Finding Shklovsky

Por Segio Alejandro Amira 

Caminaba yo por la calle Merced ubicada en Santiago, cuando de pronto en la tienda de libros usados “El Cid” vi un afiche de la “primera convención de ciencia ficción, fantasía y cómics” en la historia de Chile: Fixion 2000. El afiche además promocionaba un concurso de cuentos, de ciencia ficción, claro. Desde 1997 que me encontraba escribiendo una novela (que terminé hace un año, pero que probablemente estaré corrigiendo por otros seis años más) y como tenía poco tiempo antes que venciera el plazo de recepción y ninguna obra a mano a excepción de Licantropía contemporánea (que es un cuento de terror satírico) tomé un capítulo de la novela y le metí a la fuerza ciertos elementos de ciencia ficción relativos al viaje en el tiempo, que junto a  las formas de vida alienígena, es uno de mis tópicos favoritos.

Yo nunca distinguí géneros literarios y leía indistintamente cualquier cosa que cayera en mis manos hasta que a los 14 años me regalaron un libro recopilatorio de los Premios Hugos 1973-1975, prologado por Isaac Asimov (lo primero que leí de Asimov fueron sus introducciones a los cuentos premiados justamente). A partir de ese momento comencé a privilegiar los títulos de ciencia ficción por sobre los otros e incluso me animé a escribir una historia de viajes en el tiempo donde un tipo resultaba ser su propio padre, algo que ingenuamente creí muy original. Desde ese entonces y hasta la convocatoria de Fixion escribí tan sólo tres cuentos, que me alegra haber extraviado. Lo mío no era la narración corta, eso me quedó claro en 1996, mis intereses se encaminaban más bien por los senderos de la novela, que comencé a escribir el verano de 1997.

Adapté como les decía un fragmento de esa novela, lo presenté al concurso y de ahí no supe más. En la página web de Fixion 2000 se habían prometido entradas a quienes habían participado pero yo no recibí ninguna y no pude asistir por falta de plata. Luego, estando de vacaciones en Punta Arenas en Enero del 2001 me encontré casualmente en la calle con Leonardo Navarro, un ex-compañero de colegio que había figurado tiempo atrás dentro de los 100 personajes menos influyentes de Chile en The Clinic. Al verlo le dije: “te felicito por ser uno de los 100 personajes menos influyentes de Chile”, él me contestó: “y yo te felicito por tu segundo lugar en el concurso de Fixion 2000”. Imagínense mi sorpresa, este ex-compañero me aseguró que yo había obtenido el segundo lugar del concurso de cuentos y a mí nadie me había notificado de nada, no había obtenido mi diploma y ni siquiera sabía de la existencia del libro en el que se habían publicado los tres primeros lugares y las menciones honrosas.

Mi primera reacción ante los dichos de Navarro fue de incredulidad pero él me describió el cuento y no me cupo duda que efectivamente lo había leído. Quedamos de juntarnos para que me dijera con quien contactarme para, por lo menos, obtener una copia del libro pero no lo volví a ver, mis vacaciones se terminaban y hube de regresar a Santiago. Lo más irónico (como diría la Morrisette) es que mientras se premiaban a los ganadores del concurso yo estaba en mi casa, sin ni un peso como para poder comprar mi entrada y sólo a unas cuadras de la Estación Mapocho, donde se realizaba el evento (en ese tiempo vivía en la calle San Antonio con Santo Domingo).

Como no poseía amistades ni conocidos en el “fandom” fuera de Navarro, a quien no sabía como contactar, comencé a hacer averiguaciones vía Internet. Con este objeto envié e-mails a gente que supuse, algo habrían tenido que ver con el evento: Sobras.com, la Corporación de Amigos de Star Trek, Mauricio Herrera (quien había creado la imagen que ilustró el afiche) y Ergocomics, todos los cuales no tenían la menor idea del libro de Fixión ni de como contactar a los organizadores, la excepción a esta regla fue Wampa, de Starwars Chile, quien me escribió:

