De Trato Bestial a Danny Chilean

Conversación con Jorge Baradit por Sergio Alejandro Amira

Sergio Alejandro Amira: En Latinoamericana existe una notable tradición de literatura fantástica con autores como Carpentier, Rulfo, García Márquez, Macedonio Fernández, Felisberto Hernández, Borges, Cortazar y Bioy Casares. Sin embargo y pese a esta notable tradición la narrativa chilena insiste en la maldita ficción testimonial, dejando de lado prácticamente la literatura de género. María Luisa Bombal, Braulio Arenas, Teófilo Cid, Hugo Correa, no alcanzan a ser suficientes como para marcar una tendencia. José Donoso decía que en Chile no se le perdona a ningún escritor que no sea realista. ¿Qué comentarios te merece todo esto?, ¿somos un país de poca imaginación, un país que le teme a la imaginación acaso?

Jorge Baradit: Creo que lo hemos comentado muchas veces. Tengo la impresión que la estrecha relación de los artistas chilenos con los movimientos de izquierda marcó a fuego la idea de arte como una actividad con fuerte compromiso social. El arraigo del arte a la cuestión social significó un fuerte arraigo del arte hacia la realidad. El arte es denuncia o es escapismo.

Además, somos un pueblo ordenadito y disciplinado con temor de la excepción. Nos asustamos con el que se sale de la fila, y la imaginación es salirse de la fila cada vez que se pueda.

Sergio Alejandro Amira: Sergei Esenin se cortó las venas y se ahorcó. Con su sangre escribió su último poema. ¿Si fueras a suicidarte, cómo lo harías? ¿Que rituales, si es que, implementarías? ¿Dejarías una nota, un texto críptico con tu sangre en una pared?

Jorge Baradit: El suicidio es algo personal, es la última conversación con uno mismo. Definitivamente no es una “puesta en escena”, al menos para mí. Recuerdo haber leído de una actriz mexicana que preparó una suite llena de flores para escenificar su muerte soñada entre almohadones, joyas y terciopelo. Pero las enchiladas le jugaron una mala pasada al combinarse con los barbitúricos y la encontraron muerta con la cabeza metida en el water.

Los grandes suicidios no responden a puestas en escena artificiales, el telón de fondo es el contexto histórico en el que deciden hacer su gran gesto final, como Salvador Allende, que convirtió su suicidio en la apoteosis y final de toda una época, al menos para nuestro país. Los chilenos tenemos ilustres suicidas: Balmaceda, Pablo de Rokha, La Violeta, Allende, y Arturo Prat, que se suicidó usando un barco completo en vez de pistola. Lástima que el suicida con el que todos soñamos haya decidido apagarse entre babeos y pañales para adulto en su hacienda de Bucalemu.

Los únicos que ganan muriendo son los héroes. Los poetas y “bleeding hearts” que se quitan la vida porque ya no soportan el mundo son una manga de mamones sin ningún honor.

Para responder tu pregunta. Si me suicido sería en el fragor de algo imprevisto que me quemara de urgencia y en pro de algo relevante, te aseguro que no tendría tiempo de escribir ningún mensaje en ningún lado.

Sergio Alejandro Amira: hay famosos artistas adictos a las drogas, al cigarrillo o al alcohol. Escritores como Poe o Dylan Thomas eran alcohólicos y murieron de esa forma. Dylan Thomas prácticamente se suicidó bebiendo y sin embargo no podríamos afirmar que su corta vida haya sido peor que la larga vida de cualquier vegetariano new age. ¿Prefieres, como Aquiles, elegir una vida breve y gloriosa a otra larga pero oscura?

Jorge Baradit: ¿Se puede elegir una vida larga y gloriosa?

Sergio Alejandro Amira: No, supongo que elegir una vida no es como elegir un tomate maduro en la vega, pero sin duda que Aquiles pudo elegir entre quedarse en casita y no ir a Troya. Permíteme reformular la pregunta: ¿Qué te parece el maldito estereotipo del artista suicida, del artista muerto joven?

Jorge Baradit: Nuestros más grandes artistas se murieron de viejos, después de una larga y hermosa vida llena de batallas y glorias donde murieron y renacieron varias veces. A veces me patea esa canonización automática que sufre el artista muerto joven independiente muchas veces de la calidad de su obra. En términos populares ni hablar del sobrevalorado Jim Morrison, alabado sólo por ser un alcohólico, limítrofe y suicida estrafalario. Hay que recordar que el más salvaje de todos los jóvenes, Rimbaud, huyó de la poesía y se fue a vivir lejos. El más terrible de todos huyó.

Sergio Alejandro Amira: El bosque de indicios donde el poeta surrealista permanece al acecho no es el bosque de símbolos donde Baudelaire permanece a la escucha… ¿A que bosque penetró Baradit para encontrar su árbol?

Jorge Baradit: Al único posible, al que queda adentro mío. Al bosque de Logres que cada uno tiene detrás de los ojos. Hoy escuché en el cine una frase que se quedó a vivir en mi interior: “Nunca, nunca abras la puerta que hay en el suelo…”. Ygdrasil es el nombre grabado en mi puerta del suelo.
Al decir “Bosque de Logres” recordé los libros de Joseph Campbell. Cuando decidí escribir Ygdrasil escogí la estructura de “quest” para la historia. La estructura más básica de todas y la más humana, quizá por lo mismo. La diferencia con el “Viaje del Héroe” de Campbell es que en Ygdrasil el arquetipo está torcido y las cosas ocurren entre engaños que no reivindican a nadie.

Ygdrasil es mi columna vertebral, ese árbol que distribuye con sus ramas los impulsos eléctricos de microintensidades que se transforman en imágenes desenfocadas de lo que ocurre en las profundidades de mi pandemonio.

Sergio Alejandro Amira: El Yggdrasil de la mitología nórdica es el mundo-árbol que alberga a los nueve reinos de Asgard, Ljossalfheim, Midgard, Svartalfheim, Hel Jötunheim, Muspelheim, Vanaheim y Nifelheim. Según tengo entendido su nombre significa “El Caballo del Terrible”, siendo este terrible no otro que Odín o Wotan. ¿Qué es Ygdrasil para ti?

Jorge Baradit: Ygdrasil es el árbol donde se colgó Wotan, pero también es el árbol del paraíso, donde primero colgó una serpiente que le otorgó visión al hijo de Jehová. El árbol desde el que se sacó la madera para que dios volviera a colgarse a sí mismo. El árbol que cada hombre tiene en su columna vertebral, por donde sube la misma serpiente kundalini a repetir la historia, a despertar al hijo del hombre de su sueño, para que se ilumine e intente una y otra vez traicionar a su creador recombinando las runas, inventando máquinas, intentando darle vida a torpes esbirros electrónicos en su afán de revancha.

