fin parecía haber llegado. Puesto que el universo se expande, la luz de las galaxias más remotas debía alargarse y debilitarse. La paradoja parecía haber recibido una solución definitiva. Sin embargo, hay un problema: resulta que así como la luz visible de las galaxias se corre hacia el rojo y hacia el infrarrojo debido a la velocidad de recesión del cuerpo emisor, así también la luz invisible (ultravioleta) se corre hacia el sector de luz visible del espectro, compensando el efecto. En otras palabras, la luz visible que se escapa hacia el infrarrojo, es repuesta desde el lado del ultravioleta. A pesar del fenómeno expansivo, la noche debería ser brillante como el sol. Pero la noche continúa siendo inexplicablemente oscura.

A la fecha, la mejor respuesta para la paradoja de Olbers parece estar en una combinación de dos factores fundamentales: primero, las estrellas no viven eternamente y segundo, el enorme tamaño del universo. La paradoja de Olbers asume que la luz de todas las galaxias alcanza simultáneamente a la Tierra, a menos que sea bloqueada por otra galaxia o estrella ubicada en la línea visual de la Tierra, que para el caso es lo mismo. Pero resulta que jamás nos alcanzará simultáneamente la luz de todas las estrellas que pueblan el espacio, porque el universo es demasiado grande. Una estrella puede vivir cuando mucho 4 o 5 mil millones de años. Supongamos que una estrella nace en una galaxia situada hoy a 5 mil millones de años luz de la Tierra. Para cuando su luz alcance a nuestro planeta, otra estrella más vieja ya habrá perecido, descontando así la luz de la estrella nueva.

Bueno, el tema es verdaderamente fascinante y pertenece ciertamente a los profundos dominios de la cosmología, la rama astronómica que investiga los orígenes y la evolución del universo. Cuando el gran telescopio de Monte Paranal quede integrado por sus cuatro espejos adaptativos, la capacidad detectora de la astronomía habrá dado un salto significante. Como ha ocurrido tantas veces en la historia de la ciencia, es posible que las actuales hipótesis sean sustituidas por otras.

©1999, Juan Antonio Bley

Este artículo fue publicado en mayo y junio de 1999, en la serie de Astronomía Conozca el Cielo, de la Revista Conozca Más (Chile).

El silencioso retorno del mago

por Raúl Pinto

«Mucha gente piensa que mis trabajos son terroríficos. Personalmente, yo los encuentro hilarantes. Terroríficos para mi son, por ejemplo, los videos de las Spice Girls».

Chris Cunningham

ADVERTENCIA: El siguiente artículo está hecho por un fanático, así es, me declaro fanático de Chris Cunnigham, tengo sus DVD y he seguido su carrera desde que me tropecé con el primer video que vi de él. Por lo tanto, trataré de ser lo más objetivo posible, pero todos sabemos que eso es como que el director de TauZero haga una review de Superman.

Chris Cunningham ha regresado después de 7 largos años de silencio, y ha vuelto de la manera que sabe hacer, con su arte. Pero muchos preguntarán ¿Quién diablos es Cunningham? Bueno, lo relataré con mi experiencia…

El primer video que vi de Cunningham fue “Come to daddy” de Aphex Twins a mediados de los 90. Nunca antes había visto algo como eso. Niños con cara de adultos destruyendo la ciudad. Desde un televisor sale un bizarro ser, desnudo y asexuado, reúne a los niños y espantan a una anciana indefensa. El realismo de las imágenes, lo terrorífico del arte, la frialdad calculada de la fotografía y el montaje salvaje en sincronía con la ensordecedora ensalada de bits de Aphex Twins cambiaron mi visión de lo que es un video clip.

Pero la historia de Cunningham empieza mucho antes. De niño aficionado al dibujo empieza su carrera artística en la revista de cómica 2000AD bajo el seudónimo de Chris Halls. Luego incursiona en la escultura hasta que es descubierto por el equipo de Alien 3 y comienza a trabajar en los FX de la película, desde ahí no ha parado, le siguen los trabajos Alien Resurrección, el Juez Dredd y las maquetas de Hardware y Nightbreed. Hasta Kubrick lo llamó para el proyecto de AI.