«Hola, te cuento, desgraciadamente Starwars Chile no participó de dicho evento sino que sólo asistimos con una delegación para ver al dibujante del Imperio Oscuro. Bueno, es una lástima lo que me cuentas, te puedo contar que los organizadores del evento eran una Productora Weber que hemos tratado de contactar para saber si este año se hacia pero sin respuesta, ahora sabemos que uno de los auspiciadores era Entel y conversamos con un señor Barriga (Sexual Democracia) super buena onda que si tu tratas de ubicarlo a través de Entel a lo mejor pueda ayudarte, si tu hiciste un cuento eres un artista innato pero debes ser mas cuidadoso con tu material por que no habrá nada que saber si este año se hacia pero sin respuesta, ahora sabemos que uno de los auspiciadores era Entel y conversamos con un señor Barriga (Sexual Democracia) super buena onda que si tu tratas de ubicarlo a través de Entel a lo mejor pueda ayudarte, si tu hiciste un cuento eres un artista innato pero debes ser mas cuidadoso con tu material por que no habrá nada que compruebe lo real de tu historia, nosotros no dudamos de ti pero para que en otra oportunidad seas mas cuidadoso. QUE LA FUERZA ESTE CONTIGO SIEMPRE WAMPA».

Le escribí al interprete de Profanador de Cunas pero no obtuve respuesta. Tiré la esponja y me olvidé del asunto. No recordaba el título del cuento y ni siquiera poseía una copia en mi disco duro, eso hasta que en noviembre del 2001, y de puro ocioso, tecleé mi nombre en el Google y apareció un mensaje en un grupo de discusión que trataba sobre mi cuento. Aquel grupo pertenecía a una página llamada Utópika, una especie de bodega de libros digitales. Escribí un e-mail al webmaster explicando toda la situación y este me contestó:

«Mi nombre es Rodrigo Mundaca, medio fanático de esto de la lectura desde la enseñanza básica… supe de Fixión 2000 por unas referencias en chile.rec.literatura. Decidí participar. Les envié tres relatos (escritos en el transcurso de una semana o dos)… y también me olvidé del asunto… Tiempo después me llamó un cierto personaje invitándome a la premiación. Considerando que soy de Concepción y que estaba en ese minuto con la mi**da al cuello con la universidad, decliné la invitación… Meses después, me llegó el famoso librito con los cuentos ganadores. En este punto debo señalar que meses antes de ver el llamado a concursar en Fixión 2000, me había suscrito a un fanzine editado por Luis Saavedra llamado Fobos. Este fanzine hacía (hace) comentarios de relatos y series de ciencia ficción. Bien, el librito con los cuentos ganadores me llegó como un agregado a este fanzine. En ese punto recién supe que Luis Saavedra era parte de la organización de Fixión 2000… y seguramente el librito me lo enviaron por mi suscripción a Fobos, no por mi participación en el concurso. “Bien” –me dije– “estos relatos tienen que ser conocidos en el mundo”. Decidí escanearlos y subirlos a mi entonces humilde página web personal. Cuando terminé de escanearlos, me hice la siguiente pregunta: ¿existirán más relatos de ciencia ficción en la Internet? Me puse a buscar y, ¡wow!, encontré toneladas… junto con los relatos, descubrí una página chilena llamada Utopika, perteneciente a unos socios de Santiago. En esa página supuestamente habían relatos para bajar, pero ningún link funcionaba. Indignado, les envié un mail exigiendo que repararan su página… ya te imaginarás la sorpresa que me llevé cuando a vuelta de correo me dicen: “no tenemos tiempo para actualizarla, pero si lo deseas, hazlo tú”.

Considerando que yo estaba haciendo una página de ciencia ficción, la perspectiva de tener un URL decente y la posibilidad de cooperar con un proyecto más amplio me hizo aceptar. Hice la página y subí los archivos, incluyendo los cuentos ganadores de Fixion 2000. Si recuerdas las bases de concurso, en ella se señalaba que los derechos de autor, para la primera edición del libro, era propiedad de los organizadores de Fixion 2000. Yo me sentí libre de pecado, porque el libro ya lo habían editado, y por tanto el copyright era nuevamente de sus autores… y nuevamente me llevé una sorpresa mayúscula cuando René Weber, otro de los organizadores de Fixion, me pidió retirar los textos, porque el copyright les pertenecía… para evitarme problemas, accedí, pero después de varios meses, los volví a subir… no me han vuelto a molestar».