Sergio Alejandro Amira: Hace algunas semanas atrás leí el libro de Víctor Frankl El hombre en busca de sentido. El libro entero me impactó mucho, pero sobre todo el siguiente párrafo: Algunos detalles, de una muy especial e íntima grandeza humana, acuden a mi mente; como la muerte de aquella joven de la que yo fui testigo en un campo de concentración. Es una historia sencilla; tiene poco que contar, y tal vez pueda parecer invención, pero a mí me suena como un poema.
Esta joven sabía que iba a morir a los pocos días; a pesar de ello, cuando yo hablé con ella estaba muy animada. “Estoy muy satisfecha de que el destino se haya cebado en mí con tanta fuerza”, me dijo. “En mi vida anterior yo era una niña malcriada y no cumplía en serio con mis deberes espirituales.” Señalando a la ventana del barracón me dijo: “Aquel árbol es el único amigo que tengo en esta soledad.” A través de la ventana podía ver justamente la rama de un castaño y en aquella rama había dos brotes de capullos. “Muchas veces hablo con el árbol”“, me dijo. Yo estaba atónito y no sabía cómo tomar sus palabras. ¿Deliraba? ¿Sufría alucinaciones? Ansiosamente le pregunté si el árbol le contestaba. “Sí” ¿Y qué le decía? Respondió: “Me dice: Estoy aquí, estoy aquí, yo soy la vida, la vida eterna.”
Esta muchacha me hizo pensar en Mariana, y el árbol con el que hablaba obviamente Ygdrasil.

Jorge Baradit: Mariana es una metáfora de la coniunctio. Hizo todo lo posible para huir de su destino pero le resultó imposible. El destino la clavó a ella misma. Su vida es un samsara reducido a una sola vida con muchas muertes. Un trabajo histérico del cosmos para hacerla entrar al nirvana en una sola vida, pero a un nirvana de eterno dolor. Los chips sufren dolor cuando son atravesados por las descargas eléctricas de microintensidades.

Sergio Alejandro Amira: Una de las películas que más me impacto de niño (y que tuve la suerte de ver en el cine) fue Pinocho pero no fue sino hasta el presente año que leí el libro de Carlo Collodi. Me sorprendió ver lo mucho que difería la historia real de Pinocho con su adaptación fílmica. Está llena de crueldad, de actos violentos y muerte, como Ygdrasil. Y es más, Pinocho es tallado por Geppetto a partir de un trozo de madera “que lloraba y reía como niño”. Esto me hace visualizar a Mariana como una suerte de Pinocho. Mariana y el árbol Ygdrasil parecieran no ser dos entidades separadas sino una.

Jorge Baradit: Mariana nació de un tronco, su madre mutilada. De un remedo de cuerpo. De un cuerpo purificado de sus excesos, preparado sólo para sostener la columna vertebral y el útero (pista de aterrizaje para su espíritu ingresando a nuestro plano). Luego, Mariana renació del tronco de un árbol cuando el selknam la reconstruye (la historia no lo dice pero era un fresno de 500 años, plantado por cabalistas con el único objetivo de servir como eventual nuevo útero para la hija de la rebelión). Finalmente, Mariana cuelga del árbol definitivo. Como una magdalena crucificada contra el sephirot algorítmico, diciendo: Yo soy un árbol. Mis pies se hunden en el inconsciente colectivo de la humanidad y mis brazos se extienden como dendritas infinitas hasta cubrir la curva del universo. Soy el eje en torno al que giran los pensamientos de dios, el procesador que administra su buenaventura”.

Sergio Alejandro Amira: Lo primero tuyo que leí fue Angélica, cuento que presentaste para el taller que Pablo Castro y yo dirigíamos. De seguro recordarás lo que te dije en aquella ocasión. Pues bien, Angélica era el segundo cuento de una trilogía con un interesante pie forzado que dictaminaba que cada relato debía terminar con tres personas en una habitación cerrada y un disparo que lo resolvía todo. En el tercer cuento, reaparecía supuestamente Angélica (no como protagonista) y se atarían los cabos sueltos. ¿Qué ocurrió con ese tercer cuento que iba a llamarse Soledad y luego cambiaste a Magdalena?

Jorge Baradit: ese tercer cuento comenzó a crecer desaforadamente y terminó convirtiéndose en ATACAMA, la segunda novela de la que ya tengo completa la estructura y sus contenidos y que sólo me resta tomar el lápiz y comenzar a escribir. Me gusta escribir con lápiz, en lo posible esos lápices gordos de pasta azul que te regalan con logotipos de empresas o detergentes. Lo ideal es escribir sobre un block de roneo marca COLÓN. Su superficie blanda y rosácea me hace sentir que estoy labrando con fuerza con un punzón sobre la piel de alguna mujer. Mis páginas tienen relieve, como los cuadros de Van Gogh: furia medida.

Sergio Alejandro Amira: Una anécdota de Angélica es que el malvado militar originalmente se llamaba Gabriel Mérida, pero tuviste que cambiarle el nombre a Gabriel Calatrava a petición de su homónimo en el mundo real. Posteriormente se levantó cierta polémica porque Gabriel utilizó el nombre de Pablo en uno de sus cuentos. Esto me hace pensar en la clásica advertencia de la ficción televisiva que dice “todo nombre con personas vivas o muertas es pura coincidencia, etc.” Esto no es una pregunta, sólo una nota al margen, sigamos.

Jorge Baradit: OK.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez te dije que ser promiscuo en la lectura es fundamental y estuviste de acuerdo, es más, aseguraste que la promiscuidad literaria te cruzaba a todo nivel y que el único factor aglutinante entre los géneros que consumías era la fantasía.

Jorge Baradit: Sí, me interesan todos los mundos nuevos que el arte puede crear. Surrealismo, fantasía, religión, ciencia ficción, psicología profunda, mitología, etc. Ese gran libro de literatura fantástica que es la Biblia, la maravillosa fantasmagoría de Miguel Serrano. Hallo placer en Camelot o Bespin. El Walhalla o Agharta.

Sergio Alejandro Amira: Has dicho que no has leído mucha ciencia ficción, también me dijiste que no conocías a los escritores chilenos publicados el último tiempo. ¿Has leído algo de los autores que reseñan Ygdrasil en su contratapa al menos?

Jorge Baradit: ni idea. Espero tener el placer de conocerlos algún día.

Sergio Alejandro Amira: Mencionaste a Miguel Serrano. Varios de nuestros amigos y compañeros de “generación” lo han leído y admiran su prosa cuando no está divulgando sus ideas nacional-socialista-hitleristas-esotérito-herméticas (y si lo hacen nunca lo admitirían en público). Justamente la época en que te conocí a ti y a Pablo Castro comenzó a gestarse una suerte de reconocimiento a Serrano, algo escribió Lafourcade en el Mercurio, Warnken lo entrevistó a propósito de ese bellísimo libro que es Las visitas de la Reina de Saba, la revista Paula le dedicó un reportaje… ¿Crees que algún día será reconocido Miguel Serrano como el gran escritor que es? ¿Crees que llegará el día en que aquellos influenciados por su obra no teman gritarlo a los cuatro vientos?