En la música, de la mano de Warp Records en 1995, incursiona con el video de Second Bad Vibel para el grupo de electrónica experimental Autechre. Con la estética CF siempre involucrada, logra un video inquietante, cómo si constantemente estuviéramos mirando una pantalla de seguridad en medio de un proyecto alienígena. La sincronía entre música, imagen y edición es llevada al límite de lo conocido en la época. Cada imagen corresponde a un sonido, cada beat a un corte, cada ruido a una interrupción o movimiento de un personaje. Desde ahí no ha parado con el video clip, elevando lo que normalmente se conoce como un producto de marketing de una banda a un status de arte experimental. El mismo asegura que jamás se involucrará en una banda que, estéticamente, no le interese. Luego siguió haciendo videos para Squarepusher, Björk, hasta Madonna (el conocido video de Frozen, donde Cunningham reconoce nunca haber tenido tantos recursos para hacer un clip). Pero es en el trabajo con Aphex Twins donde más se ha involucrado, con un trabajo en conjunto logrando la perfecta combinación entre imagen y sonido,con trabajos como Widowlicker (1999), video censurado por MTV y luego el célebre Come to daddy en el que inauguró una nueva forma de hacer videoclips. Pero a pesar de esto no fue hasta el trabajo de All is full of love de Björk, video en donde construye dos androides blancos, asépticos, femeninos, que hacen el amor, ambos con el dulce rostro de la Islandesa, donde llega el reconocimiento total como el mejor director de videoclips del mundo.

Pero la creatividad de Cunningham no sólo se limita el videoclip también en la publicidad, realizando comerciales de televisión para marcas internacionales como Nissan, Sony y Xerox, siempre con su retorcida estética futurista

Entre sus otros trabajos destacan la videoinstalación Flex y los cortometrajes Monkey Drummer y Rubber Johnny, este último protagonizado por el mismo, todos ellos con música de Aphex Twins. Estas obras son el medio perfecto para que el artista insista en su particular estilo, caracterizado por su retorcida imaginación, su obsesión por las anatomías enfermas, sus sincronizaciones exactas y su particular sentido del humor Hi Tech.

Cómo dato curioso: el sueño de Cunningham ha sido dirigir una adaptación de Neuromancer de Gibson o Scanner Darkly de Phillip K Dick, espermos que esto suceda en algún futuro cercano, si es así, yo seré el primero en estar sentado en la sala con mi tubo de chocolates y mi agua mineral.

Ahora vuelvo a la noticia original, Chris Cunningham ha vuelto, sin grandes aspavientos, con el clip “Sheena is a Parasite”, para The Horrors, es su primer vídeo nuevo en siete años. Y espero que esté bombardeando nuestras retinas por mucho tiempo más.

por Raúl Pinto

Más info:

http://videos.antville.org/stories/1428557
http://www.director-file.com/cunningham/
http://www.rubberjohnny.tv/ (su trabajo rubber johnny)
http://www.imdb.com/name/nm0192260

Ilión: el asedio

Supuestamente en este número de TauZero debía continuar con mi nota sobre el Punto Omega, específicamente con el segundo apartado que llevaría por título Las enseñanzas de San Teilhard, pero ocurre que para ello se me hace imprescindible disponer de mi ejemplar de El ascenso de Endimión que ingenuamente presté hace ya medio año. De acuerdo a Jorge Tellier los libros prestados no se devuelven. De lo contrario no existirían muchas bibliotecas. “Hay dos tipos de tonto”, le escuché decir alguna vez al viejo cascarrabias de Daslav Merovic, “el que presta un libro y el que lo devuelve”. De todas formas no pierdo las esperanzas y que esto sirva de presión para que el malicioso rufián que capturó cual Helena de Troya el último tomo de la tetralogía de Dan Simmons salga de su fortificada ciudadela y me restituya mi libro. Sólo entonces podré continuar con mi nota sobre el Punto Omega, saldando así mi débito con rmundaca, único a quien el Gran Espíritu de TAU habla en sueños.