Rodrigo, además, me envió las bases del concurso de cuentos donde se indicaba que el segundo lugar recibiría el 10% de la venta del valor neto del libro (del cual se editarían 1.000 ejemplares) y me sugirió que contactara a Luis Saavedra. Saavedra me respondió lo siguiente:

“Me alegra que hayas escrito porque no te podíamos ubicar cuando los sobres con los nombres y las direcciones se perdieron. Bien, se supone que René Weber, productor del evento, es quien tiene tu galardón y dispone de los libros de Fixion 2000. Para más informaciones debes referirte a él.

Sobre la distribución del libro, no sé mucho, pero creo que no ha sido muy halagüeña por todas las dificultades del mercado y las distribuidoras. Me parece una lástima todo el enredo que se armó antes, durante y después de ese evento y me disculpo si me cabe alguna culpa. Si necesitas que te envíen copias del libro, sólo avísame.

Por último, me gustaría invitarte a participar en un fanzine que dirijo que se llama FOBOS, es de cf y fantasía y se distribuye en forma gratuita de mano en mano, en unas librerías especializadas que hay en San Diego”.

Le escribí entonces a Weber el cual escribió:

«Bueno, leyendo tu mensaje me he dado cuenta que has pasado por un verdadero calvario para saber por el destino del cuento que enviaste… Pues, como creo que ya sabrás, obtuviste el segundo lugar con El Libro de Shklovski… pues ¡¡Felicitaciones!!…

Ahora bien, te debemos más que unas buenas disculpas por no haberte entregado el galardón y la noticia, pero según me informó Juan Carlos Cabrera (el productor de los concursos), se comunicó, en su oportunidad, al fono indicado en los datos, pero le informaron que ya no estabas ubicable allí. Después por los ajetreos y desórdenes en la oficina, antes, durante y después de Fixion 2000, tus datos se perdieron de la carpeta respectiva. Así es que por esto no habíamos podido contactarnos.

Te ruego, que aceptes las disculpas del caso y puedas comunicarte a mi fono, para así coordinarnos en la entrega de tu premio”.

Llamé a René Weber, nos juntamos en la estación de metro Baquedano, y me entregó el diploma y unos doce libros de los 50 que estipulaban las bases del concurso. Le pregunté por el 10 % de las ventas pero me dijo que el 10 % de nada era igual a nada. 

Ahora bien, el delgadísimo volumen de 44 páginas más que a un libro se asemejaba a un folleto informativo. El lomo era de un couché brillante y lucía el isotipo de Fixion 2000 por ambos lados. En la contratapa se podía leer:

«Tanto los organizadores, W&W Producciones, como el jurado de Fixion 2000, se complacen en presentar a cinco nuevos talentos de la literatura chilena de ciencia ficción. Son cinco relatos envolventes y apasionantes que por sí mismos nos hablan de la solidez que este género ha alcanzado en nuestro país. Nadie quedará indiferente…»

¿Sería para tanto? Bueno, nadie le puede reprochar a Weber por querer vender su producto, pero sí enrostrarle la deficiente calidad del libelo. Se nota que se hizo a la rápida ya que nadie se tomó la molestia de corregir o revisar los textos, o de siquiera diagramar como corresponde. Mi cuento tan sólo, contiene  un sinnúmero de errores. Para empezar uno de los personajes, de nombre Alfedo Hauchecorne, fue cambiado a Alfredo “Hauchecome”. Luego tenemos el extravío de varios párrafos, notoriamente entre el final de la página 15 y la 16, y entre la 19 y la 20. Finaliza la última página de El libro de Shklovski, con el título del cuento que obtuviera el tercer lugar, Ixtlan de Gerson Salinas.

Pese a todos los inconvenientes y al no cumplimiento de lo estipulado en las bases del concurso debo reconocer que este fue el espaldarazo que necesitaba para dedicarme de forma seria a escribir narrativa, ensayo y otras digresiones.

Una vez recuperado y re-leído el cuento, “…elogiado por el jurado debido a la original manera de abordar una temática clásica dentro de la ciencia ficción”, me desagradó sobremanera al punto que decidí rescribirlo. El resultado, que pueden leer en este primer número de TauZero, sin ser la gran cosa me deja mucho más contento.

Sergio Alejandro Amira