Jorge Baradit: Ya está comenzando a ocurrir, como tu bien dices. Y está sucediendo de la misma manera que con todas nuestras otras grandes plumas: Se toma su obra, se limpia muy bien de cualquier “impureza” poco académica o por lo menos poco “aconsejable” y se rescata un aspecto menor, el menos subversivo, el menos incendiario. A los grandes se les desactiva igual que a una bomba. ¿En qué se convirtió la gran desgarrada, la crítica y luchadora social de nombre Gabriela Mistral? Se convirtió en una autora de poemas para niños. ¿Parra? En un payaso de la contingencia. ¿Neruda? En un buey que arrastra poemitas de amor. ¿En qué están convirtiendo a Serrano? En el viejito excéntrico que escribió Las visitas de la Reina de Saba, prologado por un famoso. El resto de su obra será considerada “un mero desatino de este gran genio de la poesía críptica”. No me cabe duda.

Sobre lo que dice Serrano acerca de cada punto de la Historia no me merece ningún comentario. Soy sólo un espectador de sus mistificaciones y maravillas como alguien que mira un atardecer que estalla en naranjas y morados incendiarios. ¿Qué se puede opinar del Tigre? ¿Se puede opinar de su conveniencia o inconveniencia? ¿Sobre su derecho a existir o no? Al tigre solo se puede asistir con sorpresa y abismo. Que otros busquen significados y explicaciones.

Sergio Alejandro Amira: Eduardo Anguita observa que el chileno presenta una curiosa conducta que se muestra en dos formas opuestas y contradictorias que darían para un ensayo antropológico. Una. Todo lo chileno es extraordinario; hay que rechazar lo extranjero. Un ejemplo: un crítico santiaguino (que ya no vive) reprochó reiteradamente un ciclo de conferencias –y todas muy inteligentes– que se efectuó, durante dos o tres semanas , en conmemoración del Dante. “Mejor hay que preocuparse y estudiar a nuestros autores”, comentó. La otra actitud: Un poeta chileno ha terminado una obra de poesía: le confía a un amigo bastante inteligente: “Esto podría firmarlo Rilke”. Respuesta: una sonrisilla compasiva. ¡Cómo va a ser posible que éste, que yo veo casi todos los días, que estudió conmigo en la Universidad…!, etc. No. Imposible. Yo lo veo casi a diario. Curioso constatar como aquí siempre está lanzando “La primera convención de ciencia ficción y Fantasía”, “La primera novela chilena de ciencia ficción”, etc.

Sergio Alejandro Amira: El año 2002 tuvo lugar una curiosa tertulia que contó entre sus asistentes a la catedrática norteamericana Andrea Bell, Luis Saavedra, Rene Weber, Pablo Castro y este servidor. Durante el almuerzo celebrado en un restaurante italiano caro y malo (sugerido por Weber) se trató no sólo el tema de una ciencia ficción chilena, sino latinoamericana.

Quedó claro que para los amigos del país del norte la CF latina era más bien una “curiosidad” como los Innuits que ciertos científicos inescrupulosos llevaron com “muestra viva” al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en 1897, curiosidad como lo fueron los tallados africanos para Picasso que hasta último momento negó haberlos visto previo a las Demoiselles de Avignon.

Durante dicho almuerzo pude ver por vez primera la portada del libro editado en EE.UU. que incluye el cuento de Pablo y debo decir que en una primera instancia me sentí ofendido por la representación de un maya sentado frente a un computador a la usanza de la iconografía precolombina. No tengo nada en contra de dicha iconografía, muy por el contrario, yo mismo me he servido de ella ampliamente en mi pintura y pasé por una fase de varios años que ahora denomino: “período influenciado por la imaginería precolombina”. Pero me ocurre lo mismo que a los afroamericanos que pueden decirse “niggers” entre ellos pero cuando un blanco ocupa la palabra ésta es ofensiva. Para mí la portada del libro fue ofensiva y me retrotrajo a mi estancia en Inglaterra donde todos mis profesores esperaban que yo pintara como Diego Rivera, Guayasamín o Frida Khalo por el simple hecho de ser un “indio”. Esto me significó varias peleas y hasta ser discriminado académicamente por no seguir el plan que me tenían delineado. Curiosamente no fue sino hasta que regresé a Chile y volví a entrar a la universidad que se despertó en mí el interés por los pueblos originarios y su arte.

Mi visión es que la gente de los estratos socioeconómicos medios y altos de Chile no se diferencia culturalmente de una forma tan radical a la de Estados Unidos. Por lo tanto, ¿por qué tendría que ser nuestra ciencia ficción tan distinta a la de ellos? Luis, o Pablo le señalaron a Andrea que si se cambiaban los nombres de los personajes de un cuento de Hugo Correa por ejemplo, sería imposible de identificar como chileno. Claro que hay temas que van a identificarnos y un investigador voluntarioso podrá identificar de seguro estos elementos y decir: la CF chilena es así o asá, pero esto no será más que un ejercicio taxonómico.

Lo que de verdad me molestó de la visión de Andrea Bell es esa búsqueda de “exotismo” propio de los conquistadores, esa imagen que la CF latinoamericana es un “indio con computador”, esa actitud de “miren, los indios también escriben CF, ¿que curioso, no?”

Puedo estar totalmente equivocado en mis apreciaciones, pero esa fue la impresión que obtuve de nuestros amigos norteamericanos durante dicha reunión. Una frase de la Sra. Bell aún me da vueltas: “ahora en Estados Unidos están interesados en la CF hecha por latinos, en el futuro podrá ser la CF escrita por los payasos”.

Jorge Baradit: Mmm… me habría encantado estar en esa reunión. América (nosotros) somos un pueblo en estado de formación. Todavía nuestros parientes del resto del mundo nos tratan como cuando miras a un bebé y dices -Uy, se parece a éste, o a éste otro- todavía no hay nada muy propio que decir. Entiendo perfecto tu molestia. Uno de los temas que más me ha interesado a lo largo de mi vida es el de la identidad americana. Nosotros, los americanos, que no somos ni indios ni europeos, estamos flotando sobre el territorio, ni siquiera sabemos los nombres reales de las montañas que vemos, los ríos que atravesamos o los valles que cultivamos, estamos en un entresueño. Vivimos mirando a nuestro padre que está lejos y que nos ve como hijo bastardo (Europa), y vivimos negando a nuestra madre que está debajo de nosotros y que no vemos por estar demasiado ocupados mirando hacia arriba, hacia el cielo, hacia la mente, hacia Europa (“no, si mi familia viene de Italia”). La otredad americana es una cazuela que recién tiene los ingredientes puestos en la olla, van a pasar 500 años más antes de ver qué sale de todo esto. Mientras tanto sólo nos resta patalear.