Y ya que mencioné a Helena de Troya, supongo que podría aprovechar de hacer un breve comentario de Ilión, una de mis últimas lecturas a la fecha. ¿Qué puedo decir de un libro de Simmons que ya no se haya dicho? Nada supongo. ¿Cuál puede ser mi aporte? El característico sello autorreferente y digresivo que suele endilgarme el Sr. Director de este e-zine para quien yo soy un sujeto que goza del conflicto. Y como eso aparentemente es cierto según atestiguan mis más cercanos, ¿cómo no iba a disfrutar Ilión que se apropia de uno de los conflictos más célebres de la historia de la humanidad? Pero antes de perderme en las rizomáticas callejuelas de mi propia verbosidad presumida y jactanciosa, concentrémonos en el libro en sí.

Desde ya la portada nos dice todo cuanto debemos saber del libro:

Es de Dan Simmons.
Tiene a unos tipos en armadura combatiendo que parecen salidos de la película Troya.
Es la Iliada de Homero en clave de ciencia ficción. Y la Iliada, por supuesto, versa sobre la Guerra de Troya.

Todos estos son antecedentes más que tentadores para adquirir el libro, pero si nos queda alguna duda, basta leer la contratapa. Asistimos al desarrollo del asedio de Troya guiados de la mano de erudito Thomas Hockenberry. Se trata de un personaje misteriosamente revivido y presente en este Marte del futuro, cuyo Monte Olimpo se ha convertido en la morada de los posthumanos, quienes, con nombres como Zeus, Palas Atenea, Ares y otros ya conocidos, se comportan como los dioses de la saga homérica. Hockenberry tienen como misión constatar si lo que ocurre ante las murallas de Troya se ajusta precisamente a lo narrado por Homero y, desde el distanciamiento del estudioso, nos proporciona, además, una sugerente lectura comentada de la Ilíada. Una novela absorbente, fruto de la maestría de un escritor con múltiples registros y de inusitado talento. Una obra única, maravillosa e irrepetible.

Debo mencionar aquí otra obra de Simmons, se trata de Los vampiros de la mente una novela de 1214 páginas leí de un tirón allá por el verano del 2001. Escrita en 1989, su título original es Carrion Comfort y recomiendo encarecidamente su lectura. Es cierto que el título en español es pueril y nos remite a lo peor del cine clase-B, pero no permitan que eso los ahuyente de la lectura de este verdadera joya del horror que no cuenta con páginas de más ni de menos. Si menciono esta antigua novela de Simmons (que tuve la fortuna de encontrar a un precio ridículo) es porque me hubiese sentido muy defraudado de llegar a la mitad y no poder seguir la lectura, y lo que es peor, esperar a que llegara la segunda parte si es que imprimían la segunda parte. De lo contrario, obligado a comprar la versión en inglés por Amazon y comenzar a leer desde el principio ya que no es lo mismo. Me ocurrió con los Cantos de Hyperion. Tuve la suerte de encontrar Hyperion y la Caída de Hyperion al mismo tiempo. Luego pude adquirir Endimión pero El ascenso de Endimión no llegó nunca y pese a que mi hermana lo tenía en inglés me negué a leer una versión (aunque fuese la original) donde al Alcaudón le llamaban the Shriek. Pasó el tiempo y por fin y gracias a mi hermanita que viajó a España, pude tener mi copia de El ascenso de Endimión en spanish, la misma que está capturada en la fortaleza de López junto al Parque Forestal.

Lamentablemente lo que no me pasó con Vampiros de la mente, sí ocurrió con Ilión ya que lo que leí de esta obra, titulada por Ediciones B como Ilión: el asedio, es la mitad del primer libro de Simmons que comprende esta trama (el segundo es Olimpo). Miquel Barceló explica en el prologo que la extensión de la traducción (de Rafael Marín) los ha obligado a publicar Ilión en dos volúmenes al igual que se ha hecho en Italia (y posiblemente en Francia). Esa dilatada extensión y las bajas tiradas de la ciencia ficción en algunos países europeos como España explican esa mala costumbre en la que hemos incurrido la mayoría de los editores europeos de ciencia ficción en concreto, al menos en los últimos años. Debo reconocer que no me gusta tener que hacerlo, pero la realidad, y sus presiones, es la que acaba decidiendo.