Yo también vi el monito de marras (paráfrasis de la losa mortuoria de Pacal Votan, sacerdote maya, y adoración de Erich Von Daniken porque sería un extraterrestre en su nave voladora). La encontré chistosa y cliché. Desgraciadamente, Sergio, SOMOS exóticos (Gracias a dios, Sergio, SOMOS exóticos). Contra lo que hay que luchar es contra la caricatura.

Cuando hablo de Ciencia Ficción a la chilena no pretendo poner a mapuches en x-wings. pero si insistir en que cultura tiene que ver con RESCATE de la cultura. La cultura es un ouroboros que se alimenta de ella misma. Los occidentales comos los únicos artistas parricidas que tenemos que matar lo anterior para construir lo nuevo entre las ruinas. Eso es lo que ha llevado al arte moderno al nivel de dispersión y muerte del que adolece hoy, donde la fealdad (y esto no es una crítica a las expresiones en sí. Siempre me ha parecido que el arte es, entre otras cosas, un “síntoma” libre de juicios morales) y el hedor son parte del paisaje de muerte que plantea el arte. Los japoneses, en cambio, no se rebelan contra sus padres y llevan miles de años levantando una estructura segura y sólida. Los manga, el animé, la arquitectura, la poesía, la ciencia ficción japonesa, abreva de sus mitos y las mismas visiones que los han atacado y seducido desde siempre. Ellos no buscan LO NUEVO, como lo novedoso, buscan la reinterpretación de sus mitos a través de AGREGAR, a la luz de lo contemporáneo. Hablo de “rescatar”. Y no de un “rescate museístico”. No somos mapuches. García Márquez no intentó rescribir el Popol Vuh cuando escribió Cien años de soledad. El rescató. Lo único que digo es: ¿por qué en vez de escuchar y aceptar tan fácilmente a los elfos, no escuchamos y trabajamos con los invunches? En vez de magos artúricos, conocer a los brujos chilotes. los chamanes, las meicas. Eso no es exotismo, eso es mirar lo que tenemos en frente y que despreciamos por tener “olor a chileno”, esa cosa pequeña de “lo de afuera es mejor”. No porque lo “de acá” sea mejor sino que porque, querámoslo o no, está dentro nuestro y eso, lo que está dentro, es la materia de trabajo de cualquier artista. No hablo de “folklore”, sino de aceptar lo que tenemos y elevarlo. Tampoco hablo sólo de rescatar “temas”. Sino de rescatar la poesía americana (la poesía es el lenguaje por excelencia de las eras épicas, como la que vive América desde su Independencia). De rescatar la escritura americana. Se que puede sonar sospechosa la palabra, pero hay toda una carga “mágica” en nuestra tierra que puede impregnar nuestra obra si nos dejamos seducir. NUNCA vamos a poder escribir como norteamericanos. Escribamos como americanos, entonces. Yo no soy mapuche, pero tampoco soy europeo, eso es lo único que sé. Soy un fantasma flotando sobre el territorio. Un alma que aún no se encarna. Detesto el “indigenismo”. Pero me acerco a ellos porque ellos tienen pueblo, nosotros no. Anduve por la sierra peruana y hay quechuas que con cueva se han enterado que todo esto ahora se llama América. Ellos siguen en lo suyo. Ellos saben dónde están, no tienen que andarse buscando como nosotros. En fin, tanta cháchara me habría gustado expulsarla en una mesa con ustedes, pero así están las cosas. Fue significativo, en todo caso, que para hablar de CF americana, los haya convocado una gringa.

Sergio Alejandro Amira: Varias veces para apoyar ciertos puntos de vista has citado a Philip K. Dick, desde tus declaraciones en el antiguo foro del Taller Fobos hasta la entrevista apócrifa de Vak y la autorizada de Gabo. Recuerdo la primera vez que nos reunimos tú, yo y Ángela fuera del contexto del taller, me confesaste haber leído muy poca cf y de Dick sólo un cuento de unos robots que me apresuré a indicarte era un capítulo de Galaxias como Granos de Arena de Aldiss. Pero de seguro si has visto varias de las adaptaciones de Dick al cine, que parece ser el escritor de CF más llevado a la pantalla grande (con resultados menos desastrosos al menos que el rey del terror Stephen King). ¿Hay alguna de estas películas que rescates? ¿Cuál es la mejor, cual la peor?

Jorge Baradit: Sería muy tonto si no te dijera que Blade Runner. Aunque te aseguro que no pude leer más de 20 páginas del libro y, si no me equivoco, Ridley Scott hizo un enorme y maravilloso trabajo de reinterpretación del texto original. Me encanta porque es la madurez de un género, la cf aparece como un contexto, no como el tema, pero lo maravilloso es que el tema surge desde el mundo de la cf: los androides y la pregunta de siempre: la permanencia, la existencia en el interior de estas réplicas. La capacidad de una máquina de ser más humana que el humano.

¿Cuál es la peor? No tengo idea porque no he leído a Dick. Te puedo decir cuál es la peor película basada en un cuento de Dick, definitivamente Paycheck, de John Woo. No se qué era peor: la trama, la química entre Ben Affleck y Uma Thurman o la decadencia de la rubia más linda del Universo, convertida en una escoba vieja sin ningún sex appeal.

Sergio Alejandro Amira: Nuestro amigo Gabriel Mérida escribió lo siguiente el 2003: el 90% de los escritores de ciencia ficción escribe y escriben sus voladas sin orden ni concierto, como si nunca hubieran leído literatura de verdad y les sale bien. Incluso los publican. Incluso los publican en la Fobos. Aunque es verdad que de ese des-orden y des-concierto salen joyas de la imaginación como Ygdrasil. En su momento esto te desconcertó y solicitaste un “extended play” del asunto. ¿Qué te parece la declaración de Gabo ahora que ha transcurrido el tiempo?

Jorge Baradit: Creo que Gabo es tan bocón como yo. A él también le gusta escucharse decir frases que suenen a aforismos.

Sergio Alejandro Amira: A propósito de aforismos, hay uno de Cioran que no me canso nunca de repetir: Nada seca tanto la inteligencia como la repugnancia a concebir ideas oscuras. Creo que compartes esta visión, como puede uno constatar al leer cualquiera de tus cuentos, como Karma Police, por ejemplo.

Jorge Baradit: Las frases son acumulaciones de letritas y no tienen ninguna importancia. Todos sabemos que hay maravillosas frases para apoyar las ideas más opuestas entre si. Además que cuando la palabra inteligencia sale en las conversaciones, me dan ganas de sacar mi revólver. No hay nada mas sobredimensionado en estos tiempos que la “inteligencia” en las personas, esa capacidad humana que te permite “imaginar” cómo matar a otra persona sin ser sorprendido, engañar y sacar provecho de los más débiles, idear la mejor manera de distribuir droga entre escolares y otras linduras por el estilo. La inteligencia produce bestias que pueden arar campos o arrasar poblados completos. Lo que me preocupa es la casi inexistencia de buenos administradores para las bestias que producen los “inteligentes”.
Las ideas oscuras no son producto de la inteligencia, sino de todo lo contrario. Sólo vaciando la cabeza de inteligencia les haces lugar a estos animales que suben lentamente desde el sótano a tomar su lugar entre las cosas de tu vida cotidiana.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez citando a mi gurú Steven Shaviro te dije que en el mundo posmoderno, los fragmentos y ruinas no son más recuerdos melancólicos de un orden perdido y se han transformado en las grotescas piezas de un juego de construcción colosal de un niño hiperactivo.

Jorge Baradit: Bueno, en ese entonces yo no sabía de la existencia de una “literatura postmoderna”. Siempre había considerado a la postmodernidad como una condición de la cultura toda, donde quizás algunas expresiones la transparentaban más o menos. Pero, cómo NO SER postmodernos hoy? Desde Madonna vistiéndose de diva de los años 1950s pero cantando pop de los 1990s hasta Aldiss con su Frankenstein Unbounded… Discrepo con esa visión apocalíptica de la postmodernidad. Concuerdo en que se trata de “fragmentos”, pero discrepo con que sólo sean “ruinas”. Adhiero más bien a esa visión que dice que la PM es el momento en que la cultura se volvió consciente de sí misma, dejó de avanzar creyendo ciegamente en el ideal de progreso (todo tiempo pasado fue peor), se detuvo y giró la vista hacia atrás para revalorarlo todo. Adhiero a esa visión de la PM que dice que la cultura giró y se encontró con toda la Historia a su disposición, al alcance de su mano para ser usada, reutilizada, reciclada y reordenada con plena libertad. Ahora, por qué giró? Ahí es donde el debate todavía no termina. De repente tenemos permiso para re entender las cosas y manipularlas a nuestro antojo, alegre e irresponsablemente. Por qué? No se, no voy a ser yo quien responda. Porque a veces se confunde el “por qué” con el “cómo”, sobre todo en nuestra cultura. Creo que los “por qué” son misteriosos e inexplicables, son metafísicos y resbaladizos. Los “cómo” son más fáciles y la humanidad se haya feliz respondiendo con “cómos” en vez de “por qués” desde hace harto rato, para qué molestarlos con angustias trascendentales, mejor me voy a jugar a armar castillos con mi “Lego” postmoderno.

A veces me pregunto si este resucitar de todos los muertos que es la posmodernidad (toda la historia está disponible), no será el equivalente al momento previo a la muerte donde toda la vida te pasa por delante.

Sergio Alejandro Amira: Volvamos a Mariana. Alguna vez me dijiste que era demasiado común que las mujeres de las historias sean o muy minas o muy masculinas y que casi siempre terminan siendo Rambos con grandes tetas a lo Simon Bisley. Entonces te pareció bien la idea de una mina muy carreteada, doliente y toda cagada, nada de Laras Crofts, ni Ripleys. Una junkie, que actúa por adrenalina y odio, descontrolada, en picada por la vida. También me dijiste que cada vez que pensabas en Mariana te daba pena…

Jorge Baradit: Quería una mujer real, nada más.

Sergio Alejandro Amira: Angélica en cambio es muy distinta a Mariana, se parece a Alita que es una ginoide que al comienzo se ve frágil pero resulta que es una temible arma de combate. Nihil novum sub sole. Aunque Angélica es una niña siempre asustada que no controla su poder, finalmente igual usa conscientemente su fuerza y es una Terminator de todas maneras. Pese a esto y al igual que Mariana, Angélica parece ser tu0 comentario sobre “la fragilidad femenina expuesta al poder masculino”.

Jorge Baradit: Sí, Todos mis cuentos tienen que ver con la penetración sexual en su sentido violento, la violación del cuerpo de un ser más frágil. Todos sabemos que no hay nada más despreciable ni más atractivo que eso.

Sergio Alejandro Amira: Por último, el personaje que cerraba la trilogía, que se iba a llamar Soledad y cambiaste por Magdalena, fue esbozada como la mujer pecadora que llora a los pies de NSJ. Me explicaste que Mariana era una espada, Angélica una katana (delgada, frágil, liviana pero mortífera) y Magdalena sería una daga… pero la daga que atraviesa el corazón de María en el icono cristiano. Una daga ritual. No dejo de pensar ene se dicho que indica que la mujer es una espada… más peligrosa cuando está desnuda, y tampoco puedo excluir el hecho que en tu casa tienes una espada y una katana a la vista, pero no una daga. Una vez no voy para ningún lado. Callejón sin salida.

Jorge Baradit: La daga todavía no me ha sido dada. La espada la soñé, la katana la encontré y la daga me tiene que ser dada. La daga es una condecoración, no la puedo comprar. Hay algo que debo hacer para que me sea entregada pero aún no me he topado con ese momento.

Sergio Alejandro Amira: ¿Recuerdas aquel ejercicio que comenzamos a fines del 2003 y que terminaste en el avión mientras viajabas a la vieja Europa? Se titulaba La Colmena y si bien no resultó el híbrido de aquella experiencia surgió uno de los cuentos tuyos que más me gusta: Los Vampiros, y mi cuento Caro data archangeli. Sin duda fue una experiencia provechosa y lamento que más de estos ejercicios no puedan realizarse. Recuerdo haber escuchado alguna vez de lo poco que interactuaban los músicos locales, Buddy Richards cantando con Los Tres es una rara excepción si comparamos la cantidad de duetos y colaboraciones en países como USA e Inglaterra. ¿Responderá esto a otra de nuestras características idiosincrásicas o como país pobre cada cual debe rascarse sus propias pulgas y luchar por su pedazo de carne?

Jorge Baradit: Creo que se hacen muchas colaboraciones. Pero también es evidente que somos un país de envidiosos. No nos gusta que otro suba más que nosotros. Quizá por eso nos cuesta cooperar para que otro crezca con “nuestras” ideas, como si las ideas tuvieran dueño.

Sergio Alejandro Amira: Armando Uribe cuenta que le pidió a Neruda que le dedicara un libro del gran editor italiano Tallone. ¿Cuál? le preguntó, ¿el mío? Le dijo no; este otro que tengo aquí, el purgatorio del Dante. “¡Pero como te lo voy a dedicar, si es de Dante! Ponle no más tu nombre en la primera página le dijo Uribe. Mientras lo escribía Neruda musitó: <>

Jorge Baradit: Je, je…las dos únicas veces que le he pedido a un autor que me firme un libro han sido de otros autores. Miguel Serrano me firmó de muy mala gana el artículo Wotan de C.G. Jung “En recuerdo del profesor Jung, Miguel Serrano”. A Jodorowsky le pedí que me firmara “La leyenda del Grial”, de Marie Louise Von Franz. Le expliqué que su biografía estaba muy cara y no la encontraba muy buena. El “payaso gurú” sonrió forzadamente y estampó su apellido en la primera página con una gran mueca de pregunta.