Dados los antecedentes anteriores me sorprende que Ediciones B haya publicado e Los vampiros de la mente de Simmons en un tomo que dobla en páginas a Ilión y que seguro habría sido la forma que debió haber tomado la novela de haberse salido Barceló con la suya. Ahora no me queda más que esperar que llegue a nuestras librerías la segunda parte de Ilión titulada La rebelión. Pero no esperaré de brazos cruzados, no señor, sino que me sentaré a escribir una reseña en mi ordenador como dicen por allá en España. ¿Qué ya lo estoy haciendo? Ah, sí. Bueno, entonces hablemos del libro.

Tal y como dice Miquel Barceló los lectores que conocen a Simmons, recuerdan (diré con suma satisfacción) el carácter absorbente y dinámico de sus novelas, escritas con las mejores y atrayentes técnicas de los best-selleres más al uso, pero dotadas de una profundidad reflexiva y emotiva mucho mayor. Ilión no es una excepción a la regla (cómo si lo fue para mí por lo menos la lectura de El bisturí de Darwin que dejé botada a las 50 páginas) y no cabe la menor duda que Simmons es un autor en cabal domino de sus herramientas narrativas como suelen serlo los norteamericanos. Claro que esto a veces significa caer en ciertas fórmulas o gratuidades innecesarias y de escribir algo que puede terminar siendo muy predecible, pero eso sí que nunca aburrido, no señores. Nadie quiere leer libros aburridos, ¿no?

Sobre las virtudes de Dan Simmons como escritor ya me extendí lo suficiente en mi nota sobre el Punto Omega, pero ya que no pretendo que el lector de esto tenga que perder tiempo buscando y leyendo aquel artículo recurro al copy and paste: De acuerdo, Simmons es un autor exitoso tanto en ventas como en críticas y gracias a ello es que tipos como yo hemos podido leerlo. Pero finalmente no voy a recomendar su lectura por estas razones, sino por su eclecticismo; su falta de pudor a la hora de meter en la coctelera todo lo que se le vino en mente; por amalgamar con maestría géneros y subgéneros como la space-opera, el cyberpunk y la novela negra; por beber de las fuentes mitológicas y religiosas; por llevar las ideas a sus últimas consecuencias; por ser extremadamente original a la vez que sumamente conservador; por crear personajes entrañables; mundos espectaculares; sociedades increíbles…

Y en Ilión: el asedio, Simmons vuelve a meter elementos de diversa índole a la coctelera brindándonos un trago refrescante y adictivo porque seamos honestos, ¿quién sino Simmons puede poner a dos robots a discutir sobre las virtudes literarias de Marcel Proust y William Shakespeare y hacerlo de forma amena y creíble? ¿Y qué tiene eso que ver con el asedio a Ilión y los humanos de la Tierra del futuro llevando una existencia propia de los Eloi de Wells? Puesto así aparentemente nada, y avanzada la lectura del libro tampoco, pero pronto las piezas van encajando hasta que todo tiene sentido, al menos hasta donde el mutilado libro permite.

Siempre he tenido una particular cercanía con la mitología griega. Mi bisabuelo, Panayotis Amirás Stamnás, era griego y en casa de mis abuelos paternos había varios objetos griegos, principalmente esos jarrones negros con estilizadas figuras blancas. Creo que mi interés por la mitología griega se despertó con películas como Furia de titanes y las criaturas del maestro Ray Harryhousen. De ahí derivé a la lectura de dos libros que fueron clave: Los mitos de los dioses griegos y Los mitos de los héroes griegos de las chilenas María Luisa Vial Cox y Gabriela Andrade Berisso, una excelente forma de introducirse al cuerpo mitológico de la antigua Grecia pensada especialmente para el lector adolescente (cosa que yo era en aquella época). Luego leí Los mitos griegos de Robert Graves (célebre autor de Yo Claudio quien es citado por Simmons en los agradecimientos de Ilión), La Iliada y La Odisea, por supuesto, En el palacio de Cnossos de Nikos Kazantzakis, Los reyes de Cortazar, etc. ¿A qué quiero llegar con toso esto? A que si Dan Simmons hubiese tenido en mente el perfil de un “lector ideal” para su obra habría sido alguien similar a mí (aunque de seguro más simpático).