Ygdrasil es la expresión visible de un suelo mental común, la flor del inconsciente colectivo. No es que todos seamos el mismo, la humanidad está incompleta porque no somos el mismo, pero tendemos hacia allá. El día que estemos todos conectados como las hormigas, que no son una especie sino un solo gran animal hecho de muchas unidades, habrá llegado el reino de dios a la tierra. Quizá Internet sea un remedo de ese sueño o la semilla remota de una estructura mental futura donde todos seamos todos, en un éxtasis glorioso como un nirvana digital.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez aseguraste, de alguna forma escindiéndote de aquella entelequia que sería supuestamente nuestra generación. Que tú eras más contemporáneo que nosotros (entendiendo por nosotros a los que dirigíamos el taller) y acuñaste el término “dickeados” para referirnos. Dijiste estar influenciado, a diferencia de “nosotros”, no sólo por la literatura sino también por el cine, las multimedia, la Internet, la fragmentación informática, la animación, la junk-data y la música electrónica, el trance y la hiperactividad neuronal de las mentes de HOY. Todo esto por un comentario donde aventuré la hipótesis que tu literatura estaba más influenciada por el cine que por los libros, continuaste diciendo: Declarar que estamos más influenciado por lo que hemos visto que por lo que hemos leído tiene hasta un tinte peyorativo. Me he dado cuenta la manera ridícula como miras en menos el cine (onda, “no si yo voy muy poco al cine”, como si fuera pecado). Esa estupidez de considerar la literatura como una cosa mayor, más alta. Yo voy al cine y también leo, veo animación y me encanta el cine porno, sobre todo donde salen muchos negros tirándose a una jovencita, recojo todo lo que la cultura tira para ese lado. ASPIRO A SER UNA MENTE DE MI TIEMPO. Anda a ver Kill Bill, o mejor, lee Cock&Bull, una novela que está haciendo furor en Europa, y te vas a enterar de lo que estoy hablando. Ahí hay cine, literatura, cómic y animación mezclados. Uno entrando en el otro en una orgía sin limitaciones, una rave extática, intensa y predatoria, nada de dickeadas mamonas y melancólicas, “narrativas” y “literarias”. Lo curioso de tus acusaciones es que yo creo exactamente en lo mismo que tú, menos en lo de los negros tirándose a la jovencita ya que soy un católico muy conservador, y leyendo mis cuentos notarás como se suceden todo tipo de influencias. Gabo en casa de Armando dijo como para justificar mi “conducta”: él puede citar a Felipe Avello o Heidegger indistintamente, y estaba en lo correcto. Leo Las Ultimas Noticias por la mañana y la Summa Teológica por la tarde. Pero bueno, supongo que aquellas palabras fueron motivadas por una falta de conocimiento de mi producción literaria, ¿o no? Otra curiosidad, me invitabas a ver Kill Bill, la película que destrozaste en tu artículo para El Calabozo del Androide…

Jorge Baradit: Después de un año descubrí que Kill Bill me había hipnotizado con malas artes y que después de los 365 días el débil embrujo se había disipado sin dejar huellas, sólo un detestable olor a podrido. Dejo fuera la maravillosa secuencia de animación de Production IG.

Sergio Alejandro Amira: El domingo pasado mi hijo Bastian de 2 años y 8 meses fue impactado por un Jeep en lo que ha sido el momento más doloroso e impactante de mi vida. A Dios gracias tuvo nada más que unos rasguñotes y las mayores heridas quedaran para los adultos, quienes finalmente somos los responsables. Después de pasado el incidente recordé que en febrero 2004 un automóvil impactó tu moto y te salvaste sin que ni los médicos de la posta entendieran cómo dadas las características del accidente. Lo mismo que ocurrió con mi hijo, como si ambos fueran “unbreakables” como en la película de Shyamalan. Tú consideraste un milagro el haber salido caminando de la posta sin nada roto y sólo un par de heridas abrasivas considerando que un auto cruzó con luz roja y te impactó de lleno lanzándote con moto y todo directamente a la cresta. Yo tuve la misma sensación mientras abandonaba el siniestro hospital público de Viña deseando no tener que regresar nunca más en mi vida. Pero la de la moto no fue tu primera experiencia cercana a la muerte, la primera fué en el Qosqo (aka Cuzco).

Jorge Baradit: Sí, viajé solo durante el fenómeno del niño del ’99 (que paralizó perú con inundaciones y tormentas). Me intoxiqué con verduras a medio cocer. Comencé a sentirme mal como a las 9 de la noche, en la plaza de Cuzco, lo confundí con puna y me fui al hostal para darme una ducha de agua MUY FRIA. Salí de nuevo porque estaba mareado y el ambiente estaba gélido. Cuento corto, me vino un enfriamiento y terminé acostado en el segundo piso de un hostal que estaba vacío excepto por mí, con tercianas, sudor frío y mucha fiebre. A las doce de la noche comenzaron los vómitos y la diarrea acusando intoxicación. A las dos de la mañana descubrí que no podía moverme ni pedir ayuda. Los temblores eran violentos. Sentía un frío de muerte pero caché que estaba ardiendo en fiebre porque tenía taquicardia. Intenté calcular mi fiebre con el reloj (se supone que por cada grado de temperatura tu pulso sube 10 unidades). Como a las cuatro empecé con alucinaciones. Me levanté de la cama, movido por la adrenalina supongo, para buscar aterrorizado unos papeles que la policía de cuzco (que según yo estaba allanando todas las casa en esos instantes) me iba a exigir o sería expulsado a las llanuras de nieve que rodeaban la ciudad. Como a las 6 de la mañana recuperé la noción de realidad (supongo que eso ocurre cuando cachai que estabai pelando el cable, aunque suene a juego de palabras), pero era incapaz de moverme, estuve así, despierto e inmóvil, sintiendo que me desvanecía en cualquier instante (la imagen se me volvía un círculo lejano rodeado de negro), hasta las doce del día, absolutamente deshidratado y afiebrado, hasta que un niñito-guía (niños pobres de cuzco que hacen de guías turísticos informales a cambio de algún dinero) golpeó la puerta para acompañarme a conocer la famosa piedra de los = doce ángulos (el día anterior nos habíamos puesto “providencialmente” de acuerdo para ello). No podía contestarle a través de la puerta, menos abrirle así que emití un gruñido (no es hueveo) y él se asustó y fué a buscar a la dueña que abrió la puerta y me encontró en pelotas arriba de la cama. Desde ahí no recuerdo mucho hasta que estaba sentado sorbeteando un tecito envuelto en una frazada. Estuve con cero fuerza toda esa tarde. Al otro día fui caminando a un médico usando al niño como lazarillo. Me debo haber demorado horas porque me movía como un anciano de 90 años. El médico me dio antibióticos, una dieta mínima y el consejo de regresar a chile. Pero a los tres días estaba levantadito a las 6 de la mañana (con un cargamento de galletas de vainilla y mucha hoja de coca) esperando el bus que me llevaría a Ollantaitambo para comenzar el camino de cuatro días por la sierra peruana hacia la ciudadela de Macchu Pichu. Pero esa fue otra historia. El punto es que desde ese momento en que llegué a Macchu Pichu, después de cuatro días de mierda, me siento capaz de todo, de llegar a la luna si quiero.

Sergio Alejandro Amira: La otra experiencia fue en México…

Jorge Baradit: En México “algo” me atacó un punto de mi abdomen donde no tenemos nada en especial, después de visitar el complejo de Tula, en Hidalgo (la casa de los Toltecas), un recinto sumamente importante pero poco “turístico”, lugar de magos y chamanes hasta el día de hoy. El punto es que también pasé una noche asquerosa con alucinaciones extrañas (sentía que me “iba” por las esquinas de la habitación) y terminé en “urgencias” de un hospital mexicano donde me dejaron abandonado en un rincón, sin zapatos, sin lentes de contacto, sin dinero ni identificación. Los enfermeros estaban más preocupados del montón de tipos baleados y acuchillados que llegaban a cada rato que de un chileno desvanecido que hablaba huevadas. Fué otra noche de terror. Al otro día llegó Wash, hermano mexica, indio maravilloso, con todas mis cosas y me sacó de manos de los “carniceros” como les dijo. Este par de historias (muuuuy resumidas) hacen parecer bicoca lo de la moto. Aunque confieso que tuve temor de morir, pero más por morir a manos de un viejito asustado de 85 años que por el accidente mismo. Habría sido muy poco digno.

Sergio Alejandro Amira: A los quince años formé en Punta Arenas junto a un amigo apodado “Porno Rockett” la banda de punk-experimental Necroaxila, que se transformó en una verdadera institución en mi pequeño círculo de amistades. Tú también tuviste una banda, cuéntame de esa experiencia.

Jorge Baradit: Año 1986, plena dictadura. Adolescente entrando de cabeza a la guerra que le deparaba su generación. Bad idea: o eras de derecha o eras de izquierda ¿Punk de izquierda? olvídalo. Cero posibilidad de permanecer en la JJCC sin chaleco de lana y morral diaguita. ¿The Clash?… ummmm… ¿alienado pro-yanqui? En fin, tocábamos hardcore punk en lugares muy precarios, los pacos acechando, mucha violencia en el ambiente. Dead Kennedys, DRI. Yo tocaba bajo y cantaba, mis amigos el anfeta, el pelao y el bototo eran los que sabían tocar música de verdad.

Mi dudoso aporte a la resistencia por lo menos me crió la vena anti-dependencia tribal, porque los punkis también me consideraban “poco punki” y éramos discriminados por los más discriminados (¿habrá algo más patético?).

Sergio Alejandro Amira: ¿Cual era el nombre de tu banda?

Jorge Baradit: Trato Bestial. El peor nombre de la historia musical chilena, sólo superado por “Danny Chilean”.

Sergio Alejandro Amira: Como bien mencionas en la entrevista de Gabo, la literatura chilena tiende al “realismo”, la cosa social, y eso permea todos los ámbitos creativos sobretodo en el cine que tímidamente se ha ido abierto a otros géneros recientemente pero sin mayor éxito. Hasta la excelente serie en animación 3D Pulentos, la cual sigo y considero de muy buena factura, opta por una aproximación de “realismo social” como podríamos denominarlo. Recuerdo cuando vimos el primer capítulo con mi hermano y él exclamó: “¡Viven en nuestra pobla!”, porque yo en Concón vivo en una población de “blocks” de ladrillos rojos, almacenes con señoras ancianas y perros vagos por doquier. Como seremos de rascas que una vez hasta se robaron los cables del tendido telefónico. Bueno, el caso es que si por plantear un escenario identificable por la clase media-baja se trata, la serie lo hace magistralmente, pero está claro que tendrá que pasar un tiempo antes que veamos una serie de dibujos animados tipo Chicas Superpoderosas, Megas XLR o Bob Esponja. Recuerdo que tú tenías un proyecto de dibujo animado que compartiste conmigo y que encontré muy bueno. Sin descuidar lo “social” incorporaba los temas que te interesan, la magia de los pueblos originarios, la aventura… Cuando más me gustaba Mampato era cuando viajaba a esos futuros imaginados por Themo Lobos con Tortugas gigantes y Hombres-ñandúes, no cuando visitaba la época de la colonia, pero cuando hicieron la película que historia decidieron contar?, la de Rapa Nui. Aún en los cómics o en el dibujo animado, donde con menos recursos puedes crear escenarios, situaciones y personajes increíbles se sigue con el mismo enfoque social. Después e toda esta perorata, ¿qué opinas?

Jorge Baradit: Lo mismo que tú. En las producciones audiovisuales la lucha es por la identidad, como el único elemento diferenciador que nos puede agregar valor frente a los megaproductos gringos. Como cuando digo: ¿Para qué publicar a un chileno que escribe como P. K. Dick? Mejor publiquemos al original.

Sergio Alejandro Amira: Magritte, antes de alcanzar la fama, hacía “picassos”, no copiaba originales, sino que adoptaba el estilo picasiano de aquella particular época y colocaba la firma. ¿Crees que estas obras de arte son menos arte o menos meritorias acaso? Yo particularmente las considero lo más interesante de la obra de Magritte.

Jorge Baradit: Como dijo una amiga que ya no me quiere ni ver: Hoy día el arte puede ser cualquier huevada. Casi que arte es toda aquella actividad que se proclama como arte.

Sergio Alejandro Amiraa: Pasando a otro tema, la mayoría de las encuestas en Israel predicen que el primer ministro, Ariel Sharon, ganará el 28 de noviembre las elecciones primarias del Likud que elegirán el candidato del partido para las nuevas elecciones de primer ministro… ¿sabes?, Me parece curioso que en la mitología griega Charon (Caronte) sea el barquero de los muertos. Todo esto para preguntarte que opinas del conflicto entre Israel y Palestina.