Debido al pequeño background que acabo de proporcionarles entenderán con cuanto entusiasmo y placer leí Ilión en el lapso de dos días y lo ansioso que estoy por seguir la lectura. Sobretodo al localizar numerosos puntos de coincidencia entre la obra de Simmons y la que debería ser mi primera novela en ser publicada, escrita entre el 2001 y el 2003 y revisada y corregida desde entonces. Por suerte la inscribí en el registro de propiedad intelectual durante el 2004 por lo que nadie podrá acusarme (como de seguro querría hacerlo para su propia diversión rmundaca) de “plagiar” el Ilión de Simmons, que juro solemnemente no haber leído sino hasta el presente mes de julio, 2006.

La narración ha sido articulada por Simmons en torno a tres ejes: la guerra de Troya escenificada en el planeta Marte por un lado, con los posthumanos dioses olímpicos y sus observadores escólicos; la existencia disipada y epicúrea de los escasos e ignorantes humanos que habitan la Tierra; y la expedición a Marte emprendida por los moravecs (organismos autónomos, sentientes y biomecánicos) que han evolucionado por su cuenta y han construido una civilización en los planetas exteriores del Sistema Solar. Al principio del libro cada uno de estos ejes narrativos parece correr por su cuenta, inconexos y como si de tres novelas distintas se tratase (como es el caso de Fin de las noticias del mundo de Anthony Burgess que es una biografía de Freud, una novela de ciencia ficción apocalíptica y un espectáculo musical sobre la visita en 1917 de Trotsky a Nueva York). Esto al principio me descolocó un poco mientras intentaba imaginar como se las arreglaría Simmons para hilar juntas sus tres madejas. Debo confesar que en comparación a la guerra de Troya marciana o los preparativos y desventuras de la expedición de los moravecs (alternadas por las discusiones acerca de Proust y Shakespeare sostenidas entre Orphu de Io y Mahnmut) los capítulos dedicados a los bucólicos humanos en la Tierra me parecían bastante flojos y exasperantes y Simmons debe haber estado conciente de eso por que incluye el ataque de un Alosaurio para sacudir la pereza. ¿Qué necesidad había de incluir dinosaurios en Ilión? Pues ninguna fuera que nuestra hamburguesa extra-queso con pepinillos, lechuga y tomate tenga también tocino. De cualquier forma la trama de los humanos en la Tierra mejora sustancialmente cuando parten en busca de la judía errante y terminan hallando a Odiseo en persona.

Varios elementos presentes en los Cantos de Hyperion se reiteran en Ilión, incluso algunos conceptos. Si bien los humanos no utilizan los teleyectores poseen nódulos-fax que cumplen la misma función aunque mediante un mecanismo diferente. También se menciona a los ARnistas “artistas del ARN, independientes de la recombinación, rebeldes sociales y bromistas graciosos con tanques regen-piratas y secuenciadotes”(sic) que en el universo de Hyperion son los responsables, entre otras cosas, de las patas de chivo del poeta Silenus y de las deformaciones inhumanas de los pandilleros en Lusus. La aparición de los ARnistas en Ilión es empleada por Simmons para justificar la presencia de criaturas prehistóricas como la macrauchenia y los phrorushracos. En cierto momento Odiseo pregunta que hay de comer, y como el menú consiste en la misma insípida comida de siempre decide llevar a los recién llegados a cazar Aves Terroríficas (o macrauchenia). ¿Qué necesidad había de esto fuera de crear una instancia para que Odiseo se luzca combatiendo avestruces prehistóricas? Como en el caso del Alosaurio que se come a Daeman, ninguna, y es en estos detalles que notamos las “técnicas de best-seller” a las que alude Barceló y que son nuestro placer culpable, algo que sabe muy bien Simmons.

De más está decir que Shakespeare y Proust cumplen una función similar a la de Keats en Hyperion (el Bardo incluso aparece en persona, aunque sea en un sueño), creando un puente entre la “baja” y la “alta” cultura que hace tiempo fue derribado de cualquier forma. Y tenemos nuevamente la presencia de un personaje sabio, viejo, astuto y manipulador como es el rol que cumple Silenus en la segunda parte de la tetralogía. Savi es la judía errante con algo de Silenus y una pizca de Sol Weintraub. En fin, la enumeración podría continuar pero con eso basta.

Si usted, estimado lector, no ha leído aún a Dan Simmons, pues le recomiendo que lo haga inmediatamente. No se defraudará.

©2006, Sergio Alejandro Amira.