Jorge Baradit: Lo mismo que todos y que nadie se atreve a decir: que es una patudez del mismo pueblo que sufrió persecución repetir la experiencia de esta manera tan brutal y a la vista de todo el planeta. Antes de la invención del Estado de Israel esos territorios se llamaban PALESTINA y vivían judíos, cristianos y musulmanes en relativa armonía, como colonia inglesa pero sin agarrarse a peñascazos entre ellos. Cuando llegaron los judíos europeos expulsaron a todos los palestinos que habían vivido en esas tierras desde siempre y expandieron sus fronteras violentamente a costa de los países vecinos. ¿Cómo crestas pretenden que los quieran y respeten?

Sergio Alejandro Amira: Adorno dijo que no se puede escribir poesía después de Auswichtz (aunque el mismo se refuta en su Mínima morallia). ¿Qué opinas de esta afirmación?

Jorge Baradit: Pura demagogia. Auschwitz es una cosa y la poesía es otra. La discusión Arte-Política es, además, una discusión que le tiene sin cuidado al mundo desde los años 70, es una cuestión añeja que ya no tiene cabida.

Sergio Alejandro Amira: Lo que yo creo que Adorno quiso decir es que no se puede tomar lo que pasó en Auswichtz como un hecho banal, no se puede analizar como un fenómeno más de la violencia en la historia. Yo creo interpretar eso en su pensamiento profundo. Tal vez responda a la relación entre literatura y política: hay cosas de la política que realmente tienen poco interés, como quién va a ganar una elección, pero hay momentos en que la política es el hombre en sociedad, y ese es un componente esencial. Hobbes no llamaba Leviatán al Estado sino a la sociedad. Lo político y lo metafísico están muy ligados, no se pueden separar. Personalmente yo no descreo de la política sino de los políticos.

Otros sujetos que me sacan de quicio tanto como los políticos son los denominados “ufólogos” ¿Has oído alguna vez a alguno de estos sujetos mencionar siquiera la Paradoja de Fermi? No son más que un montón de lunáticos, igual de locos que el que vocifera la llegada del anticristo en la plaza. Por supuesto que creo en el “fenómeno OVNI” pero no creo que se trate de naves tripuladas por extraterrestres…

Jorge Baradit: Puchas… ahí discrepamos. Yo no puedo no creer, esa una condición natural. Creo que los OVNI son extraterrestres, creo también que son los vimana nazi de Serrano, creo también que son humanos del futuro, creo que son los dioses que regresaron… creo que son ángeles… creo, creo…
Creo… porque… es más entretenido. Como no va a ser entretenido pensar que realmente existen alienígenas visitándonos, sean “grises” o “plutonianos”.
Creo que para mí todo es literatura fantástica, desde la Biblia y sus maravillosas matanzas con mares y rayos desbocados aplastando masas de seres humanos por la furia divina, hasta los “horizontes de eventos” en los agujeros negros. Creo en la Atlántida, en el jet bajo la pirámide de Keops y en que Elvis vive… pero en Marte. Creo en la conspiración para matar a Kennedy, en que Walt Disney está criogenizado y en que la Coca Cola contiene nanotecnología de la CIA para espionaje y esclavitud. Pero al final del día no creo en niuna huevá tampoco…es raro. Todo es literatura fantástica…incluso La Tercera (de El Mercurio ni hablar).
Por supuesto que los ufólogos son psicotipos (no se si existe esa palabra) primos hermanos de los Jimmy Swaggart, de los comunistas duros, de las tías pechoñas y los fascistas extáticos. Son fundamentalistas incapaces de ver lo que no coincide con lo que quieren ver. Son huevones capaces de reordenar la realidad de todo el planeta si eso les hace calzar sus teorías, por eso producen teorías tan hermosas, si no se tomaran en serio y escribieran mejor producirían las mejores novelas de cf del planeta.
Mi visión renuncia a ser científica (ops, que suena anacrónica esa palabrita). La ciencia se me hace una tabla de la que uno se agarra para sentirse seguro mientras flota en un mar infinito bajo un cielo infinito. He encontrado campos que permiten un jugueteo más liberador. He optado por tener una opinión filosófica, una científica, una religiosa, una poética, una lúdica, una política, …hasta una ética y una aética. Todas se contraponen y viven felices en mi cabecita en un eterno carrete, una orgía de proteos mentales porque todas saben que “para qué tanta huevá si no hay como cachar nada. para qué tanta huevá si somos todos hermanos. Transhumanismo extrópico?…Pase compadre, póngase al lado de la Ataraxia Epicúrea que le está agarrando el poto a la Panspermia exobiológica”. Pero ese soy yo y mi desorden y mi desconcierto. Mi incapacidad por tomar en serio alguna posición. Mi volubilidad geminiana. Pura tontera no más. Total, como escribí una vez por ahí acerca de mi manera de ver la vida: venimos de cabeza y nos vamos de espaldas. En ese salto apenas nos alcanza para un suspiro, dos o tres balbuceos y algún polvito. El resto, pura paja.
Mi personalidad toma esto y lo aquello…pero no se queda con ninguno. Mi interés por las certezas es igual de intenso que el de cualquier buscador de respuestas, lo único que ocurre es que igual tengo a un arúspice tras mi oreja (cual pepe grillo) diciéndome siempre que no hay UNA respuesta, que no hay una cosa SERIA, que no hay una forma de conocer al elefante completo en este mundo de ciegos que sólo ven una ínfima parte del espectro de ondas disponible. Entonces, en vez de angustiarme, hago una fiesta…pero nada más.

Sergio Alejandro Amira: Así como tú acuñaste el término “Dickeados”, nuestro amigo y Director de TauZero hizo lo propio con las “Baraditadas”, esto es lo que dice al respecto: Una Baraditada es algo que es bello de leer pero que carece de sentido cuando uno se la piensa dos veces. Una frase escrita en un lenguaje retorcidamente barroco, recargado. Tanto que a veces satura, pero que siempre desconcierta. Por otro lado, una Baraditada normalmente posee elementos ElectroEspirituOrgánicos, a veces condimentados con conceptos orientales. Una Baraditada es, por definición, muy original, pero en ocasiones muy recargada. Rmundaca finaliza su tesis recomendándote cautela en el uso de las Baraditadas, so pena de agotar la gallina de los huevos de oro y aburrir al lector con “más de lo mismo”. ¿Qué opinas de la hipótesis de Tino?

Jorge Baradit: Que tiene razón.

Sergio Alejandro Amira: Y ya que hablamos de rmundaca, la primera vez que supe de ti fue por Rodrigo, quien estaba muy impactado tras leer los 2 primeros capítulos de Ygdrasil que le enviaste para ser publicados en TauZero. ¿Crees que Tino aportó algo al brote público de Ygdrasil?

Jorge Baradit: Creo que Ygdrasil todavía no brota para ningún lado. Pero Tino es fundamental en la difusión de nuestros textos. Sin tipos como Tino los tipos como nosotros no tendríamos donde exhibir nuestras partes pudendas en público.

Sergio Alejandro Amira: Brindemos por Tino entonces, ¡salud!

Septiembre 2005